martes, 1 de agosto de 2017

La Destrucción Del Reino De Israel - Libro Gratis

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ESBOZO DE LA HISTORIA DE ISRAEL


ESBOZO DE LA HISTORIA DE ISRAEL

Carlos Ruz Saldívar (CV)

Universidad Veracruzana


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La destrucción del reino de Israel.

Si bien en el siglo VIII antes de la era común, el Reino de
Israel como el de Judá tuvieron cierta prosperidad, principalmente el
reino de Israel, ya que siendo rey de Judá Azariah (Uzziah), alrededor
del 783 a.e.c., Judá y Damasco eran virtualmente estados vasallos de
Israel (Horn & McCarter, The Divided Monarchy: The Kingdoms of
Judah and Israel, 2011, págs. 139, 159, 162), pese a esa prosperidad,
el reino de Israel ya tenía sembrada la semilla de la destrucción de la
mayoría de los imperios, una descomposición social y la pérdida casi
absoluta del elemento de cohesión primordial de las sociedades antiguas,
la religión. Esta visión se obtiene de la lectura de los libros de
Amós y Oseas, que nos proporcionan una imagen al interior de la
sociedad israelita, que contrasta con la prosperidad económica y
militar, presentándonos un panorama de tensión social en el reino, y de
un abuso del poder de la clase dominante, se vislumbra en toda la
lectura de los dos libros, pero llama la atención especialmente la cita
de Amós 8:4 cuando señala: … los que tragáis a los menesterosos, y arruináis a los pobres de la tierra (La Biblia nueva Reina - Valera , 1990), porque
con ello, se nos presentan los elementos de infelicidad que hacen caer
a todos los reinos, el abuso del poder y la pobreza, también es
innegable ese elemento socialistaque la Tanaj nos presenta en varias ocasiones, así como la identificación de las palabras que probablemente inspiraron a José Martí 1 los pobres de la tierra, las que enarbola la lucha de independencia en Cuba: Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar: el arroyo de la sierra me complace más que el mar … (Martí, 1891). Es
evidente que el Estado del norte, a pesar de las apariencias
saludables de prosperidad económica y de poderío militar, se hallaba en
un avanzado estado de descomposición social, moral y religiosa, el
descontento social que apreciamos en los libros de Amos y Oseas,
reflejan la idea que los imperios se derrumban ante la falta de valores
que señalaba Max Weber2 , ya que
sociológicamente, la sociedad es una relación que descansa en una
unión y compensación de intereses… el concepto sociológico coincide con
la teoría política en señalar el factor que determina la constitución
de la comunidad. La muchedumbre se convierte en pueblo mediante la
incorporación de los fines de la comunidad política
(Villalobos,
1981), y es que toda estructura de poder implica que el mismo poder y
el bienestar estén repartidos, en un sistema legal que asegure, salud y
condiciones de vida sustentables, amén de lo anterior, el sentimiento
de pertenecer a una misma sociedad y la cohesión de la religión, que he
venido hablando, de tal forma, que los ataques inesperados de grupos
externos, al encontrar unidos a una sociedad, enfrentan una seria
oposición que defiende no solo su vida, sino también su forma de
gobierno, el reino del Norte después de su invasión, desapareció en la
forma que más teme el judaísmo, mediante la asimilación. El reino de
Judá, que posteriormente sufriría de los mismos males, pese a su
dispersión, se mantuvo en la unidad de ser un pueblo con una identidad
fuerte, lo que a la postre permitió el retorno y reconstrucción,
quienes no regresaron, aún conservaron la idea de pertenencia a ese
grupo y a pesar de varios milenios, esa identidad persistió en la
formación del Estado moderno de Israel, del que hablaremos
posteriormente.

Pero regresando al siglo octavo a.e.c., este periodo constituyó la
última reanimación de una enfermedad mortal, la desintegración de
valores y en consecuencia, la desaparición del reino del norte de
Israel. La sociedad israelita, en las visiones de Amós y Oseas, nos
permite contemplarla llena de injusticias y un contraste muy marcado en
los niveles de la riqueza, unos cuantos ricos y muchos pobres. El
grueso de la población de origen agricultor, cuyo estado económico
suponemos era limitado, se encontraba a menudo a merced de los
prestamistas, práctica aparentemente común por las prohibiciones que
vemos en la Torah, además, las calamidades habituales del
clima de la zona, las sequías y las langostas (como se narra en Amos 4:
6-9), pérdida de las cosechas, invasiones de reinos vecinos trayendo
destrucción y muerte, la necesidad de salir a defender el reino y
consecuentemente descuidar la familia, también se descuidaba la tierra
de cultivo, por lo que no es de extrañarse que la tierra no produzca y
se genere desabasto de alimentos, pillaje y robos se entenderían como
consecuencia de lo anterior, sumando que derivado de la guerra siempre
habría viudas y huérfanos, generando una carga para los familiares y el
descontento obvio de las familias y sus sueños rotos, la evidencia
también consignada en Amós 8: 4 - 6 de prácticas astutas, la
falsificación de pesos y medidas y a varias trampas legales para
conseguir los fines de los reyes; aunado a todo lo antes relatado,
existía también un alto costo de impuestos para el pueblo, ya que los
reyes de Israel Menahem y su sucesor Pekahiah, habían pactado la paz con
Asiria, con un costo alto para la sociedad israelita, lo que se
desprende del libro de 2 de Reyes 15:20, por lo que además del
sentimiento en contra de los asirios, existía de igual manera una
molestia en contra de sus propios gobernantes (Horn & McCarter,
The Divided Monarchy: The Kingdoms of Judah and Israel, 2011, pág.
170).

