Autor: El Teólogo responde

¿Qué es la inhabitación trinitaria?
Pregunta:Padre
Miguel Ángel. Muchas gracias por su servicio. Necesito conceptualizar y
explicar ‘inhabitación trinitaria’. Yo creo entender que es que Dios es
uno en tres personas y que habitan juntos, que es uno en esencia, pero
no se mas que eso y no encuentro en la bibliografía que tengo, este tema
con la palabra inhabitación. Muchas gracias. Rezo un Ave María por
usted.
Respuesta:
Estimada:
Propiamente
se llama ‘inhabitación trinitaria’ al misterio por el cual la Santísima
Trinidad habita en el corazón de la persona que está en gracia (es
decir, sin pecado mortal).
se llama ‘inhabitación trinitaria’ al misterio por el cual la Santísima
Trinidad habita en el corazón de la persona que está en gracia (es
decir, sin pecado mortal).
1. Lo dice el mismo Señor: Jn 14,23: Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. Y San Pablo: Ef 3,17: Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones. Igualmente leemos en el Apóstol San Juan: 1 Jn 4,12-13, 15-16: A
Dios nadie le ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios
permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En
esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha
dado de su Espíritu…. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios
permanece en él y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios
nos tiene, y hemos creído en él. Dios es Amor y quien permanece en el
amor permanece en Dios y Dios en él.
Dios nadie le ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios
permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En
esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha
dado de su Espíritu…. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios
permanece en él y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios
nos tiene, y hemos creído en él. Dios es Amor y quien permanece en el
amor permanece en Dios y Dios en él.
En
algunos lugares se habla de la presencia del Hijo, en otros de la del
Espíritu Santo; en otros del Padre y del Hijo. Evidentemente que el
hablar de una de las divinas Personas entraña la referencia a las otras
dos, pues confesamos en nuestra fe, como dice hermosamente el Símbolo
Atanasiano: ‘la fe católica es que veneremos a un solo Dios en la
Trinidad, y a la Trinidad en la unidad; sin confundir ni separar las
sustancias. Porque una es la persona del Padre, otra la del Hijo y otra
también la del Espíritu Santo; pero el Padre y el Hijo y el Espíritu
Santo tienen una sola divinidad, gloria igual y coeterna majestad. Cual
el Padre, tal el Hijo, tal también el Espíritu Santo…, etc., El que
quiera salvarse, así ha de sentir de la Trinidad’ (Dz 39-40).
algunos lugares se habla de la presencia del Hijo, en otros de la del
Espíritu Santo; en otros del Padre y del Hijo. Evidentemente que el
hablar de una de las divinas Personas entraña la referencia a las otras
dos, pues confesamos en nuestra fe, como dice hermosamente el Símbolo
Atanasiano: ‘la fe católica es que veneremos a un solo Dios en la
Trinidad, y a la Trinidad en la unidad; sin confundir ni separar las
sustancias. Porque una es la persona del Padre, otra la del Hijo y otra
también la del Espíritu Santo; pero el Padre y el Hijo y el Espíritu
Santo tienen una sola divinidad, gloria igual y coeterna majestad. Cual
el Padre, tal el Hijo, tal también el Espíritu Santo…, etc., El que
quiera salvarse, así ha de sentir de la Trinidad’ (Dz 39-40).
2. Ya
los Santos Padres insistieron en la presencia de Dios Trino en el alma
del justo; aunque a veces sólo refiriéndose a una de las personas.
Ignacio de Antioquía gustaba en llamarse ‘Theóforos’, portador de Dios; o
también ‘Cristóforos’, portador de Cristo. San Ireneo frecuentemente
nos recuerda que el Hijo enviado por el Padre, nos revela al Padre en
nuestro interior. Los Padres Griegos enseñan comúnmente que ni los
hombres ni los ángeles pueden ser justificados, santificados y
deificados sino por la participación en las personas divinas. Y se
podrían citar numerosísimos testimonios.
los Santos Padres insistieron en la presencia de Dios Trino en el alma
del justo; aunque a veces sólo refiriéndose a una de las personas.
Ignacio de Antioquía gustaba en llamarse ‘Theóforos’, portador de Dios; o
también ‘Cristóforos’, portador de Cristo. San Ireneo frecuentemente
nos recuerda que el Hijo enviado por el Padre, nos revela al Padre en
nuestro interior. Los Padres Griegos enseñan comúnmente que ni los
hombres ni los ángeles pueden ser justificados, santificados y
deificados sino por la participación en las personas divinas. Y se
podrían citar numerosísimos testimonios.
