sábado, 22 de julio de 2017

LA PROFECÍA DE LAS 70 SEMANAS

LA PROFECÍA DE LAS 70 SEMANAS




LA
PROFECÍA DE LAS 70 SEMANAS
Por
Ralph Woodrow
Copiado
de su libro “Las Grandes Profecías de la Biblia”

Este estudio bíblico-cristiano lo
puede descargar también en formato de




 

Presentación

Tengo el gusto de ofreceros uno de los mejores estudios
bíblicos que he leído, escrito por el evangelista Ralph Woodrow, y que he
tomado de su libro "Las Grandes Profecías de la Biblia"

Tito
Martínez



La Profecía

"Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre
tu santa ciudad, para terminar la prevaricación y poner fin al pecado y
expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y
la profecía y ungir al Santo de los santos.

"Sabe pues, y entiende, que desde la salida de la orden para
restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete
semanas y setenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en
tiempos angustiosos.
Y después de
las setenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, más no por si; y el
pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; su
fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las
devastaciones.
Y por otra
semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el
sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones
vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está
determinado se derrame sobre el desolador."
(Daniel
9:24-27)
 
Los 12
eventos proféticos que ya se han cumplido

Esta gran profecía del
pueblo de Daniel y la ciudad de Jerusalén, esta colocada dentro de un
período de tiempo de las setenta semanas. Los estudiantes de la Biblia
reconocen que 
estas
setenta semanas o 490 días, representan años, es decir, son 490 años.
Este fue el mismo método de
un año por un día empleado en el libro de Números 14:34. Por causa de la
incredulidad, los israelitas tuvieron que vagar por el desierto por 40 años,
un año por cada día que los espías se ausentaron espiando la tierra. La
misma escala fue empleada En Ezequiel 4:4-6: 
"Día
por año, día por año te lo he dado."
Aunque casi todos los
cristianos creen que las "siete semanas, y sesenta y dos semanas", es decir
las 69 semanas (483 anos) se cuentan hasta el tiempo del "Mesías", en lo que
se refiere a la semana final de la profecía, la 70 semana, hay dos
interpretaciones completamente diferentes, la interpretación FUTURISTA y la
interpretación CUMPLIDA.


Según la interpretación futurista hay una brecha inmensa de
aproximadamente 2.000 años que
 separa
la semana setenta de las otras 69
.La
interpretación cumplida dice que no hay separación entre la semana 69 y la
70, que la semana setenta le sigue a la 69 en orden lógico.
La
interpretación futurista dice que la semana 70 se refiere al
Anticristo
 que hará un
pacto con los judíos. Este pacto le permitirá ofrecer sacrificios en un
templo "reedificado" en Jerusalén por siete años, pero después de tres años
y medio, el Anticristo quebrantará el pacto y hará cesar los sacrificios.
La interpretación cumplida
por otra parte, dice que la semana setenta se refiere a
Cristo
 y dice que los
sacrificios cesaron en el Calvario cuando Cristo se convirtió en el
sacrificio perfecto y final para todos nuestros pecados.
¡Cuan grandes son las
diferencias entre ambas interpretaciones! ¡Una
dice que la semana setenta es futura; la otra dice que se cumplió!
Una
dice que existe una gran separación entre la semana 69 y la 70; la otra dice
que no existe ninguna separación. 
¡Una
dice que la semana 70 pertenece al Anticristo, la otra a Jesucristo!
En vista de estas
diferencias tan opuestas, no queda ningún remedio excepto que una de las dos
esta equivocada. Nosotros creemos que la interpretación cumplida es
la enseñanza correcta; que las 69 semanas son "hasta el Mesías"; que a la
mitad de la semana 70, después de tres anos y medio de ministerio, Él murió;
que este sacrificio, por ser perfecto, acabó con los otros sacrificios en el
plan de Dios.
Observemos ahora
detalladamente todas las partes básicas de la profecía de las setenta
semanas y como estas fueron cumplidas:

1. JERUSALÉN HABRÍA DE SER RESTAURADA.
 Ya
hemos visto como las escrituras explican esto.

2. LA PLAZA Y EL MURO HABRÍAN DE SER EDIFICADOS EN TIEMPOS
ANGUSTIOSOS
.
Hemos visto en el libro de Esdras algunas de las angustias que el pueblo
confrontó en aquellos años de reedificación.

3. EL SANTO HABRÍA DE SER UNGIDO
.
Creemos que esto se refiere a Jesucristo. Gabriel anunció a Maria, "EL SANTO
ser que nacerá será llamado Hijo de Dios." (Lc. 1:35). Pedro se refirió a él
como "al SANTO." (Hch. 3:14). Juan se refirió a él como "del SANTO" (1 Juan
2:20). Aún los demonios tenían que reconocerle como "el santo de Dios." (Mc.
1:24). Concerniente a Cristo, David dijo: 
"Ni
permitirás que tu Santo vea corrupción." (Hch
 2:27).
En Apocalipsis 3:7, se le llama "el SANTO" y los seres celestiales no cesan
de decir: "SANTO, SANTO, SANTO" ante "el que era, y es y el que ha de
venir." (Ap. 4:8).
Desde que fue dada la orden
de restaurar y edificar la ciudad de Jerusalén hasta que vino el Mesías
pasaron 483 años. Cuando este tiempo se cumplió, todos los que conocían esta
profecía esperaban la aparición del Mesías, de Cristo (Cristo es la palabra
griega). Así, cuando vino Juan bautizando, 
"el
pueblo estaba a la EXPECTATIVA, todos preguntando en sus corazones si acaso
Juan era el Cristo." (Lc. 3:15).
 Claro
que Juan les dijo que él no era el Cristo, sino el que le antecedía. Cuando
apareció Jesús, Juan exclamó, "¡He aquí el Cordero de Dios!". El momento
había llegado en que Jesús "fuese manifestado a Israel." (Juan 1:29-31).
Jesús fue bautizado, y cuando oró 
"Fueron
abiertos los cielos. Y el Espíritu Santo descendió en forma de paloma sobre
él, y una voz del cielo, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo
complacencia." (Lc. 3:21:22).
¡Jesús se manifestó en
Israel a tiempo! De esta manera, Jesús dijo acerca de la profecía
sincronizada de Daniel: 
"El
tiempo se ha cumplido." (Mc. 1:15)
 y
como el Mesías, el Cristo, el "ungido" que era, comenzó a predicar el
evangelio. Cuando entró en la sinagoga de Nazaret, anunció, 
"El
Espíritu del Señor está sobre mi, por cuanto me ha UNGIDO" (Lc. 4:18-22.)
 En
Hechos 4:27 se menciona a Jesús como el "santo" que el Señor ha "UNGIDO". Y 
Pedro
mencionó que 
"Dios
UNGIÓ con Espíritu Santo
...y como este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos  por
el diablo."(Hch 10:38).
La profecía
de Daniel nos revela que aquel período de tiempo, hasta la venida del
Mesías, era de 69 semanas (483 años). Esto fue calculado hasta el tiempo en
que Jesús fue bautizado y ungido para comenzar su ministerio como Mesías
(Cristo, Ungido).

4. ÉL MESÍAS HABRÍA DE SER QUITADO DEL MUNDO
.
Las 69 semanas (7 más 62) se cuentan hasta la venida del Mesías, “y DESPUÉS
de las 69 semanas será quitado el Mesías". Ahora bien, ¡"DESPUÉS"
de 69 semanas, no puede, ni
 podrá
nunca significar "en" o "durante" las 69 semanas!
 
Si
el Mesías habría de ser quitado DESPUÉS DE las 69 semanas, solo queda una
semana en la cual pudiera ser quitado, ¡en la 70 semana!, después de tres
años y medio de ministerio.
El término
"quitado" implica que el Mesías no moriría una muerte natural; sería
asesinado. Así también lo había profetizado Isaías usando una palabra
similar, 
"Porque
fue cortado de
la tierra de los vivientes." (Is. 53:8).
Los detalles
acerca de como el Mesías sería "quitado" aparecen en los evangelios.

5. "PARA TERMINAR LA PREVARICACIÓN
",
o "para terminar trasgresión" hablando literalmente.
Mientras
Jesús estaba muriendo, él exclamó: “CONSUMADO ES." Jesús acabó con la
trasgresión en el Calvario por cuando se hizo pecado por nosotros. Ningún
sacrificio futuro puede terminar con la trasgresión del mundo; todo terminó
en el Calvario (Hch 9:15). 
"Herido
fue por nuestras REBELIONES." (Is 53:5).

6. "Y PONER FIN AL PECADO
".
Aquí se repite el pensamiento fundamen­tal. Si comprendemos la importancia
tan gloriosa que tiene lo que Jesús hizo en el Calvario, entonces sabemos
que Él verdaderamente puso fin al
pecado en aquel lugar.
Jesús, que
vino "a salvar su pueblo de sus pecados",
realizó esto cuando 
"quitó el
pecado por el sacrificio de si mismo". (Mt. 1:21, He. 9:26).
"Porque
la sangre de los toros y de los machos cabrios no puede quitar los
pecados...pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para
siempre
un solo sac­rificio por los pecados ... hizo perfectos para
siempre a los santificados ...Y sus pecados
... 
nunca más me
acordaré."(He. 10:4-17).
 El
sistema antiguo de sac­rificios no podía terminar con el pecado, ¡pero
Cristo, por su propio sacrificio, acabó con todos los pecados, tal como la
profecía lo dijo!
Juan lo anunció
como
 "el
Cordero de Dios, que quita el pecado del
mundo." (Jn. 1:29).
 Cristo
murió por nuestros pecados (1Cor
15:3). Quien "
llevó
el mismo nuestros pecados en
su cuerpo sobre el madero." (1 P 2:24). "Y padeció una sola vez por los pecados."
(3:18). 
"Él apareció para
quitar nuestros pecados." (1 Jn.
3:5).
 Este
"fin al pecado" fue realizado en el Calvario.

