Aunque a la mayoría de nosotros nos
importa bien poco por qué somos homosexuales (los somos y punto), lo cierto es
que se trata de una cuestión muy interesante desde el punto de vista científico
y que, además, tiene mucha trascendencia en el nivel jurídico-político. De
hecho, en estos momentos en los que se discute en tantas Cortes y Parlamentos
sobre el matrimonio igualitario, los debates sobre lo innato o adquirido (o elegido)
de la homosexualidad están en todos los medios y redes sociales haciéndose uso,
en algunos casos, de materiales completamente sesgados. El artículo de este mes
trata de ofrecer una visión clara del porqué de la homosexualidad masculina.
¿Necesitamos
definirnos?
A menudo me preguntan si es tan necesario definirse (o
“etiquetarse”) y yo contesto que, desde el punto de vista de los derechos
humanos o civiles no es importante en absoluto: todos somos iguales sin discusión.
Pero no es así desde el punto de vista de la psicología. Ya hace décadas que
Maslow (1943) estableció su famosa jerarquía de necesidades y, en la cúspide de
la pirámide que describen, situó la necesidad de “self-actualization” que
definía como “el deseo de ser cada vez
más lo que uno es, para convertirse en todo en lo que uno es capaz de
convertirse” y que resumía en una de esas citas para la historia de la
psicología: “lo que un hombre puede ser,
tiene que ser”.

El (obsoleto) debate
sobre si el homosexual nace o se hace.
Las legislaciones de aquellos países donde
se considera la homosexualidad como una enfermedad (o trastorno), son las más
represoras contra esta orientación sexual. Por el contrario, en aquellos
lugares del mundo donde se asume que la homosexualidad es una más de las
orientaciones sexoafectivas que puede tener el ser humano, se ha reconocido (o
se encuentran en proceso de) que nos asiste el mismo derecho a regular nuestras
uniones sentimentales por medio del matrimonio que al resto de conciudadanos,
así como el derecho de crear nuestras propias familias.
Esta es la razón por la que los opositores
al matrimonio igualitario se empeñan en tratar de demostrar que la
homosexualidad no es algo innato porque, al serlo, no podrían justificar su
negativa a que podamos ser asistidos por el mismo ordenamiento jurídico que los
heterosexuales (cuya orientación sexual también es innata). Aprovechando que
durante los meses vacacionales no publicaré en la revista “Gay Barcelona”, este
mes mi artículo extenso tendrá un cariz más científico que divulgativo y daré
repaso a aquellos hallazgos en los que se apoyan (a) la visión sobre la
homosexualidad de los expertos en conducta humana y con ello (b) el
reconocimiento de la igualdad jurídica por parte de los expertos en derecho.
Como corresponde a un texto de esas características, mis aseveraciones irán
acompañadas de citas a estudios empíricos que han demostrado aquello que explico
(y cuyas referencias aparecen al final por si las quieres consultar) tratando
de ofrecer una revisión bibliográfica que repase aquello que sabemos sobre la
causa de la homosexualidad y, también, sobre cómo hemos llegado a saberlo.
Según nos explica Jacques Balthazart en su
Biologie de l’homosexualité (p.161), “existen dos tradiciones principales de
teorías que se utilizan para explicar la homosexualidad: en unas se asigna un
lugar importante a los efectos biológicos y en la otra a los efectos
ambientales (antecedentes parentales y/o educación). El mundo anglosajón, en
las últimas décadas, se ha tendido a favorecer una explicación de naturaleza
biológica. En cambio, las sociedades latinas (Francia, Italia, España) tienden
a creer que la orientación sexual está determinada en gran medida por la
interacción social (en particular con los padres) a la que el individuo fue
expuesto durante su desarrollo. Esta interpretación se apoya ampliamente en la
literatura freudiana y en la de inspiración post-freudiana, que afirman que la
homosexualidad (masculina) es el resultado de una infancia en la que el padre
estaba ausente (física o emocional y/o intelectualmente) y en la que la madre
jugó un papel (demasiado) dominante. Es importante tener en cuenta que estas
interpretaciones generalmente no se basan en estudios cuantitativos controlados
sino que, simplemente, surgen anecdótica o narrativamente de casos de
psicoanálisis cuyo valor y objetividad científica eran a menudo puestos en duda
(ver Dufresne, 2007)”. Como antes anuncié, este artículo está dedicado a
revisar las investigaciones más recientes para intentar ofrecer una visión
comprensiva de por qué un hombre homosexual lo es.
Errores habituales
que se comenten en torno a la homosexualidad.

En concreto, la homosexualidad se define como “la tendencia interna y estable a desear
afectiva y sexualmente a personas del mismo sexo, con independencia de su
manifestación en prácticas sexuales” (Baile Ayensa, J. I., 2008) y es una
definición que aclara el error bastante común de equiparar la orientación
sexual con las prácticas sexuales. Lo que te hace homosexual no es con quién
tienes sexo sino de quién te enamoras (como diría Torrente: “puedes hacerte unas pajillas con un tío pero
sin mariconadas”).
