martes, 20 de junio de 2017

D05 Un río con mucha historia - D5Analisis.pdf

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D05 Un río con mucha historia
El presente trabajo es un breve resumen de las conclusi
ones a las que llegamos mediante el estudio de los
“Materiales para una historia urbana” del Huerva que rela
cionamos en los Anexos (vid. P. 14 y ss.): los libros,
los mapas, los planos, los documentos oficiales, las
imágenes, los testimonios orales... nos han permitido una
visión de conjunto de la historia urbana del río Huer
va en los últimos doscientos años y un conocimiento
detallado de las intervenciones realiz
adas (por la Confederación Hidrográfica del Ebro, por la Concejalía de
Medio Ambiente, por la concejalía de Parques y Jardin
es y por diversos particulares) en los últimos doce
kilómetros de su recorrido durante los últimos treinta años.
No pretendemos en estas páginas sentar cátedra ni es
tablecer verdades absolutas. Nuestro afán es mucho
más modesto: relatar brevemente una historia del río
Huerva en la que tengan
protagonismo los agentes
sociales que han ido haciendo de él,
en los últimos kilómetros de su recorrido hasta el Ebro, un río urbano.
Sí quisiéramos adelantar que no nos parece descartable en
absoluto la pertinencia de
un enfoque “perceptivo”
del río, como si sólo pudiera hablarse
del río “analizado objetivamente” y como si fuera secundario abordar el
río según los efectos diversos que produce su existencia
en la vida de las gentes y las ideas, sensaciones y
sentimientos variados que suscita. Esta observación cr
ítica no mengua en nada el valor de los trabajos
realizados desde aquel punto de vista, y no podemos me
nos que recomendar su lectura. Pero puesto que su
juicio global negativo sobre el Huerva
nos parece ligado a una visión un poco restrictiva del concepto de río,
que desmienten a la vez los más recientes desarrollos de
la ecología y la evolución de las costumbres, nos
parece necesario rehabilitar al Huerva como río urbano
, si aceptamos que ese adjetivo designa una cualidad
positiva.
Para nosotros, la historia urbana del Huerva es, lo decimos ahora ya, una historia permanentemente abierta,
siempre abierta a posibilidades de interacción con la
vida urbana: con las necesidades y los deseos de una
población que si bien ha tenido de
terminadas actitudes ante el río
(producto de determinados hechos
objetivos como, por ejemplo, la indust
rialización de sus orillas) puede, an
dando el tiempo, variar de actitudes
y promover formas de relación con el Huerva que an
teriormente hubieran sido imposibles de imaginar...y
acaso de realizar.
Creemos que estamos viviendo, precisamente, un momento
histórico de la vida de Zaragoza que se puede
caracterizar por una “vuelta al río” (como se ha visto re
frendado tras las intervencion
es en las riberas del Ebro
y del Canal Imperial) como una entre muchas expresione
s de una “vuelta a la naturaleza” que, contra lo
habitual en otras etapas históricas, no plantea ir a buscar
la lejos de los núcleos de po
blación sino en el centro
mismo de la vida de las ciudades. Y que espera de
los adelantos tecnológicos (otrora enfrentados a la
naturaleza) una ayuda concreta para la transformación de
los ríos de Zaragoza en espacios privilegiados de
paso, disfrute y convivencia.
Sin entrar en otras consideraciones, la “respuesta ciud
adana” al hecho insólito del descubrimiento del Huerva
bajo el bulevar de la Gran Vía, durante las prim
eras semanas de este año 2010, nos parece un síntoma
notable de un cambio en la actitud de la ciudadanía haci
a este río y, en general, hacia todo lo que implique
vivencia de la naturaleza en la ciudad.
Este apartado se organiza en los siguientes puntos:
-D05.1 Un recorrido historizan
te por el Huerva de Zaragoza
-D05.2 El sentido del río Huerva en Cesaraugusta y las culturas antiguas. La Huerva.
-D05.2 Anexo 1 (bibliografía), Anexo 2
(Cartográfico), Anexo 3 (Memoria Oral)
-D05.3 Sueño de una ciudad ordenada
Plano de 1866 de la ciudad de Zaragoza y sus estructuras fluv
iales principales del sur, Ebro, y Huerva, Canal Imperial de
Aragón y la importante red de acequias, que hay se mantiene bajo las calles de la ciudad.