Por supuesto, todo esto no significa que en ese mismo
instante los hombres dejaron de pecar. No fue así. Pero lo que significa es
que en el Calvario se hizo el sacrifico eterno por el pecado, para que uno y
todos, pasados, presentes y futuros, sean perdonados, ¡porque la muerte del
Señor, hace 2.000 años, puso fin al pecado!

7. "Y EXPIAR LA INIQUIDAD".
 La
palabra iniquidad aquí usada es la misma palabra quo se usa con tanta
frecuencia en el libro de Levítico donde quiere decir "para reconciliar."
Esto también formaba parte de la obra redentora del Señor. La
"reconciliación" es seguramente una realidad pre­sente, por
medio del Calvario, Jesús, "misericordioso y fiel sumo sacerdote" se hizo
semejante a sus hermanos para EXPIAR los pecados del pueblo. (He 1:17). 
"Haciendo
la paz mediante la sangre...y por
medio de él RECONCILIAR todos las cosas...y vosotros también, que erais en
otro tiempo extraños ... ahora os ha RECONCILIADO ... por ti medio de la
muerte." (Col. 
1:20-22; Ef.
2:16), "que Dios estaba en Cristo RECONCILIANDO consigo al mundo, no
tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados; y nos encargo a nosotros la
palabra de la RECONCILIACIÓN" (2 Co. 5:19).
La
reconciliación para la iniquidad fue realizada por Jesús, porque "se dio a
si mismo por nosotros para redimirnos de toda INIQUIDAD". (Tito 2:14), y 
"Jehová
cargó en él el PECADO de todos nosotros." (Is. 53:6).

8. "PARA TRAER JUSTICIA PERDURABLE".
 ¡Cristo
también realizó esto a través de su obra redentora! En el famoso capítulo
redentor de Isaías 53, el profeta había profetizado de esta manera: 
"JUSTIFICARÁ
mi siervo Justo a muchos."
 Pablo
lo expresó de otra forma: 
"Por
la justicia de uno ... los muchos serán constituidos JUSTOS ... para vida
eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro." (Rom. 5:17-21).
 El
que vino a cumplir "toda justicia" (Mt. 3:15), y que ha "amado la justicia,
y aborreció la maldad", fue "ungido" por Dios (He 1:9), y 
“nos
ha sido hecho por Dios sabiduría, JUSTIFICACIÓN, santificación y redención"
(1 Co. 1:30). "Quien llevó el mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el
madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la
JUSTICIA" (1 P. 2:24). "Manifestando la JUS­TICIA de Dios ... mediante la
redención que es en Cristo Jesús: a quien Dios puso como propiciación por
medio de la fe en su sangre, para
manifestar su JUSTICIA, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia,
los pecados pasados." (Rom 3:21-26). "Al que no
 conoció
pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos
JUSTICIA de Dios en él." (2 Co. 5:21). "Todo el que hace JUSTICIA es nacido
de él." (1 Jn. 2:29).
Ahora,
tomando todos estos versículos en consideración, preguntamos: ¿Proporcionó
Cristo justicia mediante
su obra redentora al venir a la tierra? Todos los cristianos reconocen que
lo hizo así. Por lo tanto, si es así, ¿no fue eterna esta
justicia? Ningún cristiano negaría que la justicia de Cristo es una
"justicia eterna."

"Por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo,
habiendo obtenido ETERNA REDENCIÓN",
 o justicia
eterna, 
para nosot­ros." (He.
9:12). Con esta justicia eterna es que vemos el contraste de los sacrificios
antiguos según la ley que solo tenían una naturaleza temporánea. pero
Cristo, de un vez y para siempre, se ofreció a si mismo, y nos proporcionó,
como dijo la profecía de Daniel, una “justicia perdurable."


Con solo leer los grandes pasajes de Romanos, Corintios,
Colosenses, Efesios y Hebreos vemos
 como
fue realizado el "fin" de las transgresiones y pecados, la "expiación para
la iniquidad", y la "justicia perdurable", ¡todos en el Calvario por Cristo
Jesús, Señor nuestro!
¡En vista de
esto, no vemos un fundamento en que basar la enseñanza "futura" de que
ninguna de estas cosas han cumplido todavía, y su relación con una semana
setenta al fin de los tiempos! ¡Esta creencia contradice y le resta la
gloria a la gran redención del calvario, que de una manera tan hermosa
cumplió absolutamente estas profetas!

9. "Y SELLAR LA VISIÓN Y LA PROFECÍA,"
 o
hablando literalmente, "para sellar la visión y el profeta".
El uso de
la metáfora "sellar”, proviene de una costumbre antigua de añadir un sello
a los documentos para mostrar su originalidad (vea 1 Reyes 21:9; Jer
32:10,11 cf, Juan 6:27; 1 Co 9:2). 
Cristo
selló la profecía del Antiguo Testamento mediante el cumplimiento de
lo que estaba escrito acerca de Él.
En repetidas
ocasiones leemos acerca de Jesús que 
"...para
que se cumpliese la
palabra de los profetas."
 Hechos
3:18 dice: 
"Pero
Dios hacumplido as¡ lo que
había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de
padecer."
 Verdaderamente
Jesús cumplió lo que estaba escrito acerca de él, y así demostró que eran
genuinas las profecías. "Ellas son", dijo Él, 
"las
que dan testimonio de mi." (Juan 5:39).
 "Porque
todos los profetas y la ley, profetizaron hasta Juan." (Mt. 11:13).
 Entonces
Juan introduce a Jesús como el que "fuese manifestado a Israel." Jesús era
el que había de venir, y no hay que buscar otro. Él es el cumplimiento de la
visión y la profecía.

10. "CONFIRMARÁ EL PACTO".
 Cuando
Jesús instituyó la santa cena, la cual es una representación de su sangre
derramada para la expiación de los pecados, dijo así: "
Esta
es mi sangre del nuevo pacto (testamento),
que por muchos es derramada para remisión de los pecados." (Mt. 26:28).
 Aquí
la palabra "testamento" y la palabra "pacto" quieren decir lo mismo en el
Nuevo Testamento. 
“¿Cuanto
más la sangre de Cristo ... limpiará vuestras conciencias de obras muertas
para que sirváis al Dios Vivo? Así que por eso es el mediador de un nuevo
pacto (testamento)" (He
9:14-15).
A Jesús se le
llama el "mediador de un mejor pacto" (He
8:6), el "ángel del pacto" (Mal.
3:1 ), y su sangre derramada se le llama"...la sangre rociada del pacto nuevo".
(He. 12:24). Nuestro Señor Jesucristo es el que confirmó el pacto por medio
de sus sacrificio redentor en el Calvario. Y esto armoniza bellamente con
todo lo que ya hemos visto.

11. "HARÁ CESAR EL SACRIFICIO Y LA OFRENDA".
 Esto
también se cumplió con la muerte de Jesús.
En el Antiguo
Testamento, como ya hemos mencionado, se hacían sacrificios repetidas
veces. 
Cada uno de estos
sacrificios eran un simple tipo de sacrificio que esperaba el momento del
sacrificio perfecto, cuando
el Cordero de Dios fuera ofrecido. Una vez esto ocurriera, ya Dios no
necesitaba ni aceptaba más ningún otro.
El sacrificio
perfecto era Jesucristo. Según el sistema antiguo, los sac­rificios tenían
que consumirse en el Calvario, cuando Cristo se convirtió en el sacrificio
perfecto, eterno y terminante (He.
9 y 10). Después de este sacrificio en el Calvario, 
"no
hay más ofrenda por el pecado." (He.10:18,26).
Por unos años
después los judíos continuaron sus sacrificios, pero Dios
no los aceptaba
. No podían llamarse sacrificios en el sentido escritural
de la palabra, porque 
la
muerte de Cristo ya había proporcionado el sacrificio perfecto, y por lo
tanto, aquel era el sacrificio final y para siempre por todos los pecados.
A través del
factor de tiempo, también
podemos comprobar que esto se cumplió en Cristo, pues la profecía dice que
el sacrificio cesaría en la mitad de la semana setenta. Cristo murió en esa
semana, porque las 69 semanas se contaron hasta la venida del Mesías, y su
muerte le siguió después de un ministerio de 
tres
años y medio.
Mediante un
estudio del evangelio de San Juan podemos comprobar que esto significaba el
ministerio de nuestro
Señor. Este evangelio menciona las cuatro pascuas que ocurrieron durante el
ministerio de nuestro Señor en Juan 2:13, 5:1* 6:4, y 13:1. Eusebio, un
escritor cristiano del siglo cuatro, recalcó estas cosas diciendo: 
"Ahora,
el período completo de la enseñanza de nuestro Señor y la operación de
milagros se dice que fue de tres años y medio, lo cual es la mitad de una
semana. Juan, el evangelista, aclara este punto
.”1
De modo que
después de tres años y medio de ministerio, el
ungido, Jesús, 
fue quitado
con la muerte, a la mitad de la setenta semana de siete años. Como dijo
Agustín: 
"Aún
Daniel definió el tiempo cuando
Jesús había de venir y sufrir con la fecha exacta.”
2
Ya que hemos
entendido esto, veamos ahora el verdadero significado de ciertas
declaraciones en el Nuevo Testamento que también hablan de un tiempo
determinado 
y establecido en
que Jesús moriría. Por ejemplo, leemos: 
"Entonces
procuraban prenderlo; pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado 
su
hora".
 En
otra ocasión, él dijo: 
"Mi tiempo aún
no ha llegado". (Juan 7:6).
 Un
poco antes de su muerte y traición, dijo: 
"Mi tiempo esta
cerca". (Mt. 26:18),
 y
por último, "
la hora ha
llegado". (Juan 17:2; Mt. 26:45).
Estos y otros
versos nos muestran claramente que hubo un tiempo determinado y establecido
en que Jesús moriría. El vino a cumplir las es­crituras; solamente
hay una escritura en el Antiguo Testamente que profetiza el momento de su
muerte. ¡Esta es la profecía que declaró que el Mesías sería quitado en
la mitad de la semana setenta, al terminar los tres años y medios de su
ministerio!
 ¡Con que
perfección se cumplió la profecía en Cristo!
*En este
verso, la fiesta no aparece mencionada por nombre. No obstante, por lo que
dice Juan 4:35 acerca de los "cuatro meses", es posible determinar que esta
era la pascua (vea Boutflover. p. 208).
Pero los
que dicen que la confirmación del pacto y el fin de los sacrificios a la
mitad de la semana setenta significan un Anticristo que habrá de venir,
completamente destruyen
este hermoso cumplimiento
.
 ¡De
ninguna manera pueden mostrar en qué parte del Antiguo Testamente se
pronostica el tiempo de
la muerte de nuestro Señor!
La profecía
de Daniel 9 declara que el Mesías confirmaría el
pacto (o haría que el pacto prevaleciera) con
muchos del pueblo de Daniel por una semana, o sea, por siete años. Por lo
tanto, nosotros preguntamos, cuando vino Cristo, ¿fue su ministerio dirigido
en una manera especial al pueblo de Daniel, a "Israel?" (Dn. 9:20). ¡Si!
Juan lo presentó como el que 
"fuese
manifestado a ISRAEL" (Juan 1:31). "No soy enviado", dijo Jesús, "sino a las
ovejas perdidas de la casa de ISRAEL." (Mt. 15:24).
 Y
cuando por primera vez Jesús envió sus apóstoles, así los mando: 
"Por
el camino de los Gentiles no iréis ... Mas id a las ovejas perdidas de la
casa de ISRAEL" (Mt.10: 5,6).
La primera
mitad de la "semana”, es decir, el tiempo del ministerio del Señor, fue
dirigida a ISRAEL. Y la segunda mitad, los últimos tres años y medio de la
profecía, ¿estaban también relacionados con Israel? ¿Continuaron los
discípulos predicando durante el resto de los tres años y medio (como
representantes de Cristo) especialmente al pueblo de Daniel, a Israel? ¡Si,
lo hicieron!
Jesús había
dicho a sus discípulos que fueran por todo el mundo pre­dicando el evangelio
a toda criatura
(Me. 16:15; Mt. 28:19; Hch 1:8), pero, esto es muy importante, ¡después
de la ascensión de Cristo, los discípulos predicaron solamente a Israel al
principio!
 ¿Por qué?
Sabemos de un solo verso que lo explica: ¡la profecía de las setenta semanas
es la que explica que después de la muerte del Mesías, todavía quedarían
tres años y medios que le pertenecían a Israel!
Recordemos
esto para ahora poder comprender por lo menos una razón por la cual el
evangelio fue 
"al
judío primeramente, y
después al griego". (Rom. 1:16).
 Pedro
predicó un poco después de Pentecostés: 
"Vosotros
sois los hijos de profetas, y del pacto ...A vosotrosprimeramente, habiendo
levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno
se convierta de su maldad". (Hch 3:25, 26). "A vosotros, a la verdad, era
necesario que se os hablase primero." (Hch
13:46).
Durante la
primera mitad de la "semana", Cristo vino a Israel en
per­sona. Por medio de los discípulos, su 
mensaje
llegó a Israel durante los tres años y medio que quedaban 
"ayudándoles
el Señor y confirmando la palabra con las señales que les seguían." (Mc.
16:20).
En el sentido
literal de la palabra, el
ministerio de los discípulos fue una continuación del ministerio de Cristo.
 
