domingo, 2 de julio de 2017

ISAIAS: LA SALVACION DEL SEÑOR

ISAIAS: LA SALVACION DEL SEÑOR


ISAIAS: LA SALVACION DEL SEÑOR
por Ray C. Stedman


Isaías fue el más grande de todos los profetas y un maestro
excelente del lenguaje. Si usted disfruta leyendo preciosas y vibrantes
cadencias y maravillosos pasajes literarios, gozará usted leyendo
este libro aunque no sea más que por ese motivo.



Isaías es la más completa revelación de Cristo del
Antiguo Testamento, tanto es así que se le llama con frecuencia "el
evangelio según Isaías. El familiarizarse con estos magníficos
pasajes proféticos que nos hablan acerca del Cristo que habría
de venir, es experimentar mucho de la riqueza y la profundidad de las Escrituras.



Además la naturaleza profética del libro de Isaías
es una de las más importantes pruebas de que la Biblia es la palabra
de Dios porque Isaías vivió unos 724 años antes de
Cristo. Los muchos pasajes en los que se refleja el hecho de que se espera
al Mesías apuntan de una manera tan clara a Cristo y se cumplen en
él, que constituyen un argumento incontestable sobre la inspiración
del libro.



Siempre que comenzamos el estudio de un nuevo libro, deseamos hallar
una clave. Me temo, sin embargo, que con frecuencia este es un enfoque un
tanto ineficaz. A veces estos libros de la Biblia parecen casas cerradas
con candado, atrancadas y con los postigos cerrados, por lo que es imposible
entrar en ellas a menos que encontremos la llave (o clave). Y hay personas
que están convencidas de que los únicos agentes inmobiliarios
con la debida licencia que tienen la llave de la "inmobiliaria de las
Escrituras son los maestros de la Biblia.



Pero los libros de las Escrituras no son así, sino que son más
bien como parques nacionales. Están abierto para todo el que quiera
deambular por ellos y resultan deliciosos de explorar por sí mismo.
Pero cada uno de los parques tiene sus propias características, que
hace que se distingan unos de otros y se puede apreciar mejor un parque
si se sabe cuál es la característica. Yo he aprendido a apreciar
algunas de las características distintivas de los grandes parques
nacionales en el oeste. Por ejemplo, si se desea observar las distintas
expresiones de la naturaleza, vaya usted al Parque Yellowstone, donde la
naturaleza se vale de todos los trucos que oculta y lo junta todo. Si desea
contemplar toda la grandeza de las montañas y de los fríos
lagos, al lugar a donde debe acudir es el Monte Glacier de Montana. Si lo
que desea es sentirse admirado, sumiso y conmovido, entonces vaya a ver
el Gran Cañón. Si lo que busca, en cambio, es un valle tranquilo
en el que descansar y reflexionar, el ideal es el Parque de Yosemite, es
decir, en cualquier época que no sea mediados del verano, cuando
encontrará usted a más de veinte mil personas junto a usted.
A veces pienso de este modo acerca de los libros de la Biblia. El libro
de Apocalipsis es, en mi opinión, bastante parecido al Parque Nacional
de Yellowstone. Está lleno de géisers que salen a chorro y
toda clase de extraños simbolismos, así como una gran variedad
de formaciones. El Evangelio de Juan se parece bastante al de Yosemite,
tranquilo, profundo y reverente, pero no hay duda alguna de que el libro
de Isaías es el Gran Cañón de las Escrituras. Los geólogos
nos dicen que el Gran Cañón es una historia del mundo en miniatura,
una historia condensada, un volumen de bolsillo del pasado de este modo
e Isaías ha sido además reconocido como una Biblia en miniatura.



Tiendo siempre a pensar que el orden en que aparecen los libros de la
Biblia está divinamente inspirado debido al arreglo tan particular.
No han sido, ni mucho menos, colocados en el orden que esperaríamos
que estuviesen y creo que esto es altamente significativo. Es especialmente
interesante que el libro de Isaías se encuentre exactamente a la
mitad de la Biblia. Se encuentra justo en el centro y se le llama con frecuencia
una Biblia en miniatura.