Como lo señala Bright, en este tiempo la estructura social distintiva
de Israel había perdido por completo su carácter, aunque en sus
primeros días habían existido violaciones a la ley hebrea y existía
violencia, su estructura social estaba unificada, sin distinciones de
clases; en ella la base de toda obligación social era el pacto con su
Di-os y todas las controversias eran juzgadas por la ley del pacto.
Después todo esto había cambiado, la monarquía y la organización de la
vida bajo la corona, había creado una clase con privilegios, así como
debilitado los lazos de tribu y destruido la solidaridad característica
de las sociedades tribales (Bright, 2003, pág. 346). Como bien se
dice en el judaísmo, si Israel hubiera sido pagano pero la gente fuera
feliz, no habría sido destruido, pero la sociedad israelita había
perdido su valores originales y no había otros lo suficientemente
fuertes para mantenerlos unidos. Por todo lo anterior, se entiende
entonces que la sociedad israelita estuviera harta de sus gobernantes, y
no encontrara los medios de ser fiel a un gobierno que no respondiera a
sus necesidades básicas, la teoría de Max Weber que en líneas
anteriores he expuesto, explica con todo lo anterior, la falta de unión
entre el pueblo y sus gobernantes y la falta de respuesta de estos
últimos a las necesidades del grueso poblacional, ya que toda
estructura de poder implica como objetivo, el bienestar de la sociedad,
la ausencia de tal elemento permite entender mejor la caída del reino
del Norte y su desaparición total.   