Entonces
fue cuando vino la conversión de Cornelio, que cambió por completo el
alcance misionero, la perspectiva y el ministerio de la Iglesia. Aunque en
el Nuevo Testamento no aparece la fecha exacta de cuando esto ocurrió,
parece que el tiempo de la bendición exclusiva del pueblo de Daniel había
terminado. El evangelio que primero fue a los judíos, ahora tenía que
realizar su misión completa,
¡y 
ser predicado a toda criatura
de todaslas naciones!
Hubo un
número de eventos sobrenaturales que marcaron el momento de este cambio.
Cornelio recibió una visitación celestial. Se le apareció un ángel y le
mandó que llamara a Pedro para que 
"te
hablará palabras por las cuales serás salvo tu, y toda tu casa." (Hch 11:14)
.
Dios mostró a Pedro una visión que le dio a entender que ahora había que
predicar a los gentiles y no tan solo a los hebreos. Todas estas cosas
estaban perfectamente sin­cronizadas, demostrando que Dios estaba realizando
su propósito.
Cuando Pedro
volvió a Jerusalén, explicó lo que había ocurrido. 
"Oídas
estas cosas, callaron ... y glorificaron a Dios, diciendo: De manera que
también a los gentiles ha
dado Dios arrepentimiento para vida." (Hch. 11:18).
 Desde
este momento en adelante hubo cada vez más atracción hacia los gentiles con
el mensaje del evangelio. Obviamente, la
medida de Dios
 
de
490 años de Israel se cumplió en una manera especial.
Y finalmente:

12. LA DESTRUCCIÓN DE JERUSALÉN Y EL TEMPLO.
 Esta
parte de la profecía no tenía fecha dentro de la estructura de las setenta
semanas, como lo tenía el tiempo de la manifestación del Mesías a Israel, el
tiempo de su muerte, etc. No obstante, nosotros que vivimos en la época
posterior al cumplimiento, sabemos que la destrucción pronosticada halló su
cumplimiento en el año 70 D.C., cuando los ejércitos de Tito desolaron la
ciudad.
Decimos,
pues, junto con Adam Clark: 
"esta
profecía entera, desde los tiempos y evento correspondientes, ha sido
cumplida al pie de la letra.”
3
Habiendo ya
presentado la verdadera interpretación de la profecía de la setenta semanas,
examinemos ahora la interpretación FUTURISTA.

La interpretación futurista


Según los seguidores de esta teoría, existe una brecha de
unos 2.000 años, más o menos, entre la semana 69 y la 70, es decir, la
semana 70 no sigue a la semana 69 en orden lógico.
Estos enseñan
que la confirmación del pacto para una "semana" se refiere al pacto que el Anticristo hará
con los judíos. Conforme a esta teoría, el Anticristo hará un acuerdo de
siete años, durante los cuales se permitirá a los judíos ofrendar
sacrificios en un templo judío reedificado en Jerusalén. Pero entonces, en
la mitad de la semana, el Anticristo romperá el pacto y prohibirá los
sacrificios.
¿Hace la
profecía referencia o menciona al
Anticristo? Según la teoría futurista, Daniel 9:27 se refiere al Anticristo.
Veamos la profecía:
"...Se
quitará la vida al Mesías, más
no por si; y el pueblo de un príncipe que ha de venir, destruirá la ciudad y
el santuario; y su fin con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán
las devastaciones." (Verso 26). "Y por otra semana confirmará el
pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio." (verso
27).

El Mesías es el Príncipe que habría de venir
El verso 27
comienza con estas palabras: "Y él..." ¿A quien se refiere el pronombre
"él"? Esto es muy importante. ¡No
se refiere al Anticristo de ninguna manera, porque no se hace mención en
ningún lugar del contexto al Anticristo! 
El
contexto hace mención de un "príncipe" cuyo pueblo destruirá la ciudad y el
santuario. Puesto que esa destrucción vino en el año 70 D.C.,como ambos
grupos reconocen, no hay razón para creer que el “príncipe” es alguien que
vivirá 2.000 años después.
Pero a pesar
de esto, sabemos que el pronombre "él" no puede estar relacionado con la
palabra "príncipe" en la expresión "el pueblo de un prín­cipe”, porque la
palabra "príncipe" aquí, es el sujeto de una cláusula modificativa, "de un
príncipe". Un pronombre no
puede 
tener como su
antecedente el sujeto de una cláusula modificativa. Esto se debe observar
cuidadosamente.
Por la misma
forma en que está estructurada la oración, sabemos que "él" no puede estar
eslabonado con la cláusula "el pueblo de un príncipe que ha de venir
destruirá la ciudad y el santuario". Tomando esto en consideración, 
hay
solamente una persona en
este pasaje entero a quien se le puede conectar el pronombre correctamente,
¡y es el 
MESÍAS!
El Mesías es el sujeto del pasaje a quien "él" se refiere.
Lo esencial
del pasaje, pues, es esto: "...el Mesías será
quitado... él confirmará el pacto ...él hará cesar
el sacrificio y la ofrenda ".
Como hemos
visto, 
esto
lo cumplió Jesús, él confirmó el pacto, y puso fin a los sacrificios (en el
programa de Dios) ¡mediante el sacrificio perfecto de sí mismo!
Pero
supongamos por un momento que "él", del verso 27, pudiera estar conectado
con la palabra "príncipe" en la frase "el pueblo de un "príncipe que ha de
venir destruirá la ciudad y el santuario”, ¿puede esto, en alguna forma, dar
a entender que este príncipe es un individuofuturístico? Es
difícil, porque todos saben que los ejércitos romanos, bajo el mando de
Tito, destruyeron a Jerusalén. Sin embargo, los futuristas reconocen que el
"pueblo" que destruyó a Jerusalén fue el ejército romano en el año 70 D.C.,
y además tienen que enseñar que el "príncipe" de aquel pueblo ¡aún no ha
aparecido! 
De esta forma 
separan
al "Príncipe” de su "pueblo" por casi 2.000 
años.
Ironside, por
ejemplo, dice: 
"Se
ve en el panorama un ejército que todavía le falta desempeñar una gran parte
de la profecía. No obstante, ESTE AÚN NO SE HA MANIFESTADO, pero su pueblo,
o sea, el pueblo romano, fue usado por Dios como azote para castigar a
Israel por sus pecados y así destruir a Jerusalén y el templo."
2
Dice DeHaan: "El
príncipe que se menciona aquí, TODAVÍA NO HA APARECIDO."
Dice Kelly: "Aquel
príncipe NUNCA HA VENIDO...vino su pueblo y destruyó la ciudad y el
santuario; pero él mismo no ha venido.”
4
Actualmente
hemos leído libros donde citan la cláusula "el príncipe que HA DE venir",
¡como si el uso de las palabras "ha de" quiso decir que la venida de este
príncipe esta todavía futura!
La venida del príncipe era algo futuro para la época de Daniel, por
supuesto, al igual que la destrucción de la ciudad y el santuario: "El
pueblo de un príncipe que ha
de venir destruirá 
la ciudad
y el santuario."
¡Qué
inconsistente resulta tomar una declaración que fue escrita en el pasado, y
ahora, más de 2.000 años después, creer que la profecía está todavía en
tiempo futuro porque aparecen las palabras "ha de"!

