jueves, 8 de junio de 2017

Edad Media - Edad Media

Edad Media - Edad Media





Edad Media





Edad Media. Wasqa islámica y Huesca aragonesa. La doble ruptura




Síntesis



La ciudad, con el nombre de Wasqa, fue musulmana durante cuatro
siglos (VIII-XI). En este periodo se islamizó y arabizó profundamente:
el islam fue, por conversión progresiva de su población cristiana, la
religión mayoritaria y el árabe la lengua hablada y escrita. Los
cristianos mozárabes eran minoría y el obispado terminó por desaparecer.
Wasqa fue, durante mucho tiempo, la ciudad más al norte de todo
al-Andalus. El principal monumento que Huesca conserva de su pasado
islámico son sus murallas, construidas en el siglo IX.


La conquista aragonesa en 1096, tras la batalla de Alcoraz, dio
origen a la Huesca actual. Se restaura el obispado y el cristianismo
vuelve a ser la religión predominante. El aragonés, nacido en las
montañas pirenaicas, sustituye al árabe como lengua común, hasta la
difusión y predominio del castellano a partir del siglo XV. Huesca es,
durante la Edad Media, una ciudad de las tres culturas: cristianos,
judíos ―hasta 1492― y musulmanes ―hasta 1526―. San Lorenzo y San Vicente
se convierten en los patrones de la ciudad. En 1354, el rey Pedro IV
funda la Universidad de Huesca, la más antigua de Aragón. Los
principales monumentos medievales de la ciudad son San Pedro el Viejo
―monasterio románico y panteón real―, la Catedral gótica, el Palacio
Real y las iglesias de Salas, Santa María in Foris y San Miguel.





Cronología

WASQA. UNA CIUDAD ISLÁMICA


711. Un ejército árabe-beréber inicia, desde el
norte de África, la conquista de la Hispania visigoda. El asedio de
Osca, según el relato, algo fantástico, del geógrafo del siglo XI al
Udrí, duró siete años y terminó con la rendición pactada de los
oscenses.


Siglos VIII-XI. Osca se convierte en Wasqa. Intensos
procesos de islamización y arabización en la ciudad. El islam termina
siendo la religión mayoritaria (el obispado cristiano desaparece) y el
árabe es la lengua común, tanto hablada como escrita (buena prueba de
ello son los nombres de dos ríos cercanos a Huesca, de claro origen
árabe: Guatizalema y Alcanadre).


Siglos VIII-XI. La islamización de Huesca se
produce, sobre todo, por la conversión progresiva al islam de su
población, antes cristiana. Estos conversos al islam son conocidos como
muladíes. En el siglo VIII hay noticias del dominio en tierras oscenses
de una familia de origen árabe, los Banu Salama (de cuyo nombre deriva,
quizá, el del río Guatizalema), pero su poder fue destruido, justamente,
por linajes muladíes, protagonistas de la historia de Wasqa a partir de
entonces.


Siglos VIII-XI. Cristianos y judíos en Wasqa. Solo
una minoría de mozárabes se mantendrá fiel al cristianismo hasta la
conquista aragonesa de 1096, en la iglesia de San Pedro y, durante mucho
tiempo, también en la de San Ciprián. Es posible que en Wasqa existiera
igualmente una comunidad judía, pero no hay noticias seguras sobre la
misma.


Siglos VIII-IX. Wasqa pertenece al emirato de Córdoba, gobernado, desde el año 756, por la dinastía Omeya.


En torno al año 800. Amrus ben Yusuf, nacido en
Wasqa de una familia de muladíes, es un fiel servidor del emir Al Hakam I
de Córdoba. Fue el fundador de Tudela, en el año 802, y el protagonista
de la célebre Jornada del Foso de Toledo. Nombrado gobernador de Toledo
por el emir, Amrus hizo decapitar a los rebeldes toledanos y arrojar
sus cuerpos al foso del alcázar, en presencia del hijo del emir, Abd al
Rahmán (entonces un adolescente de catorce años, que sucedería a su
padre como Abd al Rahmán II).