Siendo serios y hablando de
prácticas sexuales, sabemos (Diamond, 1993) que en culturas donde son
habituales las prácticas homosexuales durante la juventud (antes de poder tener
acceso a las mujeres), no se encuentra una mayor prevalencia de homosexuales
adultos. Y lo mismo sucede en culturas donde existen ritos que incluyen prácticas
homosexuales, como en algunos lugares de Papúa Nueva Guinea, donde se sostiene
que los hombres jóvenes pueden adquirir sabiduría felando y bebiendo el semen
de hombres mayores.
En esas poblaciones tampoco encontramos un mayor número de
parejas homosexuales adultas sino que este número es muy similar al que podemos
encontrar en otras culturas menos tolerantes. Por tanto, no podemos confundir
homosexualidad con prácticas sexuales ni con homoerotismo porque la orientación
sexual, aunque las incluye, es mucho más amplia que las prácticas sexuales o la
atracción erótica y porque, por mucho que las prácticas sexuales estén consentidas
en una sociedad, ello no implica que haya más parejas homosexuales en esa
sociedad que en otras donde tales prácticas no sean tan bien vistas.
Otro error que se suele cometer es el de
considerar que la homosexualidad es algo elegido, aprendido o adquirido. Nada
más lejos de la realidad. En la obra citada anteriormente (Balthazart, 2010, pp
167 y siguientes) encontramos una revisión extensa sobre este punto y señala
preguntas que las teorías del aprendizaje no pueden explicar sobre la homosexualidad:
¿qué padres heterosexuales enseñan a sus hijos a ser homosexuales? o ¿cómo
puede ser más fuerte lo que te enseñe un “supuesto pervertido” en la calle que
toda la educación recibida por parte de tus padres? De otra parte, tenemos
estudios (Stacey & Biblarz, 2001) demostrando que los hijos de pareja de
padres/madres homosexuales suelen ser heterosexuales en un 90% (igual que los
criados por parejas heterosexuales) lo que demuestra que, ni siquiera teniendo
un modelo de pareja homosexual en tu propia casa, adquieres un comportamiento
homosexual: no te vuelves homosexual si no lo eres. Finalmente, es sabido en
psicología que toda conducta adquirida puede “desaprenderse” y es bien conocido
que no se puede dejar de ser homosexual (Besen, 2003; Seligman 2009). En el
inicio de la década de los 2000, hubo una polémica sobre un estudio (Spitzer
2003) donde se concluía que algunos homosexuales podían, al menos gradualmente,
modificar su orientación. Sin embargo, la metodología del mismo resultó muy
endeble puesto que consistía en recoger las respuestas a un cuestionario
telefónico realizado por pacientes de terapias de conversión (para dejar de ser
gais) y, además, esos “exgais” eran miembros previamente seleccionados del
programa que en ese momento, se dedicaban a labores de “ministerio” con lo que,
difícilmente, se les podría considerar una muestra verdaderamente
representativa (Drescher & Zucker, 2006). Finalmente, Spitzer tuvo que
reconocer su error y corregir sus afirmaciones (Spitzer, 2012 http://www.sexuologickaspolecnost.cz/dokumenty/Spitzr_apology.pdf). Casualmente, justo escribiendo
este artículo, salta la noticia de que “Exodus” la mayor organización cristiana
del mundo dedicada a la “curación de la homosexualidad” cierra sus puertas mientras
pide perdón por sus mentiras y todo el daño que han causado a las personas
homosexuales en sus 35 años de existencia (http://www.protestantedigital.com/ES/Internacional/articulo/16761/Exodus-cierra-y-pide-disculpas-por-tratamientos).
Finalmente, aquellas teorías que afirman
que la homosexualidad es algo construido socialmente, se enfrentan a preguntas
que no pueden responder. En efecto, la construcción social, te permite
comprender por qué vivimos nuestra sexualidad conforme a determinados roles
(más arquetípicamente masculino, más camp,
etc.) pero no puede explicar cómo es posible que algunas personas elijan
conductas “desviadas de la norma” como expresión personal. Aunque se esgriman
argumentos relativos a la desobediencia o la reactividad (que habría que ver
cómo aplicárselos a los niños de 6 años que ya manifiestan sentirse atraídos
por otros niños), dejan sin explicación un fenómeno como el hecho ya mencionado
de que el porcentaje de personas homosexuales sea relativamente constante en
todas las culturas al margen de lo permisivas o no que éstas sean con la
homosexualidad. Como señala Balthazar al respecto de estas teorías: “si la homosexualidad es una construcción
cultural, su distribución debería variar en función de la actitud de esa
cultura” y esto es algo que no sucede así (Diamond, 1993).
Ser gay es innato.
Si no es algo elegido ni aprendido,
entonces la homosexualidad debe ser algo innato. De hecho, a cualquier
homosexual que le preguntes, te dirá que siempre ha sido gay al margen de lo
mucho o poco que le costase asumir que lo es. Y, si la homosexualidad es
innata, debe tener una causa biológica porque todo lo que es innato es
biológico. Y, si es biológica, debe poder localizarse en algún lugar de
nuestros genes o de nuestros cerebros (no va a estar en el “aura”). Así parece
que es. Y estamos empezando a descubrirlo.
