martes, 20 de junio de 2017

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HISTÓRICO





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LOS SITIOS DE ZARAGOZA

Paco

Escribano



2. LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

En 1807, Napoleón dominaba toda Europa y había decretado el bloqueo comercial
contra Inglaterra, único enemigo que se le enfrentaba. Ante la
desobediencia de Portugal, tradicional aliado de los ingleses,
el francés decide su invasión, contando con el apoyo del
Gobierno español, que permitía a los soldados napoleónicos
cruzar España. El 18 de Octubre de 1807 entran en nuestro
territorio las primeras tropas y comienzan a actuar más como
fuerzas de ocupación que como aliadas, comportándose de forma
orgullosa y ganando la enemistad del pueblo. Al mismo tiempo, la
Familia Real española es obligada a marchar a Bayona, en el Sur
de Francia, donde Fernando VII abdica en favor de Napoleón, que nombra nuevo Rey de España a su hermano José, conocido
despectivamente por el pueblo como "Pepe Botella".







El Ejército español no podía hacer frente al francés, pues sólo
contaba con 86.000 soldados regulares (de ellos 15.000
extranjeros y otros tantos luchando en Dinamarca, junto al
"aliado" francés). Por ello será el pueblo el que lleve el
protagonismo de la lucha que comienza el Dos de Mayo en Madrid,
con sangrientos combates callejeros duramente reprimidos por las
tropas napoleónicas. Rápidamente se extiende la rebelión por
toda España, siguiendo el llamamiento del Alcalde de Móstoles.
En cada ciudad se forma una Junta encargada de dirigir la
resistencia y los invasores pronto se dan cuenta de que en
España habrán de hacer frente a nuevas formas de guerra, en las
que el pueblo entero lleva la batuta (guerrilla, sitios y
combates urbanos) que, combinados con las tradicionales en campo
abierto, muy pronto darán lugar a los reveses de Bailén y El
Bruch, primeros de importancia sufridos por las tropas
napoleónicas en más de diez años de guerras casi ininterrumpidas
en toda Europa.






3. EL PRIMER SITIO

Zaragoza en 1808 apenas contaba con unos 50.000
habitantes, en un pequeño casco urbano delimitado por las tapias
de varios grandes conventos y cuarteles, pero carente casi por
completo de murallas y fortificaciones, si exceptuamos el viejo
castillo de la Aljafería . La guarnición militar era apenas de
1.463 hombres.
Inmediatamente
comienzan a llegar noticias de lo ocurrido en Madrid el Dos
de Mayo y se empieza a preparar el levantamiento popular,
bajo la dirección de algunos notables de la ciudad y de
agricultores destacados. Se pide al Capitán General

Guillelmi
la entrega de armas, pero éste se
niega. Pocos días después llega a la ciudad el Brigadier de
la Guardia Real 
José
Palafox
, noble zaragozano que venía huyendo de
Bayona, hasta donde había ido acompañando al Rey
Fernando VII
.
   


Los instigadores le consideran el mejor jefe
posible y le nombran nuevo Capitán General, haciendo su entrada
triunfal en la ciudad el día 26, escoltado por labradores
armados dirigidos por

Jorge Ibor
(el "tío Jorge"), del Arrabal, y

Mariano Cerezo
, del barrio de San Pablo.

El nuevo
jefe comienza a preparar la defensa, decretando la movilización,
organizando unidades y fortificaciones, reuniendo
aprovisionamientos y municiones, y dictando intensas proclamas
que extienden la rebelión por todo el Valle del Ebro y se hacen
famosas en toda Europa.



Entre los zaragozanos existe el convencimiento de poder derrotar
al invasor en campo abierto y se envían fuerzas a intentar
detenerlo en su marcha desde Pamplona, pero los hombres del
General


Lefebvre
derrotan a los del Marqués de

Lazán
hermano mayor de
Palafox
, en los primeros días de Junio, en Tudela (8 de
junio) y Mallén (13 de Junio) . El propio Palafox hace un
intento de detención en Alagón el 14 de Junio con una columna
salida de la capital ese mismo día. El desorden e indisciplina
de la fuerza, escasamente instruida y armada, hace que sea
derrotado y se produzca un inmenso éxodo de refugiados hacia la
ciudad.