3. Los
teólogos han hablado, tratando de explicar estos hermosísimos datos, de
las misiones invisibles de las Personas divinas y de la inhabitación
trinitaria. Las divinas personas se hacen presentes al alma por donación
y misión: el Padre, al ser Principio sin principio, no puede ser
enviado por nadie y, por tanto, se nos dona a Sí mismo a nosotros; el
Hijo, como tiene al Padre por principio, es ‘enviado’ (eso quiere decir
‘misión’) por el Padre; finalmente el Espíritu Santo, al tener como
principios al Padre y al Hijo, es enviado por la primera y la segunda
Personas de la Trinidad.
teólogos han hablado, tratando de explicar estos hermosísimos datos, de
las misiones invisibles de las Personas divinas y de la inhabitación
trinitaria. Las divinas personas se hacen presentes al alma por donación
y misión: el Padre, al ser Principio sin principio, no puede ser
enviado por nadie y, por tanto, se nos dona a Sí mismo a nosotros; el
Hijo, como tiene al Padre por principio, es ‘enviado’ (eso quiere decir
‘misión’) por el Padre; finalmente el Espíritu Santo, al tener como
principios al Padre y al Hijo, es enviado por la primera y la segunda
Personas de la Trinidad.
4. Santo
Tomás explica: ‘Las Personas divinas no pueden ser poseídas por
nosotros sino o para gozarlas (fruirlas) de modo perfecto, lo cual se da
en el estado de la Gloria del cielo; o para gozarlas de modo
imperfecto, lo cual se da en esta vida por la gracia santificante’ (I
Sent., d.14, q.2, a.2, ad 2). ¡Para que gocemos de su presencia y con su
presencia y posesión! Qué impresionante y qué riqueza extraordinaria
significa esto. Si cada una de las divinas Personas son nuestras ¡y para
gozarlas! ¿cómo no lo será todo lo demás? ¿qué podemos temer? ¿qué nos
puede faltar? De modo muy hermoso San Juan de Ávila ponía en boca de
Cristo algo semejante: ‘Yo (soy) vuestro Padre por ser Dios, yo vuestro
primogénito hermano por ser hombre. Yo vuestra paga y rescate, ¿qué
teméis deudas, si vosotros con la penitencia y la Confesión pedís
suelta de ellas? Yo vuestra reconciliación, ¿qué teméis ira? Yo el lazo
de vuestra amistad, ¿qué teméis enojo de Dios? Yo vuestro defensor, ¿qué
teméis contrarios? Yo vuestro amigo, ¿qué teméis que os falte cuanto yo
tengo, si vosotros no os apartáis de Mí? Vuestro mi Cuerpo y mi Sangre,
¿qué teméis hambre? Vuestro mi corazón, ¿qué teméis olvido? Vuestra mi
divinidad, ¿qué teméis miserias? Y por accesorio, son vuestros mis
ángeles para defenderos; vuestros mis santos para rogar por vosotros;
vuestra mi Madre bendita para seros Madre cuidadosa y piadosa; vuestra
la tierra para que en ella me sirváis, vuestro el cielo porque a él
vendréis; vuestros los demonios y los infiernos, porque los hollaréis
como esclavos y cárcel; vuestra la vida porque con ella ganáis la que
nunca se acaba; vuestros los buenos placeres porque a Mí los referís;
vuestras las penas porque por mi amor y provecho vuestro las sufrís;
vuestras las tentaciones, porque son mérito y causa de vuestra eterna
corona; vuestra es la muerte porque os será el más cercano tránsito a la
vida. Y todo esto tenéis en Mí y por Mí; porque lo gané no para Mí
solo, ni lo quiero gozar yo solo; porque cuando tomé compañía en la
carne con vosotros, la tomé en haceros participantes en lo que yo
trabajase, ayunase, comiese, sudase y llorase y en mis dolores y
muertes, si por vosotros no queda. ¡No sois pobres los que tanta riqueza
tenéis, si vosotros con vuestra mala vida no la queréis perder a
sabiendas!’ (Epístola 20).