El primer lugar al que miró la
investigación fueron los niveles hormonales de las personas homosexuales. Se
había comprobado que, cuando les inyectas hormonas femeninas, los ratones
machos adoptan la postura de lordosis (el culito en pompa) para ser montados
por otros machos y que cuando inyectas hormonas masculinas en ratonas, éstas
montan a otras hembras. Así que se pensó que los hombres gais debíamos tener
menos hormonas masculinas (o más hormonas femeninas) que los hombres
heterosexuales. Sin embargo, la comunidad científica salió de ese error tan
tempranamente como en los años 70 del siglo pasado (Brodie, Gartrell, Doering
& Rhue, 1974) demostrando que los homosexuales tenemos los mismos niveles
hormonales en sangre que los heterosexuales.
Lastimosamente, algunos médicos de
determinados lugares no quisieron darse por enterados y los hay ignorantes con
alevosía. Recuerdo una conversación, hace un par de años, con uno de mis
pacientes. Me contaba que su familia no aceptaba su homosexualidad y que su
madre lo llevó a una clínica en su país (era latinoamericano) para “curarse”. Allí
le inyectaron testosterona y, bueno… yo sé que el aumento de testosterona en
sangre no te vuelve hetero sino que te sube la libido, por lo cual le pregunté:
-
¿Y
qué te pasó?
-
¡Ay,
calla! Qué desastre: ¡me volví más puta!
¡Qué arte de respuesta! La verdad era
que el chico lo había pasado muy mal y estuvimos hablando de ello largo rato
porque, para él, fue tremendo sentir que sus deseos sexuales hacia otros
hombres, contrariamente a lo que debía suceder según aquel ¿médico? se hacían
aún más irrefrenables. Su autoconcepto sufrió muchísimo: ¡era un “vicioso
incurable”! y ni qué decir de su autoestima. Por suerte y gracias a que
conservaba intactos su sentido del humor y su inteligencia, pudo tomar
distancia de aquellos eventos y analizarlos con más perspectiva, cosa que le
sirvió para superar el dolor que le causaron (aunque, desgraciadamente, no
todos han sido tan afortunados y tan resilientes como este chico). En fin, a lo
que íbamos: tu nivel de testosterona en sangre no tiene nada que ver con tu
orientación. Entonces, ¿qué pintan las hormonas en todo esto? Pues mucho, pero
no cuando ya has nacido, sino en los momentos en los que aún eres un feto. Es
difícil realizar estos estudios porque supondrían (a) tomar medidas de los
niveles hormonales del feto en diversos puntos de la gestación y (b) esperar a
que esos fetos se hayan convertido en hombres adultos para ver cuáles de ellos
son gais y comparar cuáles eran sus niveles hormonales cuando fueron fetos (¿te
imaginas que follón?) Aún así y siendo difícil hacer estudios directos, podemos
establecer hipótesis bastante plausibles ya que tenemos datos que provienen de
personas nacidas con intersexualidad donde está demostrado que los niveles
hormonales fetales no son los estándares y donde las prevalencias de
homosexualidad y bisexualidad son más altas que en el resto de la población (Zucker,
Bradley, Oliver, Blake, Fleming & Hood J., 1996; Dittmann, Kappes &
Kappes, 1992). Por otra parte, tenemos modelos animales (algunas áreas de
nuestros cerebros son más parecidas a las de un carnero de lo que a muchos les
gustaría admitir) y también tenemos estudios hechos a partir de medidas
antropométricas (de zonas del cuerpo) que correlacionan con los niveles
hormonales fetales.
Estos últimos estudios son de lo
más variopinto y uno de ellos fue especialmente llamativo porque relacionaba la
homosexualidad con el tamaño del pene (no, no has leído mal: cuanto más larga,
más maricón). La idea que mueve estos estudios es la de que hay unos determinados
niveles hormonales fetales que preconfiguran algunas de nuestras áreas
cerebrales para que nos sintamos atraídos por otros hombres. Pero resulta que
puedes ser gay tanto si tienes poca testosterona en tu cerebro fetal como si
tienes mucha. Si tienes poca testosterona fetal es posible que otros
comportamientos tuyos sean más próximos a los de los clichés femeninos (Martin & Nguyen, 2004)
pero también puede darse el caso contrario. Hay estudios que muestran que los niveles
altos de testosterona fetal pueden correlacionar con una orientación homosexual.