Con este clima de luchas internas en el reino de Israel, como la
realizada por Jehú narrada en el libro de 2 de Reyes 9 – 10, rebelión
que probablemente ocurrió alrededor del 841 a.e.c., y en el que fueron
asesinados tanto el Rey de Israel como el de Judá, aparentemente a
instancias del Rey arameo Hazael, según la estela encontrada en Tel
Dan en 1993 (Horn & McCarter, The Divided Monarchy: The Kingdoms
of Judah and Israel, 2011, págs. 151 - 152), así como todo el
ambiente social descrito, en el 734 a.e.c., el rey asirio Teglatfalasar
III o Tiglath – Pileser, quien reinó entre 745-727 a.e.c. (Microsof
Encarta 2008. 1993 - 2007, 2008), se puso al frente de un ejército que
invadió y conquistó toda la zona incluyendo parte del reino de Israel,
primero capturó Galilea , la tierra de Nephtalí y el norte de la
transjordania, según podemos leer en el libro de 2 de Reyes 15:29, pero
también existen pruebas extra bíblicas de tal evento, ya que en el
norte de Galilea se encuentran los restos de la ciudad de Bethsaida, la
cual fue fundada alrededor del siglo X a.e.c. y las evidencias
demuestran que fue destruida por el rey asirio Tiglath – Pileser (Arav,
Freund, & Shroder, Jan/Feb 2000), de estas primeras tomas de las
ciudades israelitas hubo una deportación de cautivos de 13,520; el
asesinato del Rey de Israel Pekah en el 732 a.e.c. por la conspiración
de Oseas y el mensaje enviado al rey asirio para convertirse en sus
vasallos, permitió sobrevivir brevemente a un ya muy diezmado reino de
Israel, ya que el resto de los territorios fueron incorporados al reino
Asirio. Sin embargo a la muerte de Tiglath – Pileser, su sucesor
Shalmaneser V sospechando la unión de Oseas con Egipto, decidió apresar a
Oseas y marchar en contra de Samaria y tomarla en el 722 a.e.c. (Horn
& McCarter, The Divided Monarchy: The Kingdoms of Judah and
Israel, 2011, págs. 175 - 178), fecha en la que coinciden varios
historiadores (Bard, 2006, pág. 8) (Ministerio de Relaciones Exteriores
de Israel) (Olmo Lete, 2010, pág. 179), otros la ubican un año antes,
en el año 721 a.e.c. (Chouraqui, 2008, pág. 19) (Microsof Encarta 2008.
1993 - 2007, 2008), unos cuantos meses posteriores a la toma de
Samaria, según Horn & McCarter, falleció Shalmaneser V, por lo que
la decisión de qué decisión tomar con los habitantes correspondió al
sucesor Sargón II, los anales asirios así lo narran y la muerte de
Shalmaneser parece corroborarlo  pero el libro de 2 de Reyes 17 y la
crónica de Babilonia lo atribuyen a Shalmaneser, sin embargo parece que
la deportación se llevo a cabo en el 720 a.e.c. por lo que le
correspondería a Sargón, una buena parte de los habitantes fueron
deportados, y en Israel se ubicaron a inmigrantes asirios de otras
regiones conquistadas, aunque los registros asirios no indican el
origen de esos nuevos pobladores, la Tanaj en  2 de Reyes 17:24, nos
dice que trajeron gente de Babilonia, Cutha, Ava, Hamath y Sepharvain,
probablemente de la zona de Irán; los israelitas por su parte fueron
reasentados en Halah, Habor y Medes, es decir, cerca de Ninive, entre
Turquía y Siria e Irán, la ciudad de Samaria fue reconstruida para
servir de capital de la provincia y el reino de Israel se convirtió en
cuatro provincias asirias: Dor, Meggido, Gilead y Samaria (Horn &
McCarter, The Divided Monarchy: The Kingdoms of Judah and Israel,
2011, págs. 179 - 180). Este reino de Israel subsistió algo más de 200
años, desde el 930 al 722 a.e.c. periodo en el que hubo 19 reyes,
después de la conquista asiria los sobrevivientes fue llevado al exilio
y al olvido histórico, ya que no se vuelve a saber de ellos,
seguramente fueron asimilados por los asirios. De estas diez tribus que
formaban el reino de Israel aún se cuentan historias, algunas
verdaderamente increíbles e inverosímiles, otras en cambio bien pueden
ser ciertas, como en el caso de los Falashas, pueblo judío procedente
de Etiopía, quienes afirman que sus ancestros son el rey Salomón y la
reina de Saba, algunos estudiosos opinan que la separación con el resto
de los judíos debió ocurrir alrededor del siglo II a.e.c. (Microsof
Encarta 2008. 1993 - 2007, 2008), por lo que resulta muy alejada de la
conquista del reino de Israel, sin embargo existen argumentos que
permiten creerles a los Falashas ya que ellos mismos se denominan Casa
de Israel, pero la verdad no se sabe y gran parte de la información es
mera especulación, pero fue suficiente para que el Estado de Israel,
una vez que identificara formas tradicionales de vida consideradas
judías, realizara y pagara en 1982 y 1994 las dos principales oleadas
de emigración de judíos etíopes a Israel (Freund, 2001); pero aún con
esta inmigración y el pleno reconocimiento como judíos, es improbable
que se puedan ligar con la caída del reino de Israel, hay una ausencia
de fuentes confiables para corroborarlo, lo mismo se puede decir de
otros grupos que aseguran ser judíos, se puede aceptar y reconocer que
lo son, pero no hay evidencias que lo puedan ligar con el episodio de
la caída de este reino. También existen diversas hipótesis que
consideran que la emigración y dispersión de Israel, ocurrió aún antes
de la invasión asiria, se mencionan a diversos grupos como integrantes
de esta dispersión, los lemba, tribus americanas, entre
otras, hay quienes consideran que las pruebas científicas podrían
demostrar rasgos genéticos comunes, pero el asunto no es tan simple, se
es judío cuando se adopta una forma de vida y no por las
características genéticas, así por ejemplo que podríamos decir de los Khazars, todo
un reino que se convirtió al judaísmo, sus descendientes son judíos
pero no semíticos, las pruebas no podrían arrojar datos homogéneos para
todos los judíos (Parfitt & Egorova, 2005), lo que sí es cierto,
es que la presencia judía es mundial y no es necesario demostrar la
unión con estas diez tribus perdidas, ya que poco se podría encontrar,
por lo menos por el momento. Al reino de Israel le sobrevivió el reino
de Judá, la narrativa de la Tanaj entonces, abandona la historia
simultánea de ambos reinos y se concentra en exclusiva, con el único
heredero sobreviviente, del que nos ocuparemos en las siguientes
líneas.



1
José Julián Martí (1853-1895), político y escritor cubano, máximo
símbolo de las aspiraciones cubanas de independencia y destacado
representante de la literatura hispanoamericana. Fuente: Microsoft
Encarta 2008.
2
Max Weber (sociólogo) (1864-1920), economista y sociólogo alemán,
quizá el más importante de todo el siglo XX, conocido por su análisis
sistemático de sociología política y del desarrollo del capitalismo y
la burocracia. Fuente: Microsoft Encarta 2008.




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