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«Gran Capitán», el terror de los franceses en la batalla que cambió la Historia de España
Día 20/10/2013 - 18.21h
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«Los que mandan ejército un día como hoy no
deben ocultar el rostro», arengó Gonzalo Fernández de Córdoba a sus
hombres ante la decisiva lid de Ceriñola
Gonzalo Fernández de Córdoba, «Gran
Capitán». El eco de sus proezas aún retumban en los manuales de historia
militar. En Europa y allende los mares, donde los «herederos» de sus Tercios fraguaron el Imperio de aquella joven España.
Cuando muchos nombran tan alegremente a Sun Tzu, Clausewitz, Napoleón,
Patton o Schawrzkopf, olvidan que fue este genio militar español quien
cambiaría para siempre el «arte de la guerra»: de la pesadez medieval (caballería pesada) a la agilidad moderna (infantería).
Capitán». El eco de sus proezas aún retumban en los manuales de historia
militar. En Europa y allende los mares, donde los «herederos» de sus Tercios fraguaron el Imperio de aquella joven España.
Cuando muchos nombran tan alegremente a Sun Tzu, Clausewitz, Napoleón,
Patton o Schawrzkopf, olvidan que fue este genio militar español quien
cambiaría para siempre el «arte de la guerra»: de la pesadez medieval (caballería pesada) a la agilidad moderna (infantería).
Reconquista de Granada, victoria sin igual frente al francés en Nápoles,
conquista de un nuevo Reino para sus «Señores», virrey, precursor de
una nueva estrategia militar fundamentada en la infantería y visionario
de un Ejército español cuyas reformas impulsaron un cambio de mentalidad
que posteriormente derivó en la creación de los populares tercios
españoles que acabarían dominando buena parte del mundo e invictos desde 1503 hasta el desastre de Rocroi en 1643.
conquista de un nuevo Reino para sus «Señores», virrey, precursor de
una nueva estrategia militar fundamentada en la infantería y visionario
de un Ejército español cuyas reformas impulsaron un cambio de mentalidad
que posteriormente derivó en la creación de los populares tercios
españoles que acabarían dominando buena parte del mundo e invictos desde 1503 hasta el desastre de Rocroi en 1643.
A pesar de sus proezas, nunca dejó de ser un oficial cercano a sus hombres
ser un oficial cercano a sus hombres, con sentido del honor para con el
contrario, estoico y, ante todo, súbdito leal
hacia unos Reyes Católicos que iniciaban en sus hombros la aventura de
una nueva nación. Aunque no fueron pocas las desaveniencias acaecidas
con sus «Señores», llegando a ser apartado de la «res publica» y «res
militaris» de la siempre desagradecida España.
Como bien explica Fernando Martínez Laínez, periodista y coautor del libro «El Gran Capitán» (Ed. Edaf),
Gonzalo Fernández de Córdoba (1453-1515) se inició pronto en la carrera
militar, pues estaba destinado a dedicarse a guerrear al ser el segundo
hijo de una familia noble, cobrando su nombre más poder entre los
militares. Pronto se asoció su nombre a la valentía. «Una de las primeras batallas en las que intervino fue la de Albuera, cuando combatió a las huestes del rey de Portugal que habían invadido Extremadura».
Gonzalo Fernández de Córdoba (1453-1515) se inició pronto en la carrera
militar, pues estaba destinado a dedicarse a guerrear al ser el segundo
hijo de una familia noble, cobrando su nombre más poder entre los
militares. Pronto se asoció su nombre a la valentía. «Una de las primeras batallas en las que intervino fue la de Albuera, cuando combatió a las huestes del rey de Portugal que habían invadido Extremadura».
«Hacia 1497, tras una breve estancia en la Corte, los Reyes Católicos le nombran "adalid de la Frontera", un grado que equivalía a capitán», explica Laínez.