Los franceses se presentan ante la ciudad en la mañana del 15 de
Junio . Tras exigir la rendición de la plaza, que les es
denegada, preparan un ataque sobre la marcha, única posibilidad
con la que contaban, pues la escasez de efectivos no permitía el
establecimiento de un asedio tradicional. 
Frente a ellos, los defensores (que habían confiado en la
victoria fuera de la ciudad) tenían escasos medios de defensa:
no se habían ocupado los monasterios de extramuros; no se habían
despejado campos de tiro (todo el Sur de la ciudad era un espeso
olivar); no se habían preparado líneas de retardo en las
numerosas huertas, lindes y acequias; el despliegue de las
fuerzas en las "murallas" era casi espontáneo y escasamente
organizado, ... Tras algunos escarceos en el barrio de
Casablanca y en los puentes sobre el Canal Imperial, los
franceses lanzan un gran asalto simultáneo contra tres puntos:

    

-
El
Cuartel de Caballería del Portillo, donde son rechazados por dos
veces en los mismos pasillos y salas, distinguiéndose el
sacerdote

Santiago Sas
, párroco de S. Pablo, al frente de dos
Compañías de escopeteros de su barrio
    
-
Puerta
del Carmen, donde no consiguen penetrar.

   
-
Santa
Engracia, que queda desguarnecida ante el desorden de los
defensores, permitiendo la entrada de la Caballería polaca, que
penetra hasta la Plaza del Portillo, de donde es expulsada por
la reacción popular, que lanza tejas y ladrillos y acuchilla a
los caballos, en una escena similar a la pintada por
Goya
en "La carga de los mamelucos". El agricultor
José Zamoray
impide que la Infantería enemiga ocupe la
puerta.

 
 



 
     
El Coronel de Caballería D.
Mariano Renovales
lanza dos contraataques junto al Huerva,
consiguiendo hacer retroceder las avanzadillas enemigas, que
abandonan 4 banderas y 5 cañones (en la llamada Batalla de las
Eras). En los primeros momentos del combate en las murallas,
Palafox abandona la ciudad y entrega el mando a

Vicente Bustamante
, lugarteniente del rey en Aragón.
Los franceses se reorganizan y lanzan nuevos ataques contra
la Aljafería, el Portillo (donde por tercera vez son
rechazados en los pasillos del cuartel de Caballería), 
Puerta del Carmen (donde ocupan temporalmente algunas
casas) y Santa Engracia (donde vuelven a penetrar los
lanceros polacos), siendo finalmente rechazados en todos los
puntos por el entusiasmo popular y la llegada de los 1.100
hombres traídos por el Coronel
Marcó
del Pont desde el pueblo de San Gregorio. Al final
de la jornada, los franceses montan su campamento en lo que
ahora es Carretera de Logroño, y allí intentan reponerse
tras haber sufrido 700 muertos (sobre un total de 6.000
hombres), frente a los 300 de los defensores.




Durante toda la segunda quincena de Junio, ambos bandos van
acumulando medios y organizándose para la lucha, 
al tiempo que se suceden las escaramuzas y duelos
artilleros. En la ciudad se hace acopio de tejas, piedras y
ladrillos para emplearlos como armas arrojadizas, se montan
barricadas en los accesos y calles y se fabrican municiones a
partir de toda clase de metales (especialmente de las rejas de
las casas) bajo la dirección del hombre de negocios

Lorenzo Calvo de Rozas
, que lleva a cabo una gran
labor de intendencia. Mientras tanto,
Napoleón
se muestra inquieto por la rebelión zaragozana, que
teme pueda extenderse a toda España e, incluso, Europa, e insta
a sus generales a ocupar la ciudad. A final de mes, los
franceses, mandados por el Gral.

Verdier
,
suman unos 14.000 infantes, 1.000 jinetes y más de 20 piezas de
Artillería pesada, y se preparan para lanzar un nuevo ataque.
Palafox
es derrotado el día 21 en Épila, cuando intentaba cortar las
líneas de abastecimiento enemigas.


El 1 de Julio de madrugada comienza una gran preparación
artillera, que hace caer sobre la ciudad más de 1.400 granadas
de todo tipo en sólo 27 horas, abriendo grandes brechas en los
muros de la Aljafería y toda la zona del Portillo.


Palafox
 

vuelve a la ciudad con 1.300 hombres de refuerzo y se hace cargo
de la defensa.