El pasaje no dice que el "pueblo" vendría en un tiempo y su
"príncipe" en otro.
 La
idea no es consistente. Conforme a esta torpe interpretación, el "pueblo"
pertenecía a un príncipe que no habría de manifestarse hasta 2.000 años
después. 
¿Como
podrían los ejércitos de Tito ser el pueblo de un príncipe que no había
aparecido jamás? ¿Como es posible que el príncipe estuviera separado de su
pueblo por más de 2.000 años?
Suponiendo
que el "él" de Daniel 9:27 se refiera al Anticristo, los futuris­tas dicen
que hará un pacto con los judíos, un acuerdo que les permitirá ofrecer
sacrificios en un templo judío reedificado. Pero, como Guiness bien ha
dicho: 
"Pocos
imaginan que la noción, en realidad, NO TIENE NINGÚN FUNDAMENTO CONCRETO EN
LAS ESCRITURAS, pero se deriva de una interpretación errónea 
basada
en usa sola frase de un solo texto!".
Sin embargo,
los escritores dispensacionales declaran constantemente que
el Anticristo vendrá, hará su pacto de sacrificios en un templo judío
restaurado en Jerusalén, y entonces citan un texto de evidencia: Daniel
9:27, Daniel 9:27, Daniel 9:27, Daniel 9:27,
¡una y otra vez aparece esta escritura como evidencia de esta teoría del
Anticristo y su supuesto tratado con los judíos! Analice las siguientes
citas, por ejemplo: 
"Se
propone un tratado" (Dan.9: 27)
..."El templo nuevo es preparado, y una vez más el pueblo judío sigue los
estatutos del Viejo Testamento" (Dan.
9:27). 
Pero a la mitad de la
semana, el Anticristo procede in­mediatamente a romper el tratado y planea
derramar toda la sangre judía."
6

"El Anticristo le garantiza a los judíos siete años de paz." 
(Dan
9:27) 7

"Hará un pacto con los judíos, permitiéndoles reconstruir su templo, y
comenzar de nuevo sus sacrificios (Id Antiguo Testamento." (Dan
9:27)
8

"El Anticristo hace un pacto con los judíos apostatas. Después de tres años
y medio, rompe este pacto ...y se sienta en el Lugar Santísimo del templo
renovado, que se llama...'la abominación de desolación.' Daniel
9:27 
9

“Según Daniel 9:27, el
Anticristo estará aquí por siete años, porque hace un pacto de siete años
con Israel, lo cual será para los últimos siete años de este siglo."
10


La realidad es que ¡Daniel 9:27 no dice nada acerca del
Anticristo, no dice nada acerca de un pacto entre el Anticristo y los
judíos, y no dice nada acerca de un templo futuro reedificado, ni de
sacrificios futuros!
Existen más 
de 280 referencias al "pacto" y NI
UNA de ellas, de ninguna forma, introduce la idea de un pacto entre los
judíos y el Anticristo
. Sin embargo, ¡cualquiera se imagina que
esta teoría es tan escritura y bíblica como el pacto de Dios con Israel en
el Sinaí!

El Pacto ni se haría, ni se rompería
Los
escritores dispensacionales usan la palabra "HARÁ" constantemente para
referirse a este supuesto pacto
entre el Anticristo y los judíos. Note las siguientes citas: 
"El
príncipe romano HARÁ este pacto con muchos" (Gaebe lein) "El príncipe de
Daniel que vendrá ... HARÁ un pacto con muchos ...permitiendo la
restauración del servicio del templo" (Scofield). "...cuando nuevamente Dios
tome a Israel...se levantará un príncipe romano que HARÁ un pacto con la
nación por siete años." (Ironside) "La Biblia dice que el Anticristo HARÁ un
pacto con Israel." (Roberts). "El Anticristo HARÁ ... un pacto con Israel."
(Dake), etc.
Esta idea de
que el Anticristo HARÁ un pacto con los judíos, supues­tamente se enseña en
Dan. 9:27. ¿Pero
donde en Dan. 9:27 aparece esto acerca del Anticristo, o de cualquier otra
persona, que esté HACIENDO un pacto?
 No
lo hay. El verso dice que el pacto sería CONFIRMADO o
(según algunos lo traducen) PREVALECERÁ.* 
Daniel
9:27 no dice nada acerca de un pacto siendo hecho.
No obstante,
una vez que pensamos que el Anticristo HARÁ un pacto con los judíos,
entonces nos enteramos que luego lo ROMPERÁ. Los escritos dispensacionales
hablan con frecuencia de como el Anticristo HARÁ y luego ROMPERÁ su pacto.
Notemos, sin embargo, que
¡ninguno
de los dos tér­minos: HARÁ y ROMPERÁ, aparecen en el texto!
Daniel 9:27
dice
:
“Y por otra semana confirmará el
pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el
sacrificio y la ofrenda."
Una vez una
persona tiene en su mente la idea de que este verso está tratando del Anticristo, y
que el Anticristo ROMPERÁ el pacto, solo le falta dar un paso más para echar
a perder el verdadero significado de la escritura. Puesto que los
sacrificios habrían de terminar durante la mitad de la semana, ¡se supone que
el pacto tenía que ver con sacrificios de animales en el templo judío
reedificado en el futuro! Todo está basado en simples suposiciones.
*La
palabra original es "gabar" v nunca quiere decir "hacer". Por lo
general, quiere decir "prevalecer".
El texto
dice que el pacto sería confirmado por
una "semana", siete años. Entonces menciona un evento que acontecerá a
la MITAD de los siete años: cesará el sacrificio y la ofrenda. NO HAY
NINGUNA RAZÓN PARA CREER QUE EL SEGUNDO EVENTO ES LA RUINA DEL PRIMERO.
Si esto fuera así, en realidad habría dos frases contradictorias. Si
el pacto tiene que ver con los sacrificio de animales, y si estos
sacrificios terminan durante la mitad de la semana, ¡entonces el pacto
NO prevalecería por siete años!
Solo
cuando pensamos que el pacto será quebrantado,
lo 
cual NO aparece en el
texto, concluimos que el pacto tiene que ver con sacrificios
restaurados.

Resumiendo.
La
creencia futurista cree que:
Daniel
9:27 se refiere al 
Anticristo.
1)   El
Anticristo hará un
pacto, permitiéndoles a los judíos hacer sacrificios.
2) El
Anticristo quebrantará su pacto.
3) 4)
La profecía de la setenta semana es 
futura.
 La
verdad es:


1)
   El
Anticristo no aparece en ninguna parte del pasaje.


2)
 No
dice nada que indique que se hará un pacto para restaurar los sacrificios.


3)
 No
dice nada acerca de un pacto quebrantado.


4)
 La
profecía de las setenta semanas no es futura, sino que ya se cumplió.
 
El pacto
había de prevalecer con
el pueblo de Daniel por "una semana": siete años, lo cual se hizo por medio
de Cristo. 
A
la mitad de la "semana" Cristo hizo cesar el sacrificio en el programa
divino mediante el sacrificio perfecto de sí mismo por los pecados de su
pueblo.
Los que creen
que las setenta semana es futura, no obstante, argumentan que el pacto de
Daniel 9:27 no puede referirse al pacto de Cristo, porque su pacto es un
"pacto eterno", mientras
que este pacto tiene solamente siete años de duración, ¡pero Daniel
9:27 no dice que el pacto durará siete años! Lo que sí dice es que se
confirmaría o que prevalecería el pacto con muchos del pueblo de Daniel por
“una semana”, es decir, por los siete últimos años. ¡Esto no es un asunto de
cuanto tiempo durará el pacto, sino de cuanto tiempo estaría confirmado el
pacto con Israel!
Es verdad que
el pacto de Cristo es eterno, y por siete años fue confirmado a muchos del
pueblo de Daniel. Por tres años y medio el Mesías personalmente, y por tres
años y medio a través de sus apóstoles.

El Santo de los santos es Cristo, no un templo judío
Los
dispensacionalistas no aplican la expresión “y ungir al Santo de los
santos”(verso 24) a Jesucristo. Ellos opinan que se refiere a la unción de
un lugar santo,
un templo judío futuro
reedificado. 13 Por
lo general, enfatizan el hecho de que el término aquí se traduce como "Santo
de los santos" y aparece 44 veces en las escrituras originales
exclusivamente para describir cosas
y lugares, 
nunca personas. No
obstante, 
en
los últimos dos pasajes, por lo menos, se usa con referencia a personas
consagradas
: Lv. 27:28,29; 1 Cr. 23:13. VR.
Pero como
Hewitt bien ha dicho
:"Aunque
el "Santo de los santos" nunca se aplique a personas, de cierta forma, no se
sabe si la interpretación Mesiánica se afectó mucho. Pues Jesús se refería a
su cuerpo como "templo de Dios"
.14 "Destruid
este templo" decía Jesús, "y en tres días lo levantaré...Refiriéndose a su
cuerpo." (Juan 2 19, 21).
Creemos que
era este tem­plo el que fue ungido para que fuera manifiesto el propósito de
Dios en la tierra. El título mismo de "Cristo" significa "ungido". Y puesto
que tenemos testimonio claro de las escrituras que, al momento de su
manifestación a Israel, fue ungido con el Espíritu, creemos que él
 es
el "Santo de los santos" de esta profecía.

