lunes, 3 de julio de 2017

3a. sesión. Disposiciones para leer la Biblia.docx - Documents

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3a. sesión. Disposiciones para leer la Biblia
Las disposiciones o actitudes para la lectura y comprensión de la
Biblia.

I. INTRODUCCIÓN

La Biblia no es un libro como cualquier otro. No se puede leer así, de
corrido, como una novela, o un periódico. La Biblia, siendo Palabra
misma de Dios, deberá ser leída y meditada como un encuentro vivo con
Dios. Nos dice el documento del Concilio Vaticano II: “Los cristianos
deben recibir los libros sagrados con devoción, porque expresan un vivo
sentido de Dios, contienen enseñanzas sublimes sobre Dios y una
sabiduría salvadora acerca del hombre, encierran tesoros de oración y
esconden el misterio de nuestra salvación” (Dei Verbum, n. 15).

Por lo mismo debemos leer la Biblia con el mismo espíritu con que fue
escrito. Ya pasaron aquellos tiempos del jansenismo bíblico, en los que
la Biblia era considerada por algunos sectores católicos de opinión
como un libro poco menos que prohibido, sospechoso, peligroso.

Gracias al uso del misal, a la participación activa de los fieles en la
liturgia, a la propaganda de los sacerdotes y a los comentarios que
sobre pasajes bíblicos se hacen en las reuniones y círculos bíblicos,
innumerables fieles van tomando contacto directo con los textos
sagrados. Siguiendo los deseos de la Iglesia, el movimiento bíblico se
va extendiendo cada vez más entre el mundo cristiano. Numerosos
cristianos tienen su Biblia, su Nuevo Testamento o sus Evangelios.

Pero no se puede uno adentrar en la Biblia sin un guía, pues se pierde.
La Biblia no puede leerse ni entenderse provechosamente si no es
explicada. Es esto lo que haremos a lo largo de estas explicaciones.


II. OBJETIVO DOCTRINAL: Ver cuáles son las disposiciones o actitudes
para la lectura y comprensión de la Biblia.


III. OBJETIVO VIVENCIAL: Tratar de hacer vida las enseñanzas de la
Biblia.


IV. TESIS: A la Biblia hay que acercarse con los pies descalzos, con el
corazón abierto y con la voluntad disponible para escuchar a Dios y
encontrarnos con Él. Su Palabra es luz para nuestros pasos, Alimento
para nuestra alma y Camino de salvación.



V. EXPLICACIÓN DE LA TESIS:


1. Diversas actitudes para la lectura de la Biblia

a) Actitud literaria

La Biblia es un monumento literario de gran belleza; sobre todo, algunos
libros son de un encanto particular, p.e. Génesis, Éxodo, Rut, Job,
Salmos, Cantar de los Cantares, Evangelios. Por tanto, podemos leer la
Biblia como obra literaria. Baste recordar cómo los temas bíblicos se
han inmortalizado en literatura, escultura, pintura, mosaicos,
vidriería, orfebrería, arquitectura, música, teatro. Pero no basta
esta lectura literaria de la Biblia, pues así no sacaremos todo el
fruto espiritual que Dios quiere para nosotros “aquí y ahora”. Esta
actitud literaria nos llevaría sólo a ser diletantes y literatos de
la Biblia.


b) Actitud crítica

Dado que la Biblia es colección de libros antiguos, muchos
especialistas la leen con espíritu crítico, en el sentido científico
de la palabra, es decir, ven la Biblia desde el punto de vista de las
ciencias: Filología, etnografía, historiografía, arqueología, etc.
Es buena esta actitud, pero tampoco basta, pues saldríamos eruditos de
la Biblia, pero no tocaría todavía el centro de nuestra persona.


c) Actitud histórica

En la Biblia se narran episodios del Pueblo de Dios y de sus personajes,
sus relaciones con otros pueblos y culturas del Oriente Medio. Esto
hace que podamos acercarnos a la Biblia con ojo de historiador. No
obstante, tampoco esta actitud sola es la correcta. Seríamos unos
historiógrafos, nada más.


d) Actitud religiosa

Capta en la Biblia el mensaje de Dios para llevarlo a la vida. Esta
debería ser la actitud más importante a la hora de acercarnos a la
Biblia. No debemos olvidar que es un libro religioso. “Todo lo que en
ellas se contiene ha sido escrito para nuestra enseñanza” (Rm 15,4). Y
esta actitud requiere de profunda fe, de humildad sincera y de apertura
total. Es Dios mismo quien nos habla, porque quiere entrar en comunión
con nosotros y hacernos partícipes de su amor.