¿Cuántos libros tiene la Biblia? Sesenta y seis. ¿Cuántos
capítulos tiene Isaías? Sesenta y seis. ¿Cuántos
libros hay en el Antiguo Testamento? Treinta y nueve y, por lo tanto, veintisiete
en el Nuevo. Y el libro de Isaías divide exactamente de ese modo.
La primera mitad del libro comprende treinta y nueve capítulos. Hay
una clara división en el capítulo 40, de manera que los veintisiete
capítulos restantes constituyen la segunda mitad de este libro.



El Nuevo Testamento empieza con la historia de Juan el Bautista, el predecesor
de Cristo, anunciando la venida del Mesías y termina con el libro
de Apocalipsis con el nuevo cielo y la nueva tierra. El capítulo
40 de Isaías, que empieza la segunda mitad, contiene el pasaje profético
que predice la venida de Juan el Bautista:



"Una voz que clama: ¡En el desierto preparad el camino de
Jehová; enderezad calzada en la soledad para nuestro Dios!"
(Isa. 40:3)


Y esto, nos dice Juan, se cumplió en él cuando vino. Y
cuando lea usted hasta el final del libro se encontrará que el capítulo
66 habla acerca del nuevo cielo y la nueva tierra que Dios está creando.
De manera que aquí en Isaías hallamos una asombrosa y cercana
analogía que ofrece un paralelo de toda la Biblia.



Las personas que visitan el Gran Cañón se quedan siempre
asombradas por algo que ven cuando van a verlo. Se colocan junto al borde
y echan un vistazo al enorme, impresionante y silencioso cañón,
hasta abajo donde está el Río Colorado, que solo parece un
hilillo dorado a más de una milla de distancia y antes o después
exclama algún visitante sorprendido: "¡No entiendo como
un río tan diminuto pudo haber cincelado un cañón como
este! Y se asombran ante esta idea.



Ahora bien, si lee usted el libro de Isaías cuidadosa y detenidamente,
sentirá de inmediato la grandeza y el poder de Dios. Se pueden escuchar
las poderosas y vibrantes cadencias del lenguaje de este libro. Se puede
percibir la insignificancia del hombre en comparación con el poder,
la sabiduría y la majestad de Dios. Y si se pregunta usted a sí
mismo: "¿Cómo pudo Isaías, que no era más
que un ser humano como yo, escribir un libro como este? la respuesta parece
imposible.



Sabemos muy poco acerca de Isaías mismo. Vivió durante
los reinados de cuatro reyes de Judá: Uzías, Jotam, Acaz y
Ezequías. Su ministerio empezó unos 740 años antes
de Cristo, cuando las diez tribus que formaban el reino del norte de Israel
estaban siendo llevadas en cautividad por Senaquerib, el invasor asirio.
Y Judá, el reino del sur, se había sumido en la idolatría
hacia el final del ministerio de Isaías en el año 687 a. de
C. y fue llevado cautivo a Babilonia. De modo que el ministerio de este
profeta abarca el tiempo que va desde la cautividad del reino del norte
y la cautividad del reino del sur, es decir unos 50 años. Isaías
fue contemporáneo de los profetas Amós, Oseas y Miqueas y
la tradición nos dice que el profeta Isaías murió como
un mártir bajo el reinado de Manases, uno de los reyes más
malvados que hallamos en el Antiguo Testamento. La historia nos dice que
se ocultó en un árbol hueco con el fin de escapar al reinado
de Manases y los soldados del rey, sabiendo que se hallaba en el interior
del árbol, serraron el árbol por lo que fue aserrado por la
mitad. Algunos eruditos piensan que cuando la epístola a Hebreos,
con su gran capítulo dedicado a los héroes de la fe, menciona
el morir aserrado en dos como una de las maneras en que murieron los profetas
como mártires, se refería al profeta Isaías. (Heb.
11:37)



Fue el autor humano de este libro y es realmente asombro pensar que un
hombre pudiese escribir con un lenguaje tan hermoso como este y pudiese
revelar las cosas tan importantes que encontramos aquí, pero cuando
los visitantes siguen el largo sendero hasta el Río Colorado, ya
no se asombran por el hecho de que el río pudiese abrirse camino
en el gran cañón, porque de hecho oyen a las rocas siendo
trituradas y empujadas por la fuerza de la corriente y pueden sentir esa
poderosa fuerza invisible del río. El libro de Isaías es algo
por el estilo. Aquí tenemos el caso de un hombre que se deja llevar
por una tremenda fuerza y que gracias a ello puede anunciar magníficas
profecías.