En el caso tan llamativo del estudio correlacional al que antes me refería, se
ponía en relación la longitud del pene con la homosexualidad (Bogaert, A. & Hershberger, S.,
1999) demostrando que los gais tenemos el pene más largo que los heterosexuales
(¡en serio!). Dos puntualizaciones son pertinentes: en primer lugar, la
diferencia era sólo de 0,8 cms, (tampoco empecemos a tirar cohetes) y la
segunda puntualización está relacionada con la explicación: ¿cómo es posible
que un nivel alto de testosterona ocasione una “feminización” de un área
cerebral? La hipótesis que se sugiere es que otra forma de que la porción de tu
cerebro correspondiente a la orientación sexual se configure en “modo gay” es
que tengas un nivel alto de testosterona fetal, cosa que hace que tu pene sea
mayor y que tengas pinta de macho alfa. Ese excedente de testosterona, sin
embargo y a la hora de actuar sobre el cerebro, sufrirá un proceso llamado
“aromatización” mediante el cual se transformará en estradiol (una hormona
femenina) debido a la intervención de una enzima llamada aromatasa. Parece una hipótesis atrayente ya que, juntos, ambos
fenómenos (homosexualidad como resultado de un nivel más bajo y homosexualidad
como resultado de un nivel más alto de testosterona fetal) explicarían que haya
gais más arquetípicamente masculinos y otros con una gestualidad mas femenina.
De momento, los estudios, aunque bien encaminados, no son concluyentes (DuPree,
Mustanski, Bocklandt, Nievergelt & Hamer, 2004) ¡así que toca seguir
esperando para tener una respuesta definitiva!
Nos gusta el olor a tigre.
Ampliando un poco y según todo
indica, el impacto de la testosterona fetal se da en una serie de núcleos de
nuestros cerebros que parecen ser muy buenos candidatos para contener la base
neurológica de la orientación sexual. Hasta ahora, el que más apoyo empírico ha
recibido en este sentido es el INAH3, que se encuentra en la parte anterior del
hipotálamo. El primer investigador en hacer mención a este núcleo fue LeVay (1991)
quien publicó en Science un artículo tan rompedor que recibió numerosas
críticas. Sin embargo, esas críticas, no pudieron resistir el peso de la
evidencia posterior e incluso algunos autores que se mostraron críticos en un
inicio, terminaron encontrando resultados similares en sus propias
investigaciones y dando la razón a LeVay (Byne, Tobet, Mattiace, Lasco,
Kemether, Edgar, Morgello, Buchsbaum & Jones, 2001) concluyendo que la
morfología del INAH3 guarda relación con la orientación sexual.
¿Así de sencillo? Sí: así de sencillo.
Pero no es que la homosexualidad sea así de sencilla… ¡la heterosexualidad
también lo es! Que a un ser humano le atraigan los hombres o las mujeres (o
ambos) es algo muy simple: bien reacciona sintiéndose atraído por su fisonomía
y/o por sus feromonas. Y poco más. No te olvides que, para los homosexuales -al
igual que les sucede a los heterosexuales con las mujeres- que te guste un
determinado tipo de hombre, que seas partidario de un cortejo prolongado o de
ir directos a la cama, que quieras formar un hogar, que necesites estar junto a
un hombre que tenga determinados valores y un etcétera tan largo como te
apetezca, no tiene que ver con tu orientación sexual, sino con tu biografía,
con tu educación y las preferencias que has llegado a tener a partir de tus
experiencias vitales. Pero aquí, al igual que en el caso de los heterosexuales,
no interviene tu orientación sexual sino algo muy diferente: tu personalidad. Y
ésta sí que depende de tu biografía. No hay diferentes homosexualidades sino
homosexuales con diferentes personalidades del mismo modo que no hay diferentes
heterosexualidades sino heterosexuales con diferentes personalidades (el
putero, el monógamo, el asceta, el workaholic,
el futbolero o el padre de familia, por poner algunos ejemplos). Y es en esa
diversidad de personalidad, de planteamientos vitales y de modos de querer
vivir tu afectividad donde entran todas las demás áreas del cerebro y que hacen
que el universo de las relaciones sentimentales sea mucho más que atracción
pura y dura. Pero, insisto, eso ya no es orientación sexual sino personalidad.
¿Y qué sabemos de estos núcleos? Que
reaccionan a las feromonas y que influyen en nuestra atracción sexual (Roselli,
Larkin, Schrunk & Stormshak, 2004). En el caso de los humanos, esto
implicaría también con quién queremos mantener un vínculo afectivo Otro dato
curioso es que sus dimensiones se asientan hacia los 10-15 años y que, a partir
de ahí, se mantienen estables hasta la muerte (Swaab & Hofman, 1988) lo
cual concuerda con las edades a las que la orientación sexual se termina de
definir. Ahora bien… ¿por qué sucede todo esto? ¿Cómo sucede todo esto?
¿Todo está en los
genes?
La investigación se completó, lógicamente,
con la investigación genética: si algo es innato, debe estar en los genes de
esa persona, ¿no? Pues sí… o no. Bueno, depende. Y, a veces ni es necesario.
En lo referente a los genes se ha
hablado e investigado mucho. Hoy mismo, si entras en el buscador científico Scirus (http://www.scirus.com/), eliges la opción “journals” y
escribes “homosexuality gene” en el cajón de búsqueda, obtendrás 1.226
referencias a estudios y publicaciones sobre el tema. Eso nos muestra la
cantidad de información que se maneja sobre el asunto. La investigación comenzó
allá por los 50 del siglo XX con el trabajo de Kallman (1952). Este autor
investigó parejas de gemelos monocigóticos (que comparten todo su ADN) y
dicigóticos (que sólo comparten el 50% de su ADN) y calculó la proporción de
parejas donde ambos eran gais. En las parejas de hermanos dicigóticos, la
proporción era del 42,3%. Sin embargo, en los gemelos monocigóticos, aquellos
que compartían toda su información genética, la proporción encontrada fue del 100%.