¿Podría un templo futuro reedificado ser más santo que Jesús? Seguro
que 
Jesús es mayor que
cualquier templo edificado por el hombre. Jesús mismo dijo, 
"Pues
os digo que uno mayor que el templo esta aquí." (Mt.12:6).
Algunos
enfatizan que la unción del "Santo" posiblemente se aplicaba también a la iglesia, puesto
que la iglesia, hoy en día es el templo del Espíritu Santo, (Ef. 2:20-22),
fue ungido con el Espíritu el día de Pentecostés (Hech 2). Pero aunque nos
imaginemos a Cristo mismo ser
ungido con el Espíritu en el Jordán, o a su cuerpo
espiritual 
en el día de
Pentecostés, no existe ningún conflicto en el significado, porque tenemos
prueba escritural y concreta de que Cristo fue ungido y su iglesia también.
Ambos recibieron la unción dentro de los límites del tiempo especificado, y
por eso ambas interpretaciones están en armonía con la profecía. Pero e
n
ningún momento vemos ninguna base para sacar esta frase fuera de su contexto
"y ungir al Santo de los santos" aplicarla a un templo judío futuro imaginario.
La realidad
es que no podemos encontrar ningún templo futuro en la profecía de Daniel 9.
La profecía
que Daniel recibió habla de un templo siendo restaurado,
lo 
cual ocurrió. La profecía,
además declara que el templo seríadestruido completamente,
lo cual también fue así. ¡No dice nada ab­solutamente acerca de un templo
distinto! No obstante, los que mantienen la interpretación futurista tienen
que incluir otro templo más, uno futuro, 
un
templo que no está mencionado.
Los que
apoyan la interpretación futurista no pueden explicarse lógicamente como
Dios tenía que "ungir" un templo en el cual se ofrecerían sacrificios
carnales, algo que va directamente
en contra 
de lo que fue
realizado en el 
Calvario.
Habían seis
cosas 
en total en el libro de
Daniel 9:24 que serían cumplidas en conexión con la semana setenta: acabar
con la prevaricación, poner fin al pecado, expiar la iniquidad, traer la
justicia perdurable, sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los
santos. Los que apoyan la teoría futurista, de que la semana setenta es
futura y que la unción del Santo se refiere a la unción de un templo futuro
judío, ¡dicen que estas seis cosas no han sido cumplidas!
Dake, por
ejemplo, dice: 
"Los
seis eventos del verso 24 no han sido cumplidos."15
La enseñanza
futurista dice que estas cosas pasarán durante la semana setenta, la cual
ellos creen que está todavía en el futuro.
16
H.A. Ironside, un
escritor dispensacionalista de renombre, dice que estas cosas no se
cumplieron porque Israel no aceptó al Mesías y por lo tanto ¡Dios canceló la
semana setenta hasta que llegara otro momento!: 
"Israel
no reconoció su Mesías. Todavía no lo conocen como el que cargó sus pecados.
Su prevaricación no ha sido cumplida. Aún no saben acerca de la expiación de
la iniquidad. No saben que la justicia perdurable ya llegó. No se ha sellado
la visión y la profecía. El Santo de los santos no ha sido ungido con el
regreso en gloria de la Shequina. ¿Qué pues? ...Entre la sexagésima novena
semana y la septuagésima, tenemos un Gran Paréntesis que ya ha durado más de
mil novecientos años. La semana septuagésima está suspendida por Dios mismo,
que cambia los tiempos y las sazones por causa de las transgresiones de la
gente...El momento en que el Mesías murió en la cruz, se detuvo el reloj
profético. No ha habido ni un tic tac más por diez y nueve siglos." 
17
Conforme a
este razonamiento, los judíos no reconocieron al Mesías, todavía no le
conocen como el que llevó sus pecados, no saben absolutamente nada de la
expiación y por lo tanto la semana setenta se tuvo que suspender. La verdad
es que "muchos" israelitasaceptaron a Cristo,
lo reconocieron como
su expiador por los pecados. Pero aunque la nación
lo 
aceptara o no, nada
cambiaría el hecho de que ¡la
expiación fue hecha en el Calvario!, 
ya
que Cristo proporcionó la expiación en el Calvario, y puesto que los
cristianos creen que el Calvario era una obra completa, ¿cómo
es posible que estas cosas estén por cumplirse en algún período de tiempo 
futuro?
Estamos de
acuerdo con las palabras de George Murray
:
"
No es sin dolor en el corazón que escuchamos como
hay hombres, de irreprochable sinceridad, que recalcan...que el pecado aún
no ha terminado, que la justicia perdurable todavía no ha sido manifestada y
se atreven a atribuir a un Anticristo malvado aquello que nuestro glorioso
Señor realizó mediante su sacrificio en la cruz, la consumación de la
ofrenda y el sacrificio."
 

La absurda teoría del  “gran paréntesis”
Probablemente
la contradicción más sobresaliente en la interpretación futurista es la
forma en que requiere una separación inmensa entre la semana 69 y la 70. Con
todo el respeto que se merecen los que han enseñado y creído esto, nosotros
creemos que esta separación no es escritural, no tiene base y es
contradictoria. Nos preguntamos como es que algunos comprueban tan
positivamente que las 69 semanas pudieron contar hasta el Mesías y colocarse
en orden lógico, cuando por otra parte saltan 2.000 años y colocan la semana
70 al final del siglo. Todas
las otras "semanas" van una detrás de la otra, de forma continua
y consecutiva. 
Ninguna de
estas tiene separa­ción entre ellas. ¿Por que entonces separar la 70 y la 69
con 2.000 años por el medio?
 
¿Desde
cuando el número 70 no va después del 69?
Si enseñamos
que la profecía puede tener una separación estamos en­señando que podemos
intercalar otras separaciones en otros lugares,
en vez de la profecía contar hasta el Mesías, como lo han hecho tan bien en
este caso. También se lo podían aplicar a cualquier otra cosa, según cuantos
años escogieran para la "separación". Pero estos métodos destruyen el
significado y el propósito de esta profecía
sincronizada.
La "teoría de
la separación" es igual que si un hombre decide andar de 70 millas, puede
viajar las primeras 69 y entonces se encuentra un letrero que le dice que
¡la milla 70 está 2.000 millas más adelante!
O supongamos
que dos hombres están saliendo de la ciudad de Los Ángeles, para viajar a
Chicago, y uno le pregunta al otro: ¿Cuanto queda para llegar a Chicago? El
chofer le dice "Setenta millas". Pero después de las 69 millas todavía están
lejísimos de Chicago, ¡aún están en California! “¿No me dijiste en Los
Ángeles que faltaban 70 millas para Chicago?". El chofer contesta, "Bueno,
son setenta millas desde Los Ángeles a Chicago, pero hay una separación, un
gran paréntesis, como de 2.000 millas que yo no le mencioné. O sea, el
odómetro está puesto para que registre nada más que las primeras 69 millas y
entonces se detiene cuando
andemos 2.000 millas más y comencemos la última milla a Chicago, entonces
empezará de nuevo y marcará la milla setenta."
La teoría de
la separación ha sido comparada a un hombre con una vara de medir, que cortó
la última pulgada y puso un pedazo de elástico entre la pulgada 35 y la 36.
Entonces podría estirar la pulgada 36 hasta donde quiera. ¡Podría hacerla llegar adonde
quisiera! ¡Pero al hacer esto, ha destruido el propósito por el cual se hizo
la vara de medir! Creemos que la misma inconsistencia aparece en la teoría
futurista de separar la semana 69 de la 70 con una separación de 2.000 años.
Hay tres
períodos básicos dentro de la profecía. El primero de siete "semanas” (49
anos) se usó con el trabajo de la reedificación de Jerusalén; el próximo, 62
"semanas" (434 anos), habría de llegar hasta el Mesías; el último era una
semana de 70 años. Tenemos, pues, tres períodos: uno de 49 años, otro de 434
años y otro de 7 años.
Los
seguidores más fuertes de la teoría de la "separación" no admiten que esta
separación exista entre los 49 y los 434 años. Kelly, por ejemplo, declara: 
"Las
primeras 69 semanas transcurrieron sin
problema ... 
sin
interrupciones.” 
19
 Si
no existe ninguna brecha entre los 49 años y los 434, ¿por qué va a existir
entre los 434 y los últimos 7 años?
El término
"setenta semanas" es plural, pero el verbo hebreo que se traduce
"determinar" es singular. La
fraseología actual (aunque sería ex­traño traducirlo así al español), quiere
decir esto: "Setenta semanas /ES (no son) determinadas sobre tu pueblo y
sobre la santa ciudad." Dice Barnes: 
"La
estructura aquí, el verbo singular con un nombre plural ...el verdadero
significado parece ser que las 70 semanas son expresadas colectivamente como
siempre ocurre en un período de tiempo; es decir, se ha determinado un
periodo de 70 semanas. La profecía, en el uso del verbo singular, parece
haber contemplado el tiempo, no como semanas separadas, o como porciones
individuales, sino como un
solo 
periodo de tiempo."
2
0

El hecho de que las 70 semanas fueron consideradas
colectivamente nos muestra que no es cierta la idea de una separación de
2.000 años entre la semana 69 y la 70.
Dios le dio
la profecía de las 70 semanas a Daniel como algo que él pudiera "entender" (*Dan.
9:25). ¡Daniel no sabía nada de separaciones ni de relojes parados! 
El
hecho real es que la semana 70 siguió después de la 69 en orden lógico, y
los eventos de la semana 70 han sido cumplidos cabal y maravillosamente.
Los datos más
antiguos que tenemos acerca de la creencia en una separación entre la semana
69 y 70 aparece en los escritos de Hipólito. Esto no ocurrió hasta el tercer siglo.
Muchos creen
que Hipólito fue el primero en
desatar esta enseñanza.22 Sin
embargo, el hecho de que Hipólito mantuvo esta teoría de la separación no
ayuda mucho a la perspectiva moderna del dispensacionalismo, porque era
diferente en varias formas. Por ejemplo, decía que las “semanas” se contaron
desde Ciro hasta el nacimiento de Cristo. Entonces calculó que la separación
duraría hasta cerca del 500 D.C., cuando calculó que sería la Segunda Venida
de Cristo.23   Por ejemplo, decía que las "semanas" se contaron
desde Ciro hasta elnacimiento de
Cristo. Entonces calculó que la separación
Su teoría no
Incluye la idea popular moderna de un rapto secreto, porque enseñó que la
iglesia sufriría con el Anticristo. El también creía que la Segunda Venida
resultaría en la destrucción del Anticristo, la resurrec­ción de los
muertos, y la glorificación de los santos.*
 

Los “padres de la Iglesia” y los reformadores enseñaron que
las setenta semanas se cumplieron totalmente

No fue hasta después de la aparición del dispensacionalismo,
cerca del año 1830 (vea capítulo 6), que la teoría de la separación se
propagó por todas partes, hasta para apoyar la otra teoría del rapto.
En la
actualidad hemos oído a personas con buenas intenciones discutir que tiene
que 
ocurrir un rapto
"secreto" siete años antes del fin de los tiempos, para que se pueda cumplir
la semana setenta de Daniel.
La teoría de
la separación se presenta a veces en tonos tan positivos que parece ser la
opinión establecida entre los cristianos desde hace mucho tiempo. Esto no es
así.
Aunque los
DETALLES son diferentes, especialmente en conexión con la cronología, los
líderes cristianos y reformadores más famosos a
través de los siglos han enseñado que las 70 semanas hallaron su
cumplimiento total en
el primer advenimiento
de Cristo.
        