La Reconquista de Granada
Pero donde realmente comenzó a mostrar su ingenio militar fue durante la «Guerra de Granada», una campaña militar que se sucedió a partir de 1482
y en la cual los españoles pretendían expulsar a Boabdil del último
estado musulmán en la Península Ibérica. «La guerra se produjo por la
firme decisión de los Reyes Católicos, que querían acabar de una vez por
todas con el enclave musulmán de Granada, el único territorio que
quedaba para completar la unidad cristiana peninsular».
y en la cual los españoles pretendían expulsar a Boabdil del último
estado musulmán en la Península Ibérica. «La guerra se produjo por la
firme decisión de los Reyes Católicos, que querían acabar de una vez por
todas con el enclave musulmán de Granada, el único territorio que
quedaba para completar la unidad cristiana peninsular».
Gonzalo tomó parte en esta contienda al mando de una unidad
de «lanzas» (caballería pesada con una gruesa armadura) de la casa de
Aguilar, de la que su hermano era señor. «Fue una guerra larga, que duró
casi diez años, y se libró a base de incursiones, asedios, golpes de mano y escaramuzas persistentes, sin grandes batallas campales», determina el escritor.
de «lanzas» (caballería pesada con una gruesa armadura) de la casa de
Aguilar, de la que su hermano era señor. «Fue una guerra larga, que duró
casi diez años, y se libró a base de incursiones, asedios, golpes de mano y escaramuzas persistentes, sin grandes batallas campales», determina el escritor.
«El Gran Capitán tuvo un papel muy destacado a lo largo de
toda la campaña, en especial en los ataques a Álora, la fortaleza de
Setenil, Loja y el asalto al castillo de Montefrío,
cercano a Granada». De hecho, algunos cronistas como Hernán Pérez
afirman que, durante esta guerra. «Gonzalo era siempre el primero en
atacar y el último en retirarse».
Su papel más destacado lo tuvo al final de la contienda, ya que fue una de los diplomáticos que negoció la rendición del reino nazarí de Granada e incluso actuó como espía.toda la campaña, en especial en los ataques a Álora, la fortaleza de
Setenil, Loja y el asalto al castillo de Montefrío,
cercano a Granada». De hecho, algunos cronistas como Hernán Pérez
afirman que, durante esta guerra. «Gonzalo era siempre el primero en
atacar y el último en retirarse».
«Es totalmente cierto que llevó a cabo una hábil labor secreta, fomentó
la división de las facciones nazaríes de Granada, negoció con Boabdil
la rendición de la ciudad, y hasta acompañó al último monarca nazarí en
su último viaje por España cuando este pasó a refugiarse en África»,
sentencia Laínez. Granada sería su principal manual de «lecciones
aprendidas» para las guerras venideras.
«Pronto, su valerosa actitud y dotes de mando llamaron la
atención de los Reyes Católicos, que le recompensaron con la tenencia
(jefatura militar) de Antequera, el señorío de Órgiva y una encomienda»,
prosigue Laínez.
atención de los Reyes Católicos, que le recompensaron con la tenencia
(jefatura militar) de Antequera, el señorío de Órgiva y una encomienda»,
prosigue Laínez.
Primera guerra de Italia
Sin embargo, parece que los grandes honores que recibió no fueron suficientes para Gonzalo, pues en 1495 se embarcó hacia otra gran campaña esta vez en Nápoles.
Su misión era clara: detener el avance de los franceses, deseosos de
expandirse militarmente con la toma de algunos territorios. «La primera
campaña italiana se inició cuando el rey francés Carlos VIII invadió el
reino de Nápoles (Reame) con una gran ejército. Al poco tiempo se
retiró, pero dejando la mayor parte del Reame ocupado».
Su misión era clara: detener el avance de los franceses, deseosos de
expandirse militarmente con la toma de algunos territorios. «La primera
campaña italiana se inició cuando el rey francés Carlos VIII invadió el
reino de Nápoles (Reame) con una gran ejército. Al poco tiempo se
retiró, pero dejando la mayor parte del Reame ocupado».