El 2 de Julio se produce el esperado ataque sobre Puerta Sancho
(rechazado por Renovales),
Agustinos (mandado por
Sas
) y Portillo, donde mueren gran número de defensores y
huyen los restantes, por lo que

Agustina Zaragoza Domenech
(Agustina de Aragón) ha de frenar
la incursión enemiga disparando una carga de metralla con un
cañón en el que habían muerto todos sus sirvientes. Se producen
ataques secundarios en todas las puertas de la ciudad, pero
todos son rechazados. En conjunto, los franceses han sufrido ese
día 200 muertos y 300 heridos sin conseguir nada positivo, por
lo que su General se resigna a establecer un asedio tradicional
en base a trincheras y acumulación de artillería. En la victoria
española fue fundamental la dirección de
Palafox
desde su Cuartel General en el Convento de San Francisco
(actual Plaza España), desde donde rápidamente podía acudir o
enviar refuerzos allá donde se precisaran.


Durante todo el mes de Julio, los franceses avanzan en sus
trabajos de sitio siguiendo las instrucciones del propio
Napoleón
, quien marca las prioridades de asalto en torno a
la Puerta de Santa Engracia y la Torre del Pino (una torre es
una casa de campo aragonesa), por considerarlo punto débil de la
defensa, al encontrarse en un saliente y frente a terreno
elevado al otro lado del río Huerva, desde donde se podía hacer
fuego con las baterías de asedio. Tal zona corresponde
actualmente con las Plazas de Aragón y Basilio Paraíso, por las
que pasa el río canalizado subterráneamente. Al mismo tiempo, se
suceden pequeños ataques de diversión y ocupación de puntos de
apoyo (días 9, 10, 11, 17 y 20), todos ellos con escaso
resultado. Consiguen cruzar el Ebro a través de un puente
construido en una noche, con lo que establecen un ligero bloque
o del Arrabal y saquean los huertos, molinos y fábricas que
aprovisionan a los sitiados.


Los zaragozanos continúan con los trabajos de fortificación,
talando los olivares que ocultaban el avance francés y
efectuando continuas salidas con pocos efectivos, un tanto
desorganizadas y de escaso provecho. Ante el bloqueo en la
margen izquierda comienza la escasez en la ciudad, por lo que se
comienza a fabricar pólvora en su interior, aprovechando el
salitre de las paredes y la mano de obra de mujeres y niños. Se
producen casos de indisciplina y choques entre paisanos
(ansiosos de efectuar salidas y "excesivamente patriotas") y
soldados (más conscientes de la inferioridad militar en campo
abierto). Al mismo tiempo van llegando las primeras noticias de
la victoria de Bailén (19 de Julio), primera rendición de un
ejército napoleónico en combate.


El 1 de Agosto comienza una nueva y más intensa preparación
artillera y los 15.000 franceses se preparan para el gran
asalto. Durante tres días continúa el bombardeo, causando gran
pánico en la ciudad e inmensos daños en las murallas. Por fin,
el Cuatro de Agosto
al mediodía se produce el ataque a través de las brechas de
Santa Engracia, Torre del Pino y Puerta del Carmen. Consiguen
ocupar algunas casas en los inicios de las calles Azoque y Santa
Engracia, pero son detenidos por las piezas ligeras enfiladas en
el otro extremo. De acuerdo a las reglas de la guerra,


Verdier

exige la rendición una vez dentro de la ciudad, con un lacónico
mensaje ("Cuartel General Santa Engracia: Paz y Capitulación"),
pero Calvo la rechaza
de forma no menos cortante ("Cuartel General Zaragoza: Guerra a
cuchillo"). Finalmente consiguen alcanzar el Coso por Santa
Engracia, donde hoy en día se encuentra el Banco de España,
provocando el pánico entre los defensores, que abandonan
masivamente la lucha. El propio

Palafox
deja la ciudad, dándola por perdida,
contribuyendo a aumentar aún más la desbandada. 
La infantería francesa avanza ordenada y cautelosamente por el
Coso en dirección al Mercado, San Gil y la Magdalena cuando se
producen varios hechos clave:

    
-En el Puente de Piedra, el Teniente de Caballería D.

Luciano Tornos
frena la huida  plantándose en el
centro con un cañón ligero con el que amenaza a los que huyen,
consiguiendo que vuelvan a la ciudad.

     
-
En
la Magdalena, la vanguardia francesa es atacada a pecho
descubierto por un grupo de monjes, que la frena y causa algunas
bajas.

