martes, 11 de julio de 2017

Cardenal - Wikipedia, la enciclopedia libre

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Cardenal




Cardenales con el hábito coral.
La dignidad de cardenal, eclesiástico de alto rango de la Iglesia católica, es el más alto título honorífico que puede conceder el papa. Quienes lo reciben se convierten en miembros del Colegio cardenalicio y son "creados" en una ceremonia especial llamada "Consistorio público".


La principal misión del Colegio de cardenales es elegir al Sumo
Pontífice en caso de fallecimiento o renuncia del anterior. En
circunstancias habituales, el deber fundamental del Colegio cardenalicio
es aconsejar al papa. Muchos cardenales gobiernan diócesis o archidiócesis importantes, presiden los organismos de la Curia Romana y participan activamente en la administración de la Santa Sede.


Dado que en sus orígenes los cardenales eran clérigos al servicio de
la diócesis de Roma, es costumbre que a cada cardenal designado por el
papa se le asigne un titulus,
que puede ser: Bien un obispado sufragáneo (llamado "suburbicario",
etimológicamente "inferior en la ciudad"), o un título presbiterial o la
diaconía de un templo de la arquidiócesis de Roma.


El término "cardenal" deriva del latín cardo o bisagra, lo cual sugiere el papel de fulcro
(punto de apoyo, gozne) que desempeñan: Ellos son las “bisagras”
alrededor de las cuales gira todo el edificio de la Iglesia, en torno a
su máximo dirigente: el papa.



Índice

Historia

Los cardenales eligen al papa, aunque no siempre ha sido así.
Originalmente, eran los miembros de la Iglesia de Roma quienes lo
hacían, pero este procedimiento cambió durante la Edad Media, hasta
hacer que sólo los cardenales, un grupo especial de clérigos de la
diócesis de Roma, tuvieran derecho a elegir al sucesor del apóstol
Pedro. La constitución apostólica In nomine Domini, promulgada por el papa Nicolás II en 1059 limitó la potestad de elección a los cardenales romanos que fueran obispos. En 1179, el papa Alejandro III (constitución apostólica Licet de vitanda discordia) extendió a todos los cardenales este derecho. En 1274 el papa beato Gregorio X
fijó que para la elección del papa eran precisos los dos tercios de los
votos de los cardenales reunidos (constitución apostólica Ubi periculum). Ambas disposiciones siguen vigentes.


En tiempos más modernos, los monarcas ingleses, españoles y franceses nombraron cardenales como primeros ministros: El cardenal Thomas Wolsey en Inglaterra, el cardenal Alberoni en España, Richelieu y Mazarino
en Francia. Igualmente las más importantes cortes europeas forzaban el
nombramiento de determinados cardenales para que gestionaran en Roma sus
respectivos intereses. Estos hombres eran cardenales no por sus
funciones religiosas sino porque permitían que sus reyes les pagasen con
los impuestos eclesiásticos. Roma aceptaba la pérdida de dichos
impuestos para proteger el resto de su propiedad y rentas.


En teoría, el papa puede sustituir al Colegio Cardenalicio por otro
cuerpo de electores en cualquier momento, aunque para ello habría que
modificar el Código de Derecho Canónico (capítulo III, cánones 349 y
ss.) Lo habitual es que se modifique el estatuto de elección: para
ceñirnos al último siglo, ya desde tiempos de Pío X y de manera más profunda durante los pontificados de Pío XII, de San Juan XXIII, de Pablo VI y de San Juan Pablo II,
se han modificado las reglas y número de miembros del Colegio
Cardenalicio. Una propuesta recurrente ha sido la de que sea el Sínodo
de Obispos la instancia que elija al papa. Sin embargo, éste no puede
reunirse más que a petición del papa.