Resultados tan espectaculares no se han vuelto a replicar y eso hacía pensar
que, aunque la evidencia a favor del componente genético era clara, debía
existir algo más. Otro estudio con hermanos gemelos arrojó resultados
significativos aunque no tan amplios. Bailey y Pillard (1991) hallaron una
concordancia en homosexualidad del 52% en gemelos monocigóticos, del 22% en
gemelos dicigóticos, y del 11% en los hermanos adoptivos de hombres
homosexuales, lo cual sigue siendo un resultado que demuestra ampliamente la
influencia genética en la homosexualidad.
En 1993 Hamer y su equipo, publican
en Science un artículo sobre el Xq28, un marcador en el cromosoma X que parece
guardar relación con la homosexualidad masculina (no se han encontrado genes
similares en la homosexualidad femenina). Este trabajo inició una considerable
polémica e investigación posterior, cosa que explica los mil y pico estudios
que mencioné antes. En estos momentos y gracias a que cada vez tenemos un
conocimiento más profundo de los mecanismos de funcionamiento de los genes, se
ha encontrado una respuesta a por qué la concordancia en orientación sexual no es
del 100% en gemelos monocigóticos y por qué no se ha encontrado un “gen gay”:
la epigenética. En 2012 se publicó un modelo explicativo que daría cuenta de la
mayoría de factores encontrados como generadores de la homosexualidad (Rice,
Friberg & Gavrilets, 2012). Las cosas, según este modelo, serían más o
menos como siguen: (1) el patrimonio genético de la humanidad cuenta con
algunos genes -que van pasando de una generación a otra- y que promoverían unos
determinados ambientes hormonales fetales. (2) La epigenética (una serie de
mecanismos que hacen que determinados genes se manifiesten o que no se
manifiesten) es la responsable de que, a lo largo de las sucesivas
generaciones, a veces se produzcan niveles más altos o más bajos de los
estándares en fetos varones de forma que (3) esos niveles hormonales del
periodo fetal preconfigurarán determinadas áreas cerebrales en el modo que ya
hemos visto anteriormente.

Finalmente vemos que nacer
homosexual es un proceso de tal complejidad y donde intervienen tantos factores
que, para tranquilidad de los paranoicos de la eugenesia, ni se puede predecir,
ni se puede evitar: siempre nacerán homosexuales… ¡por los siglos de los
siglos!
Mamá naturaleza cuida
de nosotros.

O sea que, nada de
“estilo de vida”.
Creo que nadie mejor que Jacques
Balthazar para cerrar este artículo. En el libro con el que abría, en la
página 200 de la edición belga, afirma con claridad: “…datos que sugieren con fuerza que la homosexualidad no es el resultado
de la elección de una vida (de un estilo de vida). Es más bien un cambio
fenotípico complejo que va mucho más allá del campo de la sexualidad y con toda
probabilidad, sugiere la existencia de una base biológica independiente de la
voluntad del individuo”. Ninguno de nosotros ha elegido ser homosexual.
Muchos sectores homófobos se empeñan en negar este cúmulo de evidencias
recurriendo incluso a estudios defectuosos a los que ya me he referido
anteriormente (http://elblogdegabrieljmartin.blogspot.com.es/2013/06/misterios-misteriosos-como-es-posible.html) y a muchos de nosotros les
resulta complicado asumir que somos el resultado de nuestra biología. Otras
maravillas de la Humanidad, como la solidaridad, también son el fruto de la
biología y tienen su base en nuestro cerebro, en las “neuronas espejo”
concretamente, que nos hacen ser capaces de ponernos en el lugar del otro y de
sufrir lo que él sufre. Gracias a estas neuronas tenemos sentido de la justicia
social y empatía. Hemos creado ONGs y salimos a la calle para defender los
derechos colectivos. La fraternidad humana se la debemos a nuestros cerebros. Y
la tecnología que te permite leer esto también se la debemos al cerebro. Y las
sinfonías de Beethoven, las arias de Puccini o los poemas de Lorca. Nuestro
cerebro es prodigioso hasta límites que no sospechábamos hace unas décadas.
Así
que ya lo sabes: tu corazón está en tu cerebro, tu amor está en tu cerebro, tu
sexo está en tu cerebro. Tu mayor órgano sexual es tu cerebro. Úsalo y que
nadie te engañe. Ni eres fruto de un trauma ni de un error. Eres algo que la
naturaleza previó y que quiere que existas. Y si la naturaleza lo hace, ¿cómo
no lo vas a hacer tú? Pues eso mismo: quiérete mucho, maricón.
P.D.: Mi propia
visión.