     

-La columna que se dirigía al Puente de Piedra entra por la
Puerta Cinegia (actual calle Mártires, en el Tubo) en lugar de
por S. Gil (calle D. Jaime), siendo detenidos en las callejas
del Tubo.

     

-La columna dirigida al Mercado comienza a saquear algunas casas
y es detenida por los habitantes, que combaten casa por casa.


Se reinicia en ese momento la lucha generalizada y los invasores
deben retroceder a la zona de San Francisco. Paisanos españoles
se infiltran en la retaguardia enemiga por los tejados, llevando
el combate cuerpo a cuerpo a zonas ya ocupadas y a las puertas
de la ciudad. Al final del

día, los franceses tienen 462 muertos y 1.505 heridos (un 15%
del total), habiendo conseguido introducir una estrecha cuña en
el centro del recinto, pero encontrándose completamente rodeados
por los defensores.


Los días siguientes, la situación continúa estabilizada, con
escasos avances franceses hacia los conventos de Jerusalén y
Santa Catalina y el Jardín Botánico (junto a la actual Plaza de
los Sitios) y San Francisco , debiendo ocupar las habitaciones
una por una, a través de agujeros abiertos en paredes y techos.
La lucha es agotadora, en medio de un calor agobiante, y
desanima a los franceses, no acostumbrados a este tipo de
combate.


El 9 de Agosto vuelve
Palafox
con 200 carros de armas y municiones y 4.000 hombres
(entre ellos, grupos de voluntarios catalanes). Comienza de
inmediato el avance español, con contraataques en Santa Catalina
(calle San Miguel) dirigidos por
Renovales
, y los franceses van replegándose dejando
franco-tiradores para cubrir sus líneas. El 14 de Agosto se
produce la rápida marcha de los ocupantes, tras hacer estallar
una gran mina en Santa Engracia e incendiar el convento de San
Francisco, abandonando numerosos víveres, municiones e incluso
armamento pesado (hundiendo los cañones de sitio en el Canal).

Verdier
se dirige a Tudela para asegurar el flanco
izquierdo del repliegue general francés hacia el Norte,
consecuencia de la derrota de Bailén y el desembarco de
Wellington
en Portugal.
 

4. CONCLUSIONES DEL PRIMER SITIO



El ejército francés se retiró debido al repliegue
general tras la batalla de Bailén, que les llevó a reorganizar
sus fuerzas en torno a Burgos y Pamplona. En cualquier caso,
antes de recibirse la orden de retirada, la situación en
Zaragoza había llegado a un punto muerto, en el que incluso
estaban cediendo terreno, por la confluencia de varias
circunstancias:

   
-Número insuficiente de sitiadores, pues comenzaron siendo unos
15.000, de los cuales aproximadamente la mitad debía guarnecer
baterías, retaguardia, líneas de abastecimiento, etc., además de
las numerosas bajas sufridas.

     
-
No
haber completado el asedio en la margen izquierda del Ebro, pues
el Puente de Piedra permitía la continua llegada de refuerzos y
abastecimientos a los sitiados, que además contaban con una
magnífica administración a cargo de

Calvo de Rozas
.

     
-
Heroísmo
de la población ante el escaso número de soldados regulares
españoles, con lo que los franceses debían ocupar casa por casa,
encontrando enemigos incluso a retaguardia, en zonas ya
ocupadas. En la lucha participaban mujeres e incluso niños, bien
combatiendo bien en tareas logísticas.

    
-
Importante
caída de la moral de los sitiadores, que, en medio de un calor
agobiante, veían que la lucha se recrudecía cuando debería haber
concluido (de acuerdo con las reglas tradicionales de la guerra)
tras la apertura de brechas en las murallas.
 

   


 



 
   



5. EL SEGUNDO SITIO



Tras el repliegue francés de Agosto, los aragoneses
tienen la seguridad de que un día volverán, por lo que en
Zaragoza comienzan de inmediato los preparativos para sufrir un
nuevo asedio, mejorando las fortificaciones y la concentración
de tropas, se recuperan los cañones hundidos en el Canal y el
Coronel de Ingenieros D.
Antonio Sangenis
(a quien se le dedicó un vértice en la zona restringida de San
Gregorio) dirige los trabajos de acondicionamiento de las
murallas. En Noviembre,
Napoleón
en persona dirige el avance francés al frente de las
Unidades selectas de su Gran Ejército, batiendo a cuantas
fuerzas españolas se encuentra en su camino hacia Madrid. El
mariscal
Lannes
derrota el 23 de Noviembre entre Tudela y
Tarazona a Castaños y
Palafox
(que mandaban 45.000 hombres, fundamentalmente
andaluces, levantinos y aragoneses) ante la descoordinación y
mala dirección de los generales españoles . La vanguardia gala
llega a las proximidades de Zaragoza el día 30, pero se retira a
Alagón, tras algunas escaramuzas, a fin de acumular medios y
reforzarse para el nuevo asedio.