Sea como fuere, la pertenencia al Colegio cardenalicio funciona por cooptación,
pues es el papa quien nombra a los cardenales que, a su vez, nombrarán
(o elegirán) al siguiente papa. Antiguamente se hablaba con ironía
incluso de un "giovane collegio" de cardenales, que era el grupo
que un papa nombraba para forzar una mayoría con vistas a la elección de
su sucesor. En el caso de pontificados largos, la cooptación se hace
evidente: es importante considerar el caso muy especial del prolongado
pontificado de Juan Pablo II, (lo que no sucedió con Juan XXIII ni con
Pablo VI, cuyos pontificados no fueron lo suficientemente largos para
permitir la renovación total del Colegio) y, en general, de papas que
han ocupado el cargo durante más de quince años. De los cardenales
llamados a elegir al sucesor de Juan Pablo II, un total de 115 (en realidad 117, pero dos no asistieron al cónclave
por razones de salud), sólo dos no habían sido nombrados por este papa.
Existe la fundada sospecha, pues, de que un papa como mínimo "sugiere
el camino" a seguir por su sucesor, valiéndose para ello de la facultad
de nombrar cardenales que serán electores entre clérigos que le son
ideológicamente afines. Con todo, acostumbra a saltar la sorpresa: en 2005 el elegido fue Joseph Ratzinger, precisamente uno de los dos que no habían sido nombrados cardenales por Juan Pablo II sino por su antecesor Pablo VI.


Conviene señalar que, de acuerdo con el "motu proprio" Cum ingravescentem aetatem de 1970 y las constituciones apostólicas Romano Pontifici Eligendo de 1975 y la más reciente Universi Dominici Gregis de 1996, todo cardenal pierde su condición de elector si cumple los 80 años de edad antes de que se declare la Sede vacante.1​ ​
De este modo algunos cardenales, especialmente del orden de los
diáconos (a menudo distinguidos con el cardenalato como reconocimiento a
una excelente carrera), que han sido nombrados cuando ya sobrepasaban
esa edad, nunca ostentarán la condición de electores.


A lo largo de la historia, unos pocos cardenales han renunciado voluntariamente a su dignidad.


El Colegio de Cardenales tiene como máximas jerarquías el decano, el vicedecano (véase "cardenales obispos") y el "camarlengo", oficial mayor de la Santa Sede, al cual compete la organización de la Sede Vacante y del cónclave. Dispone además de un prelado secretario y de un tesorero, cargos estos no necesariamente ocupados por cardenales.


El cardenalato


Escudo de cardenal indicado por el capelo (sombrero de ala) con quince borlas dispuestas en cinco órdenes a cada lado, todo de gules (el lema y las armas son propias de cada cardenal, así como el báculo con una o dos cruces según éste sea obispo o arzobispo).
La condición de cardenal es un título honorífico (ajeno al Sacramento
del Orden), como los son las de patriarca, monseñor, arcipreste,
canónigo, decano, deán, archidiácono y otras. En el pasado, se nombró
cardenal a personas que no eran sacerdotes: el último de ellos fue Teodolfo Mertel, cardenal diácono de S. Eustachio y posteriormente de S. Lorenzo in Damaso y protodiácono, que fue nombrado en 1858 y murió en 1899 sin haber recibido la ordenación sacerdotal.


La púrpura cardenalicia (de color rojo escarlata) es conferida por el romano pontífice en unas ceremonias llamadas «consistorios», para que los elegidos puedan participar de la elección del sucesor del papa, actuando colegiadamente en caso de sede vacante
o para actuar como asesores en distintas materias que sean importantes
para el papa en funciones. Es por ello que muchos cardenales presiden
secretarías, comités, comisiones, dicasterios y otras oficinas en la Santa Sede, y además muchos de ellos rigen las diócesis más importantes del mundo.


Según el canon 351.1 del Código de Derecho Canónico de 1983 actualmente en vigor, los promovidos al cardenalato deben ser varones libremente elegidos por el Sumo Pontífice,
que hayan recibido el orden del presbiterado y que se hayan distinguido
notablemente en doctrina, costumbres, piedad y prudencia en la gestión
de sus asuntos.