«Utilizando las tácticas aprendidas en la Guerra de Granada, Fernández de Córdoba,
limpió Calabria de enemigos, conquistó la provincia de Basilicata y
tras derrotar a los franceses en Atella entró triunfante en Nápoles en
1496», destaca el escritor. Fue tras el asalto a esta ciudad cuando se
empezó a conocer a Gonzalo como «Gran Capitán». Tras tomar el lugar,
volvió a España como un héroe.
limpió Calabria de enemigos, conquistó la provincia de Basilicata y
tras derrotar a los franceses en Atella entró triunfante en Nápoles en
1496», destaca el escritor. Fue tras el asalto a esta ciudad cuando se
empezó a conocer a Gonzalo como «Gran Capitán». Tras tomar el lugar,
volvió a España como un héroe.
Segunda contienda en Nápoles
A pesar de que se firmó un tratado con Francia para que cesaran las hostilidades, la paz no duró demasiado.
El rey francés Luis XII había firmado un tratado con Fernando el
Católico para repartirse el reino napolitano. Los franceses ocupan la
mitad norte y el sur queda en poder de las tropas españolas que manda el
Gran Capitán.
El rey francés Luis XII había firmado un tratado con Fernando el
Católico para repartirse el reino napolitano. Los franceses ocupan la
mitad norte y el sur queda en poder de las tropas españolas que manda el
Gran Capitán.
Pero pronto se iniciaron las discrepancias entre españoles y franceses por cuestiones fronterizas,
lo que provocó que en 1502 se reiniciara la guerra después de que los
franceses trataran de nuevo de tomar Reame. El «Gran Capitán» no lo dudó
y se dispuso a enfrentarse a los enemigos de España. Una de las
primeras batallas de esta guerra fue la de Ceriñola (Cerignola), en la
que Gonzalo tendría que hacer uso de toda su experiencia militar para
lograr salir victorioso.
lo que provocó que en 1502 se reiniciara la guerra después de que los
franceses trataran de nuevo de tomar Reame. El «Gran Capitán» no lo dudó
y se dispuso a enfrentarse a los enemigos de España. Una de las
primeras batallas de esta guerra fue la de Ceriñola (Cerignola), en la
que Gonzalo tendría que hacer uso de toda su experiencia militar para
lograr salir victorioso.
La batalla que revolucionó la Historia
La batalla de Ceriñola sin duda cambió la historia, y es que, si hasta ese momento la fuerza de los ejércitos se medía en base a la cantidad de caballería pesada de la que disponía, tras esta lid la mentalidad militar evolucionó y comenzó a primar la infantería.
La batalla se desarrolló en un diminuto punto de la Apulia
italiana situado en lo alto de una colina cubierta de viñedos y olivos.
En ella, las tropas del «Gran Capitán» se defendieron de los atacantes
franceses, tras verse obligados a retirarse en varios enfrentamientos.
italiana situado en lo alto de una colina cubierta de viñedos y olivos.
En ella, las tropas del «Gran Capitán» se defendieron de los atacantes
franceses, tras verse obligados a retirarse en varios enfrentamientos.
Obligó a los caballeros a llevar infantes en la grupa de sus monturas
poder preparar las defensas concienzudamente antes del ataque de los
franceses, Gonzalo forzó a sus caballeros a hacer algo nunca antes visto
y que suponía una afrenta a su honor.
«El Gran Capitán obligó a los caballeros de su ejército a
llevar infantería en la grupa de sus monturas en la marcha hacia
Ceriñola, por terreno arenoso y próximo a la costa, lo que hacía muy
fatigosa la marcha. Eso era algo que no se hacía nunca, pero mejoró la movilidad y la moral de la tropa y le permitió ganar tiempo. Fue una muestra más de su ingenio táctico», explica el experto.
llevar infantería en la grupa de sus monturas en la marcha hacia
Ceriñola, por terreno arenoso y próximo a la costa, lo que hacía muy
fatigosa la marcha. Eso era algo que no se hacía nunca, pero mejoró la movilidad y la moral de la tropa y le permitió ganar tiempo. Fue una muestra más de su ingenio táctico», explica el experto.