Tomás explica: ‘Las Personas divinas no pueden ser poseídas por
nosotros sino o para gozarlas (fruirlas) de modo perfecto, lo cual se da
en el estado de la Gloria del cielo; o para gozarlas de modo
imperfecto, lo cual se da en esta vida por la gracia santificante’ (I
Sent., d.14, q.2, a.2, ad 2). ¡Para que gocemos de su presencia y con su
presencia y posesión! Qué impresionante y qué riqueza extraordinaria
significa esto. Si cada una de las divinas Personas son nuestras ¡y para
gozarlas! ¿cómo no lo será todo lo demás? ¿qué podemos temer? ¿qué nos
puede faltar? De modo muy hermoso San Juan de Ávila ponía en boca de
Cristo algo semejante: ‘Yo (soy) vuestro Padre por ser Dios, yo vuestro
primogénito hermano por ser hombre. Yo vuestra paga y rescate, ¿qué
teméis deudas, si vosotros con la penitencia y la Confesión pedís
suelta de ellas? Yo vuestra reconciliación, ¿qué teméis ira? Yo el lazo
de vuestra amistad, ¿qué teméis enojo de Dios? Yo vuestro defensor, ¿qué
teméis contrarios? Yo vuestro amigo, ¿qué teméis que os falte cuanto yo
tengo, si vosotros no os apartáis de Mí? Vuestro mi Cuerpo y mi Sangre,
¿qué teméis hambre? Vuestro mi corazón, ¿qué teméis olvido? Vuestra mi
divinidad, ¿qué teméis miserias? Y por accesorio, son vuestros mis
ángeles para defenderos; vuestros mis santos para rogar por vosotros;
vuestra mi Madre bendita para seros Madre cuidadosa y piadosa; vuestra
la tierra para que en ella me sirváis, vuestro el cielo porque a él
vendréis; vuestros los demonios y los infiernos, porque los hollaréis
como esclavos y cárcel; vuestra la vida porque con ella ganáis la que
nunca se acaba; vuestros los buenos placeres porque a Mí los referís;
vuestras las penas porque por mi amor y provecho vuestro las sufrís;
vuestras las tentaciones, porque son mérito y causa de vuestra eterna
corona; vuestra es la muerte porque os será el más cercano tránsito a la
vida. Y todo esto tenéis en Mí y por Mí; porque lo gané no para Mí
solo, ni lo quiero gozar yo solo; porque cuando tomé compañía en la
carne con vosotros, la tomé en haceros participantes en lo que yo
trabajase, ayunase, comiese, sudase y llorase y en mis dolores y
muertes, si por vosotros no queda. ¡No sois pobres los que tanta riqueza
tenéis, si vosotros con vuestra mala vida no la queréis perder a
sabiendas!’ (Epístola 20).
P. Miguel A. Fuentes, IVE
¿Fenómenos carismáticos o historia colectiva?
Pregunta:Respuesta:
En
días pasados estuve en una oración carismática. Esta tuvo una duración
de 8 horas seguidas sin descanso, la oración fue de tal intensidad que
no pude resistirla y me salí. La oración comenzó bien, pero después de
que varios asistentes estuvieron orando en lenguas, se comenzó a perder
la ‘tranquilidad’ y comenzaron a elevar la voz casi al grado de gritar.
Algunos lloraban. En ese momento uno de los integrantes comenzó a
temblar, a brincar despavoridamente, y durante algunos minutos se
desfalleció; al despertar se arrastraba en el piso, haciendo ruidos
extraños, así como vemos en TV los exorcismos. Comenzó a profetizar al
igual que algunos de los demás presentes. Fue tal la sugestión de su
cuerpo, con sonidos como de serpiente. Y movimientos bastantes
temerosos, que según él, Dios entro en su cuerpo y en unos minutos los
integrantes de la oración podían platicar con Dios, como si estuviera
enfrente de ellos; le hacían preguntas y Dios les contestaba a través de
esta persona. Por ejemplo: ‘Señor¿que tengo en mi brazo? Y Dios le
contestaba que tenía un tumor. Dios les dio el nombre de sus ángeles de
la guarda de cada uno. Esto es sólo un ejemplo de lo que pasó. Estoy muy
confundido. Yo soy católico y ya había estado en oraciones
carismáticas. ¿Es esto real? ¿Estoy pecando por dudar? ¿Qué pasa? Nota:
La oración fue en una casa de un laico. Agradezco su pronta respuesta.