Este canon sin embargo añade que «Los que aún no sean obispos, deben
recibir la consagración episcopal». Compete al papa, no obstante, eximir
de esta consagración al candidato a cardenal cuando existan razones de
peso, como en el caso reciente del Rev. Avery Dulles S.J., profesor de la Universidad de Fordham
en Nueva York y uno de los teólogos más prestigiosos del mundo, que
sólo era presbítero en el momento de su elevación a cardenal diácono de Ss. Nomi di Gesù e Maria in via Lata en 2001. El padre Dulles solicitó del papa Juan Pablo II
la dispensa de la consagración episcopal debido a su avanzada edad,
pues ya contaba al ser creado cardenal con más de 80 años y su salud era
precaria.


En el ámbito civil, los cardenales que residen en Roma gozan automáticamente de la ciudadanía y del pasaporte del Estado de la Ciudad del Vaticano.


Órdenes

De acuerdo con el canon 350.1 del Código de Derecho Canónico, los cardenales se organizan en tres órdenes:


  • El orden episcopal: Cardenales obispos
  • El orden presbiteral: Cardenales presbíteros o de título
  • El orden diaconal: Cardenales diáconos
Cada cardenal, en el momento de ser nombrado, recibe una sede, un título o una diaconía sustentados en templos romanos
que tradicionalmente disponen de este cargo. Según el canon 350.5,
mediante opción hecha en consistorio y aprobada por el papa, los
cardenales del orden presbiterial pueden pasar de un título a otro (caso
del cardenal Carlo Furno, quien en 2005 recibió el título de S. Cuore di Cristo Re y que al año siguiente lo cambió por el de S. Onofrio), y los del orden diaconal de una diaconía a otra (caso más infrecuente; el último ha sido Pietro Palazzini, creado en 1973 cardenal diácono de S. Pier Damiani in Monte S. Paolo y que al año siguiente optó por la diaconía de S. Girolamo della Carità).


A su vez, los cardenales diáconos que lleven un mínimo de diez años
en ese orden, pueden optar al orden presbiterial. Es el caso del suizo Gilberto Agustoni, creado cardenal diácono de Ss. Urbano e Lorenzo a Prima Porta en 1994, quien en 2005 optó por el orden presbiterial, siendo su diaconía elevada a "título" pro illa vice (sólo por esta vez).


Para ingresar en el orden episcopal o, dentro de él, para cambiar de
sede suburbicaria, se requiere decisión directa del papa (véase más
abajo lo que se indica a propósito del decano y el vicedecano). La
práctica habitual es que el papa escoja a un cardenal del orden
presbiterial para promoverlo al orden episcopal, y no que cree un
cardenal obispo ex novo.


Cardenales obispos

Los cardenales obispos son aquellos de mayor rango en el Colegio de
Cardenales. Dado que, como queda dicho, es norma general que todos los
cardenales sean obispos, el título de "cardenal obispo" sólo significa
que el cardenal ostenta el episcopado de una de las siete llamadas "diócesis suburbicarias", las sufragáneas de la diócesis de Roma, o bien es un Patriarca de las Iglesias orientales católicas, en número variable (Canon 350.1).


Las sedes episcopales suburbicarias son: Ostia, Velletri-Segni, Frascati, Porto-Santa Rufina, Albano, Palestrina y Sabina-Poggio Mirteto.
El hecho de que ostenten un cardenal como titular no es óbice para que
estas diócesis tengan su propio obispo con potestad ordinaria.


Los patriarcas orientales que pertenecen al orden de cardenales obispos son: el patriarca emérito de Antioquía de los Maronitas, el patriarca titular de Antioquía de los Maronitas, y el patriarca emérito de Alejandría de los Coptos ; de ellos, sólo el segundo tiene condición de elector por tener menos de 80 años.