2. Verdaderas disposiciones para la lectura de la Biblia

a) Con fe y con amor

Como si estuvieras oyendo a Dios mismo, o leyendo una carta que Él te
ha mandado. El Concilio Vaticano II dice estas bellas palabras:

“En la Biblia el Padre sale amorosamente al encuentro de sus hijos
para conversar con ellos. Y es tan grande el poder y la fuerza de la
Palabra de Dios, que constituye el sustento y vigor de la Iglesia,
firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y
perenne de vida espiritual. Por eso se aplican a la Biblia de modo
especial aquellas palabras: la Palabra de Dios es viva y enérgica (Hb
4, 12); puede edificar y dar la herencia a todos los consagrados”
(Hech 20, 32) (Concilio Vaticano II, Dei Verbum 21).

Ten la seguridad de que la Palabra de Dios bien recibida, te irá
limpiando por dentro y te podrá salvar. Jesús dijo a sus discípulos:
“Ustedes están limpios por la Palabra que han oído” (Jn 15,3). Y
el apóstol Santiago: “Reciban la Palabra de Dios plantada en ustedes.
Ella es poderosa para salvar sus almas” (1, 21).


b) Con respeto y veneración

Los personajes del Antiguo Testamento oían la divina Palabra descalzos y
rostro en tierra (cf. Éxodo 3, 5-6). Si el valor de un cuadro o de un
libro se aprecia por la firma de su autor, ¿qué estimación no ha de
tener el cristiano de la Biblia, sabiendo que su autor es el mismo Dios?

Los primeros cristianos tenían una gran veneración a la Biblia. Por
eso, copiaban capítulos enteros de su puño y letra, y los llevaban
consigo, y, al morir, los familiares los depositaban sobre su pecho.

En el Concilio Vaticano II se entronizaba la Biblia solemnemente todos
los días, antes de dar comienzo a las sesiones.

En muchas parroquias y en hogares cristianos la Biblia está entronizada
en un lugar importante y destacado. Y antes de salir de casa, la besan.
Y al volver a casa, vuelven a besarla.


c) Con espíritu de humildad

Hay que acercarse a la Palabra de Dios con humildad y sumisión a la
Iglesia, pues fue ella la que recibió este sagrado depósito. “Yo te
glorifico, Padre, porque has ocultado estas cosas a sabios y grandes y
se las has revelado a los sencillos” (Mt 11, 25). Y es la Iglesia la
que nos interpreta la Biblia, con la iluminación del Espíritu Santo,
que guía a la Iglesia.



d) Con espíritu de oración

La Biblia hay que leerla de rodillas. ¡Cuántos libros de la Biblia se
prestan para orar y meditar, por ejemplo, el libro de los Salmos2 ! El
Concilio Vaticano II nos dice: “Recuerden que a la lectura de la
Biblia deben acompañar la oración para que se realice el diálogo de
Dios con el hombre, pues a Dios hablamos cuando oramos, a Dios
escuchamos cuando leemos sus Palabras” (Dei Verbum, 25).

Y en otro lugar dice: “La necesidad de que los cristianos tengan pleno
acceso a las Sagradas Escrituras” (Dei Verbum 22). E insiste en la
necesidad de que los cristianos encuentren en la Biblia la fuente
principal de su oración y de su vida religiosa (cf. Dei Verbum n. 25).