Este acto hizo que los españoles ganaran tiempo y les
permitió preparar las defensas de la ciudad, que consistieron en cavar
un foso y una pared de tierra alrededor de Ceriñola, lo que les permitía
aprovechar la situación elevada del enclave. Además, el «Gran Capitán»
pudo establecer una estrategia que más tarde sería reconocida como un
preludio de la guerra moderna.
permitió preparar las defensas de la ciudad, que consistieron en cavar
un foso y una pared de tierra alrededor de Ceriñola, lo que les permitía
aprovechar la situación elevada del enclave. Además, el «Gran Capitán»
pudo establecer una estrategia que más tarde sería reconocida como un
preludio de la guerra moderna.
Una reforma militar
Los franceses no se hicieron esperar y, a los pocos días, su comandante, Luis de Armagnac, dejó ver a sus tropas.
«Por el lado francés, aunque varió según avanzaba la guerra, se
contaban unos 1.000 hombres de armas (caballeros con armadura), 2.000
jinetes ligeros, 6.000 infantes, 2.000 piqueros suizos y 26 cañones».
Por el contrario, Gonzalo tenía a sus órdenes un ejército formado
principalmente por infantería: «Del lado español había solo 600 hombres
de armas, 5.000 infantes y 18 cañones, más un refuerzo de 2.000
mercenarios alemanes», señala Laínez.
«Por el lado francés, aunque varió según avanzaba la guerra, se
contaban unos 1.000 hombres de armas (caballeros con armadura), 2.000
jinetes ligeros, 6.000 infantes, 2.000 piqueros suizos y 26 cañones».
Por el contrario, Gonzalo tenía a sus órdenes un ejército formado
principalmente por infantería: «Del lado español había solo 600 hombres
de armas, 5.000 infantes y 18 cañones, más un refuerzo de 2.000
mercenarios alemanes», señala Laínez.
«En esta batalla las fuerzas estaban bastante equilibradas en cuanto a números,
pero los franceses tenían mucha superioridad en caballería pesada y su
artillería doblaba a la española. Por el contrario, los españoles
contaban con un mayor número de arcabuceros, una fuerza que se revelaría
decisiva», explica el escritor.
pero los franceses tenían mucha superioridad en caballería pesada y su
artillería doblaba a la española. Por el contrario, los españoles
contaban con un mayor número de arcabuceros, una fuerza que se revelaría
decisiva», explica el escritor.
Para detener la fuerza arrolladora de la caballería
francesa se planteó una estrategia novedosa: situar las tropas de
disparo delante de las defensas. «El Gran Capitán colocó en primera línea a los arcabuceros y espingarderos
(hombres armados con una escopeta de chispa muy larga), detrás a la
infantería alemana y española, y más retrasada a la caballería. Él se
situó en el centro del dispositivo y revisó con detalle el despliegue de
toda la tropa».
francesa se planteó una estrategia novedosa: situar las tropas de
disparo delante de las defensas. «El Gran Capitán colocó en primera línea a los arcabuceros y espingarderos
(hombres armados con una escopeta de chispa muy larga), detrás a la
infantería alemana y española, y más retrasada a la caballería. Él se
situó en el centro del dispositivo y revisó con detalle el despliegue de
toda la tropa».
Todo quedó preparado para un duro combate. Pero, antes
siquiera de desenvainar una espada, el «Gran Capitán» volvió a demostrar
su arrojo. Concretamente, Gonzalo se quitó el casco en los momentos
previos a la batalla y, cuando uno de sus capitanes le preguntó la
causa, él contestó: «Los que mandan ejército en un día como hoy no debe ocultar el rostro».
siquiera de desenvainar una espada, el «Gran Capitán» volvió a demostrar
su arrojo. Concretamente, Gonzalo se quitó el casco en los momentos
previos a la batalla y, cuando uno de sus capitanes le preguntó la
causa, él contestó: «Los que mandan ejército en un día como hoy no debe ocultar el rostro».
Comienza la batalla
La batalla se inició con la caballería francesa cargando
orgullosa contra las tropas españolas. Hasta ese momento, una de las
cosas más terribles que podía ver un enemigo de Francia era a los
majestuosos jinetes en marcha con las armas en ristre. Sin embargo, fueron recibidos con una salva de fuego que hizo caer a un gran número de soldados.
orgullosa contra las tropas españolas. Hasta ese momento, una de las
cosas más terribles que podía ver un enemigo de Francia era a los
majestuosos jinetes en marcha con las armas en ristre. Sin embargo, fueron recibidos con una salva de fuego que hizo caer a un gran número de soldados.