El decano es el cardenal obispo que está a la cabeza del Colegio de Cardenales (como primus inter pares,
primero entre iguales). Es electo por y entre los cardenales obispos.
Está ayudado por un vicedecano y la elección de ambos debe de ser
confirmada por el papa
(Canon 352.2). Antiguamente, la posición de decano correspondía al
cardenal obispo con mayor antigüedad (significado auténtico de la
palabra "decano"), sin embargo esto ya no ocurre normalmente, pues se
espera que el decano cumpla una serie de funciones clave durante el
periodo de sede vacante y para ello debe estar en plenas facultades. En 2002, el cardenal Bernardin Gantin
llegó a los ochenta años de edad por lo que perdía su derecho a ser
elector, y aunque nada ni nadie se lo exigía, con tal motivo dimitió del
decanato del Sacro Colegio Cardenalicio y se retiró a su Benín natal.


Como las sedes suburbicarias son siete y los cardenales obispos son sólo seis, el decano adopta el título de cardenal obispo de Ostia
además del propio que ya tenía asignado con anterioridad (Canon 350.4).
El título de Ostia es intrínseco al de decano del Colegio y entre sus
antiguos privilegios está el de ordenar obispo al papa recién electo en
caso de que no tuviera la ordenación episcopal (Canon 355.1). Esto
ocurrió por última vez en 1831 cuando fue elegido papa Gregorio XVI, quien no era obispo al momento de su elección.


El decano y el vicedecano son los únicos cardenales que
necesariamente deben tener su residencia en la ciudad de Roma (Canon
352.4). En la actualidad (enero de 2009) ambos cargos están ocupados respectivamente por el italiano Angelo Sodano, cardenal obispo de Ostia y de Albano y del título in commendam de S. Maria Nuova, y el francés Roger Etchegaray, cardenal obispo de Porto-Santa Rufina.


Cardenales presbíteros o de título

Son los cardenales a los que les ha sido asignada la titularidad de una iglesia determinada de la diócesis de Roma
que dispone de este privilegio. Este orden es el tradicionalmente más
numeroso (actualmente 149), pues a él suelen pertenecer los cardenales
que rigen con régimen ordinario una diócesis importante en cualquier
parte del mundo. Como ejemplos actuales, Ricardo Blázquez Pérez, arzobispo de Valladolid es cardenal presbítero de Santa María in Vallicella, Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México, es Cardenal Presbítero de S. Francesco d'Assisi a Ripa Grande; Jaime Ortega Alamino, arzobispo de La Habana (Cuba), es cardenal presbítero de los Santos Aquila y Priscilla; Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá (Colombia), es cardenal presbítero de San Gerardo Maiella; Mario Aurelio Poli es cardenal presbítero de S. Roberto Bellarmino; Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila (Filipinas), que ha sido cardenal presbítero o del título de San Felice da Cantalice a Centocelle; o Peter Erdö, arzobispo de Budapest (Hungría), que es cardenal del título de S. Balbina. Tanto S. Roberto Bellarmino como SS. Nome di Maria in Via Latina o S. Balbina
son templos parroquiales existentes en la ciudad de Roma. Naturalmente
estos títulos son sólo honoríficos, pues más allá del protocolo y de un
cierto patrocinio, los cardenales presbíteros no tienen potestad de
régimen alguna sobre las iglesias de las que son titulares; es más,
tienen expresamente prohibido inmiscuirse en los asuntos ordinarios de
las mismas (Canon 357.1).


Aunque debe prevalecer, desde luego, la calidad personal del
candidato, a la hora de nombrar cardenales presbíteros o de título se
recurre preferentemente a criterios de representación geográfica, es
decir, que existen en el mundo determinadas sedes episcopales cuyo
titular suele ser cardenal, ya sea por la importancia intrínseca de la diócesis o bien por traer consigo la representación de todo un país. A su vez y mediante esta norma no escrita, son llamados al Colegio cardenalicio personas de las nacionalidades más diversas a fin de dar muestra y contenido de la universalidad de la Iglesia católica.