Durante las siguientes tres semanas, ambos ejércitos se preparan
a distancia:

    
-
Se
cierra el perímetro defensivo de la ciudad, en una nueva línea
de murallas que engloba los monasterios anteriormente aislados,
se fortifican los puentes sobre el Huerva con la construcción
del Reducto del Pilar (recordado hoy por un pequeño monumento 
erigido sobre su emplazamiento, en la puerta de El Corte
Inglés) y los trabajos en el monasterio de San José (junto al
actual puente de San Miguel), se convierte el Arrabal en una
ciudadela y se patrulla el Ebro con cañoneras tripuladas por
cartageneros.

    

-
Las
fuerzas españolas cuentan con unos 32.000 soldados regulares,
con abundante Caballería y unas 160 piezas de artillería, además
de miles de paisanos voluntarios, hasta un total de unos 45.000
hombres.

     

-
Los
franceses, mandados por

Moncey
, cuentan con el V Cuerpo (Mariscal Mortier, compuesto por veteranos de Alemania, con las divisiones de
Suchet
y Gazan) en la margen izquierda del Ebro, y el III Cuerpo (Mariscal
Moncey
, con veteranos del primer sitio) en la derecha, hasta
un total de unos 50.000 hombres (40.000 infantes, 3.500 jinetes,
1.100 zapadores, 48 cañones de sitio y 84 piezas ligeras).  
 







Tal acumulación de medios, durante un invierno particularmente
duro, causará a ambos bandos (pero especialmente a los sitiados)
graves problemas logísticos, de alojamiento, higiénicos y, como
resultado de todo ello, de disciplina.



El 21 de Diciembre vuelven los franceses, con un ataque contra
el monte de Torrero, que es abandonado rápidamente, y el
Arrabal, donde, tras unos momentos de pánico controlados por el
propio Palafox, se
produce un contraataque español que expulsa a los asaltantes,
que sufren unas 700 bajas. Inmediatamente comienzan los trabajos
de asedio, de forma mucho más sistemática que en el Primer
Sitio, conectando ambas márgenes del Ebro y logrando un bloqueo
efectivo de la ciudad. Sin embargo, Moncey debe distraer fuerzas para hacer frente a las partidas
campesinas y la aproximación de pequeñas fuerzas levantadas en
las ciudades aragonesas, con lo que las fuerzas sitiadoras están
muy mermadas. Por contra,

Palafox
contaba con una gran fuerza y abundante
caballería, pero no se decidió a efectuar grandes salidas para
desbaratar los trabajos de los galos. Sólo son destacables las
efectuadas el 31 de Diciembre y el 23 de Enero, pero en ambos
casos con esfuerzos muy dispersos y pocos efectivos, con lo que
apenas consiguen algo más que levantar la moral y derribar
algunos metros de trinchera.



Ya desde el principio se propagan las enfermedades, causadas por
el frío y la carencia de alimentos frescos. Tales problemas
afectan a ambos bandos, pero más a los sitiados, por las
facilidades que daba el hacinamiento a la propagación de las
epidemias.


Las líneas de trincheras se dirigen inicialmente a la Aljafería,
el Reducto del Pilar y S. José, puntos avanzados de la defensa.
A pesar de la heroica defensa de Renovales, el monasterio de S. José es ocupado el 11 de Enero, tras
una cruenta lucha entre las ruinas. El 15 de Enero cae el
Reducto del Pilar y los franceses quedan dueños de toda la
margen derecha del Huerva, con lo que pueden hacer avanzar sus
trincheras contra la muralla de la ciudad en los sectores
marcados por el propio Napoleón: Santa Engracia y Puerta
Quemada, salientes que no permitían los fuegos defensivos de
flanco. El 27 de Enero se produce el gran ataque, que es
rechazado en Santa Mónica y apenas consigue ocupar algunas casas
en la calle Pabostre, pero sí tiene éxito en Santa Engracia,
donde la infantería polaca consigue ocupar el monasterio,
algunas casas cercanas y giran hacia la Puerta del Carmen,
ocupando el monasterio de los Trinitarios. Sin embargo, una vez
dentro de la ciudad, los franceses se encuentran con todas las
calles bloqueadas con barricadas y las casas convertidas en
fortines, y la masiva participación popular, que había sido un
tanto dejada de lado hasta ese momento. 
El mariscal