«La batalla apenas duró una hora y fue una victoria total»
hicieron estragos en la caballería pesada francesa, impedida de avanzar
ante el foso erizado de estacas y pinchos»,
explica el autor. Al no poder avanzar, los jinetes, desesperados,
trataron al galope de encontrar alguna fisura en las defensas del «Gran
Capitán», pero su intentó fue en vano y costó la vida a Luis de
Armagnac, alcanzado por varios disparos.
Tras la derrota de la caballería pesada, la infantería
francesa se dispuso a avanzar, pero sufrió grandes bajas debido al fuego
español. Además, justo antes de que los soldados alcanzaran la primera
línea de arcabuceros y acabaran con ellos, el «Gran Capitán» ordenó
retirarse a estas tropas de disparo para evitar bajas.
francesa se dispuso a avanzar, pero sufrió grandes bajas debido al fuego
español. Además, justo antes de que los soldados alcanzaran la primera
línea de arcabuceros y acabaran con ellos, el «Gran Capitán» ordenó
retirarse a estas tropas de disparo para evitar bajas.
Después de esta estratagema, el «Gran Capitán» cargó con
todos sus infantes contra las diezmadas tropas del fallecido Armagnac
que, ahora, no tenían objetivos contra los que luchar al haberse
retirado los arcabuceros españoles. Sin apenas dificultad, las unidades de Gonzalo dieron buena cuenta de los restos del ejército francés.
todos sus infantes contra las diezmadas tropas del fallecido Armagnac
que, ahora, no tenían objetivos contra los que luchar al haberse
retirado los arcabuceros españoles. Sin apenas dificultad, las unidades de Gonzalo dieron buena cuenta de los restos del ejército francés.
Se adelantó a Napoleón en cuatro siglos
Ni siquiera la caballería ligera francesa pudo ayudar a sus
compañeros, pues fueron arrollados por los jinetes españoles. «La
batalla apenas duró una hora y fue una victoria total. Además, quedó
como un ejemplo de arte táctico, y de la importancia de la fortificación y elección del terreno para el buen resultado de cualquier combate», destaca Laínez.
compañeros, pues fueron arrollados por los jinetes españoles. «La
batalla apenas duró una hora y fue una victoria total. Además, quedó
como un ejemplo de arte táctico, y de la importancia de la fortificación y elección del terreno para el buen resultado de cualquier combate», destaca Laínez.
Otro escritor, Juan Granados, autor de la novela histórica «El Gran Capitán» (Ed. Edhasa) explica que «esencialmente demostró que en adelante las batallas se ganarían con la infantería. Utilizando para ello compañías formadas por soldados distribuidos en tercios,
es decir, en tres partes: arcabuceros, rodeleros —soldados con armadura
muy ligera armados de espada y rodela, el típico escudo circular de
origen musulmán— y piqueros, generalmente lasquenetes alemanes, enemigos
acérrimos de los cuadros mercenarios suizos que solía emplear Francia.
Se adelantó cuatro siglos a Napoleón, huyendo de la guerra frontal yutilizando las tácticas envolventes y las marchas forzadas de infantería».
es decir, en tres partes: arcabuceros, rodeleros —soldados con armadura
muy ligera armados de espada y rodela, el típico escudo circular de
origen musulmán— y piqueros, generalmente lasquenetes alemanes, enemigos
acérrimos de los cuadros mercenarios suizos que solía emplear Francia.
Se adelantó cuatro siglos a Napoleón, huyendo de la guerra frontal yutilizando las tácticas envolventes y las marchas forzadas de infantería».