Cardenales diáconos

Son los que han recibido la diaconía (orden eclesiástico
inmediatamente inferior al sacerdocio) de alguna iglesia de la ciudad de
Roma que dispone de este privilegio (actualmente 28). Acostumbran a ser
adscritos al orden diaconal los cardenales que no ostentan una
jurisdicción episcopal ordinaria, sino que ocupan altos cargos en la Curia Romana, en el Estado de la Ciudad del Vaticano o bien han merecido la púrpura por haberse distinguido en otros campos. Un ejemplo reciente, además del ya citado caso del P. Avery Dulles S.J., es el del padre Andrea Cordero Lanza di Montezemolo, cuya importante actividad se ha desarrollado no en diócesis concretas, sino por todo el mundo al servicio de la diplomacia de la Santa Sede, y que en 2006 fue nombrado cardenal diácono de S. Maria in Portico.


De entre los cardenales diáconos destaca el "cardenal protodiácono"
(etimológicamente, el primero de los diáconos, es decir, el de más
antigüedad en el orden). El protodiácono, tras la finalización del Cónclave
y la elección del nuevo papa, anuncia a la multitud congregada en la
Plaza de San Pedro el nombre del cardenal que ha sido elegido papa y el
nombre con que será conocido como tal (p. ej., Joseph Ratzinger, Benedicto XVI). Inicia su anuncio con las palabras en latín Annuntio vobis gaudium magnum: habemus papam,
que significan "Os anuncio una gran alegría: tenemos [nuevo] papa".
También compete al cardenal protodiácono la coronación (imposición del
"palio") de los nuevos arzobispos metropolitanos (Canon 355.2), lo cual incluye al nuevo papa. En el caso reciente de Benedicto XVI, la proclamación y la coronación fueron realizadas por el chileno Jorge Medina Estévez, cardenal diácono de S. Saba,
que en aquel momento era el "protodiácono", es decir, el más antiguo de
los cardenales de este orden. Actualmente este cargo lo ocupa William Joseph Levada, cardenal diácono de Santa María in Dominica.


Cardenales in pectore o secretos

Además de los cardenales proclamados, un papa puede nombrar cardenales in pectore, expresión latina que significa en el pecho. A un cardenal in pectore solo lo conoce el papa; puede ser que ni siquiera el propio cardenal tenga noticia de su elevación. Los cardenales reservados in pectore
lo son para protegerlos a ellos o a sus congregaciones de represalias
en caso de conocerse su identidad, o bien para que su nombramiento no
cree tensiones internacionales a la Santa Sede.


Si las condiciones cambian, de forma que un cardenal secreto no
comporte ya mayores riesgos, el papa puede hacer público el nombramiento
del cardenal in pectore en cualquier momento, ocupando el lugar de precedencia de su consistorio original.


Si un papa muere antes de revelar la identidad de un cardenal in pectore, el cardenalato expira. Éste fue el caso ocurrido con el papa Juan Pablo II, quien nombró a un cardenal in pectore al final de su pontificado y que permaneció secreto incluso hasta la muerte del pontífice el 2 de abril de 2005. Se especuló mucho con la posibilidad de que el testamento del Santo padre contuviese el nombre del cardenal in pectore, pero no fue así, y lo más probable es que nunca llegue a saberse a quién cupo el honor de la designación.


Por el contrario, el último caso de un cardenal in pectore cuyo nombre fue dado a conocer más tarde es el de Marian Jaworski, arzobispo de Leópolis y primado de la Iglesia Ucraniana de rito latino. Fue creado cardenal en 1998, pero su nombre permaneció reservado in pectore hasta que se procedió a su proclamación en el consistorio del 21 de febrero de 2001, cuando se le asignó el título de S. Sisto.


Vestimentas


Vestimenta de diario de un cardenal
Desde el 1464 a los cardenales se les distingue por sus vestimentas de color púrpura escarlata (de ahí que se les llame purpurados).