Lannes
, que ha tomado el mando, prohíbe el avance a
descubierto y decide el empleo masivo de minas para destruir la
resistencia. Aun así, la lucha se desarrolla lenta y
penosamente, entre las ruinas provocadas por los explosivos, a
través de troneras abiertas en las paredes, escalando hasta los
techos, atacando a retaguardia a través de los tejados,..


El 
29 de Enero se produce el ataque al monasterio de Santa
Mónica, que es ocupado al día siguiente, a pesar de la
resistencia de los Voluntarios de Huesca mandados por el
Teniente Coronel D. Pedro
Villacampa
. Desde esa posición comienza la preparación para
ocupar el vecino Convento de San Agustín, que daría paso a las
calles Palomar y San Agustín, vías rectas hacia el Coso en la
Magdalena. La lucha tiene lugar el 1 de Febrero y termina con la
ocupación del convento, a pesar de la terrible resistencia
dirigida por el "Tío Garcés", agricultor de Garrapinillos que se
hace fuerte en la torre con varios hombres, resistiendo varios
días. Ese mismo día se produce un rápido avance francés a lo
largo de la calle Quemada, pero cuando alcanzan el Coso, todas
las campanas de la ciudad tocan a rebato y una gran muchedumbre,
con numerosas mujeres, expulsa a los invasores de toda la calle
y les hace perder varias casas de Pabostre, ocupadas días antes.
Por ese motivo, tal calle se denomina actualmente Heroísmo.


En días siguientes continúa el penoso avance francés en los dos
sectores ocupados, en su intento de llegar al Coso, desde donde
podrían extender sus esfuerzos en varias direcciones. El día 6
ocupan el Hospital de Gracia y puede iniciar el avance a ambos
lados. El 8 consiguen ocupar el monasterio de Jesús en el
Arrabal, lo que permite acercar las trincheras al centro del
barrio. El 10 de Febrero se produce el ataque al monasterio de
San Francisco, precedido por una gran mina de 1.000 kilos, con
una dura lucha que dura dos días, al término de los cuales por
las gárgolas de desagüe caía sangre como si lloviera .... Queda
estabilizada la situación en torno a dicho convento y a la
Magdalena, en el Coso Bajo. Comienzan a preparar minas contra la
Universidad, protegida lateralmente por una Casa-baluarte junto
a la Puerta del Sol. Durante seis días se resiste en esas
posiciones, que finalmente caen el 18, tras el empleo de grandes
cantidades de pólvora y diez ataques contra la casa. Ese mismo
18 de Febrero cae el Arrabal, en un combate en el que por
primera vez los franceses capturan un número apreciable de
prisioneros (unos 2.500).

La situación vuelve a estabilizarse nuevamente en el Coso
central y la Magdalena, donde los defensores resisten en la
estrecha calle que la separaba de la Universidad gracias a los
incendios de las casas aledañas. Entretanto, las condiciones de
vida son penosas dentro de la ciudad, donde las enfermedades
(especialmente tifus y disentería) se cobran hasta 700 víctimas
diarias. Es imposible enterrar todos los cadáveres, que se
convierten en nuevos focos de transmisión. Cada vez había menos
fuerzas disponibles, y la mayor parte de los combatientes se
encontraban sin fuerzas, derribándose en sus posiciones. 
Mientras tanto,
Palafox
dictaba encendidas proclamas diarias, en las que
exhortaba a continuar la lucha y se quejaba de traiciones y
falta de disciplina, alimentando una "caza de brujas" que llevó
a numerosos habitantes a la horca, por faltas reales o
imaginarias. Los franceses achacaban el fanatismo del caudillo a
los consejos de 
eclesiásticos, aunque es más probable que se debiera a los
efectos de la enfermedad. El día 19, el enfermo jefe cede sus
poderes a una Junta presidida por

Pedro Mª Ric
, que, tras evaluar pesimistamente la
situación, pide la rendición de la ciudad, firmada al día
siguiente. Los defensores salen de la ciudad el 21 a través del
Portillo, sorprendiendo a los sitiadores el pésimo aspecto de
los sitiados, y a éstos el escaso número de aquellos.
 