D05.1 Un recorrido historizante
por el Huerva de Zaragoza
01 LA FUENTE DE LA JUNQUERA
El Huerva que entra en el municipio de Zaragoza lo
hace por un cauce sumido en las honduras de profundas
hoces que alejan su cauce a más de 15 metros de la or
illas. Se trata de una característica muy pronunciada
del Huerva que, por la contextura de los suelos por
los que avanza, ha generado esta erosión permanente.
Esa diferencia de cota entre las orillas y el cauce ha
n tenido efectos negativos en la historia urbana de
nuestro río: su alejamiento del nivel habitual de paso
ha permitido tratar su propio cauce como una barrera
natural (separadora, distanciadora) pero sobre todo co
mo un lugar “vacío”, espacio al que, por no accederse
directamente, podían arrojarse toda suerte de objeto
s, escombros, residuos, etc. Sin duda, esa orografía
inicial del Huerva zaragozano ha prov
ocado, a lo largo de los últimos cien años, que el Huerva se convirtiera
en un “colector” o, dicho con otro té
rmino más comprensible, un basurero.
Sin embargo (o acaso precisamente como reacción ciud
adana al deterioro del río)
algunos puntos concretos
de su recorrido, aguas abajo, han tenido durante dece
nios un tratamiento de “mimo” por parte sobre todo de
la población adulta y, más concretamente, de
la que hoy suele llamarse “tercera edad”.
El primer lugar así considerado está situado más o me
nos a un kilómetro aguas arriba del ojo del Canal: la
Fuente de la Junquera, manantial natural muy frecue
ntado sobre todo por hombres mayores y jubilados a
primeras horas de la madrugada de los días de vera
no, aprovechando, precisamente, “la fresca” de esas
breves horas primeras de cada día. La situación de
la fuente facilitaba un ci
erto “alejamiento” de la
civilización, dándole al lugar un aire silvestre muy valorado por quienes lo visitaban.
El lugar ha recibido recientemente un tratamiento dignif
icador, “de puesta en valo
r” del lugar y su entorno
inmediato. Sin embargo, las características reuniones qu
e se producían, sin ninguna formalidad, al amparo de
la Fuente de la Junquera ya no se dan tan frecuentemente: el camino ha pasado a ser carretera asfaltada, el
entorno silvestre se ha convertido en urbanizaciones, etc.
El público actual de la Fuente de la Junquera, cuando
lo hay, tiene más que ver con grupos familiares: padres
con niños pequeños sobre todo. Sus horarios, por lo tanto, también son otros. Puede decirse que actualmente
el lugar sólo es frecuentado, a horas
de almuerzo o de merienda, por fam
ilias cuyo domicilio está situado en
las urbanizaciones de la zona y poco más. La prox
imidad actual de viviendas y servicios (comercios,
restaurantes, bares) respecto de la fuente ha invalidad
o en cierta medida el lugar como punto necesario para
saciar la sed y refrescar la merienda.
Practicando “lanzamiento de barra” en 1964, en la Fuente de la Junquera
(Fuente: Heraldo.es, Susana Trasobares)
Estado actual de la Fuente de la Junquera
Estado actual del entorno
de la Fuente de la Junquera
02 PRIMERAS GRANDES INTERVENCIONES: EL CANAL
Las obras del Canal Imperial de Aragón en el siglo XVIII tu
vieron cierta incidencia en
el Huerva, río con el que
se cruzaba su cauce y cuya corriente fue salvada medi
ante un acueducto por el que discurren las aguas del
Canal. Junto a ese acueducto se creó una Almenara y
una escorrentía por la que las aguas del Canal bajan
(mediante los mecanismos apropiados) al cauce del Huerva, elevando su siempre escaso caudal. El lugar sería
pronto llamado popularmente “El ojo del Canal” y,
además de ser un testimonio de la mejor obra de
ingeniería de la época (de muy interesante visita),
ha sido durante muchos años lugar de encuentro de
andarines de toda condición, especialmente de hombres de cierta
edad, sobre todo jubilados.
Allí abajo, junto al cauce del Huerva y a la bajada de
aguas de la escorrentía del Canal, cubiertos por las
copas de altos árboles y resguardados por el arco de
l mismo acueducto, grupos de hombres se sentaban en
torno a mesas y bancos allí dispuestos con troncos, tablones, piedras, etc. Las botas de vino, las botellas de
cerveza y de gaseosa, la fruta, etc., se dejaban a enfriar en el agua del río y se preparaban copiosos y alegres
almuerzos y meriendas. Junto con la Fuente de la Junquera, éste del Ojo del canal ha sido durante casi dos
siglos un lugar preferido por una población ansiosa de
aprovechar los elementos naturales que rodean la
ciudad para salir durante unas horas del ambiente urbano.