797-812. Intensa presión, finalmente infructuosa,
del imperio carolingio sobre Wasqa. En 797 fracasa un primer ataque
contra la ciudad, comandado por Luis, el hijo de Carlomagno (y su futuro
sucesor como Luis el Piadoso). En 799, según los Anales del Reino de
los Francos, el gobernador de Wasqa entregó a Carlomagno las llaves de
la ciudad, en señal de su sumisión. El dominio franco, sin embargo, no
se hizo efectivo, y en los años 801, 811 y 812 fracasaron tres nuevos
ataques carolingios contra la ciudad.


851. Las jóvenes cristianas Nunilo y Alodia,
naturales de Adahuesca, son ajusticiadas en Wasqa por negarse a
renunciar a su fe. Sus reliquias se veneraron desde entonces en el
monasterio navarro de Leire.


Siglos VIII-XI. Como en el resto de al Andalus, el
período de dominio islámico en Wasqa es una etapa de revitalización
urbana y crecimiento demográfico, con surgimiento de arrabales más allá
de las murallas, que pone fin al largo periodo de crisis iniciado en la
ciudad en el siglo III.


Siglos VIII-XI. Mezquita mayor de Wasqa. Se
levantaba en el emplazamiento de la actual catedral gótica. Tras la
conquista aragonesa, el rey Pedro I la calificaría en un documento como
la mezquita “más excelente” de la España musulmana. Por desgracia, de
ella no se conservan apenas restos. Durante los siglos XII y XIII, la
antigua mezquita fue, tras su cristianización, la catedral de Huesca.


Siglos IX-XI. Durante el siglo VIII, la cornisa
cantábrica y la meseta norte escapó al dominio musulmán. Tras ello,
Wasqa fue, hasta su conquista por los aragoneses en 1096, la ciudad más
al norte de todo Al Andalus.


Siglos IX-XI. Ciudad de frontera. La frontera entre cristianos y musulmanes terminó fijándose en las Sierras Exteriores, a la vista de Wasqa.


875. El emir Muhammad I de Córdoba ordena por
escrito al gobernador de Wasqa que amuralle la ciudad. Las murallas
árabes formaban un recinto ovalado de casi dos kilómetros de longitud,
con alrededor de noventa torres y cuatro puertas principales, orientadas
a los puntos cardinales: Sircata al norte, Remián al oeste, Alquibla al
sur y Porteta o Montearagón al este.


Siglos IX-XI. Triple recinto defensivo. En la parte
más alta de Wasqa existía una ciudadela (la Zuda), sede del gobernador,
que contaba al menos con una puerta y varias torres. En el siglo IX se
construyó la principal defensa de la ciudad, sus nuevas murallas de
piedra. Y había, finalmente, muros de tapial que rodeaban los arrabales
nacidos más allá de las murallas.


Siglo X. Tras la proclamación en 929 como califa del emir omeya Abd al Rahmán III, Wasqa pertenece al califato de Córdoba.


Siglo XI. Tras la desaparición del califato de
Córdoba, Wasqa forma parte del reino taifa de Zaragoza, gobernado
sucesivamente por las dinastías tuyibí y hudí.


1047-1048. Durante el periodo taifa, Lubb ben Hud,
que gobernaba en Wasqa, acuña monedas de oro de baja ley, con
inscripciones árabes y el nombre de la ciudad. Es la única moneda de oro
acuñada en Huesca a lo largo de su historia. Lubb fue expulsado de
Wasqa por su hermano Ahmad, llamado más adelante al Muqtadir, que
construyó la Aljafería de Zaragoza.





UNA NUEVA CIUDAD. LA HUESCA ARAGONESA Y CRISTIANA


1085-1086. Sancho Ramírez (1063-1094), el segundo
rey de Aragón, construye Montearagón, un gran castillo a pocos
kilómetros de Wasqa, con objeto de preparar su conquista. En su interior
se levantó una iglesia, que se convertirá en uno de los monasterios más
poderosos de Aragón. La construcción de la fortaleza está cargada de
simbolismo: erigido en tierras aún musulmanas, recibe el nombre de Monte
Aragón y su iglesia como titular a Jesús Nazareno.