Su hábito coral consta de:



Hábito coral de un cardenal
  • Una sotana roja.
  • Un capelo cardenalicio:
    un sombrero rojo. En la antigüedad era el signo que llevaban los
    esclavos liberados. También lo usaban los ciudadanos libres en las
    fiestas y solemnidades. Actualmente ha caído en desuso y el papa ya no
    lo impone a los cardenales.
  • Una birreta roja, la cual es impuesta por el Romano Pontífice en una ceremonia especial después de su elección.
  • Un anillo cardenalicio,
    que es distinto del de los obispos ordinarios. Los cardenales reciben
    este anillo como signo de su matrimonio con la Iglesia de Roma y con
    toda la Iglesia universal y en su interior suelen tener grabado el
    escudo de armas del papa que los ha creado. El papa Benedicto XVI, rompe
    con la costumbre de entregar el anillo cardenalicio al día siguiente,
    durante la Misa que concelebran los nuevos cardenales, haciendo entrega
    del mismo el mismo día en que son impuestos su birreta y solideo, en el Consistorio público.
El color rojo simboliza la disposición del cardenal a morir por su fe.


Por el color de sus vestimentas, dieron nombre a un ave
de plumaje rojo y negro. Además, al igual que los sacerdotes y obispos,
los cardenales usan una sotana negra como hábito de calle, en su caso
adornada con ribetes, botones y faja rojos. En algunas zonas donde hay
climas tropicales como Ecuador, Brasil, La India y la mayoría de los
países de África entre otras latitudes, los cardenales usan sotana
blanca, con los mismos detalles de la negra que se usa en los países de
climas templados. En algunos casos, suele usarse en ciertas liturgias
solemnes un roquete encima de la sotana negra, aunque es más común usarlo con la roja.


Tratamiento protocolario

Desde 1630, los cardenales ostentan el tratamiento de Eminencia. La palabra "Cardenal" pasa a formar parte del nombre del prelado antes del apellido como, por ejemplo el del Arzobispo de Buenos Aires , Mario Aurelio Cardenal Poli. Es decir, el cardenal Mario Aurelio Poli se convierte en Mario Aurelio Cardenal Poli.
De igual modo, los cardenales reciben el tratamiento de Su Eminencia
(S.E.) si no son obispos y Su Eminencia Reverendísima (o S.E.R.) cuando
se trata de un cardenal que es obispo o arzobispo al mismo tiempo,
aunque en ocasiones se utiliza también la fórmula "Eminentísimo y
Reverendísimo Señor Mario Aurelio Poli, Arzobispo Primado de Buenos Aires" (Emmo. y Rvdmo. Sr. si se usan abreviaturas) o simplemente Eminencia.


Algunos cardenales utilizan en su rúbrica en latín la fórmula S.R.E.
Cardinalis, que significa "Sanctæ Romanæ Ecclesiæ Cardinalis", de modo
que Marius Aurelius S.R.E. Cardinalis Poli se debe interpretar como Mario Aurelio Cardenal de la Santa Iglesia de Roma Poli.


Cardenales electores en el cónclave

Los cardenales electores, todos aquellos que el día en que inicia la Sede Vacante
(sea por muerte o por renuncia del sumo pontífice), tengan menos de
ochenta años de edad, asumen, por una parte, el gobierno de la Iglesia, y
por la otra, la responsabilidad de elegir al nuevo papa en el cónclave.


Etimología de la palabra

La etimología (origen) de la palabra, viene del latín “cardinis”, que
significa “bisagra”. Como las virtudes “cardinales”, que son las
virtudes “bisagras”. Así como la puerta gira alrededor de las bisagras,
del mismo modo el edificio de las virtudes, gira alrededor de las cuatro
virtudes «cardinales».