El señor
Africano creía que las 70 semanas pertenecían a la primera venida de Cristo,
porque en el tiempo del Salvador “... son abrogadas las transgresiones, y
terminan los pecados...se predica la justicia perdurable. "
El Señor
Metodio conectaba la semana setenta con el primer advenimiento de Cristo.
Polícrono
habló de la confir­mación del pacto que hizo Cristo a la mitad de la semana
setenta. Atanasio comentó que las setenta semanas marcaron "la fecha actual,
y la jornada divina del Salvador", y recalcó que algunos "podrán encontrar
excusas para posponer, hasta un tiempo futuro, lo que está escrito, ¿Pero
qué pueden decir a esto ...o podrán responder? Donde, no solamente se hace
referencia a Cristo, pero él ... es declarado no hombre solamente, sino el
Santo de los santos..."
Eusebio
colocó la crucifixión en la mitad de la semana setenta, y dijo que el pacto
era el evangelio.
Agustín creía
que la semana setenta se cumplió con la primera venida
de Cristo y no pertenecía a su segunda venida, porque en ese tiempo nadie
sabrá el día ni la hora.
*Hipólito probablemente fue
el primero en caer en el error de poner una fecha a la Segunda Venida de
Cristo. La fecha de 500 D.C. fue basada sobre el principio de 6,000 años, y
esto, a la vez, estaba basado en la cronología errónea de la semana setenta
que dio la fecha del nacimiento de Cristo cerca de 5.000 anos después del
principio.
Bede, en su
libro La Explicación del
Apocalipsis, 
la más antigua
exposi­ción británica que se conoce, enseñó que las 70 semanas conducían a
la primera venida de Cristo.
Juan Wycliíf
dijo que "en sus últimos años nuestro Jesús confirmó aquellas cosas que
prometió a los patriarcas ... cuando Cristo sufrió y predicó."
Heinrich
Bullinger contó las setenta semanas como llegando hasta la muerte de Cristo.
Lutero relacionó la semana setenta con la muerte de Cristo y declaró que durante
la semana setenta fue predicado el evangelio con poder.
Melancton
creía que Jesús fue crucificado a la mitad de la semana setenta, tres años
después de su bautismo.
Calvino dio a
entender que la crucifixión ocurrió en la mitad de la semana setenta, cuando
cesó el sacrificio y la ofrenda.
Efraín Huit,
escritor de las primeras exposiciones sistemáticas sobre Daniel que
aparecieron en las colonias americanas, declaró que "con la última semana se
termina el sacrificio del Señor, y comienza el llamado de los gentiles y el
rechazamiento de los judíos." Matthew Henry, famoso por sus comentarios
bíblicos, conectó las setenta semanas con la primera venida de Cristo,
durante la semana final el evangelio fue predicado.
Adam Clarke
escribió que "esta profecía completamente ... ha sido cumplida al pie de la
letra."
Alexander
Campbell lo resumió en estas palabras: "A la mitad de la semana, él (Cristo)
había de establecer la Nueva Institución...su ministerio duró tres años y
medio, y a la mitad de la semana entonces él fue quitado. Y en media semana,
esto es en tres años y medio, se envió aún más cristianos a todas las
naciones. Esto completa las setenta semanas."

La posición cumplida ha sido la perspectiva prevaleciente de
la Iglesia a través de los siglos.
Brevemente
vamos a notar como las dos interpretaciones que hemos discutido se
contrastan una a la otra. La posición futurista dice que la semana 70 es
FUTURA; la interpretación cumplida dice que estas cosas son parte de la
HISTORIA PASADA. La posición cumplida dice que CRISTO ya ha confirmado el
pacto con Israel. La posición futura dice que el fin de los sacrificios será
la obra del DIABLO. La posición cumplida dice que el fin de los sacrificios
se refiere al Calvario y era la obra de DIOS. La inter­pretación futurista
requiere una inmensa SEPARACIÓN. la interpretación cumplida mantiene que las
semanas se seguían EN ORDEN LÓGICO. La posición futurista sostiene que esa
profecía incluye un TEMPLO RESTAURADO en el futuro; La interpretación
cumplida sostiene que el único templo que se menciona en la profecía ya fue
DESTRUIDO.

El
Príncipe Mesías que habría de venir

Hemos llegado
ahora a una parte de la profecía de las 70 semanas la cual ha sido
frecuentemente ignorada. Muchas de las ediciones de la versión del Rey
Jacobo incluyen la siguiente traducción de Daniel 9:26:
 "...y
(los judíos) no serán más su pueblo, y el pueblo del príncipe (el Mesías)
que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario."
Esta
traducción, inclusive el
paréntesis, 
aparece en el
margen de las Biblias publicadas por compañías conocidas, como por ejemplo,
Collins, Harper, Hertel, Holman, National, Nelson Oxford, Whitman, Whinston,
World, Zondervan, etc. ¡
Según
esta traducción, el pueblo que destruiría Jerusalén y el templo sería el
PUEBLO DEL MESÍAS!
Ésta
interpretación no está fundada solamente en lo que dice en el margen de la
Biblia, sino que también se puede ver en el texto regular. La profecía habla
de la venida del "MESÍAS PRÍNCIPE". En la siguiente oración se dice así: 
"y
el pueblo de
un PRÍNCIPE que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario."
Solamente en
el caso de una persona que quiera apoyar una teoría, se podría suponer que
el príncipe a que se refiere esa frase es distinto al que aparece en la
otra. El primer pasaje menciona al Mesías Príncipe y después al pueblo del
príncipe. 
Si
creemos que el príncipe de la primera oración se refiere a Jesucristo, y que
el de la próxima se refiere al Anticristo, le estamos dando un uso
incorrecto al idioma.
Si
primeramente hablamos acerca de un cierto príncipe que vendrá, y entonces
hablamos acerca del pueblo del
príncipe que también vendrá, ¿a quién se le ocurriría pensar que estamos
hablando primero de un príncipe bueno
y 
luego de uno malo? No
hay razón por la cual interpretarlo de esa manera. 
El
príncipe en ambos casos se refiere al 
Mesías.
Según la
descripción que aparece en el margen, y la del texto regular, 
¡el
pueblo del Mesías es el que destruiría la ciudad y el santuario!
Si observamos
más allá en la profecía veremos otra cosa. Ya vimos que "el" que había de
confirmar el pacto y "el" que habría de cesar el sacrificio es el Mesías. El
verso 27 continua: "...vendrá el
desolar." Si queremos ser consistentes, el "él" de la primera parte del
verso 27 se refiere al Mesías, y aquí también se refiere al Mesías.

El tema consiste en la desolación de Jerusalén (la ciudad y
el templo) y este pasaje indica que el Mesías destruiría la ciudad.
Pero todos
sabemos y reconocemos que los ejércitos
de Tito 
son los que
destruyeron Jerusalén y el templo. ¿Cómo, pues, entenderemos que sería el
pueblo del Mesías Príncipe
el que iba a destruir la ciudad y el santuario? (verso 26), y si creemos que
el Mesías es el sujeto de este pasaje, ¿cómo entenderemos que "él" es el que
ha de destruir la
ciudad, como lo leímos en el verso 27? Debido a que la profecía habla del
Mesías trayendo bendiciones sobre
el pueblo de Daniel y la ciudad, algunos no han entendido que él también
sería el que ejecutaría juicio sobre aquellos que eran desobedientes.
El Mesías no
es solamente como un “cordero" sino también como un "León" (Ap. 5:5,6); un
"siervo" y también como "Rey
de reyes" (Is. 53:11; 1Tm.6:15); un "varón", y "el Señor del cielo" a la
misma vez (1 Co 15:47); él es el "fundamento" y también "piedra de tropiezo"
(1 Co. 3:11; 1 Pe 2:8). "Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado;
y sobre quien ella cayere, le desmenuzará." Mt. 21:44.
En el Antiguo
Testamento aparecen contrastes similares. Si el pueblo de Dios era
obediente, recibiría "bendición"; si no, caería una "maldición" sobre ellos.
(Dt. 28). Dios no solo es un Dios de compasión, sino también de ira (Miq.
7:19, 20; Oseas 6:1) 
"Y
fue su SALVADOR. En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de
su faz los salvó; en su amor y su clemencia los REDIMIÓ, y los trajo, y los
levantó todos dos días de la anti­güedad. Más ellos fueron rebeldes, e
hicieron enojar su santo espíritu; por lo cual se les volvió ENEMIGO, y él
mismo peleó contra ellos." (Isaías 63:8-10).
Ahora bien,
si el salvador y redentor del Antiguo Testamento
cambió y se convirtió en el "enemigo" y "peleó contra" aquel pueblo rebelde,
sería lógico pensar que el que se rebele contra el salvador y redentor del Nuevo Testamento
también podía traer juicio sobre los que se rebelaron contra él y rechazaron
su santo Espíritu. Sin exagerar el argumento en forma alguna, estamos
basados en evidencia bíblica.
Puesto que
Cristo será el que juzgará al mundo entero en el día de juicio (Hechos
17:31), ¿por qué vamos a suponer que a aquel a quien le ha sido dada "toda
potestad en el cielo y en la tierra" (Mt. 28:19) no podría juzgar una ciudad
depravada en el año 70 A.D.?
Muchos
cristianos generalmente reconocen que el juicio que cayó sobre Jerusalén en
el año 70 fue el juicio de Dios, es decir, un juiciodivino. Pero
muchos no han creído que este juicio sea la obra del HIJO de Dios, del
Mesías.
 Sin embargo, según
Juan 5:22, 26, 27, 
"El
Padre...todo el juicio dio al Hijo ...Por­que como el Padre tiene vida en si
mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo.
 Y
también le dio autoridad de HACER JUICIO, por cuanto es el Hijo del Hombre."
Tal vez suene
raro que hablemos de la destrucción de Jerusalén por mano del Señor, pero
en realidad, esto fue ejecutado por los ejércitos de Tito. Más
aquí no hay ninguna contradicción. Con un poco de paciencia podemos
escudriñar las escrituras y encontrar muchos ejemplos en los cuales el Señor
habló acerca de la destrucción de varios reinos por Su mano. El dijo
repetidas veces: "Yo haré
que..." 
Y sin embargo, el
contexto demuestra que la obra en sí fue realizada por ejércitos paganos
que ni se imaginaron que estaban ejecutando el juicio de Dios. Veremos que
en este sentido, aún Dios habló de un ejército pagano y se refirió a él como
"mi siervo" y "mi ejército". La evidencia es completa y conclusiva.
Consideremos, por ejemplo, el juicio del Señor que cayó sobre EGIPTO en los
días de Nabucodonosor:
 "Así
ha dicho Jehová: He aquí yo tomaré a Nabucodonosor, rey de Babilonia, MI
SIERVO...Y vendrá y asolará la tierra de Egipto y pondrá fuego
en los templos de los dioses de Egipto ...y los templos de los dioses de
Egipto quemará a fuego." Jeremias 43:10-13.