«Triunfador absoluto, desempeñó funciones de virrey en Nápoles»
A finales de 1503 españoles y franceses volverían a medir sus fuerzas en el río Garellano -que por cierto da nombre a uno de los regimientos del Ejército con más solera
y cuya sede se encuentra en Vizacaya- donde el «Gran Capitán» dio
cuenta de las huestes del marqués de Saluzzo. «El sur de Italia quedó
durante más de dos siglos en poder de España. El Gran Capitán,
triunfador absoluto de estas guerras, desempeñó funciones de virrey en
Nápoles, donde fue querido y respetado, pero pronto las envidias y maledicencias cortesanas empezaron a actuar en su contra», señala Laínez.
y cuya sede se encuentra en Vizacaya- donde el «Gran Capitán» dio
cuenta de las huestes del marqués de Saluzzo. «El sur de Italia quedó
durante más de dos siglos en poder de España. El Gran Capitán,
triunfador absoluto de estas guerras, desempeñó funciones de virrey en
Nápoles, donde fue querido y respetado, pero pronto las envidias y maledicencias cortesanas empezaron a actuar en su contra», señala Laínez.
Pero parece que España no podía soportar a los héroes,
pues Gonzalo terminaría siendo relevado de su puesto. El escritor Juan
Granados sentencia: «Tal era la popularidad de Gonzalo de Córdoba entre
sus hombres, que llegaron a desear proclamarle rey de Nápoles. Algo que
él nunca deseó, se hubiese conformado con ser comendador de su querida
orden de Santiago. Pero Fernando el Católico era suspicaz, desconfiaba de tanto éxito,
el mismo rey de Francia, a quien había derrotado, le había ofrecido el
generalato de su ejército. Por otra parte, sí es cierto que Gonzalo era
descuidado en sus informes a su rey, tardaba en escribirle, pero nunca
había pensado en suplantarle».
pues Gonzalo terminaría siendo relevado de su puesto. El escritor Juan
Granados sentencia: «Tal era la popularidad de Gonzalo de Córdoba entre
sus hombres, que llegaron a desear proclamarle rey de Nápoles. Algo que
él nunca deseó, se hubiese conformado con ser comendador de su querida
orden de Santiago. Pero Fernando el Católico era suspicaz, desconfiaba de tanto éxito,
el mismo rey de Francia, a quien había derrotado, le había ofrecido el
generalato de su ejército. Por otra parte, sí es cierto que Gonzalo era
descuidado en sus informes a su rey, tardaba en escribirle, pero nunca
había pensado en suplantarle».
El monarca pidió entonces al «Gran Capitán» un registro de gastos para asegurarse de que no había malgastado fondos reales.
Fernando el Católico le reclamó claridad en las cuentas de sus gastos
militares en Nápoles, algo que Fernández de Córdoba consideró
humillante. Como respuesta a lo que Gonzalo consideraba una gran ofensa
personal, el entonces virrey dirigió a la monarquía un memorial conocido
como las «Cuentas del Gran Capitán».
Fernando el Católico le reclamó claridad en las cuentas de sus gastos
militares en Nápoles, algo que Fernández de Córdoba consideró
humillante. Como respuesta a lo que Gonzalo consideraba una gran ofensa
personal, el entonces virrey dirigió a la monarquía un memorial conocido
como las «Cuentas del Gran Capitán».
Unas cuentas curiosas
Irónicamente las cuentas incluían en el capítulo de gastos
cantidades tales como: Doscientos mil setecientos treinta y seis ducados
y nueve reales en frailes, monjas y pobres para que rogasen a Dios por
la prosperidad de las armas españolas. Cien millones en picos, palas y
azadones. Diez mil ducados en guantes perfumados para preservar a las
tropas del mal olor de los cadáveres enemigos, cincuenta mil ducados en aguardiente para las tropas un día de combate,
ciento setenta mil ducados en renovar campanas destruidas por el uso de
repicar cada día por las victorias conseguidas... y lo mejor: «Cien millones por mi paciencia en escuchar ayer que el rey pedía cuentas al que le ha regalado un reino».
cantidades tales como: Doscientos mil setecientos treinta y seis ducados
y nueve reales en frailes, monjas y pobres para que rogasen a Dios por
la prosperidad de las armas españolas. Cien millones en picos, palas y
azadones. Diez mil ducados en guantes perfumados para preservar a las
tropas del mal olor de los cadáveres enemigos, cincuenta mil ducados en aguardiente para las tropas un día de combate,
ciento setenta mil ducados en renovar campanas destruidas por el uso de
repicar cada día por las victorias conseguidas... y lo mejor: «Cien millones por mi paciencia en escuchar ayer que el rey pedía cuentas al que le ha regalado un reino».