En su segunda epístola, Pedro dice acerca de los profetas del
Antiguo Testamento: "Y hay que tener muy en cuenta, antes de nada,
que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación
privada; porque jamás fue traída la profecía por voluntad
humana; al contrario, los hombres hablaron de parte de Dios siendo inspirados
por el Espíritu Santo (2ª Ped. 1:20, 21) y esto explica cómo
Isaías pudo hablar y escribir como lo hizo.



Ahora bien, lo asombro es que los profetas que hablaban de este modo
eran plenamente conscientes de que un poder invisible en su interior hablaba
por medio de ellos y que lo que decían y escribían era algo
superior a lo que ellos podían hacer o decir. De hecho, llegaban
a buscar en sus propios escritos con el propósito de descubrir las
verdades ocultas en ellos, y en este sentido el ministerio les era útil
a ellos mismo, pues estudiaban lo que ellos mismos habían escrito.
Pedro dice lo mismo en su primera epístola:



"Acerca de esta salvación han inquirido e investigado diligentemente
los profetas que profetizaron de la gracia que fue destinada para vosotros.
Ellos escudriñaban para ver qué persona y qué tiempo
indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, quien predijo
las aflicciones que habían de venir a Cristo y las glorias después
de ellas. A ellos les fue revelado que, no para sí mismos sino para
vosotros, administraban las cosas que ahora os han sido anunciadas por
los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado
del cielo; cosas que hasta los ángeles anhelan contemplar."
(1ª Pedro 1:10-12)


Si es preciso alguna clave con respecto a este libro, aquí la
tenemos. Isaías era un hombre que investigaba buscando algo. Pedro
dice que estaba buscando la salvación que había de venir de
Dios. Y lo interesante del caso es que el nombre "Isaías quiere
decir "salvación de Jehová.



¿Qué es lo que impulsa a este hombre a escudriñar?
¿Por qué examina estos escritos, intentando descifrar este
asunto? Al leer el libro podemos entender su problema. Isaías vivió
durante un tiempo de tensión nacional, cuando la verdadera naturaleza
del hombre era visible y se exponía tal y como era exactamente como
sucede en nuestra época. Le preocupaba profundamente la rebeldía
innata del hombre, como expresa en su primer capítulo. La nación
se ha olvidado deliberadamente de los caminos de Dios y su obstinada estupidez
es algo que está por encima de su comprensión. "¿Por
qué pregunta "hasta el buey conoce a su dueño y el asno
el pesebre de su amo... (Isa. 1:3) Hasta un animal es capaz de saber quién
es el que le alimenta, dónde recibe bendición y ayuda, pero
dice "Israel no conoce, mi pueblo no entiende. El pueblo vaga torpemente,
negándose obstinadamente a volver atrás y las naciones de
alrededor actúan de modo igualmente equivocado.



Entonces Dios le concede una visión a Isaías. Ve a Dios
en su tremenda pureza y santidad y esta asombrosa revelación de Dios
está en el capítulo 6, versículos 1 al 3:



"En el año que murió el rey Uzías, vi yo al
Señor sentado sobre un trono alto y sublime; y el borde de sus vestiduras
llenaba el templo. Por encima de él había serafines. Cada
uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos
cubrían sus pies y con dos volaban. El uno proclamaba al otro diciendo:--¡Santo,
santo, santo es Jehová de los Ejércitos! ¡Toda la tierra
está llena de su gloria!"