Estimado:
Nopeca por dudar. Por el contrario, sería imprudente si usted acepta todo
este teatro como si fuera verdadero. Dios obra ordenada y suavemente.
Entra y sale donde quiere sin hacer ruido porque es dueño de las almas
(puede leer sobre esto las Reglas de discernimiento de espíritus de San
Ignacio de Loyola, especialmente las que señala para la ‘Segunda Semana’
de sus ‘Ejercicios Espirituales’). Todo este circo que usted describe
me hace suponer (y con mucha seguridad) que no es Dios quien se
manifiesta allí sino la psicología enfermiza de algunos asistentes, la
histeria colectiva y, no hay que descartarlo, incluso el diablo bajo
apariencia de bien.
No le aconsejo que vaya a este
tipo de reuniones. Busque un grupo de oración más centrado, haga
adoración al Santísimo Sacramento, rece el Rosario. Jesucristo es
‘príncipe de la paz’, no el dueño de un circo.
tipo de reuniones. Busque un grupo de oración más centrado, haga
adoración al Santísimo Sacramento, rece el Rosario. Jesucristo es
‘príncipe de la paz’, no el dueño de un circo.
En Cristo y María.
P. Miguel A. Fuentes, IVE

¿Quién es el Espíritu Santo?
Pregunta:Estimado
Padre Miguel: Reciba un saludo con mucho respeto de mi parte, y de
antemano las gracias por la atención y la respuesta a mi consulta. Yo
quisiera que me explicara que es el Espíritu Santo. ¿Cuándo hacemos una
petición se la pedimos al Espíritu o directamente a Jesús, Nuestro
Señor? ¿Se podría decir que el Espíritu Santo es como un ángel guardián
que nos cuida y nos ayuda, es decir una persona? ¿O podríamos decir que
es una fuerza que viene de lo alto, que es una luz, no una persona?
Cordialmente. L.
Respuesta:
Estimada L.:
En
el Credo decimos ‘creo en el Espíritu Santo’. Hay muchos cristianos que
rezan el credo y repiten esta afirmación pero no saben lo que es el
Espíritu Santo. Les ocurre como aquellos hombres que encontró San Pablo
en uno de sus viajes; otros habían llegado antes que ellos y los habían
hecho cristianos; entonces San Pablo les preguntó si estaban bautizados y
le dijeron que sí; luego les preguntó si cuando fueron bautizados
recibieron el Espíritu Santo, y les contentaron que ni siquiera habían
escuchado hablar de que existía un Espíritu Santo.
el Credo decimos ‘creo en el Espíritu Santo’. Hay muchos cristianos que
rezan el credo y repiten esta afirmación pero no saben lo que es el
Espíritu Santo. Les ocurre como aquellos hombres que encontró San Pablo
en uno de sus viajes; otros habían llegado antes que ellos y los habían
hecho cristianos; entonces San Pablo les preguntó si estaban bautizados y
le dijeron que sí; luego les preguntó si cuando fueron bautizados
recibieron el Espíritu Santo, y les contentaron que ni siquiera habían
escuchado hablar de que existía un Espíritu Santo.
El
Espíritu Santo no es un ángel guardián ni una fuerza en el sentido
impersonal de esta expresión, sino una Persona divina: la tercera
persona de la Santísima Trinidad.
Espíritu Santo no es un ángel guardián ni una fuerza en el sentido
impersonal de esta expresión, sino una Persona divina: la tercera
persona de la Santísima Trinidad.
Decir
‘creo en el Espíritu Santo’ es profesar que el Espíritu Santo es una de
las personas de la Santísima Trinidad; más precisamente, la tercera
persona. Dios como el Padre y como el Hijo; que merece la misma
adoración que el Padre y el Hijo; como el Padre y el Hijo es creador,
hacedor de todas las cosas, santificador. Por eso cuando hacemos la
señal de la cruz, nos santiguamos en el nombre de cada una de las tres
personas de la Trinidad, y cuando rezamos el Gloria nombramos a cada una
de las tres personas de la Santísima Trinidad.