1093. Vender la piel del oso antes de cazarlo.
Sancho Ramírez dona las dos mezquitas más importantes de Wasqa, la mayor
y la de la zuda, al castillo-abadía de Montearagón y el monasterio
francés de San Ponce de Tomeras. El rey, sin embargo, no vivirá para
hacer efectiva dicha donación.


1094. Sancho Ramírez muere ante Wasqa, al intentar conquistarla. Le sucede, como tercer rey de Aragón, su hijo Pedro I (1094-1104).


1095. Los aragoneses instalan un segundo puesto
fortificado ante la ciudad: el Pueyo Santo o de Sancho, en el actual
cerro de San Jorge.


Primavera de 1096. Pedro I pone cerco a Wasqa, que ya no levantará hasta su conquista.


19 de noviembre de 1096. Batalla de Alcoraz, en las
afueras de Wasqa, que decide la suerte de la ciudad. Se enfrentan el
ejército de Pedro I, formado por aragoneses y navarros (Sancho Ramírez,
Pedro I y Alfonso I el Batallador fueron durante 60 años reyes de Aragón
y Pamplona), y las tropas de al Mustaín, el rey taifa de Zaragoza,
reforzadas por dos condes castellanos. Pedro I obtiene una gran victoria
y una semana después entra en Wasqa.


Noviembre de 1096. Conflicto y convivencia. Pedro I, el rey de Aragón que conquista Wasqa a los musulmanes, firmaba sus documentos en árabe.


Noviembre de 1096. Las leyendas. El extraordinario
éxito que la batalla de Alcoraz supuso para el joven reino aragonés, con
la conquista de la primera gran ciudad islámica, hizo que surgieran en
los siglos siguientes tradiciones y leyendas sobre la misma. Las más
antiguas (crónicas castellanas del siglo XIII) se refieren a San
Victorián: de acuerdo con ellas, los aragoneses llevaron sus reliquias a
la batalla y el santo se apareció a Pedro I. Las leyendas más tardías
(crónicas aragonesas del siglo XIV), mucho más conocidas, hablan de la
aparición de San Jorge en la batalla, trayendo consigo desde Antioquía
―durante la Primera Cruzada― a un cruzado alemán que se había quedado
sin caballo.


Noviembre de 1096. Uno de los personajes que se
encontraban junto al rey Pedro I durante la conquista de Wasqa era Diego
Pélaez, el obispo de Santiago de Compostela con el que se inició la
construcción, en estilo románico, de la actual catedral compostelana.
Diego Pélaez vivía exiliado en la corte aragonesa, tras haber
participado en una rebelión nobiliaria contra el rey Alfonso VI de
Castilla-León.


17 de diciembre de 1096. Duras negociaciones en la
ciudad conquistada. Tras tomar Wasqa, Pedro I cumplió las donaciones de
su padre, el rey Sancho Ramírez: Montearagón entró en posesión de la
mezquita mayor y el monasterio francés de San Ponce de Tomeras de la
mezquita de la Zuda. El obispo de Jaca reclamó, sin embargo, la mezquita
mayor como lugar donde restaurar el antiguo obispado de Osca. El
acuerdo al que se llegó es decisivo en la historia de la ciudad: el
obispo obtuvo la mezquita mayor como catedral; para compensar a
Montearagón se le dio la mezquita de la Zuda; y para compensar a su vez
al monasterio de San Ponce de Tomeras se le entregó la iglesia de los
mozárabes, San Pedro el Viejo, que fue convertida en monasterio
benedictino. Los mozárabes oscenses, después de cuatro siglos de
fidelidad a su fe, fueron pues los perdedores de esta historia.


1096. Ruptura de carácter poblacional. Una parte
importante de la población islámica abandona la ciudad. Los musulmanes y
judíos que permanecen en la nueva Huesca aragonesa han de vivir fuera
de las murallas. Empiezan a llegar los habitantes cristianos de la
ciudad: colonos venidos de las montañas y, más lejos aún, de tierras
francesas. Los mozárabes desaparecen pronto como comunidad diferenciada,
diluidos en el conjunto de pobladores cristianos.