¡Imagíneselo! Mientras está un día en el templo,
de repente ve a Dios. En el año en que murió el rey Uzías,
estando el trono vacante, vio el trono que no había estado nunca
vacante. Contemplo a un Dios de ira y de poder. Al seguir leyendo, veremos
descrito, de una manera preciosa, cómo Dios tiene poder para conmover
a la tierra y sus fundamentos, porque es un Dios inmenso, infinito y poderoso,
que habla a través del trueno y que se mueve con poder. Isaías
pregunta: "¿Cómo puede un Dios así hacer algo
que no sea destruir a las criaturas rebeldes que son los hombres? ¿Dónde
hay una salvación así para hombres que actúan de este
modo?



Pero su problema empeora cuando, en la segunda parte del libro, toma
consciencia de la impotencia del hombre. El capítulo 40 empieza sobre
esta nota. He aquí el pasaje profético acerca de Juan el Bautista:



"Una voz decía:


    --¡Proclamadlo!
    Y yo respondí:
    --¿Qué he de proclamar?
    --Que todo mortal es hierba y toda su gloria es como la flor del campo. La hierba se seca, y la flor se marchita; porque el viento de Jehová sopla sobre ella. Ciertamente el pueblo es hierba. La hierba se seca y la flor se marchita; pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre." (Isa. 40:6, 8)
El hombre es como la hierba, es algo temporal, solo está aquí
durante un corto tiempo. Su vida dura un tiempo bastante corto y luego se
acaba. Isaías ve en esto la absoluta impotencia y desamparo del hombre
al ir adelante a ciegas a su condena.



Pero a continuación Isaías empieza a encontrar la respuesta.
Maravillosamente entrelazada en este libro se encuentra la creciente revelación
del amor de Dios y la salvación de Jehová, que se halla en
la figura de alguien que ha de venir: el Mesías, el siervo de Dios.
Al principio aparece como una figura poco clara e intangible, pero se va
haciendo gradualmente más brillante hasta que por fin, en el capítulo
53, la figura de Cristo parece saltar de la página y llenar toda
la habitación y nos damos cuenta de que él es la respuesta.



Pero lo que se le dio a Isaías para que lo mostrase de manera
especial era que el Dios de la gloria trascendente que vio en el capítulo
6, el Dios que le asustó tanto que clamó diciendo: "...siendo
un hombre de labios impuros y habitando en medio de un pueblo de labios
impuros... (6:5) es el mismo Dios que un día sería:



"...despreciado y desechado por los hombres, varón de dolores
y experimentado en el sufrimiento y como escondimos de él el rostro...pero
fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados...el
fue oprimido y afligido, pero no abrió su boca..." (53:3, 5,
7)


E Isaías vio de qué modo el amor de Dios qubrantaría
la rebeldía del hombre y supliría su necesidad ante la que
estaba impotente.



Y finalmente ve más allá de la oscuridad y la tristeza
de los siglos que aún estaban por venir, hasta que una mañana
despejada, en el día de justicia, toda la gloria de Dios cubrirá
la tierra. Y el hombre no hará más la guerra, y convertirán
sus espadas en rejas de arados y sus lanzas en podaderas y nadie dañará
o destruirá el santo monte de Dios.



Puede usted encontrar estos dos temas o características de Dios
juntas en el libro de Apocalipsis. En el capítulo cuatro, Juan nos
habla acerca de una poderosa visión que tuvo de Dios: "...y
sobre el trono uno sentado... (Apoc. 4:2) Y luego en Apocalipsis 5:6 dice:
"Y en medio del trono y de los cuatro seres...vi un Cordero... Estos
son, pues, los dos temas mencionados por Isaías: el trono y el Cordero.
En Isaías 6:1 vemos el trono: "...vi yo al Señor sentado
sobre un trono alto y sublime... y encontramos al Cordero en el capítulo
53, versículo 7:



"...como un cordero fue llevado al matadero, y como una oveja que
enmudece delante de sus esquiladores, tampoco él abrió su
boca."