3. Antes de comenzar la lectura de la Biblia: Recógete con los ojos
cerrados, por algunos momentos

Dios va a hablarte personalmente. Dile sencillamente: “Habla, Señor,
que tu siervo escucha”. O también: “Señor, creo que en las
Sagradas Escrituras que voy a leer se contiene tu santa Palabra. Haz que
la escuche con todo respeto y amor. Ilumina mi mente para que por medio
de ella yo conozca tu santa voluntad, y mueve mi corazón para que yo
cumpla con fidelidad lo que Tú quieres de mí”.

Pídele al Espíritu Santo que te ayude a entender y aceptar la Palabra
del Señor: “Espíritu Santo, ilumina con tu luz mi cabeza y enciende
mi corazón para que la Palabra de Dios pueda entrar y quedarse siempre
en mí”.



4. Durante la Lectura de la Sagrada Escritura:

No debes leerla de corrido, sino despacio, procurando entender lo que
Dios quiere decirte, meditando lo que lees; si no entiendes a la primera
lectura, vuelve a leer el párrafo.
Procura un ambiente de silencio, para que deje su fruto.
No debes leer muchas páginas de la Biblia, todas de un “trago”.

Te propongo estos pasos para la lectura y comprensión de la Biblia:

a) Lee un pequeño texto.
b) Haz una síntesis de las ideas principales. Para esto es útil
subrayar con un lápiz las frases que te parecen más significativas y
que te hayan impactado.
c) Saca una enseñanza: ¿Qué enseñanza quiere dar el Señor al hombre
de hoy con esto que he leído? ¿Qué dice Dios a la sociedad de hoy
con estas palabras? ¿Cómo responde a esta enseñanza la realidad que
me rodea y el mundo?
d) Saca una aplicación personal: ¿qué mensaje me da a mí el Señor
con estas palabras? ¿Qué me quiere decir con esto el Señor a mí,
hoy, en esta situación personal, familiar, espiritual en que me
encuentro?
e) Formula un compromiso o propósito: piensa delante del Señor cómo
podrás cumplir hoy lo que Él te enseña en lo que has leído.
f) Conversa con Dios y pídele la fuerza de ser fiel a lo que has
prometido. Termina tu lectura agradeciendo al Señor, con una oración.



5. ¿En qué orden conviene leer la Biblia?

a) San Jerónimo: escribiendo a una madre llamada Lea para que aconseje a
su nieta le dice: “Cerciórate de que cada día estudie algún pasaje
de la Escritura...Deberás primero aprender el libro de los Salmos, que
son fáciles para orar y reflexionar con Dios. Luego puede buscar una
regla de vida en los Proverbios. El Eclesiastés le enseñará a
despreciar los bienes de este mundo. Job le dará un modelo de fuerza y
paciencia. Pasará enseguida a los Evangelios, que deberá tener siempre
entre sus manos. Luego leerá los Hechos y las Epístolas de Pablo y de
los otros apóstoles. Después aprenderá los Profetas, el Pentateuco, y
los libros históricos, acabando con el Apocalipsis y el Cantar de los
Cantares”.


b) Otros autores proponen este orden: Evangelios, por ser el centro y el
corazón de la Biblia; los Hechos, que nos narran los primeros años de
la Iglesia; algunas cartas de san Pablo, las más cortas y fáciles
(primera y segunda corintios, efesios, filipenses, colosenses...); los
libros históricos; los libros poéticos, especialmente los salmos, para
intensificar nuestro espíritu de oración y gratitud; las otras cartas
de san Pablo, como Romanos y Hebreos; los libros proféticos; y, por
último, el apocalipsis.



VI. CONCLUSIÓN

La Iglesia nos va educando para que entendamos mejor la Biblia. Y lo
hace a través de la liturgia o acciones sagradas donde se celebran los
misterios de nuestra fe. Por eso, la liturgia nos llevará a la Biblia.
Prácticamente todos los símbolos que emplea la Iglesia los toma de la
Biblia: el fuego, el agua, el pan. Conozcamos la Biblia para vivir mejor
la Liturgia.