Yo nací con una intersexualidad extrema
que hizo que los médicos que asistieron mi parto pensaran que yo era una niña y
me asignaran sexo femenino al nacer. Mis padres me educaron en femenino (puedes
leer alguna de las entrevistas que me han hecho aquí: http://cac.drac.com/?p=256). Por esa razón, la primera
hipótesis con la que intenté entenderme a mí mismo fue que, a pesar de mi
comportamiento evidentemente masculino durante mi infancia, algo “debió haber quedado” y por eso me
atraían los hombres. Me hice muchas, muchas, muchas pajas mentales a cuenta de esto y
tuve muchos conflictos tratando de vencer “el
trauma de mi experiencia para no ser homosexual”. En el momento que empecé
a documentarme, a leer informes científicos y estudios serios sobre el tema,
pude entender que –por muy fuerte que hubiera sido la experiencia- mi biografía
no tenía nada que ver con el hecho de que yo fuese gay. Mi homosexualidad no
era el resultado de una educación diferente, ni de una vida traumática, ni de
no haberme hecho sentir hombre durante mi infancia. Yo era homosexual porque
había nacido con un cerebro homosexual. Y punto. Y no había nada más que
añadir. Juro por lo más sagrado de mi vida que, en el momento en que asimilé
que, simplemente, había nacido con un cerebro gay, pude entenderme a mí mismo
y, en lugar de sentirme como el resultado disfuncional de una vida dura y conflictiva,
entendí que no era más que el producto de mi testosterona fetal. Soy maricón
desde antes de nacer. Qué tranquilo me quedé.
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- Swaab D. F. & M. A. Hofman M.A. (1988). Sexual differentiation of the human hypothalamus: ontogeny of the sexually dimorphic nucleus of the preoptic area. Developmental Brain Research, Vol. 44 (2), pp 314–318
- Zucker K. J., Bradley S. J., Oliver G., Blake J., Fleming S. & Hood J. (1996). Psychosexual Development of Women with Congenital Adrenal Hyperplasia. Hormones and Behavior, 30 (4), pp. 300–318
26
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Nov
30
Basta de culpar a las personas que se infectan de VIH.
El
contenido de este post es el correspondiente a mi participación en la
rueda de prensa de la Plataforma "Gais contra el VIH" ofrecida el 30 de
noviembre de 2016.
Basta de culpabilizar a las personas que se infectan de VIH.
Creemos que las personas que se infectan de VIH reciben una carga de estigma que no acompaña a las que se infectan de otro tipo de virus. En nuestra opinión, las personas que se infectan de VIH reciben el estigma de ser promiscuos y de haber descuidado su salud. Creemos que este estigma culpabiliza a quienes se han infectado haciéndoles falsamente responsables de su situación y da una explicación simplista de las infecciones sin tener presente otros factores relevantes.
Este estigma, además, crea mitos.
Basta de culpabilizar a las personas que se infectan de VIH.
Creemos que las personas que se infectan de VIH reciben una carga de estigma que no acompaña a las que se infectan de otro tipo de virus. En nuestra opinión, las personas que se infectan de VIH reciben el estigma de ser promiscuos y de haber descuidado su salud. Creemos que este estigma culpabiliza a quienes se han infectado haciéndoles falsamente responsables de su situación y da una explicación simplista de las infecciones sin tener presente otros factores relevantes.
Este estigma, además, crea mitos.
Jun
25
Los perros ladran, los gatos maúllan y, Antonio Burgos, escribe "antonioburgadas"
No ha
sido ésta de las fotos tu primera salida de tono, Antonio, aunque no te
hablaré de las anteriores, que ya te dieron respuesta quienes debían. Yo
sólo me referiré a tu opinión sobre las fotos del Orgullo en Sevilla
(libre pero prejuiciosa) y lo haré para explicarte por qué es casposa y
homófoba.
Verás, la homofobia considera que hay ciudadanos de primera y de segunda categoría. Los de primera sois los heterosexuales.
Verás, la homofobia considera que hay ciudadanos de primera y de segunda categoría. Los de primera sois los heterosexuales.
Oct
31
Vente a la pingüinada
Te
invito a que nos conozcas. Como otros muchos psicólogos que, en el mundo
anglosajón, trabajan la psicología afirmativa gay, he ido desarrollando
a lo largo de los últimos años un proyecto al que llamamos "los
pingüinos". Así, si en Londres puedes encontrar un centro donde
encontrara a "hombres gais transformando sus vidas", desde hace casi
tres años, lo mismo puedes encontrar en Barcelona.
Oct
3
Libro entregado, vuelvo a estar con vosotros.
Que sí,
que sí, que es verdad: ¡que ya está escrito y entregado! No os voy a
adelantar el título pero ya, por fin, después de 10 meses escribiendo,
está entregado y en pleno proceso de maquetación y edición final, el que
será mi primer libro sobre psicología afirmativa gay. Y digo "primer"
porque...
...porque la aventura continuará.
...porque la aventura continuará.
Dec
29
Voy a escribir (por fin) mi libro...
Ya
tocaba. Lleváis años diciéndome que debería hacerlo y, la verdad, ya
estaba en proyecto. De hecho tengo preparado un 40% del material pero me
estaba siendo del todo imposible dedicarle el tiempo que requiere y he
tomado una decisión: voy a dedicarme a escribir, por fin, el libro sobre
psicología gay que me estabais pidiendo.