‘creo en el Espíritu Santo’ es profesar que el Espíritu Santo es una de
las personas de la Santísima Trinidad; más precisamente, la tercera
persona. Dios como el Padre y como el Hijo; que merece la misma
adoración que el Padre y el Hijo; como el Padre y el Hijo es creador,
hacedor de todas las cosas, santificador. Por eso cuando hacemos la
señal de la cruz, nos santiguamos en el nombre de cada una de las tres
personas de la Trinidad, y cuando rezamos el Gloria nombramos a cada una
de las tres personas de la Santísima Trinidad.
Generalmente
los cristianos hablan más y conocen más sobre Dios Padre y sobre Dios
Hijo que sobre Dios Espíritu Santo. Por eso, hubo uno que lo llamó ‘el
Gran Desconocido’.
los cristianos hablan más y conocen más sobre Dios Padre y sobre Dios
Hijo que sobre Dios Espíritu Santo. Por eso, hubo uno que lo llamó ‘el
Gran Desconocido’.
En el Nuevo Testamento se le dan varios nombres que nos muestran esto:
-Jesucristo
lo llama ‘el Paráclito’, que significa ‘consolador’. En nuestros
sufrimientos, en las tribulaciones, el E.S. es quien nos consuela. Por
eso uno de los antiguos himnos de la Iglesia le pedía cantando: riega lo
que árido, sana lo que está enfermo, ayuda lo que es débil, aligera lo
que es pesado.
lo llama ‘el Paráclito’, que significa ‘consolador’. En nuestros
sufrimientos, en las tribulaciones, el E.S. es quien nos consuela. Por
eso uno de los antiguos himnos de la Iglesia le pedía cantando: riega lo
que árido, sana lo que está enfermo, ayuda lo que es débil, aligera lo
que es pesado.
-Abogado: porque nos
defiende. Dice San Pablo: ‘el Espíritu viene en ayuda de nuestra
flaqueza. Pues nosotros no sabemos pedir como nos conviene; mas el
Espíritu mismo intercede por nosotros como gemidos inefables’ (Rom
8,26).
defiende. Dice San Pablo: ‘el Espíritu viene en ayuda de nuestra
flaqueza. Pues nosotros no sabemos pedir como nos conviene; mas el
Espíritu mismo intercede por nosotros como gemidos inefables’ (Rom
8,26).
-Espíritu de verdad: porque El
es el que hace a los Apóstoles que se acuerden de todo lo que ha dicho
Jesucristo, y El es el que hace que los cristianos y especialmente el
Papa entiendan las Sagradas Escrituras sin equivocarse.
es el que hace a los Apóstoles que se acuerden de todo lo que ha dicho
Jesucristo, y El es el que hace que los cristianos y especialmente el
Papa entiendan las Sagradas Escrituras sin equivocarse.
-Don de Dios: porque es el gran regalo que nos hace Dios; enviarnos al Espíritu Santo.
-Santificador:
porque es el que produce la santidad en nuestros corazones; El suscita
en nuestros corazones las virtudes y las buenas cualidades que nos hacen
santos y agradables a Dios. Por eso dice San Pablo que los frutos del
E.S. son: caridad, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad,
fidelidad, mansedumbre, templanza (Gal 5,22-23).
porque es el que produce la santidad en nuestros corazones; El suscita
en nuestros corazones las virtudes y las buenas cualidades que nos hacen
santos y agradables a Dios. Por eso dice San Pablo que los frutos del
E.S. son: caridad, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad,
fidelidad, mansedumbre, templanza (Gal 5,22-23).
-Vivificante:
porque El nos da la vida (cf. Gal 5,25). El nos engendra en el
bautismo, nos hace hijos de Dios y nos hace nacer espiritualmente.
porque El nos da la vida (cf. Gal 5,25). El nos engendra en el
bautismo, nos hace hijos de Dios y nos hace nacer espiritualmente.
No
podemos ser cristianos si desconocemos al Espíritu Santo. Y no podemos
ser buenos cristianos si no amamos devotamente al E.S., si no lo
invocamos y si no nos gozamos cuando El, por la gracia, habita en
nuestros corazones.
podemos ser cristianos si desconocemos al Espíritu Santo. Y no podemos
ser buenos cristianos si no amamos devotamente al E.S., si no lo
invocamos y si no nos gozamos cuando El, por la gracia, habita en
nuestros corazones.
P. Miguel A. Fuentes, IVE

¿Qué es el alma?