VII. ORACIÓN

Señor, aquí tienes mi corazón abierto, dispuesto a escuchar tu
palabra con corazón sencillo y con la voluntad decidida para
obedecerte. En Ti está la luz y la salvación. Amén.
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Las disposiciones o actitudes para la lectura y comprensión de la
Biblia.

I. INTRODUCCIÓN

La Biblia no es un libro como cualquier otro. No se puede leer así, de
corrido, como una novela, o un periódico. La Biblia, siendo Palabra
misma de Dios, deberá ser leída y meditada como un encuentro vivo con
Dios. Nos dice el documento del Concilio Vaticano II: “Los cristianos
deben recibir los libros sagrados con devoción, porque expresan un vivo
sentido de Dios, contienen enseñanzas sublimes sobre Dios y una
sabiduría salvadora acerca del hombre, encierran tesoros de oración y
esconden el misterio de nuestra salvación” (Dei Verbum, n. 15).

Por lo mismo debemos leer la Biblia con el mismo espíritu con que fue
escrito. Ya pasaron aquellos tiempos del jansenismo bíblico, en los que
la Biblia era considerada por algunos sectores católicos de opinión
como un libro poco menos que prohibido, sospechoso, peligroso.

Gracias al uso del misal, a la participación activa de los fieles en la
liturgia, a la propaganda de los sacerdotes y a los comentarios que
sobre pasajes bíblicos se hacen en las reuniones y círculos bíblicos,
innumerables fieles van tomando contacto directo con los textos
sagrados. Siguiendo los deseos de la Iglesia, el movimiento bíblico se
va extendiendo cada vez más entre el mundo cristiano. Numerosos
cristianos tienen su Biblia, su Nuevo Testamento o sus Evangelios.

Pero no se puede uno adentrar en la Biblia sin un guía, pues se pierde.
La Biblia no puede leerse ni entenderse provechosamente si no es
explicada. Es esto lo que haremos a lo largo de estas explicaciones.


II. OBJETIVO DOCTRINAL: Ver cuáles son las disposiciones o actitudes
para la lectura y comprensión de la Biblia.


III. OBJETIVO VIVENCIAL: Tratar de hacer vida las enseñanzas de la
Biblia.


IV. TESIS: A la Biblia hay que acercarse con los pies descalzos, con el
corazón abierto y con la voluntad disponible para escuchar a Dios y
encontrarnos con Él. Su Palabra es luz para nuestros pasos, Alimento
para nuestra alma y Camino de salvación.



V. EXPLICACIÓN DE LA TESIS:


1. Diversas actitudes para la lectura de la Biblia

a) Actitud literaria

La Biblia es un monumento literario de gran belleza; sobre todo, algunos
libros son de un encanto particular, p.e. Génesis, Éxodo, Rut, Job,
Salmos, Cantar de los Cantares, Evangelios. Por tanto, podemos leer la
Biblia como obra literaria. Baste recordar cómo los temas bíblicos se
han inmortalizado en literatura, escultura, pintura, mosaicos,
vidriería, orfebrería, arquitectura, música, teatro. Pero no basta
esta lectura literaria de la Biblia, pues así no sacaremos todo el
fruto espiritual que Dios quiere para nosotros “aquí y ahora”. Esta
actitud literaria nos llevaría sólo a ser diletantes y literatos de
la Biblia.


b) Actitud crítica

Dado que la Biblia es colección de libros antiguos, muchos
especialistas la leen con espíritu crítico, en el sentido científico
de la palabra, es decir, ven la Biblia desde el punto de vista de las
ciencias: Filología, etnografía, historiografía, arqueología, etc.
Es buena esta actitud, pero tampoco basta, pues saldríamos eruditos de
la Biblia, pero no tocaría todavía el centro de nuestra persona.


c) Actitud histórica

En la Biblia se narran episodios del Pueblo de Dios y de sus personajes,
sus relaciones con otros pueblos y culturas del Oriente Medio. Esto
hace que podamos acercarnos a la Biblia con ojo de historiador. No
obstante, tampoco esta actitud sola es la correcta. Seríamos unos
historiógrafos, nada más.


d) Actitud religiosa

Capta en la Biblia el mensaje de Dios para llevarlo a la vida. Esta
debería ser la actitud más importante a la hora de acercarnos a la
Biblia. No debemos olvidar que es un libro religioso. “Todo lo que en
ellas se contiene ha sido escrito para nuestra enseñanza” (Rm 15,4). Y
esta actitud requiere de profunda fe, de humildad sincera y de apertura
total. Es Dios mismo quien nos habla, porque quiere entrar en comunión
con nosotros y hacernos partícipes de su amor.