1096. La conquista aragonesa reintroduce en la
ciudad, desde el Pirineo, el cristianismo y el latín. El obispado es
restaurado (nace la diócesis de Huesca-Jaca, con sedes en la mezquita
mayor de Wasqa y la catedral románica jaquesa). Junto al latín llega
también el aragonés, la lengua romance surgida en las montañas
navarro-aragonesas. El aragonés será la lengua de las tierras oscenses
hasta la llegada del castellano, a partir del siglo XV.


1096. La ciudad vuelve a llamarse Osca (en los
siglos siguientes, sin embargo, se generaliza el nombre Huesca, que
seguramente tiene su origen en Wasqa, el nombre de la ciudad en época
islámica).


1096. Una de las mezquitas de Wasqa, la de Ibn
Atalib, es entregada por el rey Pedro I a la catedral de San Vicente de
Roda de Isábena. La mezquita se convierte en la iglesia de San Vicente.
Es la primera iglesia dedicada en Huesca a San Vicente, que se
convertirá en los siglos siguientes en segundo patrón de la ciudad.


Abril de 1097. Consagración de la catedral. Tras la
conquista aragonesa, la mezquita mayor fue cristianizada por los
clérigos de Montearagón, que le pusieron el mismo titular de la iglesia
de su castillo: Jesús Nazareno. Más tarde, fue entregada al obispo de
Jaca para convertirla en catedral, pero siguió teniendo idéntica
advocación. La nueva catedral recibió en abril de 1097, finalmente,
cinco titulares: Jesús Nazareno, la Virgen María, San Juan Bautista y
los apóstoles San Pedro y San Juan Evangelista. La antigua mezquita se
utilizó como catedral dos siglos, hasta que fue derribada a partir de
1273 para construir la actual catedral gótica.


1106. Bautismo en la catedral, por el obispo de
Huesca, del judío Moisés, con el rey Alfonso I el Batallador como
padrino. Moisés adopta para su vida como cristiano el nombre de Pedro
Alfonso. La ceremonia es un símbolo perfecto de la nueva situación de la
ciudad tras la conquista aragonesa: un judío que se hace cristiano en
la antigua mezquita mayor, ahora catedral. Las obras de Pedro Alfonso,
escritas en latín, tuvieron una gran influencia en la Europa medieval.
Destacan sobre todo la Disciplina clericalis, un conjunto de proverbios,
fábulas y cuentos procedentes de la cuentística árabe y oriental, y los
Diálogos contra los judíos, uno de los tratados antijudíos más
conocidos de la Edad Media.


1110. El rey Alfonso I el Batallador desciende de su
caballo y recorre a pie, ante el obispo de Huesca y los habitantes de
la ciudad, el terreno en el que se construirá la iglesia de San Miguel,
ante la puerta Sircata ―en la parte norte del recinto amurallado―. En el
siglo XVII, la iglesia de San Miguel fue entregada a monjas carmelitas
calzadas para fundar un convento (conocido popularmente como “las
Miguelas”), existente todavía hoy.


Siglo XII. La iglesia de San Pedro, entregada al
monasterio francés de San Ponce de Tomeras tras la conquista de Wasqa,
es llamada “el Viejo” (“antiquam” o “vetus”) desde ese mismo momento,
denominación con la que sigue siendo conocida. Recibió dicho nombre por
haber sido la iglesia de los cristianos mozárabes. Era, pues, un
edificio de época paleocristiana o visigoda. En el siglo XII, los monjes
franceses la derribaron y construyeron en su lugar la iglesia y el
claustro románicos actuales ―monumento nacional desde 1885―.