Como ve usted, este es el plan de Dios. El no ha optado venir con todo
su poder y haciendo la guerra con el fin de borrar a los hombres de la faz
de la tierra (¡aunque así es como nosotros intentamos resolver
nuestros problemas!) Como declara Dios en Isaías (55:8, 9):



"...mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros
caminos son mis caminos, dice Jehová. Como son más altos
los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que
vuestros caminos y mis pensamientos más altos que vuestros pensamientos."


El método de Dios es abrirse camino en medio de la rebeldía
del hombre, pero no valiéndose de su poder, sino de un amor sufriente.
Y cuando lo hace, y el corazón reacciona abriéndose a él,
entonces toda la majestad y el poder de Dios son derramados en esa vida
para que se cumpla en ella lo que Dios tenía destinado a los corazones
humanos.



Es realmente asombroso lo actualizado que es este libro. La primera parte
del libro representa la amenaza del rey de Asiria, la segunda mitad describe
la amenaza del reino de Babilonia y en la parte central del libro, entre
los capítulos 37 a 39, está el "relleno de este bocadillo
histórico, un interludio que nos lleva de Asiria a Babilonia. Estas
dos naciones, Asiria y Babilonia, están actualmente en el mundo y
lo han estado desde los tiempos de Isaías.



El rey de Asiria representa el poder y la filosofía de la impiedad,
la idea de que Dios no existe y de que vivimos como queremos; de que nos
encontramos en un universo determinista y materialista, que sigue adelante
a trancas y barrancas y nosotros no podemos hacer nada al respecto y lo
único que podemos hacer es intentar disfrutar y aprovechar las situaciones
al máximo. Es la filosofía según la cual el poder tiene
la razón y que el hombre no tiene a nadie a quien responder más
que a sí mismo. Esta es la filosofía asiria tan extendida
en la actualidad y es además la filosofía tras el comunismo.



La segunda fuerza es el poder de Babilonia. En las Escrituras Babilonia
es siempre el símbolo de la apostasía, del error religioso
y del engaño. Y esto es, una vez más, lo que experimentamos
por todas partes en nuestros días. Aquellas voces que sería
de esperar que nos sirviesen de guía, la voz de la iglesia misma
en muchos lugares, son con frecuencia voces que se levantan en contra de
Dios predicando lo que estimula a hacer el mal y causa la destrucción
de la vida humana. Por lo tanto, estamos viviendo en los tiempos acerca
de los cuales habló Isaías.



Las características dominantes de la vida humana son básicamente
la rebeldía y la impotencia. ¿Se ha dado cuenta de lo cierto
que son estas cosas? Hace poco leí en un periódico acerca
de un hombre al que le pusieron una multa por exceso de velocidad. Cuando
el oficial de policía le entregó la multa, el hombre la leyó,
la entregó de nuevo al policía, se metió rápidamente
en su coche y la cosa acabó en una persecución a gran velocidad,
en la que el conductor hizo por fin que su coche se saliese de la carretera
y lo destrozó, matándose a sí mismo y a su hija de
seis años que estaba con él en el coche. ¿Qué
fue lo que le hizo actuar de ese modo? ¿No fue sencillamente la misma
rebeldía innata del corazón humano que no quiere enfrentarse
con la autoridad? Ese es el problema que todos tenemos ¿no es cierto?



Cuando las personas acuden a mi para que las aconseje me dicen con frecuencia:
"Se lo que tengo que hacer, pero debo confesar que no quiero hacerlo.
¿Por qué no? Todos tenemos este problema ¿no es verdad?
Somos rebeldes y nos sentimos impotentes. Esto es algo que se refleja en
la creciente desesperación y en el sentido de inutilidad que se apodera
de tantas personas en la actualidad, la soledad y la aparente falta de significado
de la vida. Y en dos ocasiones en este libro, una vez al principio y otra
hacia el final, encontramos las importantes palabras que Dios dirige a un
mundo dominado por la rebeldía y la impotencia. Dios dice en el capítulo
1, versículo 18:



"Venid, pues, dice Jehová y razonemos juntos...aunque vuestros
pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos."