2. Verdaderas disposiciones para la lectura de la Biblia

a) Con fe y con amor

Como si estuvieras oyendo a Dios mismo, o leyendo una carta que Él te
ha mandado. El Concilio Vaticano II dice estas bellas palabras:

“En la Biblia el Padre sale amorosamente al encuentro de sus hijos
para conversar con ellos. Y es tan grande el poder y la fuerza de la
Palabra de Dios, que constituye el sustento y vigor de la Iglesia,
firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y
perenne de vida espiritual. Por eso se aplican a la Biblia de modo
especial aquellas palabras: la Palabra de Dios es viva y enérgica (Hb
4, 12); puede edificar y dar la herencia a todos los consagrados”
(Hech 20, 32) (Concilio Vaticano II, Dei Verbum 21).

Ten la seguridad de que la Palabra de Dios bien recibida, te irá
limpiando por dentro y te podrá salvar. Jesús dijo a sus discípulos:
“Ustedes están limpios por la Palabra que han oído” (Jn 15,3). Y
el apóstol Santiago: “Reciban la Palabra de Dios plantada en ustedes.
Ella es poderosa para salvar sus almas” (1, 21).


b) Con respeto y veneración

Los personajes del Antiguo Testamento oían la divina Palabra descalzos y
rostro en tierra (cf. Éxodo 3, 5-6). Si el valor de un cuadro o de un
libro se aprecia por la firma de su autor, ¿qué estimación no ha de
tener el cristiano de la Biblia, sabiendo que su autor es el mismo Dios?

Los primeros cristianos tenían una gran veneración a la Biblia. Por
eso, copiaban capítulos enteros de su puño y letra, y los llevaban
consigo, y, al morir, los familiares los depositaban sobre su pecho.

En el Concilio Vaticano II se entronizaba la Biblia solemnemente todos
los días, antes de dar comienzo a las sesiones.

En muchas parroquias y en hogares cristianos la Biblia está entronizada
en un lugar importante y destacado. Y antes de salir de casa, la besan.
Y al volver a casa, vuelven a besarla.


c) Con espíritu de humildad

Hay que acercarse a la Palabra de Dios con humildad y sumisión a la
Iglesia, pues fue ella la que recibió este sagrado depósito. “Yo te
glorifico, Padre, porque has ocultado estas cosas a sabios y grandes y
se las has revelado a los sencillos” (Mt 11, 25). Y es la Iglesia la
que nos interpreta la Biblia, con la iluminación del Espíritu Santo,
que guía a la Iglesia.



d) Con espíritu de oración

La Biblia hay que leerla de rodillas. ¡Cuántos libros de la Biblia se
prestan para orar y meditar, por ejemplo, el libro de los Salmos2 ! El
Concilio Vaticano II nos dice: “Recuerden que a la lectura de la
Biblia deben acompañar la oración para que se realice el diálogo de
Dios con el hombre, pues a Dios hablamos cuando oramos, a Dios
escuchamos cuando leemos sus Palabras” (Dei Verbum, 25).

Y en otro lugar dice: “La necesidad de que los cristianos tengan pleno
acceso a las Sagradas Escrituras” (Dei Verbum 22). E insiste en la
necesidad de que los cristianos encuentren en la Biblia la fuente
principal de su oración y de su vida religiosa (cf. Dei Verbum n. 25).