Dec
22
Mi currículum como experto en gay affirmative psychology
Pues… yo
llegué a Catalunya un día de sant Jordi (el de 2008) y una de las
primeras cosas que hice fue apuntarme a un curso de voluntariado de la
Coordinadora gai-lesbiana donde pensaba poder echar una mano y a la vez,
conocer a otros hombres gais como yo fuera de los bares de siempre. Fue
un curso para atender un servicio de counselling telefónico y duró los
tres meses el otoño de aquel año. Una vez acabado, el secretario general
de la organización me dijo “-Oye, Gabriel.
Dec
9
El Príncipe Lila y Gabriel J. se entrevistan mutuamente
Moisés
Catalán es coach sexual y coordinador del Príncipe Lila, donde escribe
un blog que, originalmente trataba sobre sobre bisexualidad pero que, a
medida que han transcurrido los años y las publicaciones, ha ido
evolucionando para incluir temáticas que tienen más que ver con lo
queer, el género fluido o la pansexualidad. Gabriel J.
Nov
30
VIH: todo lo que alguna vez escribí
Los
hombres gais y otras HSH (Hombres que tienen Sexo con Hombres) somos el
colectivo más vulnerable al VIH en los países occidentales. En España,
los datos publicados en 2013 nos indican que, aún siendo apenas el 7% de
la población, acumulamos más del 51% de las nuevas infecciones
diagnosticadas siendo, además, el único grupo en el que las infecciones
no dejan de crecer.
Nov
18
Nace la asociación LGTB "Afirma't"
Afirma’t nace
como asociación después de un trayecto previo de dos años de trabajo
(el 26 de enero de 2013, celebramos la primera “reunión de pingüinos”).
Dentro de la gay affirmative psychology es fácil encontrar psicólogos
que propongan nuevos formatos de encuentro a hombres gais: pacientes en
las últimas etapas de su proceso, expacientes o, en general, cualquier
hombre gay que quiera trabajar los aspectos psicoemocionales en su vida y
dotarse de herramientas para que ésta sea mejor.
Oct
31
Amor, nos abrimos?
-
Éramos pareja abierta… ya llevábamos unos años que apenas teníamos sexo
entre nosotros. Pero esto no me lo esperaba. Cuando me dijo que
teníamos que hablar no me podía imaginar que se iba… me dice que se iba…
que ha conocido a otro. ¿Por qué? Pero si conmigo lo tenía todo… hasta
libertad: ¡toda la que quería! ¿Qué he hecho mal?
- Puede que nada, o puede que algo.
- Puede que nada, o puede que algo.
Cargando
Acabo de graduarme en Grado de Trabajo Social por la UNED y, por circunstancias que no dependieron de mí, se me asignó para mi Trabajo Fin de Grado una línea de investigación llamada "Minorías sexuales e inclusión social". Después de mucho pensar, me dicidí por estudiar la homosexualidad en el medio rural. Soy una mujer de 52 años, heterosexual que vive en un pueblo donde todo el mundo se conoce y, cuando comentaba con mis amigos y allegados lo que tenía que hacer, me encontré con comentarios de diversa índole. Pero tengo que decir que lo que más me molestaba eran las risas y los chistes ofensivos que tuve que escuchar.
Todo lo que expones en el artículo lo he encontrado en la bibliografía que he consultado, así como referencias legislativas y sanitarias y mal no he debido de hacerlo cuando se me ha calificado con un 10. No obstante, me he sentido muy mal en algunas ocasiones, cuando he sido testigo de conductas claramente homófobas por no decir delictivas. Lo único que espero es que la sociedad siga avanzando, aunque sea a pequeños pasos y dentro de poco podamos disfrutar todos de los mismos derechos de forma efectiva...( como está estipulado en nuestro ordenamiento juridíco ).Desde mi humilde posición, os deseo todo lo mejor y me siento muy orgullosa de haber puesto mi granito de arena para que los derechos del colectivo homosexual sean visibles y se supere de una vez por todas cualquier reducto de discriminación...Un abrazo sincero...Pilar...
En resumidas cuentas, gracias por tan ameno material.
Muchos abrazos guapetón Gracias por todo Gabriel
PD: esta mañana te envié un email a la direccion que colocas en un video de youtube ******ta@gabrieljmartin.com
Ojalá te hubiese visto en el 2010. Perdona que te haya ennviado un mensaje tan largo al email... me estaba desahogando como nunca en la vida. De cierta forma tu carisma y ell hecho de no verte en persona me facilitó todo. Ojalá pudieses leerlo
Y aunque no soy muy amigo de los web 2.0, porqué creo que se pierde información en los mensajes; una mirada, un parpadeo, un gesto, una sonrisa... me gusta de vez en cuando aportar un trocito de mi, siempre que pueda ayudar a los demás participantes.
Si se es homosexual de nacimiento pero no tiene nada que ver con las hormonas, entonces ¿con qué tiene que ver? ¿Dónde está la inclinación hacia un sexo u otro? ¿Debe ser pues una estructura cerebral distinta a la de los heterosexuales? Me cuesta creer que un bebé tenga ya una predisposición a la homosexualidad. me lo imagino más como una página en blanco aunque eso sí, con un cierto carácter, pero sin sexualidad definida.