Esto no debió de sentar muy bien al monarca que, a
sabiendas de lo que «Gran Capitán» representaba prefirió evitar el
enfrentamiento directo con él, pero no perdonó la ofensa. «El monarca
decidió alejar a Gonzalo de Nápoles. A partir de entonces el Gran Captán
tuvo que adaptarse a una vida más sedentaria en sus posesiones de
España. Es el destino de casi todos los héroes, una vez que han cumplido
con su cometido en la guerra y llega la paz», finaliza Martínez Laínez.
Sin embargo, lo que sí dejó este guerrero fue una reforma militar que
duraría siglos.
sabiendas de lo que «Gran Capitán» representaba prefirió evitar el
enfrentamiento directo con él, pero no perdonó la ofensa. «El monarca
decidió alejar a Gonzalo de Nápoles. A partir de entonces el Gran Captán
tuvo que adaptarse a una vida más sedentaria en sus posesiones de
España. Es el destino de casi todos los héroes, una vez que han cumplido
con su cometido en la guerra y llega la paz», finaliza Martínez Laínez.
Sin embargo, lo que sí dejó este guerrero fue una reforma militar que
duraría siglos.
La reforma militar
La herencia del «Gran Capitán» revolucionó la forma de
combatir a nivel mundial hasta la llegada de las armas de destrucción
masiva. Entr otros elementos destacables se sitúan la formación de la
tropa en compañías (que luego serían la unidad fundamental de los
tercios) al mando de un capitán, y el experto manejo de las armas de
fuego individuales del combatiente de a pie, señala Martínez Laínez.
Por otro lado, el Ejército cambió su mentalidad y comenzó a formarcombatir a nivel mundial hasta la llegada de las armas de destrucción
masiva. Entr otros elementos destacables se sitúan la formación de la
tropa en compañías (que luego serían la unidad fundamental de los
tercios) al mando de un capitán, y el experto manejo de las armas de
fuego individuales del combatiente de a pie, señala Martínez Laínez.
nuevos soldados que, además de pelear, tuvieran la capacidad de
entrenarse por sí solos, hacer trabajos de fortificación y ponerse a
punto con marchas y ejercicios constantes. «Este método es una herencia de las antiguas legiones romanas y creó un soldado que poco después hizo de los tercios una maquinaria invencible en toda Europa», destaca Laínez.
Además, el «Gran Capitán» creó también un nuevo tipo de unidad, la coronelía. Es el antecedente más inmediato de los tercios. Tenía unos 6.000 hombres y era capaz de combatir en cualquier terreno. Otra
de sus innovaciones fue armar con espadas cortas, rodelas y jabalinas a
una parte de los soldados. «La finalidad era que se introdujeran entre
las formaciones compactas enemigas, causando en ellas terribles
destrozos», sentencia el escritor.
de sus innovaciones fue armar con espadas cortas, rodelas y jabalinas a
una parte de los soldados. «La finalidad era que se introdujeran entre
las formaciones compactas enemigas, causando en ellas terribles
destrozos», sentencia el escritor.
Enseñanzas que fueron adquiridas por el «Gran Capitán» en
la guerra de guerrillas que supuso la reconquista de Granada, con unos
Reyes Católicos que depositaron en los hombros del «Gran Capitán» sus
primeros pasos militares de una nueva nación en aquella vieja Europa llamada España.
la guerra de guerrillas que supuso la reconquista de Granada, con unos
Reyes Católicos que depositaron en los hombros del «Gran Capitán» sus
primeros pasos militares de una nueva nación en aquella vieja Europa llamada España.
4 preguntas para el teniente general Francisco Puentes Zamora, jefe del Mando de Adiestramiento y Doctrina del Ejército
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