lunes, 26 de junio de 2017

Las genealogías hebreas | Historia de las Religiones






Las genealogías hebreas







La herencia de la promesa

La descendencia de Abraham

Cuadro de las genealogías bíblicas





La herencia de la promesa


Dijo Yahvé a Abraham: "Alza tus ojos y mira desde el lugar en
donde estás hacia el norte, el mediodía, el oriente y el poniente. Pues bien,
toda la tierra que ves te la daré a ti y a tu descendencia por siempre. Haré tu
descendencia como el polvo de la tierra: tal que si alguien puede contar el
polvo de la tierra, también podrá contar tu descendencia" (Génesis,
13,14-17).



Las listas genealógicas bíblicas no son, ni pretenden ser,
rigurosos documentos históricos, a modo de registros notariales. Se trata más
bien de recursos literarios que se proponen aglutinar en torno a determinados
personajes y sus descendientes elementos dispersos de las tradiciones del
pasado, o explicar las relaciones y afinidades no sólo de sangre, sino también
laborales, comerciales, artesanales, lingüísticas, etc., entre los grupos
humanos del entorno étnico, cultural y político de la Biblia.



Así, por ejemplo, de Yúbal se dice que es "el padre de todos
los flautistas y arpistas"; de Túbal Caín que lo es de "cuantos
trabajan el hierro y el cobre", y de Yabal, "de todos los
ganaderos". En el caso concreto de los levitas, sus genealogías,
cuidadosamente anotadas, sirven para testificar que ejercen legítimamente las
funciones sacerdotales y los servicios del Templo. La secuencia genealógica del
capítulo 16 del Libro primero de las Crónicas incluye, entre los
descendientes de Leví, a los cantores del Templo para justificar su actividad
en el santuario, aunque su origen más probable no es levítico, sino que se
remonta a los grupos corales de músicos profesionales de los santuarios
antiguos.




La descendencia de Abraham


Ser descendientes directos de Abraham era para los judíos de
capital importancia, porque su inclusión en este árbol genealógico los
convertía en herederos y dueños legítimos de la tierra prometida por Dios al
patriarca. De ahí la proliferación de listas genealógicas en diversos pasajes
bíblicos.



Pero el texto bíblico da a entender que esta descendencia
trascendía los aspectos meramente biológicos. En efecto, Abraham tuvo a su
primer hijo, Ismael, a los 86 años de edad, y al segundo, Isaac, cuando era
centenario y tanto él como su esposa, Sara, habían superado ampliamente la edad
de la fertilidad natural. Se trataba, pues, de una paternidad que desbordaba
las posibilidades de la realidad física y se inscribía en la esfera de lo
sobrenatural.



Tampoco la herencia de la tierra prometida se transmitía según las
estrictas normas de la primogenitura. Ismael era el primer hijo de Abraham,
pero la promesa pasó al segundo, Isaac. La razón aducida por el apóstol Pablo
para justificar este traspaso de los derechos hereditarios de Ismael a Isaac
(el primero era hijo de la esclava egipcia Agar y el segundo, de la esposa
libre, Sara) es de índole teológica, pero carece de validez jurídica. En el
derecho mesopotámico, por el que se regían las relaciones conyugales de Abraham
y de sus descendientes inmediatos, la esposa estéril podía adoptar como hijos
propios, a todos los efectos, a los tenidos por su marido -con su
consentimiento- de una esclava. De hecho, en la historia de Jacob no se
establece la más mínima diferencia entre los hijos de esposas libres (Lía y
Raquel) y los nacidos de esclavas (Bilhá y Zilpá): todos ellos son, por igual,
los fundadores de las doce tribus de Israel.
Estos datos relativizan el valor sacro de la descendencia física y
señalan que el elemento fundamental de pertenencia al pueblo elegido no es el
aportado por "la carne y la sangre". No es el rito de la
circuncisión, sino la participación en la fe la que convierte a los hombres en
"hijos de Abraham y herederos de las promesas". Una de las
antepasadas inmediatas del rey David, el auténtico fundador del Estado de
Israel, no era hebrea, sino una mujer moabita que abrazó la fe judía. Es esta
fe la que hace que Abraham sea el padre de todos los creyentes.




Cuadro de las genealogías bíblicas


Para los hebreos, la descendencia genealógica y la posesión de la
tierra eran los dos factores esenciales de garantía de los pactos divinos.

















Moisés, el libertador









El
cohesionador del pueblo israelita


Moisés, el libertador

La marcha por el desierto

Moisés, el legislador

El Éxodo

Historicidad

Codornices

Maná

Aguas amargas

Nación y religión

Teología del desierto

Simbología del desierto





El
cohesionador del pueblo israelita


En la historia
de Israel Moisés es el caudillo que libera a su pueblo de la esclavitud de
Egipto y le conduce, a través del desierto, a la libertad. Es también el gran
legislador, cuyo Decálogo ha sido, durante milenios, uno de los pilares básicos
de la ética de la cultura occidental.