Pregunta:Les
envío un cordial saludo desde Venezuela y aprovecho la oportunidad de
hacerle la siguiente pregunta ya que soy ministro de la palabra en mi
parroquia: ¿me podría dar su opinión sobre la sustancialidad del alma?
Gracias de antemano por su respuesta y que Dios los bendiga. Atentamente
José
Respuesta:
Estimado José:
El
término alma viene del latín anima, de la misma raíz que el griego
ánemos, viento. Por alma, y con el mismo significado que spiritus (en
griego psikhé, soplo, aliento, vida), se entiende por lo común el
principio vital del cuerpo, o el principio inmaterial que se considera
origen de la vida material, de la sensibilidad y del psiquismo del
hombre. A veces se da este nombre a la mente humana, o también se la
llama espíritu.
término alma viene del latín anima, de la misma raíz que el griego
ánemos, viento. Por alma, y con el mismo significado que spiritus (en
griego psikhé, soplo, aliento, vida), se entiende por lo común el
principio vital del cuerpo, o el principio inmaterial que se considera
origen de la vida material, de la sensibilidad y del psiquismo del
hombre. A veces se da este nombre a la mente humana, o también se la
llama espíritu.
El
concepto de alma surge a partir de la pregunta que el hombre se ha hecho
sobre sí mismo, sobre el núcleo íntimo de su naturaleza, y es un
concepto que se vincula simultáneamente a dos cuestiones distintas: por
una parte, la naturaleza de la vida, caracterizada por el automovimiento
y la reproducción y, por otra, la naturaleza de los actos intelectivos.
Desde la primera perspectiva el alma se concibe principalmente como
principio vital (los seres vivos están animados y para muchos el alma
sobrevive al cuerpo); desde la segunda perspectiva, que puede
compatibilizarse con la anterior -no sin ciertas dificultades-, el alma
es el principio de la racionalidad, el principio explicativo del
pensamiento, la sensibilidad, los afectos y la voluntad. A su vez, si se
parte de la concepción del alma entendida como principio vital, debería
poderse hablar de un alma de los seres vivos no racionales, incluidas
las plantas. Es la cuestión suscitada bajo el problema del alma de los
brutos o alma de los animales. Si, en cambio, se parte de la concepción
del alma entendida como principio de racionalidad, se manifiesta en toda
su claridad el grave problema de las relaciones entre el alma y el
cuerpo, o problema de la relación mente-cuerpo.
concepto de alma surge a partir de la pregunta que el hombre se ha hecho
sobre sí mismo, sobre el núcleo íntimo de su naturaleza, y es un
concepto que se vincula simultáneamente a dos cuestiones distintas: por
una parte, la naturaleza de la vida, caracterizada por el automovimiento
y la reproducción y, por otra, la naturaleza de los actos intelectivos.
Desde la primera perspectiva el alma se concibe principalmente como
principio vital (los seres vivos están animados y para muchos el alma
sobrevive al cuerpo); desde la segunda perspectiva, que puede
compatibilizarse con la anterior -no sin ciertas dificultades-, el alma
es el principio de la racionalidad, el principio explicativo del
pensamiento, la sensibilidad, los afectos y la voluntad. A su vez, si se
parte de la concepción del alma entendida como principio vital, debería
poderse hablar de un alma de los seres vivos no racionales, incluidas
las plantas. Es la cuestión suscitada bajo el problema del alma de los
brutos o alma de los animales. Si, en cambio, se parte de la concepción
del alma entendida como principio de racionalidad, se manifiesta en toda
su claridad el grave problema de las relaciones entre el alma y el
cuerpo, o problema de la relación mente-cuerpo.
Para
Aristóteles el alma debe entenderse a partir de su teoría hilemórfica y
de su teoría del acto y la potencia: el alma, ‘aquello por lo cual
primariamente vivimos, sentimos y entendemos’, es sustancia porque es la
forma del cuerpo que está en potencia de vida (‘El alma es la
entelequia primera de un cuerpo natural que posee la vida en potencia’,
De anima, 412a-b) y, por tanto, el alma no puede existir sin el cuerpo,
razón por la cual no puede ser inmortal. El alma es concebida como acto
(de los cuerpos que poseen la vida en potencia), y como forma (desde la
perspectiva hilemórfica, es la forma del cuerpo material). Así, en
cuanto que acto, el alma es forma, y en cuanto que forma es sustancia,
en el sentido de la forma de un cuerpo que posee la potencialidad de la
vida.