Hay que resaltar que no se trató nunca de un lugar “ofici
al” al cuidado de ninguna autoridad. Sencillamente,
el personal del Canal Imperial tiene a su cargo aque
lla zona igual que, por su parte, la Confederación
Hidrográfica del Ebro, cuidando el cauce y la escorr
entía y velando por la seguridad de las instalaciones
hidráulicas del lugar. Se trataba, sencillamente, de un
lugar de encuentro “autogestionado” por sus visitantes,
que nunca supusieron un problema ni un peligro ni para el Canal ni para el Huerva.
Últimamente no parece haber reuniones del tipo de
las descritas en el Ojo del Canal. ¿Cambio en las
costumbres? ¿Falta de una trasmisión a nuevas generacion
es de jubilados? ¿Devaluación del lugar? Creemos,
sin embargo, que se trata de uno de los puntos del cu
rso del Huerva con más elementos interesantes para el
disfrute de la población.
El ojo del Canal y la Almenara de Nuestra Señora del Pilar
(Fuente: www.canalimperial.com)
Estado actual de la Almenara y el Canal Imperial de Aragón
Bañistas en el Canal Imperial de Aragón (Fuente: Rafael Castillejo)
03 ACEQUIAS Y HUERTOS DEL CANAL
Otra incidencia, muy importante, de la
s obras del Canal Imperial de Aragón
en la vida del Huerva fue la que
tendría el trazado de acequias muy importantes que, pa
rtiendo del Canal, regarían
desde entonces las tierras
del sur (y suroeste y sureste) de la ciudad. Desde ento
nces serían estas acequias (y no las pocas que tuvo el
Huerva, sobre todo porque el curso de su cauce discurre generalmente a varios metros por debajo de la cota
de sus orillas) las que tendrían verdadera entidad so
cio-económica y las que definirían espacios y usos
públicos y privados e influirían en el trazado de viales e incluso en la urbanización de gran parte de la ciudad
de los siglos XIX y XX.
Estas circunstancias (la orografía de la cuenca del Hu
erva y el trazado de acequias del Canal Imperial)
influyeron también en la consideración y uso del rió Huer
va como casi mero “colector” de desechos urbanos
de todo tipo, lo cual tendría enorme desarrollo en la in
dustrialización del sur de la ciudad, con la ubicación de
decenas de fábricas de todo tipo (pero en las qu
e destacan las de curtidos, pieles y tintes) cuyas
evacuaciones convirtieron más aún al Huerva en un río
sucio y apestoso. Un río al
que no se debía ni podía
uno acercar.
Desgraciadamente, el nacimiento de urbanizaciones (de ci
erto prestigio social, por lo
demás) junto al río entre
el Ojo del Canal y el Rincón de Goya no ayudó en su dí
a a solucionar los problemas de suciedad y toxicidad de
sus aguas, sino que, por el contra
rio, no hizo sino agravarlos.
Afortunadamente, la permanencia de una zona de huertos
familiares en la orilla derecha del Huerva (regados
con aguas del Canal) ha asegurado durante todos estos años el mantenimiento de unos espacios naturales de
gran valor para el presente y el futuro. Contra esos espacios han ejercido presión las sucesivas construcciones
de colegios privados, cuyas instalaciones deportivas, etc.
, han quitado “aire” al río, de forma que incluso en
algunos puntos lo hacen prácticamente inalcanzable y lo transforman en un río rodeado de hormigón.
Plano de acequias en el entorno del Canal y rio Huerva del año 1785
(Fuente: Carlos Blázquez)
Acequia del Parque Grande en la actualidad
04 1808-12: LA INFLUENCIA HISTORICA DE LOS SITIOS DE ZARAGOZA
Para el curso del río desde lo que hoy es el Parque Pr
imo de Rivera, importa destacar los efectos que tuvieron
las guerras napoleónicas.
Una completa visión de las batallas de los asedios puede verse en los planos que se publican en la siguiente
web:
http://www.heraldo.es/esp
eciales/sitios1808/batallas.html
Por las crónicas de la época y por escritos inmediatamente
posteriores (del lado de los españoles y del lado de
los militares de Napoleón) sabemos qu
e con motivo de los sitios de 1808 y
1809 toda la zona sur de la ciudad
sufrió una bárbara mutilación vegetal: olivares y viñas fueron arrasadas, lo que da idea de lo que ocurriría con
los huertos que hubiera a orillas del Huerva entre Torrero y la ciudad.