El segundo gran
capítulo de la historia de Israel gira en torno a la figura de Moisés. A través
de su persona y de su obra las tribus hebreas toman conciencia de su unidad
como grupo diferenciado de todos los pueblos de su entorno.




Moisés es un
nombre netamente egipcio (como Tutmés o Ramsés). Una buena parte de su
actividad discurrió en tierras egipcias, casi con entera seguridad en el
decurso del siglo XIII a.C.




Durante su
juventud, las tribus hebreas asentadas en el país del Nilo atravesaban una
época calamitosa. Puede asumirse con probabilidad que sus antepasados nómadas
se habían instalado en Egipto en condiciones ventajosas, como integrantes de
los contingentes de guerreros semitas hicsos que, apoyados en sus veloces
carros, hasta entonces nunca utilizados como arma de guerra, se apoderaron de
Egipto en los siglos XVII y XVI a.C. No es, por tanto, sorprendente que, en
estas circunstancias, algunos hebreos llegaran a desempeñar altos cargos en las
cortes faraónicas de las dinastías semitas XV y XVI (léase la bella historia de
José en los capítulos 37-50 del libro del Génesis).





Moisés,
el libertador


Cuando, a
mediados del siglo XVI a.C., una insurrección de la población autóctona expulsó
a los hicsos, la situación de los hebreos experimentó un dramático
empeoramiento. Los grupos semitas fueron reducidos a la esclavitud y una
draconiana legislación, que incluía la orden de matar a todos los varones
hebreos recién nacidos, ponía en peligro de exterminio a corto plazo a toda la
estirpe. Ése fue el instante preciso en que Moisés recibió la misión de salvar
a su pueblo.




Estaba
magníficamente preparado para tan ardua empresa. En su persona confluían tres
culturas: la hebrea, asimilada en el seno del hogar; la egipcia, adquirida en
la corte del faraón, donde tal vez tuvo noticia de las enseñanzas monoteístas
que un siglo antes había difundido el faraón Akenatón, y la nómada de la tribu
madianita de los quenitas, con los que convivió largos años ejerciendo el
oficio de pastor. Probablemente fue aquí donde, a través de su yerno, el
sacerdote Jetró, llegó al conocimiento del nombre de Yahvé, que la Biblia
describe bajo la forma de una teofanía, en el episodio de la zarza ardiendo (Éxodo,
3).




A partir de
entonces, Moisés y su pueblo no adoran, como habían hecho sus antepasados, a un
ser divino genérico (elohim: Dios o Dioses). Yahvé es el nombre de un
Dios específico, vivo y personal, del Dios de Israel.




Tras varios
enfrentamientos con las autoridades egipcias (las "plagas de Egipto"
narradas en el libro del Éxodo, 5-12), Moisés consiguió liberar a los
hebreos de su humillante esclavitud y conducirlos, a través del mar Rojo, hasta
las puertas de la tierra prometida. Fueron para ello precisas largas jornadas
por el desierto, en las que sin duda le sirvieron de gran ayuda los
conocimientos adquiridos acerca de las rutas, los puntos de agua y los recursos
de la estepa, durante sus años de formación como escriba especializado en los
asuntos asiáticos.





La
marcha por el desierto


La experiencia
de aquellos "cuarenta años" de marcha por el desierto ha forjado uno
de los rasgos esenciales de la autocomprensión de Israel. En la posterior
interpretación profética, la estancia en el desierto fue la época dorada de la
fidelidad del pueblo hebreo, cuando las tribus nómadas adoraban exclusivamente
a Yahvé, en contraposición a la crasa idolatría surgida en la estela de la
opulencia de la vida sedentaria. La austeridad del desierto es, por lo tanto,
uno de los ideales de la espiritualidad judía.




Fue así mismo el
tiempo en que la presencia de Dios adquirió formas tangibles a través del arca
de la alianza, depositada en una tienda situada en el centro del campamento. En
ella habitaba Yahvé, sentado entre dos queburines, y desde ella hablaba con
Moisés "como un hombre habla con su amigo". Esta presencia divina
cobraba también forma palpable en la nube -interpretada como el carro en el que
Dios se desplaza- que se ponía delante del pueblo y dirigía su marcha, y en la
columna de fuego que alumbraba su camino cuando avanzaban de noche (Éxodo,
21-22).





Moisés,
el legislador


El desierto fue,
ante todo y sobre todo, el grandioso escenario en el que la Biblia
presenta la promulgación del Decálogo en el monte Sinaí, en medio de un
formidable despliegue de las fuerzas de la naturaleza (Éxodo, 19 y 20).
Es muy probable que durante los años de aprendizaje en las escuelas egipcias el
escriba Moisés tuviera conocimiento de las diversas legislaciones (Código de
Hammurabi, leyes sumerias, asirias, hititas y, por supuesto, egipcias) por las
que se regían las civilizaciones antiguas y que aprovechara algunos elementos
para su Decálogo.