 6.
CONCLUSIONES DEL SEGUNDO SITIO


 
La dirección militar de

Palafox
fue bastante defectuosa, pues concentró
una  cantidad excesiva de tropas dentro del perímetro
defensivo, provocando graves problemas logísticos y
facilitando la propagación de enfermedades, causa principal
de la enorme mortandad. Condujo la lucha de forma
excesivamente defensiva, pues llegó a tener superioridad
numérica frente a los sitiadores, pero no la aprovechó para
efectuar

salidas concentradas ni para intentar romper el bloqueo,
establecido de forma muy

ligera por los galos ante la gran longitud a cubrir y el
enorme número de bajas y

enfermos que también ellos debían afrontar.


    
-Falló la organización logística de la ciudad, quizás por la
ausencia de
Calvo de Rozas,  pieza
fundamental en la administración del Primer Sitio.


 

 
-
El
protagonismo de la lucha recayó inicialmente en el ejército
regular, con un cierto  despego de la población, que tan
importante había sido el verano anterior, produciéndose choques y enfrentamientos entre ambos grupos y
debilitando la moral, ya de por sí afectada por las duras
condiciones meteorológicas y la generalizada sensación de
espionaje, en parte provocada por el propio
Palafox
y sus colaboradores, con proclamas en que aludía a
supuestas cobardías y traiciones.


 

  
-
Los
franceses organizaron desde el principio un asedio mucho más
técnico y  eficiente  que el primero, cerrando el Arrabal y
batiendo en campo abierto a las  columnas que se dirigían a abastecer o reforzar a los
sitiados. Tenían asumido que iba a ser una lucha dura, similar a la entablada casa por
casa en Agosto, y  decidieron emplear su  superioridad de medios para
disminuir el número de bajas.

    

-
En
cualquier caso, se repitieron los gestos heroicos, agudizados
por las masivas  destrucciones causadas por las minas, 
los bombardeos y los incendios provocados 


por  los defensores, lo cual no impedía a éstos luchar
hasta la extenuación entre las ruinas.
     
-
En
total, los franceses tuvieron unas 10.000 bajas y emplearon casi
80.000 kg.de pólvora para ocupar la ciudad. Los defensores
sufrieron unos 54.000
muertos, a los que seguirían otros 8-10.000 en días
posteriores, casi todos a

causa de las
epidemias  


 
 




 
   


Los Sitios de Zaragoza, junto con la resistencia del
resto del pueblo español al invasor francés, supusieron una
prueba exacerbada del orgullo patriótico de unas gentes que
defendían lo propio frente a lo impuesto. En España, Napoleón hubo de hacer frente a un nuevo concepto de guerra total,
contra todo un pueblo, al que tuvo que dedicar cientos de miles
de sus mejores soldados en una lucha dura y poco habitual para
ellos, acostumbrados a las brillantes victorias en campo
abierto. España y su pueblo fueron el inicio del fin de la
carrera del ambicioso emperador francés.
  


 
 
   



Desgraciadamente, tan importante hecho apenas es recordado en la
ciudad y sus Unidades militares por los nombres de algunas
angostas callejas del Casco Antiguo (Agustina
de Aragón, Zamoray, Cerezo, Palafox, Ibort
...), o por paseos
que nadie sabe que estén dedicados a sus héroes o a sus hechos (María
Agustín, Renovales
, Asalto, La Mina...). Unas cuantas
pequeñas placas recuerdan actos memorables pero están cayendo
bajo la piqueta de la especulación inmobiliaria. No existe un
museo ni actos conmemorativos de esta gesta: la llama de su
recuerdo sólo se mantiene viva gracias a la
Asociación Cultural Los Sitios
, organización privada y con
escasos medios.


BIBLIOGRAFÍA:



Historia de los dos Sitios que pusieron a Zaragoza en los años
de 1808 
y 1809 las tropas de Napoleón.

Alcalde Ibieca, Agustín
Madrid 1830, ed. facsímil Zaragoza 1988.

Los
Sitios de Zaragoza 1808-1809: Guerra a muerte

Rudorff, Raymond
Barcelona 1976.

El
Alto Aragón en la Guerra de la Independencia

Guirao, Ramón y Sorando,
Luis
Zaragoza 1995


Zaragoza Episodio Nacional 6

Pérez Galdós, Benito



 
 


   

 



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