Las tropas francesas bombardeaban desde los montes de
Torrero y avanzaban mediante trincheras hasta el
caserío de la ciudad, trincheras cuyo
trazado se llevaba por delante todo
lo que encontraba, especialmente lo
que había a orillas del Huerva, tratadas como elemento
estratégico de primer orden: la orografía del terreno
hacía necesario a las tropas francesas superar las ribe
ras del Huerva en su avance hasta la ciudad. Los
cuidadosos planos alzados por los ejér
citos sitiadores, con detalle de las cu
rvas de nivel, etc., dan cuenta del
gran interés con el que trataron los sitiad
ores la realidad geográfica del Huerva.
La fuerte orografía del cauce del río Huerva actuó co
mo importante foso de defensa de las incursiones
francesas, y el nombre de las calles actuales pasare
las al río Huerva, calle Asa
lto, o Paseo la Mina, dan
testimonio de los puntos de enfrentamiento
entre las tropas francesas y españolas.
Por parte de los sitiados también conocemos incursione
s extramuros con la intención de talar árboles que
supusieran un estorbo para la visualización del enem
igo atacante. De forma que los propios zaragozanos
contribuyeron a arrasar los campos de Zaragoza.
A modo de anécdota, se cuenta que los soldados france
ses morían por causas desconocidas hasta que alguien
se dio cuenta de que para asar las aves y los conejo
s que cazaban los ensartaban en ramas de adelfa (que
contienen sustancias muy tóxicas), razón de la mortanda
d. (De paso reparamos en que había caza de aves y
conejos casi a las puertas de la ciudad).
La influencia, pues, de los sitios de 1808-9 fue, tamb
ién por lo que respecta a las orillas del Huerva, la
destrucción de su vegetación y el deterioro de su ca
uce, sometido a las tareas de avance de trincheras,
minado, etc. El Huerva zaragozano ya nunca sería el
mismo que se había mantenido prácticamente intacto
desde hacía siglos.
Plano que muestra el primer sitio de Zarago
za en 1808. (Fuente: Biblioteca Nacional)
Plano que muestra el segundo sitio de Zaragoza en 1809
(Fuente: Servicio Geográfico del Ejército)
05 1908 - 1929: LA EXPANSIÓN DE LA CIUDAD HACIA EL SUR Y EL CUBRIMIENTO DEL HUERVA
Las celebraciones del centenario de los Sitios supusieron un motor de cambios de
todo tipo en Zaragoza.
Especialmente de cambios urbanísticos. La urbanización de la huerta de Santa Engracia fue el resultado más
inmediato, con su correspondiente influencia en la co
nsideración del Huerva todavía más como un “colector”.
Pero la influencia decisiva para el Huerva de todos aq
uellos cambios urbanísticos de principios del siglo XIX
vendría con su cubrimiento en el tramo sobre el qu
e se crearían dos nuevos paseos: la Gran Vía y el
actualmente llamado de la Constitución. Primero se cubrió
el cauce bajo la Gran Vía. Más adelante se hizo lo
mismo con el cauce, aguas abajo, que rodeaba la anti
gua huerta de Santa Engracia, hasta el paseo de la
Mina.
Para la conciencia ciudadana, el cubrimiento del Hu
erva supuso el contundente rechazo hacia el río: a
mediados del siglo XX el Huerva tendría ya una consideración absolutamente negativa para la ciudadanía
zaragozana.
Plano de Zaragoza hacia 1860, donde ya aparece el actual Paseo Independencia junto a la huerta de Santa Engracia.
Obras de cimentación para
la cubrición del Huerv
a en Gran Via en 19
24.
(Fuente: Carlos Blázquez)
Obras de cubrición del Huerv
a en Gran Via, junto a
la Facultad
de Medici
na en 192
4.
(Fuente: Carlos Blázquez)
Mu
ros para
la cubrición del Huerva
en Gran Via
,
en el año 192
5.