Creo que has pasado demasiado deprisa sobre la teoría psicoanalítica. Por supuesto que Freud es un anticuado, pero su teoría evolucionó. Ningún psicoanalista que se precie hoy defiende que se es marica por la ausencia paterna y la excesiva presencia materna. Pero sí que mantienen la teoría de los roles. Cuando un niño crece tiende a identificarse con un rol femenino o masculino, y eso es algo inconsciente. Si existe una figura que tomar como ejemplo el niño la asimilará, la hará suya hasta que pase a definir su propio carácter. Y no tienen que ser un padre o una madre, podrían ser un tío o una hermana. Y además estos roles masculino y femenino están totalmente determinados por la cultura en la que se está inmerso.
En fin, a mí me gusta pensar que si un niño crece en una aldea, supongamos, con una gran diversidad cultural, en la que haya muchos roles que asimilar y distintos grados de masculinidad o feminidad en distintas persona, con altos niveles de tolerancia, entonces el niño no tendrá problemas en disfrutar de una sexualidad sana sea homosexual o heterosexual, y eventualmente "cambiando de bando". Esa es mi utopía :)
gracias por tu blog!
Saludos
Jesús
Básicamente hay dos ideas a las que haces mención: el respeto a los derecho humanos y el innatismo de la orientación sexual. En el primer caso hago referencia a los estudios sobre culturas donde se es mucho más respetuoso con la homosexualidad (ver) y que demuestran que no hay más personas ni parejas homosexuales que en culturas menos permisivas. El respeto a los derechos humanos es fundamental y se deben respetar las minorías sexuales y todas las minorías pero eso no nos lleva a tu utopía de que las personas se enamorarán indistintamente de hombres o mujeres. Al fin y al cabo, somos como somos (lo explico ampliamente en el post).
Sobre el innatismo, si fuese una conducta adquirida(eso también lo explico largamente en el artículo, ver)podría desadquirirse como cualquier otra conducta aprendida. Pero sabemos que eso no es posible y no se puede dejar de ser homosexual. Además, criado en un contesto heterosexual ¿de quién vas a aprender a ser gay? ¿de quén aprende a ser gay el homosexual de Iraq? Por tanto, debe ser innata. En el texto explico que SÍ tienen que ver con las hormonas pero no con los niveles de hormonas del adulto, sino en el periodo fetal. De todo ello he aportado referencias empíricas que puedes consultar en el artículo.
Sobre Freud y el psicoanálisis debo puntualizar que lo que se criticó no fueron solamente sus ideas o su visión, sino su metodología. El psicoanálisis llega a conclusiones a través de vías que pertenecen a la filosofía y que nada tiene que ver con la psicología científica. El psicoanálisis es una ideología en tanto en cuanto sus afirmaciones no son sometibles a experimentación ni verificación empírica, cosa que es imprescindible en el campo de la ciencia... y la Psicología es una ciencia: la ciencia que estudia la conducta humana. La práctica clínica puede (¡debe!) proporcionarnos insights que serán la base de la primera fase del método científico ("observación de los hechos") pero luego deben poder ser testados experimentalmente y eso, el psicoanálisis, no lo permite porque sus postulados son -en muchos casos- conjeturas que no son objetivables mediante un diseño experimental ni cuasiexperimental. De cualquier forma, debo recordar que esto quedó zanjado en los años 50 del siglo XX así que es un tema que los psicólogos tenemos ya muy olvidado (por más que el cine nos asimile a los psicoanalistas, jejeje ¡este Woody Allen!). Si alguna vez hacemos mención a Freud es como elemento histórico ya que parte de lo que se pensaba (y luego refutó) proviene de su (enciclopédico)trabajo.
Un abrazo y muchas gracias
me hago responsable de lo que yo digo, no de lo que tú entiendas. En este caso, además, ni siquiera he sido yo el que realizaba la crítica al psicoanálisis sino que he recogido (por eso está citada la fuente y el texto entrecomillado y en cursiva) las palabras de J. Balthazar. Me temo que te ha faltado un poco de comprensión lectora. La crítica al psicoanálisis no es un juicio personal mío sino una crítica que se hace desde el campo de la epistemología científica. La crítica consiste en señala que el psicoanálisis no usa el método científico y que ello le hace vulnerable a errores como el de confundir causa con efecto que es, exactamente, el error que cometió Freud al hablar sobre la homosexualidad. Mi observación no resta absolutamente nada de seriedad a mis artículos (eso es una apreciación personal tuya) puesto que no sólo lo afirmo sino que lo respaldo con fuentes que lo corroboran. Puedes leer la crítica de Popper al método psicoanalítico para profundizar en tu conocimiento sobre el asunto.
Por último, señalar que creo que eso de que ha realizado "grandes aportaciones a la psicología y la sociología" es una afirmación que deberías sustentar con evidencias.
Un saludo y gracias por la oportunidad de ampliar mi visión sobre el acientifismo del psicoanálisis
Ángel (DUE Esp. en S. Mental)