Siglo XII. Huesca, ciudad de los reyes de Aragón.
Las estrechas relaciones que la casa real aragonesa y la ciudad
mantienen en este siglo no se repetirán. En Huesca se entierran reyes
(Alfonso I el Batallador en el castillo de Montearagón y Ramiro II el
Monje, aprovechando para ello un antiguo sarcófago romano, en el
monasterio de San Pedro el Viejo). En Huesca nacen reyes (la reina
Petronila; su hijo Alfonso II, primer monarca de la Corona de Aragón; y
el hijo de este, Pedro II, muerto en 1213 en lucha con los cruzados
enviados por el papa contra los cataros). Ramiro II es, además, el
protagonista de la más conocida leyenda oscense, la Campana de Huesca.
Alfonso II, por último, construye en la ciudad un gran palacio, del que
se conserva, sobre todo, un torreón hexagonal, con las salas llamadas de
la Campana y de Doña Petronila.


Siglo XII. La Campana de Huesca. El rey Ramiro II el
Monje (1134-1137) es el protagonista de esta leyenda, que figura por
primera vez en la Crónica de San Juan de la Peña, dos siglos posterior a
su reinado (el texto de la Crónica es, no obstante, la prosificación de
un cantar de gesta perdido, compuesto al parecer en la segunda mitad
del siglo XIII). La leyenda cuenta que el rey Ramiro, al que no
obedecían sus nobles, envía un mensajero al monasterio francés de San
Ponce de Tomeras, donde había sido monje, para que su antiguo maestro le
aconsejara qué hacer. Este se limita a cortar las coles más altas del
huerto; y el rey, comprendiendo el significado de tan singular mensaje,
convoca cortes en Huesca, tras anunciar que quería hacer una campana que
sonara en todo Aragón. A su llegada a la ciudad, los nobles más
importantes son decapitados, con lo que el reino queda pacificado. La
representación pictórica más impresionante de la leyenda, el cuadro de
la Campana de Huesca pintado en 1880 por Casado del Alisal, se puede
admirar en el Ayuntamiento de Huesca.


Siglo XII. Huesca es llamada “la de las noventa
torres” en el Codex Calixtinus o Liber Sancti Iacobi, el famoso
manuscrito relacionado con el Camino de Santiago (“Osca, in qua
nonaginta turres numero esse solent”).


1155. El rey Luis VII de Francia pasa por Huesca.
Vino para peregrinar a Santiago de Compostela y visitar al rey Alfonso
VII de Castilla y León, con cuya hija se había casado tras su célebre
divorcio de Leonor de Aquitania.


Mediados del siglo XII. Llegada de las órdenes
militares. Los templarios y hospitalarios se establecieron en el
interior del recinto amurallado, creando iglesias y encomiendas propias
(todavía existe una calle Templarios y una plaza del Temple). A
comienzos del siglo XIV, cuando la Orden del Temple desapareció en
circunstancias dramáticas, la encomienda templaria de Huesca pasó a
poder de los hospitalarios.


Hacia 1160-1224. Durán de Huesca. Se vio atraído por
las doctrinas valdenses y su énfasis en la pobreza evangélica,
finalmente declaradas heréticas. Durán se reconcilió con la Iglesia en
1207-1208 y creó la orden de los Pobres Católicos, con varios conventos
en el sur de Francia, la zona donde más se había extendido la herejía
cátara. A diferencia de franciscanos y dominicos, nacidos también por
estos años, los Pobres Católicos terminaron sin embargo por desaparecer.
Durán de Huesca es autor de dos obras en las que combate las herejías
de su época: Liber antihaeresis (1195) y Liber contra manicheos (1224).


Segunda mitad del siglo XII. Tesoro del Fosalé.
Ocultamiento de 496 monedas de oro, acuñadas por los gobernantes
almohades Abd al Mumim (1130-1163), Muhammad (1156-1163) y, sobre todo,
Yusuf I (1163-1184), el constructor de la Giralda de Sevilla. Las
monedas, actualmente en el Museo Arqueológico Nacional, fueron
descubiertas en 1955, al construirse el edificio situado en la esquina
de la avenida del Parque y la calle Rector Sichar (antigua partida del
Fosalé). Se trata del tesoro de monedas almohades más importante
encontrado en España. Su existencia demuestra que en la Huesca aragonesa
del siglo XII circulaban monedas musulmanas de oro.