(Fuente: Carlos Blázquez)
06 1909 - 1979: INDUSTRIALIZACIÓN Y URBANIZACIÓN DE SUS RIBERAS: EL HUERVA COMO
CLOACA
El Huerva sufrió durante casi un siglo todo un proceso
de deterioro vinculado a la industrialización de la
ciudad. Como puede verse en los planos de la época, junt
o a sus orillas se ubicaron toda suerte de fábricas e
instalaciones que desaguaban en el río substancias sucias
y peligrosas (especialmente las fábricas textiles, las
de curtidos, las de zapatos, las de tintes...). Las fábric
as construidas a lo largo de
l “Camino del Sábado” y, en
general, en la orilla derecha frente a la ahora calle
Manuel Lasala, vertían directamente sus residuos a las
aguas del río. Hasta bien entrado el siglo XX
no dejaron de funcionar ni de polucionar.
Ese siglo, pues, que fue el siglo XX, hizo del Huerva una cloaca, receptora de aguas fecales y de desechos
industriales de todo tipo. La ciudadan
ía prefería no acercarse al río: ni
a vivir junto a sus orillas ni a pasear
cerca de ellas. Sin embargo, aún durante las primeras
décadas de esta etapa de su historia, durante la
primera mitad siglo XX , el Huerva fue también para al
gunos zaragozanos un hábitat natural para la expansión
y recreo, y su cauce incluso un lugar para el baño: muchos jóvenes acudían al Huerva a bañarse en sus
“pozas” (cuya ubicación transmitían de generación en generación) en el tramo que va desde Cuarte hasta
prácticamente el Puente de los Gitanos y muchos adultos acudían a sus aguas para pescar barbos y, sobre
todo, cangrejos (como tenemos registrados testimonios
en grabaciones de 1993 a vecinos de la zona de los
“chalets de Zuazo”).
Sería la ubicación del Hospital Miguel
Servet (1958) en su orilla izquierda, frente al parque Primo de Rivera, la
primera intervención que acabaría con esos usos lúdi
cos urbanos del Huerva. Luego (años ochenta) vendrían
las urbanizaciones mencionadas, situadas aguas arriba,
también en su orilla izquierda, con el consiguiente
desagüe de aguas fecales al cauce del río. Para entonc
es ya se había consumado la muerte del Huerva: Las
aguas fecales, por un lado, y los resi
duos tóxicos, por el otro, sentenciaron el río. Aún habría nuevos
atentados contra la vida del Huerva: la urbanización de lo que sería la zona industrial del vecino pueblo de
Cuarte produjo el cierre aguas arriba.
La conexión del Parque Primo de Rivera con el Huerva tampoco debe engañarnos: durante muchos años
ambos parques mantuvieron también siempre su vida a espaldas del río. Aunque es cierto que la construcción
de los museos etnológicos del Parque
Grande (años cincuenta) revalorizó
al menos un pequeño tramo del río,
que se cuidó con nuevas plantaciones. Lo mismo puede
decirse de la conexión (aguas abajo, cerca de su
desembocadura) del Parque Bruil.
El flamante Velódromo de la Zaragoza de principios de si
glo XX, construido frente a la Facultad de Medicina y
Ciencias, en la orilla derecha, no tenía
contacto alguno con el río,
ni lo pretendía. Ni la cercanía del Colegio de
El Salvador, de los jesuitas, en su orilla derecha junto a
lo que pronto sería la plaza Basilio Paraíso, ni la del
Colegio de los Corazonistas, en esos años construido junt
o a la orilla izquierda del río “a la espalda” de la
plaza de Aragón, tampoco tenía con el río ninguna otra
relación sino la de servirles de alcantarilla.
El selecto Club de Tenis, años más tarde, se ubicó en la orilla izquierda del río, aguas abajo, al poco de salir
de nuevo al descubierto en el Paseo de la Mina. Pe
ro no hay que engañarse tampoco: la vida en las
instalaciones de ese club deportivo y social se hacía
de espaldas al Huerva, del que se protegían mediante
barreras vegetales y de obra. La construcción del Polidep
ortivo Salduba, junto al Parque Primo de Ribera, en
los años sesenta del siglo XX partió de esas mismas premis
as respecto de su relación con el río: de espaldas a
él, invadiendo su cuenca con agresi
vos elementos constructivo
s. Cuando a finales del siglo XX se ubicara un
exótico Canódromo en la orilla río, aguas abajo, junto
al puente de Miguel Servet, tampoco constituiría un
intento de acercamiento al río.
Fábrica de sombreros junto al Huerva,
en la actual Gran Vía, en 1924.
(Fuente: Carlos Blazquez)

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