 "Haré cesar la multitud de Egipto." 
¿Cómo?
Por mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia. Él, y con él su pueblo ... 
serán
traídos a destruir la tierra.        Y pondré fuego a Egipto ...Haré pues
juicios en Egipto" (Ez. 30:10-19). "Heme aquí
contra Faraón rey de Egipto y haré
que la espada se le caiga de la mano. Esparciré a los egipcios ... Fortaleceré, pues, los
brazos 
del rey de Babilonia"
(Ez.30: 22-25). "Haré
resplandecer mi espada delante de sus rostros.. Porque así ha dicho el Señor
Jehová: La espada del rey de Babilonia vendrá sobré ti. Con espadas de
fuertes haré caer tu pueblo...Cuando asolaré la tierra de Egipto." (Ez.
32:9-15).
Aquí vemos
las cosas que Dios dijo que iba hacer,
sin embargo los medios que realmente llevaron a cabo su voluntad divina
fueron ejércitos paganos bajo la dirección del rey Nabucodonosor, a quien
Dios se refiere como "su siervo". También leemos aquí acerca de los juicios
que Dios pronunció sobre otras ciudades y naciones, los cuales se describen
como la obra de Dios. No obstante, es evidente que 
los
ejércitos de los hombres eran
los instrumentos que hicieron en realidad la obra destructiva.

"He aquí que del norte traigo yo contra Tiro a Nabucodonosor, rey de
Babilonia, rey de reyes, con caballos y carros ... Matará a espada ...y
pondrá contra ti arietes, contra tus muros." (Ez 26:7). "Prenderé fuego
en el muro de Tiro, y consumirá sus palacios." (Amos 1:10).

"Y atribularé a los hombres...Oh
Canaan, 
tierra de los
filisteos, y te haré destruir ... También vosotros los de Etiopía seréis
muertos con mi espada. Y...destruirá a Asiria; y convertiré a Nínive en
asolamiento." (Sof 1:17; 2:5-13). "Carga de Nínive...Heme aquí
contra ti, dice Jehová de los ejércitos ... Encenderé
y 
reduciré a humo tus carros
...y raeré de la tierra tu robo...y echaré sobre ti suciedades ...Y
será que todos losque te
vieren, se apartarán de ti, y dirán: Nineve está
asolada." (Nah. 1:1,2;
2:13; 3:5- 7).

"Prenderé 
fuego
en el muro de Gaza, y consumirá sus palacios. Y destruiré a los moradores de
Asdod...y volveré mi mano contraEcron...Prenderé fuego
en Teman ... Prenderé fuego
en Moab, y consumirá los palacios de Queriot...Y quitaré el juez de en medio
de él, y matar don él a todos sus príncipes." (Amos 1:7-15; 2:2,3) "Y haré
encender fuego en el muro de Damasco, y consumirá las casas de Ben-ada."
(Jer 49:27). "Haré pues, de Samaria montones ...y derramaré sus
piedras ...y asolaré todos sus ídolos ... haré matar tus caballos ...y haré
destruir tus carros: y destruiré tus ciudades." Miqueas 1:6,7; 5:10-14).
"Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí ya estoy contra ti, oh
Sidón...enviaré a ella pestilencia ...y caerán muertos en medio de ella, con
espada por todos lados." (Ez. 28:22).
Aquí aparecen
numerosos ejemplos en los cuales vemos ciudades enteras que fueron
derribadas o destruidas por ejércitos; sin embargo,Dios
se refiere a esto como algo que ÉL haría.
 La
fraseología utilizada para describir la destrucción que vino sobre su propio
pueblo desobediente en los tiempos del Antiguo Testamento es similar a esta: 
"Jehová traerá
contra ti una nación de lejos." (Dt. 28:49). 
¿Quién
hará esto? ¡El señor! 
"Mi
alma os abominará"
,
les advirtió Dios. 
"Y pondré vuestras
ciudades en desierto, y asolaré también la tierra ...y a vosotros os esparciré entre
las naciones...y vuestra tierra estará asolada, y desiertas vuestras
ciudades." (Lv. 26:30-32)
A través del
profeta Joel, Dios llamó el pueblo al arrepentimiento, de­scribió la amenaza
de un ejército pagano invasor; un "pueblo grande" que conquistaría y
destruiría con fuego; montado sobre caballos y con carros; bien adiestrado y
organizado; sumamente armado, de tal forma, que si se cayeran de espaldas no
se herirían. Un ejército triunfador en su obra destruc­tora (Joel 2:1-10). 
"Y
Jehová dará su orden delante de SU EJERCITO", y con Dios dirigiendo este
ejército, ¿quién podrá resistirlo?" (Verso 11).

"Por eso pues"
,
advirtió Dios, 
"dice Jehová,
convertios a mi con todo vuestro corazón...lloren los sacerdotes y digan;
Perdona, oh Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad, para
que las naciones se enseñoreen de ella." 
Si
se arrepentían, entonces el Señor dijo:
"Haré
alejar de vosotros al del norte." (Versos 12-20).
Aquí tenemos
un ejemplo de un ejercito "pagano" que vendría contra Judá y Jerusalén para
llevar a cabo el juicio de Dios contra de ellos.Puesto
que este "pueblo" ejecutaría el juicio de Dios, Dios se refiere a él como
"el suyo".
Lo mismo es
evidente en las siguientes escrituras: 
"He
aquí, yo traigo mal sobre este pueblo... He aquí yo pongo a este pueblo
tropiezos... He aquí que viene pueblo de la tierra del norte... Arco y
jabalina empuñarán, crueles son, y no tendrán misericordia ... montarán a
caballo como hombres dispuestos para la guerra, contra ti, oh hija de Sion."
(Jer .6:18-23). "He aquí yo entregaré esta ciudad al rey de Babilonia, y la
quemará con fuego. He aquí, mandaré yo, dice Jehová ...y pelearán contra
ella, y la tomarán, y la quemarán con fuego; y reduciré a soledad las
ciudades de Judá." (Jer 34:2, 22). "Yo meteré fuego en sus ciudades el cual
consumirá sus palacios." (Oseas 8:14). "Y pondré mi rostro contra ellos ...
fuego los consum­irá ...Y convertiré la
tierra en asolamiento," (Ez 15:7, 8). "Así haré pudrir la soberbia de Judá,
y la mucha soberbia de Jerusalén ... los
quebrantaré 
el uno contra el
otro ... ni tendré piedad
... para destruirlos ... toda Judá fue transportada, llevada en cautiverio
fue toda ella... Esta es tu suerte, la porción que yo he medido para ti,
dice Jehová ... Ay de ti, Jerusalén!" (Jer. 13:9-27). "Así ha dicho Jehová:
Si no me oyereis...yo pondré...esta ciudad por maldición a todas las
naciones ... asolada hasta no quedar morador." (Jer 26:1-9). "Así ha dicho
Jehová: ¡Ay de la ciudad de sangres! Pues también yo haré gran hoguera..Yo
profano mi santuario." (Ez 24). "Habrá algún mal en la ciudad, el cual
Jehová no haya hecho ...Y entregaré al enemigo la ciudad y cuanto hay en
ella." (Amos 3:6; 6:8). "Así, pues, ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo
estoy contra ti; si, yo, y haré juicios ...y haré en ti lo que nunca hice,
ni jamás haré cosa semejante, a causa de tus abominaciones ...y enviaré
sobre ti espada." (Ez
5:8-17). "extenderé mi mano sobre Judá y sobre todos los habitantes de
Jerusalén, y exterminaré de este lugar los restos de Baal...escudriñaré a
Jerusalén ...y castigaré a los hombres que...dicen en su corazón: Jehová ni
hará bien ni hará mal." (Sof 1:4,12). "He aquí enviaré ... a Nabucodonosor, mi
siervo ... 
contra esta tierra
 ...y
en desolación perpetua ...y servirán estas naciones al rey de Babilonia
setenta años." (Jer. 25:8-11 ).
Así fue como
los profetas advirtieron a los habitantes de Judá y Jerusa­lén en el Antiguo
Testamento. Por supuesto, lo que aconteció ya es parte de la historia. No
alcanzaron arrepentimiento. 
"1
Hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaron sus palabras,
burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su
pueblo." 
¿Y
como se manifestó la ira de Dios? 
"Trajo (Dios)
contra ellos al rey de los caldeos (Nabucodonosor, rey de Babilonia), que
mató a espada a sus jóvenes en la casa de su santuario, sin perdonar joven
ni doncella, anciano ni decrépito; todos (Dios) los entregó en sus manos
...Y quemaron la casa de Dios, y rompieron el muro de Jerusa­lén, y
consumieron a fuego todos sus objetos deseables." (Jer. 52:12-14; 2 Cr.
36:14-19).
En cuanto a
la condición desolada que existió en aquellos días, Dios dijo: 
"Se
derramó, por tanto, mi ira y mi furor, y se encendió en las ciudades de Judá
y en las calles de Jerusalén, y fueron puestas en soledad
y 
en destrucción." (Jer
44:6). 
La
evidencia es muy clara. 
La
destrucción que resultó sobre Judá y Jerusalén fue hecha por los ejércitos
del rey de Babilonia. Sin embargo, ¡debido a que estos ejércitos en realidad
estaban ejecutando el juicio de Dios, el Señor se refirió a ellos como a SU
PUEBLO, SU OBRA, Y SU SIERVO!
Se podría
correctamente decir que ellos destruyeron a Jerusalén a Judá, porque así lo
declaran las escrituras. Pero por otra parte, también podemos decir que Dios
destruyó a Jerusalén y Judá, y también estar en lo cierto, porque las
escrituras así lo declaran claramente. Tal era el juicio de Dios; pero
fueron los ejércitos paganos como un instrumento de Dios, los que ejecutaron
la destrucción.
Ahora pues,
si aceptamos estas palabras para describir la destrucción de Jerusalén y la
tierra del Antiguo Testamento, ¿por qué pensar, que
esa misma fraseología
está fuera de lugar cuando la aplicamos a la misma ciudad y la misma tierra
cuando fue destruida en el sño 70 D.C.?