La Ley mosaica
(la Torah) tiene una función muy superior a la de mera fijación escrita
de las normas que regulan la convivencia de un grupo humano. Esta Ley es la
materialización concreta de las cláusulas que Israel debe cumplir para mantener
en vigor su alianza con Yahvé. Su observancia es condición para la existencia
misma del pueblo de Israel. De nada sirven los sacrificios si no se cumple la
Ley. El culto y los sacrificios pueden cesar -y de hecho han cesado durante
milenios. Pero la Ley permanece por siempre y su cumplimiento es exigible en
todo tiempo y lugar. Para los cristianos, Jesús no vino a abolir la Ley, sino a
darle su perfección y su sentido último y definitivo.





El Éxodo


Según los datos aportados por la Biblia, los israelitas que
huyeron de Egipto bajo la dirección de Moisés vagaron durante cuarenta años, es
decir, durante una generación, por el desierto, antes de asentarse en
Palestina. De esta afirmación se desprende que la gran mayoría de los hombres
adultos, entre ellos el propio Moisés, que salieron de Egipto murieron durante
la travesía, sin poder poner pie en la anhelada tierra prometida.




Historicidad


Sobre los desplazamientos concretos de aquellos contingentes
humanos por los amplios espacios esteparios de la península del Sinaí existe
muy escasa información documental histórica y geográfica. Muchos de los lugares
mencionados en la Biblia son hoy de dudosa o imposible identificación.
Es incluso probable que se hayan registrado varios éxodos o fugas de grupos de
esclavos, prisioneros de guerra y desarraigados que escaparon, por diversas
rutas y en diversas épocas, del dominio egipcio. En cualquier caso, el
principal de todos ellos fue el dirigido por Moisés. Tal vez en torno a él haya
acumulado la Biblia recuerdos antiquísimos de migraciones de otros
grupos, lo que explicaría la complejidad del relato, las marchas y
contramarchas a veces incomprensibles de la masa de fugitivos.




Codornices


Tal vez pueda localizarse a lo largo de este trayecto el episodio
de las codornices que, según la Biblia, proporcionaron alimento a la
masa de caminantes. Estas aves surcan, en efecto, en grandes bandadas, y
volando a muy baja altura, las costas de estas regiones durante la época de las
migraciones de primavera y otoño.




Maná


En cuanto al maná, que también fue una de las principales fuentes
de alimentación del pueblo en su marcha por el desierto, se trata probablemente
de las excrecencias de las hojas del tamarisco mannífero producidas por la
picadura de la cochinilla. Al caer en tierra, adquieren un aspecto granuloso, a
modo de escarcha, de color ambarino y sabor azucarado.




Aguas amargas


Respecto al agua amarga de Mará que Moisés transformó en agua
dulce en "el desierto del Sur", son varias las posibles
localizaciones.




Nación y religión


La significación de la marcha del pueblo de Israel por el desierto
desborda ampliamente los detalles históricos y geográficos y se sitúa en su
función de forja de la unidad nacional enucleada en torno a la religión
monoteísta yahvista. Fue durante aquel período de peregrinación, y a lo largo
de las etapas por el desierto, cuando la masa amorfa de individuos que huyeron,
bajo la dirección de Moisés, de la tiranía de los faraones se transformó en un
pueblo con conciencia de unidad y de identidad netamente diferenciadas
-precisamente por su fe- del resto de las poblaciones de su entorno.




Teología del desierto


La teología israelita posterior idealizó aquella época y la
describió como la edad dorada en la que existía la más pura comunicación, sin
sombras, entre el pueblo y su Dios. Los profetas de la época del cautiverio de
Babilonia pintaban el retorno a la tierra prometida como un nuevo éxodo,
grandioso y triunfal. Bajo esta misma imagen del éxodo se espera también la
llegada de los días mesiánicos escatológicos del triunfo definitivo de Dios y
de su pueblo sobre todos sus enemigos.




Simbología del desierto


El desierto ha pasado a ser, en fin, tanto en la literatura
profana como en la religiosa, el gran símbolo de las etapas existenciales de
silencio y soledad a través de las cuales las grandes figuras de la historia se
han purificado, han comprendido el sentido y la misión de sus vidas y han
escalado las más altas cumbres de la autenticidad.
















Enviar tu comentario









Comentarios

    El 2009-12-09 16:58:11 yareli escribió:

    ¿Cómo debo citar este artículo?

    El 2009-06-26 09:54:16 Hola escribió:

    Estoy aburrida, tengo que hacer una tarea y no entiendo nada, pòrque es de diferentes religiones y es dificil. Està muy buena la pagina, muchos saludos... Byye]*






Historia de las Religiones

© 2017





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Sabiduría para la vida Parashá Vaetjanán: Cómo hacer que tus plegarias sean respondidas

Sabiduría para la vida Parashá Vaetjanán: Cómo hacer que tus plegarias sean respondidas aishlatino.com Sabiduría para la vida Parashá Vaet...