3. Antes de comenzar la lectura de la Biblia: Recógete con los ojos
cerrados, por algunos momentos

Dios va a hablarte personalmente. Dile sencillamente: “Habla, Señor,
que tu siervo escucha”. O también: “Señor, creo que en las
Sagradas Escrituras que voy a leer se contiene tu santa Palabra. Haz que
la escuche con todo respeto y amor. Ilumina mi mente para que por medio
de ella yo conozca tu santa voluntad, y mueve mi corazón para que yo
cumpla con fidelidad lo que Tú quieres de mí”.

Pídele al Espíritu Santo que te ayude a entender y aceptar la Palabra
del Señor: “Espíritu Santo, ilumina con tu luz mi cabeza y enciende
mi corazón para que la Palabra de Dios pueda entrar y quedarse siempre
en mí”.



4. Durante la Lectura de la Sagrada Escritura:

No debes leerla de corrido, sino despacio, procurando entender lo que
Dios quiere decirte, meditando lo que lees; si no entiendes a la primera
lectura, vuelve a leer el párrafo.
Procura un ambiente de silencio, para que deje su fruto.
No debes leer muchas páginas de la Biblia, todas de un “trago”.

Te propongo estos pasos para la lectura y comprensión de la Biblia:

a) Lee un pequeño texto.
b) Haz una síntesis de las ideas principales. Para esto es útil
subrayar con un lápiz las frases que te parecen más significativas y
que te hayan impactado.
c) Saca una enseñanza: ¿Qué enseñanza quiere dar el Señor al hombre
de hoy con esto que he leído? ¿Qué dice Dios a la sociedad de hoy
con estas palabras? ¿Cómo responde a esta enseñanza la realidad que
me rodea y el mundo?
d) Saca una aplicación personal: ¿qué mensaje me da a mí el Señor
con estas palabras? ¿Qué me quiere decir con esto el Señor a mí,
hoy, en esta situación personal, familiar, espiritual en que me
encuentro?
e) Formula un compromiso o propósito: piensa delante del Señor cómo
podrás cumplir hoy lo que Él te enseña en lo que has leído.
f) Conversa con Dios y pídele la fuerza de ser fiel a lo que has
prometido. Termina tu lectura agradeciendo al Señor, con una oración.



5. ¿En qué orden conviene leer la Biblia?

a) San Jerónimo: escribiendo a una madre llamada Lea para que aconseje a
su nieta le dice: “Cerciórate de que cada día estudie algún pasaje
de la Escritura...Deberás primero aprender el libro de los Salmos, que
son fáciles para orar y reflexionar con Dios. Luego puede buscar una
regla de vida en los Proverbios. El Eclesiastés le enseñará a
despreciar los bienes de este mundo. Job le dará un modelo de fuerza y
paciencia. Pasará enseguida a los Evangelios, que deberá tener siempre
entre sus manos. Luego leerá los Hechos y las Epístolas de Pablo y de
los otros apóstoles. Después aprenderá los Profetas, el Pentateuco, y
los libros históricos, acabando con el Apocalipsis y el Cantar de los
Cantares”.


b) Otros autores proponen este orden: Evangelios, por ser el centro y el
corazón de la Biblia; los Hechos, que nos narran los primeros años de
la Iglesia; algunas cartas de san Pablo, las más cortas y fáciles
(primera y segunda corintios, efesios, filipenses, colosenses...); los
libros históricos; los libros poéticos, especialmente los salmos, para
intensificar nuestro espíritu de oración y gratitud; las otras cartas
de san Pablo, como Romanos y Hebreos; los libros proféticos; y, por
último, el apocalipsis.



VI. CONCLUSIÓN

La Iglesia nos va educando para que entendamos mejor la Biblia. Y lo
hace a través de la liturgia o acciones sagradas donde se celebran los
misterios de nuestra fe. Por eso, la liturgia nos llevará a la Biblia.
Prácticamente todos los símbolos que emplea la Iglesia los toma de la
Biblia: el fuego, el agua, el pan. Conozcamos la Biblia para vivir mejor
la Liturgia.



VII. ORACIÓN

Señor, aquí tienes mi corazón abierto, dispuesto a escuchar tu
palabra con corazón sencillo y con la voluntad decidida para
obedecerte. En Ti está la luz y la salvación. Amén.







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