Mayo de 1191. Tratado de Huesca, por el que Aragón, León y Portugal se aliaron contra Castilla. Navarra se unirá al mismo en julio.


Siglos XII-XIII. En estos dos siglos, fundamentales
en la historia de la ciudad, Huesca adquiere los rasgos que la
caracterizarán hasta época contemporánea. Nacen: el Concejo, dirigido
hasta 1708 por dos cargos anuales, el justicia de Huesca y el prior de
jurados; el primer escudo de la ciudad; un urbanismo tripartito (el
recinto amurallado, exclusivamente cristiano, la judería al oeste y la
morería al sur ―en esta zona se instalarán, no obstante, cada vez más
cristianos―); las cuatro parroquias; y los dos patronazgos ciudadanos
(San Lorenzo y San Vicente).


Siglo XIII. La ermita de Salas, a orillas del río
Isuela al sur de la ciudad, se convierte en uno de los santuarios
marianos más conocidos de la Península Ibérica. La Virgen de Salas es la
que más cantigas tiene dedicadas ―diecisiete― en las famosas Cantigas
de Santa María del rey Alfonso X de Castilla-León (1252-1284). Pedro IV
el Ceremonioso, el rey de Aragón que fundó en 1354 la Universidad de
Huesca, sentía igualmente gran devoción por Salas, y por esa razón esta
Virgen formó parte del escudo de la Universidad (y en la actualidad
figura en el escudo de su heredero, el Instituto Ramón y Cajal). Desde
fines de la Edad Media, la fama de Salas decae, en una evolución opuesta
a la del Pilar de Zaragoza, que no aparece en las Cantigas de Alfonso X
el Sabio, pero que en los siglos siguientes llegará a ser un santuario
mariano de importancia excepcional.


1247. Cortes de Huesca, celebradas por el rey Jaime I
el Conquistador. Estas Cortes constituyen un hito trascendental en la
historia del derecho aragonés, pues de ellas salió la primera
compilación de los fueros de Aragón, base de todo el derecho foral
posterior. Dicha compilación, escrita en latín, fue obra del obispo de
Huesca Vidal de Canellas, que era un experto jurista. De ella se hizo
también una versión en aragonés, iluminada con espléndidas miniaturas,
en la primera de las cuales están representadas estas Cortes de Huesca.
Dicha versión es conocida como Vidal Mayor, por el nombre del obispo
Vidal de Canellas.


1247. Primera aparición del escudo de Huesca, en un
pequeño sello de cera que colgaba de un documento en pergamino. En dicho
escudo, vigente hasta fines del sigo XVI, estaban representadas las
murallas y la muesca, una pequeña figura geométrica terminada en dos
puntas, que representaba el nombre de la ciudad (la “osca de Osca”, la
“muesca de Huesca”) y su paisaje (las dos peñas del Salto de Roldán).


Siglo XIII. Quedan constituidas las cuatro
parroquias de la ciudad: dos al interior de las murallas (la Catedral y
San Pedro el Viejo ―que en tiempos medievales fue a la vez monasterio
benedictino y parroquia―) y dos extramuros (San Lorenzo y San Martín).


Siglo XIII. Primera mención de que San Lorenzo y San
Vicente, los patrones de la ciudad, nacieron en Huesca. Aparece en el
Martirio de San Lorenzo de Gonzalo de Berceo, una obra escrita en
tierras riojanas. En el siglo XIII hay también noticias de dos iglesias
dedicadas a San Lorenzo, cada una con su cofradía, en Huesca y en el
cercano pueblo de Loreto (que quedaría despoblado en la crisis
bajomedieval) ―las tradiciones oscenses situaban en Loreto el nacimiento
de San Lorenzo―. Desde fines del siglo XIII existió en el Coso, junto a
una de las puertas de la muralla ―el lugar donde las tradiciones
oscenses situaban el nacimiento de San Vicente―, la segunda iglesia de
San Vicente en la ciudad (la primera fue la antigua mezquita de Ibn
Atalib, donada a la catedral de Roda de Isábena tras la conquista
aragonesa).