Aristóteles el alma debe entenderse a partir de su teoría hilemórfica y
de su teoría del acto y la potencia: el alma, ‘aquello por lo cual
primariamente vivimos, sentimos y entendemos’, es sustancia porque es la
forma del cuerpo que está en potencia de vida (‘El alma es la
entelequia primera de un cuerpo natural que posee la vida en potencia’,
De anima, 412a-b) y, por tanto, el alma no puede existir sin el cuerpo,
razón por la cual no puede ser inmortal. El alma es concebida como acto
(de los cuerpos que poseen la vida en potencia), y como forma (desde la
perspectiva hilemórfica, es la forma del cuerpo material). Así, en
cuanto que acto, el alma es forma, y en cuanto que forma es sustancia,
en el sentido de la forma de un cuerpo que posee la potencialidad de la
vida.
A partir de san
Agustín, que subraya el carácter pensante del alma, esta noción, muy
influenciada por la tradición neoplatónica, se espiritualiza cada vez
más. Para él es una sustancia plenamente espiritual e inmortal, no
dependiente del cuerpo, que surge por la voluntad creadora divina, y es
el centro de la subjetividad del hombre, que es ‘un alma racional que se
sirve de un cuerpo mortal y terrestre’. Es en el alma donde el hombre
encuentra a Dios y a la verdad, y es, al mismo tiempo, imagen de la
Trinidad. Como en el caso de la Trinidad, el alma es una, pero posee
facultades distintas.
Agustín, que subraya el carácter pensante del alma, esta noción, muy
influenciada por la tradición neoplatónica, se espiritualiza cada vez
más. Para él es una sustancia plenamente espiritual e inmortal, no
dependiente del cuerpo, que surge por la voluntad creadora divina, y es
el centro de la subjetividad del hombre, que es ‘un alma racional que se
sirve de un cuerpo mortal y terrestre’. Es en el alma donde el hombre
encuentra a Dios y a la verdad, y es, al mismo tiempo, imagen de la
Trinidad. Como en el caso de la Trinidad, el alma es una, pero posee
facultades distintas.
Santo
Tomás, siguiendo a Aristóteles, hará del alma forma sustancial del
cuerpo, de modo que el hombre no es ni alma sola ni solo cuerpo, sino
cuerpo y alma a la vez y atacará la doctrina averroísta de la unidad del
entendimiento que ponía, de nuevo, en peligro la inmortalidad del alma.
Tomás de Aquino, apropiándose del aristotelismo, distingue el alma
vegetativa, el alma animal y la humana, y distingue también el anima y
el animus (principio vital y entendimiento, respectivamente).
Tomás, siguiendo a Aristóteles, hará del alma forma sustancial del
cuerpo, de modo que el hombre no es ni alma sola ni solo cuerpo, sino
cuerpo y alma a la vez y atacará la doctrina averroísta de la unidad del
entendimiento que ponía, de nuevo, en peligro la inmortalidad del alma.
Tomás de Aquino, apropiándose del aristotelismo, distingue el alma
vegetativa, el alma animal y la humana, y distingue también el anima y
el animus (principio vital y entendimiento, respectivamente).
Tomado de: The Catholic Encyclopedia, Volume I
www.aciprensa.com
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¡Estoy ahogado! ¿Dios me ha abandonado?
Pregunta:Respuesta:
Estimado
Padre: Tengo una hermosa familia; buena y piadosa esposa y dos hijas.