Así como el universo gira alrededor de los cuatro puntos
"cardinales". Con referencia a los cardenales, ellos son las “bisagras”
alrededor de las cuales gira todo el edificio de la iglesia, en torno al
papa, y con éste, en torno a Jesucristo.


Incardinación

Por su sola elección, quedan incorporados al clero de Roma, y por
ello son colaboradores inmediatos del Romano Pontífice, ya sea en la
Curia Romana, como en las Congregaciones Romanas (para los obispos, para
el clero, para la vida consagrada, para los laicos, para las relaciones
ecuménicas, etc.), ayudando así al Santo Padre en el gobierno servicial
de la Iglesia Universal.


Elección

Para su nombramiento, según el Código de Derecho Canónico, se eligen
varones destacados por su sabiduría (doctrina), costumbres (coherencia
de vida), piedad (oración y relación experiencial con Dios), prudencia
(buen actuar, discernimiento, decisiones acertadas) y según país, no
sobrepasando el cupo estipulado a este.


Residencia

Si no tienen diócesis asignadas a su cargo, y trabajan en la Curia o
en las Congregaciones romanas ayudando al papa en el gobierno de la
Iglesia Universal, deben residir en la Ciudad del Vaticano. Estando fuera de sus diócesis, no dependen de los obispos diocesanos para su actuación, ni deben pedirle permisos a estos.


Legaciones

Como Legados del Santo Padre para algún acontecimiento o evento,
pueden actuar solamente en aquello para lo cual han sido delegados, sin
meterse en ninguna otra cuestión (por ejemplo, los legados del Santo
Padre para los Congresos Eucarísticos, etc.).


Signos del cardenal

El capelo cardenalicio

Es un sombrero rojo escarlata de ala ancha, hoy en desuso salvo en heráldica.
Era, en la antigüedad, el signo que llevaban los esclavos liberados.
También lo usaban los ciudadanos libres en las fiestas y solemnidades.
Significa la libertad gloriosa que se considera que gozan los
cristianos. El sombrero rojo como propio de la vestimenta de los
cardenales fue uno de los decretos del Primer Concilio de Lyon, (1245). Los cardenales colocan un capelo rojo con quince borlas a cada lado, antiguo símbolo de su cargo, encima de su escudo de armas.


El anillo

Como obispos, éstos llevan un anillo signo de su desposorio con su
Iglesia diocesana, donde hacen las veces de Cristo Esposo. Los
cardenales, reciben este anillo como signo de su desposorio con la
Iglesia de Roma, y, por lo tanto, con toda la Iglesia Universal, al ser
Roma la Cabeza de las Iglesias particulares (las diócesis, que son la
porción más pequeña en que se divide la Iglesia para su administración y
gobierno).


El color rojo

Es el color de los mártires. Significa la sangre derramada del
cordero, y ellos como servidores (siervos) del cordero de Dios se
revisten de rojo y significa que deben estar dispuestos a defender con
sangre a la iglesia.


Consistorios

Son sus reuniones con el papa. Se pueden encontrar con relativa facilidad los consistorios de los últimos nueve siglos, hasta el día de hoy. [1]


Ordinarios

Son los que convoca el Santo Padre con los cardenales que viven en
Roma (residente en la Urbe), para tratar determinados temas a favor de
la Iglesia y del mundo.


Extraordinarios

Son los convocados por el Santo Padre con los cardenales de todo el
mundo, para tratar temas de determinado interés (los dispersos por el
Orbe). Estos, al recibir la convocatoria, deben acudir inmediatamente.


El cónclave

Es la reunión de cardenales para determinar la elección del papa,
donde actualmente los cardenales mayores de 80 años no tienen derecho a
voto. Literalmente significa “con llave” (cum clavis, en latín). Hace
referencia a una antigua leyenda por la cual los italianos, cansados de
que los cardenales vivieran en Roma sin llegar a la elección del Sumo
Pontífice fallecido, decidieron encerrarlos “con llave”. De allí
“cónclave”.


Véase también

Referencias


Enlaces externos

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