1273. Comienzo de la construcción de la catedral
gótica, al tiempo que se derribaba la antigua mezquita mayor de Wasqa,
que había servido como catedral durante dos siglos.


1284. Huesca alcanza, con unos 8.000 habitantes, su
máximo demográfico medieval, que no recuperará hasta 500 años después.
Conocemos esta cifra gracias a un excepcional padrón de carácter fiscal,
el “monedaje” de 1284. No es casual que la construcción de la catedral
gótica se inicie en este momento de apogeo poblacional.


Primeros años del siglo XIV. Un escultor anónimo
labra la magnífica portada de la catedral. El tímpano está presidido por
la imagen de la Virgen con el Niño. Bajo él se encuentran los escudos
de Huesca, Aragón y la familia Azlor, a la que pertenecía el obispo
Martín López de Azlor (1300-1313), durante cuyo episcopado se hizo la
portada. En los laterales, junto a las esculturas de once apóstoles
(falta Judas) y San Juan Bautista, el artista esculpió las imágenes de
San Lorenzo y San Vicente, convertidos ya en patrones de la ciudad.


1318. La diócesis de Zaragoza es elevada a la
categoría de arzobispado. Huesca y su obispo, que en época romana y
visigoda, y de nuevo tras la reconquista, perteneció a la provincia
eclesiástica de Tarragona, se integra a partir de entonces, hasta la
actualidad, en la de Zaragoza.


Siglos XIV-XV. Crisis bajomedieval. Como en el resto
de Europa Occidental, la población de la ciudad se reduce de forma muy
notable, a causa de catástrofes demográficas como la peste negra de
1348. Huesca pierde casi la mitad de sus habitantes (de los 8.000 de
fines del siglo XIII pasa a poco más de 4.000 a fines del XV, antes de
la expulsión de la importante comunidad judía). Muchos pueblos, algunos
en las cercanías de Huesca como Loreto, quedan despoblados. Un buen
índice de la crisis es la no terminación de la catedral, que quedará
cubierta con una techumbre de madera durante casi dos siglos.


Siglos XIV-XV. Nacen las tradiciones sobre la
familia de San Lorenzo. Dichas tradiciones hicieron hermanos gemelos a
dos santos que vivieron con dos siglos de diferencia: San Lorenzo,
mártir del siglo III, y San Orencio, obispo de la ciudad francesa de
Auch, en el V. Según estas tradiciones, los padres de ambos hermanos
fueron San Orencio y Santa Paciencia, cuyas reliquias se veneraban en la
iglesia de San Lorenzo de Loreto.


1354. El rey Pedro IV el Ceremonioso, a petición de
la ciudad, funda la Universidad de Huesca, la más antigua de Aragón. Se
trata sin embargo del peor momento posible, pocos años después de la
peste negra. El rey no asigna rentas económicas a la Universidad, que
debe ser sufragada por los oscenses, y tampoco se obtiene el refrendo
papal. La Universidad, en consecuencia, acaba cerrando sus puertas, y no
será refundada hasta la segunda mitad del siglo XV.


1357-1359. Guerra con Castilla. Durante la primera
fase de la Guerra de los dos Pedros, que enfrentó a los reyes Pedro IV
el Ceremonioso de Aragón y Pedro I el Cruel de Castilla, se emprenden en
Huesca, ante la amenaza de un ataque castellano, importantes obras que
devolvieron a las murallas, por última vez, todo su potencial defensivo.
Se derribaron las construcciones cercanas a muros y torres, lo que
significó la desaparición de la primera iglesia de los franciscanos
oscenses y de parte de la judería, y se realizaron trabajos de
reparación del recinto amurallado, distribuido a tal efecto entre los
distintos grupos sociales de Huesca (judíos, musulmanes, clero secular y
regular, nobles e infanzones y ciudadanos).