Yo en lo personal me considero católico practicante y muy consciente de
la presencia de Dios en todo lo que nos rodea. Estoy en una muy difícil
situación, pues desde hace año y medio no tengo trabajo. Mi trayectoria
profesional fue de excelencia y lo que hago y propongo estoy seguro es
de muy alta calidad. En todo este tiempo desempleado he pedido mucho a
Dios que me ayude y también he solicitado la intercesión de la Virgen y
de algunos santos, incluso, algo que nunca se me había ocurrido, he
hablado con mi ángel de la guardia. Pero el tiempo pasa y se me agotan
los fondos de sobrevivencia, de tal manera que me acerco a un colapso
económico con sus secuelas de infelicidad para mi familia. En ésta
situación creo como que Dios me ha volteado la mirada, no entiendo que
espera de mí. El sermón de la Misa del domingo anterior me puso muy
reflexivo, pues el sacerdote se refirió a no esperar ‘magia’ en nuestra
relación con Dios. Hasta ahora he pensado que Dios tiene injerencia en
nuestra vida y que respetando nuestra libertad y responsabilidad, busca
nuestro bien, y que le gusta que toquemos su puerta y le pidamos como a
un Padre que es. Dentro de mi desesperación he pensado en obviar la
presencia de Dios en lo referente a mi vida profesional y económica y
circunscribirla a la conducta de cumplir con la práctica religiosa y
pedirle ayuda para no pecar. Padre aconséjeme para no desesperar en esta
situación tan agobiante. Gracias anticipadas
Estimado:
Para
los planes de Dios sobre cada uno de nosotros no existen respuestas
teológicas concretas. No sé qué quiere Dios de usted, ni hasta donde lo
probará con el infortunio. Sabemos ciertamente que la Escritura dice que
‘las aguas nos llegan hasta el cuello pero no nos ahogan’. No le voy a
mentir diciendo que ya van a terminar sus sufrimientos. Eso hacen los
horoscopistas que mienten a la gente y juegan con su sed de esperanza y
su credulidad. Pero a pesar de mentirle no le solucionan nada.
los planes de Dios sobre cada uno de nosotros no existen respuestas
teológicas concretas. No sé qué quiere Dios de usted, ni hasta donde lo
probará con el infortunio. Sabemos ciertamente que la Escritura dice que
‘las aguas nos llegan hasta el cuello pero no nos ahogan’. No le voy a
mentir diciendo que ya van a terminar sus sufrimientos. Eso hacen los
horoscopistas que mienten a la gente y juegan con su sed de esperanza y
su credulidad. Pero a pesar de mentirle no le solucionan nada.
Debemos mantener firmes algunos principios claros:
1)
Todo sucede para el bien de los que Dios ama (Romanos 8,20). Aunque
allí no se dice qué se incluye en ese ‘todo’: va desde los dones
materiales de Dios, hasta la cruz y el martirio.
Todo sucede para el bien de los que Dios ama (Romanos 8,20). Aunque
allí no se dice qué se incluye en ese ‘todo’: va desde los dones
materiales de Dios, hasta la cruz y el martirio.
2) Dios no permite que seamos probados más allá de nuestras fuerzas.
3) Muchas veces las aguas nos llegan hasta el cuello, pero no nos ahoga.
4)
Muchas veces Dios espera que le pidamos lo que necesitamos, incluso con
sacrificios, penitencias y votos generosos, y luego actúa. Porque
quería suscitar en nosotros esos actos que nos han de santificar.
Muchas veces Dios espera que le pidamos lo que necesitamos, incluso con
sacrificios, penitencias y votos generosos, y luego actúa. Porque
quería suscitar en nosotros esos actos que nos han de santificar.
5)
La cruz está en el camino ordinario de toda persona llamada a la
santidad. Y debemos aceptar con paciencia y resignación nuestras cruces;
para eso podemos leer con fruto el Libro de Job.
La cruz está en el camino ordinario de toda persona llamada a la
santidad. Y debemos aceptar con paciencia y resignación nuestras cruces;
para eso podemos leer con fruto el Libro de Job.
6)
Esto no nos exime de poner de nuestra parte todos los medios materiales
para encontrar una salida. Precisamente muchas veces la gracia que Dios
nos da no es el encontrar la salida de nuestros problemas sino la
gracia de ‘intentarlo una vez más’, lo cual también viene de Dios.
Esto no nos exime de poner de nuestra parte todos los medios materiales
para encontrar una salida. Precisamente muchas veces la gracia que Dios
nos da no es el encontrar la salida de nuestros problemas sino la
gracia de ‘intentarlo una vez más’, lo cual también viene de Dios.
7)
En nuestra debilidad se manifiesta la fuerza de Dios, como dice San
Pablo. A veces Dios espera a que estemos completamente abatidos y recién
allí actúa, para que se vea que ha sido su mano la que nos salvó y no
nuestras fuerzas.
En nuestra debilidad se manifiesta la fuerza de Dios, como dice San
Pablo. A veces Dios espera a que estemos completamente abatidos y recién
allí actúa, para que se vea que ha sido su mano la que nos salvó y no
nuestras fuerzas.
Cuente con mis oraciones.
En Cristo y María.
P. Miguel A. Fuentes, IVE
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