El nos ofrece perdón. Nuevamente leemos en el capítulo
55, versículo 1:



"Oh, todos los sedientos, ¡venid a las aguas! Y los que no
tienen dinero, ¡venid, comprad y comed! Venid, comprad sin dinero
y sin precio, vino y leche."


Como vemos, el mensaje de Dios al hombre no es la condenación,
sino que es: "venid, venid, la salvación de Jehová está
al alcance de todos. Y cuando el hombre lo acepta, Isaías dice:



"Todos nosotros nos descarriamos como ovejas; cada cual se apartó
por su camino. Pero Jehová cargó en él el pecado de
todos nosotros." (53:6)


Si lo hace, el hombre descubrirá la respuesta a su más
profunda necesidad, es decir, que es posible librarse de la rebeldía
y de la impotencia para que el hombre se convierta en aquello que Dios le
tenía destinado.



Pienso con frecuencia en lo que le pasó hace años a uno
de los maestro de la Biblia en Inglaterra. Al dirigirse apresuradamente
a coger un tren después de uno de los cultos en los que había
estado predicando, un hombre apareció corriendo detrás de
él por la plataforma y al llegar junto a él, justo cuando
se disponía a coger el tren, el hombre le dijo: "¡Oh,
señor! Estuve esta noche en el culto y le oí hablar acerca
de una manera mediante la cual el hombre puede hallar la paz con Dios. Necesito
ayuda, quiero encontrar el camino hacia Dios. Ayúdeme usted.



Pero el maestro le dijo: "Lo siento, no tengo tiempo. Tengo que
coger este tren, pero le diré lo que hacer. Coja esta Biblia y acérquese
a la farola más cercana. Busque lo que dice en Isaías 53:6.
Inclínese cuando mencione la palabra "todos por primera vez
y levántese cuando la mencione al final. Y a continuación
se subió al tren y se marchó.



El hombre se quedó allí parado durante un momento, muy
perplejo, sin saber qué pensar y luego dijo: "Está bien,
lo haré. Cogió la Biblia que el maestro le había dado
y se acercó a la farola más cercana. "¿Qué
fue exactamente lo que me dijo? se preguntó a sí mismo. "Ah
sí, que buscase en Isaías 53:6 y lo encontró. "Todos
nosotros nos descarriamos como ovejas ¿qué me dijo que hiciese?
Que me inclinase al leer la primera vez que mencionase "todos. Que
me pusiese recto cuando leyese la última palabra "todos. "Todos
nosotros nos descarriamos como ovejas; cada cual se apartó por su
camino. "Oh dijo, "ya entiendo lo que quiso decir. Tengo que admitir
que ese es mi caso. Me tengo que inclinar al leer el primer todos, reconocer
que me he descarriado y que he seguido mi propio camino. ¿Y ahora
qué? Me pondré derecho al leer la última palabra todos,
"pero Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
EL lo llevó.



En un momento aquel hombre lo vio claro. A la noche siguiente, en la
reunión, entregó la Biblia al maestro y le dijo: "aquí
tiene su Biblia. Quiero que sepa usted que me incliné al leer la
palabra todos al principio y me puse derecho al leer la palabra todos del
final.



Ese es, pues, el mensaje de Isaías y es además el mensaje
de la Biblia. Es el mensaje de la palabra de Dios. Pongámonos en
pie al leer el todos del final.



Oración



Padre nuestro, te damos gracias por el ministerio de este gran profeta
de la antigüedad. Cuando pensamos que este libro fue escrito siete
siglos antes de que nuestro Señor Jesús apareciese en la
tierra, pero a pesar de ello describe de una manera tan maravillosa y con
tanta exactitud cada aspecto de su ministerio, vemos que tu mano está
tras el libro y que has sido tú quien nos ha ofrecido esta gran
liberación de nosotros mismos. Tu hiciste que él llevase
nuestras iniquidades, nuestras transgresiones y debido a ello somos aceptados
ante tus ojos y podemos descubrir todas las maravillas que tú nos
tienes reservadas. Te damos gracias en el nombre de Cristo, amen.




Nº de Catálogo 223



Isaías



5 de Diciembre, 1965



Vigesimotercer Mensaje





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