1377-1378. Varios judíos oscenses son torturados y
muertos, acusados de profanar hostias consagradas robadas en la iglesia
de Tardienta. En su juicio y condena tuvo mucho que ver el infante Juan
―futuro rey Juan I de Aragón―. La profanación de hostias era uno de los
crímenes rituales de que se acusaba a los judíos en la Europa medieval
(otro era el secuestro de niños cristianos, para repetir en ellos la
pasión de Cristo; un caso famoso en Zaragoza es el de Santo Dominguito
del Val).


1461. El Concejo se establece en una nueva sede en
la plaza de la Catedral (las Casas de la Ciudad), en la que sigue hoy.
En 2011 se cumplen, por tanto, 550 años de ello. De ese momento inicial
se conservan el patio y el salón del justicia ―dos grandes salas
superpuestas con techumbres de madera―. En los siglos XVI y XVII las
autoridades municipales acometieron diversas obras en el edificio
(escalera monumental, antiguo salón de plenos, fachada de ladrillo), que
terminaron dándole el aspecto que tiene en la actualidad.


1463-1465. Refundación definitiva de la Universidad
de Huesca. La ciudad cuenta con el apoyo del rey Juan II, pero también
con el rechazo de Lérida, cuya Universidad tenía reconocido el
privilegio de ser la única de la Corona de Aragón. La posición de Lérida
era, sin embargo, débil, pues Cataluña, sublevada contra el rey, estaba
en ese momento en guerra con Juan II. La Universidad de Huesca, a
diferencia de lo ocurrido en el siglo anterior, obtendrá esta vez la
aprobación pontificia (bula del papa Pablo II) y financiación económica,
aportada por la diócesis oscense.


Siglo XIV-XV. Techumbres mudéjares de los Azlor y
del Tanto Monta. La techumbre de la casa de la familia Azlor (actual
palacio de Villahermosa), del siglo XIV, fue descubierta recientemente,
durante la rehabilitación del edificio. Incluye un espectacular
repertorio iconográfico de carácter heráldico, figurado, vegetal y
fantástico, en un excelente estado de conservación. La techumbre del
Tanto Monta, en el antiguo palacio episcopal, recibe dicho nombre porque
en ella figura, repetido varias veces, el famoso lema del rey Fernando
el Católico (Tanto Monta). Fue realizado durante el obispado de Antonio
de Espés (1466-1484).


1489. Auto de fe, celebrado en Huesca por la nueva
Inquisición creada por los Reyes Católicos, durante el que mueren varios
judíos en la hoguera. Se llevó a cabo en el Campo del Toro, una gran
construcción rectangular en la que se realizaban espectáculos taurinos,
situada, aproximadamente, en el mismo lugar de la actual Plaza de Toros.
El Campo del Toro existió, al menos, hasta el siglo XVIII.


1492. Expulsión de los judíos oscenses. Se calcula
en unas 500 personas el número de los expulsados, de todas las edades.
El barrio que ocupaban, repoblado con habitantes cristianos, se llama
desde entonces Barrionuevo.


12 de septiembre de 1497. Santo Cristo de los
Milagros. Una talla de madera de Cristo crucificado suda milagrosamente
mientras es llevada en procesión por la catedral, y con ello cesa una
peste que afectaba a la ciudad. Este mismo año se reinician, después de
siglo y medio, las obras de la Catedral. La imagen, conocida desde
entonces como Santo Cristo de los Milagros, sigue siendo muy venerada.
La capilla actual del Santo Cristo, en la cabecera de la catedral, fue
sufragada por el obispo Juan Moriz de Salazar y se terminó en 1625.


1499. Las tradiciones oscenses sitúan en este año la
llegada de las reliquias de los santos niños mártires Justo y Pastor a
la iglesia de San Pedro el Viejo, donde se veneran todavía. Los santos
cuerpos procedían de la ermita de San Úrbez de Nocito, en las Sierras
Exteriores. En 1568 y 1569 una parte de las reliquias fueron llevadas a
Alcalá de Henares y el monasterio de El Escorial.





Texto: Carlos Garcés Manau. Historiador

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