Podemos, por lo tanto, decir correctamente que los ejércitos
Romanos destruyeron Jerusalén en el año 70 D.C. puesto que ese era el juicio
del Señor sobre una nación que no se arrepintió. Podemos decir que Jerusalén
fue realmente destruida por el Señor, ya
que ¡los ejércitos paganos solo fueron sus instrumentos para ejecutar su
juicio!

Por lo tanto, entendamos que los ejércitos romanos eran "el
pueblo del príncipe" (el Mesías, el Señor) que destruyó la ciudad y el
santuario. No eran su pueblo en el sentido de que fueran cristianos, por
supuesto, pero eran su pueblo en
el sentido 
de que ejecutaron
su juicio, al igual que los ejércitos de Nabucodonosor habían sido su pueblo
en la destrucción que vino sobre aquella tierra y el pueblo del Antiguo
Testamento.
El tema
principal de todo este pasaje es el Mesías Príncipe (Dn 9:24-27). Una vez
que entendamos esto, ya no importa si la palabra "el" del verso 27 está
conectada con la palabra "príncipe" en la frase "el pueblo del príncipe", o
con la frase "el Mesías príncipe", ya que ¡ambasexpresiones se
refieren al 
Mesías!
Observemos de
nuevo la profecía. "
Y
el pueblo de un príncipe (el Mesías) que ha de venir destruirá la ciudad y
el santuario; y su fin (la destrucción de la
ciudad y el santuario) será con inundación." (Dn
9:26). 
La
palabra "inundación" aquí significa sheteph (número
7858 de la Concordancia de Strong) y viene de la palabra stataph (número
7857 en la Concordancia de Strong). Los dos términos están relacionados en
el libro de Daniel 11:22, el cual describe la invasión de un enemigo y dice
así:
 "Las
fuerzas enemigas serán barridas (sheteph)
delante de él como con inundación (sheteph)
de aguas; serán todos destruidos."
La palabra
inundar (de la cual proviene la palabra inundación, diluvio) se usa
en otros lugares en el libro de Daniel: "
Y
reunirán multitud de grandes ejércitos ...e inundará,
y 
pasará delante" (11:19)
. "...su
ejército será destruido, y caerán
muchos muertos." (11:26). "Y entrará por las tierras, e inundará,
y 
pasará ... muchas
provincias caerán". (verso 40). 
Todas
las re­ferencias a "inundar" que aparecen en Daniel se refieren a la
inundación de las invasiones
del enemigo. 
Ese tipo de
"inundación" es la que habría de destruir a Jerusalén en el año 70.
No es cosa
rara que las escrituras empleen la palabra inundación en
esta forma. En medio de una batalla, David dijo: 
"Y torrentes de
perversidad me atemorizaron." (Sal 18:4; 2 S. 22:5). "Porque vendrá el
enemigo como río (Isaías 59:19). ¿"Quién es este que sube comorío? Egipto
como río se
ensancha...y dijo, Subiré, cubriré la tierra: destruiré ... Subid, caballos,
y alborotaos, carros, y salgan los valientes." (Jer 47:7-9).
El ejército
invasor se asemeja a "aguas del norte ... se harán torrente" en
Jeremías 47:2,3. La destrucción de Nínive que fue realizada por un ejército
invasor se describe con el término profético: 
"inundación impetuosa"
(Nahum 1:1,8),
Según la
profecía de Daniel, el "fin" que había de venir sobre la ciudad y el templo
de Jerusalén traería también "inundación", la inundación de un ejército
invasor. Y esto, por supuesto, sería confirmado por un cumplimiento
verdadero. Mientras que los romanos continuaron golpeando los portones
masivos y los muros de la ciudad, en varios lugares se hicieron aberturas y
una invasión de guerreros desde el Tiber inundó la ciudad como un diluvio
impetuoso, y por fin llegó su destrucción.
*

*Concerniente a la derrota de Babilonia, leemos: "Subió el mar sobre
Babilonia; de la multitud de sus olas fue cubierta. Sus ciudades
fueron asoladas, la tierra seca y desierta ...y bramarán sus olas, y
como sonido de muchas aguas." (Jer 51:42, 43, 55). Jesús,
refiriéndose a la destrucción que había de venir sobre Jerusalén,
habló de "el bramido del mar y de las olas." Es decir, "Angustia de
las gentes por la confusión" (Lc. 21:25). Ni Babilonia ni Jerusalén
fueron destruidas por el mar literalmente
o 
por las olas. Estas
expresiones son figurativas. Luego la profecía continúa con estas
palabras: 
"Y
hasta el fin de la guerra (contra Jerusalén) durarán las
devastaciones"
,
o como dice la traduc­ción de la referencia: 
"Será
cortado por desolaciones." 
Esta
obra destructora se describe mejor en el verso 27 
“Después
con la muchedumbre de las abominaciones vendrá
el desolador (el Mesías el Señor)."
Según la
propia interpretación de Jesús tocante a estás "abominaciones que iban a
"desolar", sabemos que esta es una referencia a losejércitos Gentiles (Mt
24: Lc. 21). Con esto en mente, veamos este verso de nuevo:
 "con
la (a favor de) muchedumbre de las abominaciones (los ejércitos
invasores de los Gentiles) vendrá el desolador (el Mesías, el Señor)."
Dios
obraría "para que" estos ejércitos paganos pudieran extenderse alrededor
de Jerusalén y tomarla por la fuerza. O como dice una traducción, "con
los ejércitos abominables
lo convertiría en desolación." 
Estos
ejércitos no eran sino sus instrumentos para llevar a cabo su juicio.
¿Hasta
que límite dice la profecía que estos ejércitos paganos han de destruir
a Jerusalén? ¿Destruirán solamente una pequeña porción de un muro, o
quizás una pequeña parte del templo, o unas cuantas casas? No, la
profecía continúa diciendo que el Señor, junto con los ejércitos
abominables, la harían una "desolación, hasta que venga la consumación", la
destrucción total (Kalah,
número 3617, de la concordancia de Strong). En otras palabras, estos
ejércitos comenzarían a derrumbar y destruir, pedazo por pedazo, parte
por parte, hasta que viniera la consumación, hasta que su obra fuese com­pleta.
O 
como Jesús dice cuando
comentaba sobre esta misma profecía: "¡No quedará piedra sobre piedra,
que no sea destruida! Y las últimas diez palab­ras que clausuran la
profecía recalcan nuevamente estas cosas:
"Y
lo que está determinado se
derrame 
sobre el
desolador."
 ¡El
juicio estaba seguro!
La nación
judía había llenado su copa de iniquidad hasta rebosar. Ha­bían
rechazado y matado al Mesías y perseguido a los que él envió. Lo que
Jesús dijo en la parábola de la fiesta de boda encaja perfectamente en
el juicio divino que sobrevino a Jerusalén. Rechazaron la invitación del
Rey v mataron al mensajero que les envió. Por consecuencia, "
al
oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó
a aquellos homicidas, y quemó su ciudad." (Mt.
22:7).
Según la
profecía de Daniel, serían contadas 69 semanas hasta la llegada del
Mesías, las cuales se cumplieron. Después de esto, el Mesías desapareció
durante la semana que quedaba, la semana 70, cuando se realizó el
sacrificio final y perfecto del plan de Dios.
A través
de su obra redentora, Jesús puso fin a los pecados, hizo expiación para
la iniquidad, y trajo la justicia perdur­able por medio del Evangelio.
El tema
principal de la profecía es Cristo
Jesús. Su 
cumplimiento
grandioso resplandece aún más en el Calvario con poder y gloria. Su
forma de regular el tiempo es perfecta. Sus palabras son armoniosas. Su
mensaje satisface el alma. Sería
un grave error echar todo esto a un lado y aplicar la profecía al futuro
y al Anticristo (en
vez de a Cristo y a su obra redentora del Calvario)
.


Ralph Woodrow


 
 















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