División del reino

El reino de Israel se dividiría con consecuencias
irreversibles. El reino norteño se conocería como Samaria, y el reino
del sur con su capital en Jerusalén, Judá.
No solo sería una separación política y social, sino
religiosa. El reino norteño absorbería las religiones de sus vecinos
abandonando la forma de adoración de sus antepasados. Reemplazarían el
templo de Jerusalén por otro que sería ubicado en Guerizim.
Con la conquista y destrucción a manos del imperio
asirio se produciría un desarraigo total de aquella tierra y sus
habitantes. Samaria sería repoblada por distintos pueblos y con el
tiempo se crearía una hostilidad evidente entre los judíos y los
samaritanos.
Judá sufriría una destrucción semejante aunque sus
habitantes seguirían con su fe en la ley de Moisés, el templo de
Jerusalén (reconstruido por Zorobabel) etc. Lamentablemente su
alejamiento del Dios Jehová sería progresivo e irreversible.
Esta sección ahonda en esta cuestión sin la intención
de emitir juicios de valor y ciñéndose al relato de la Biblia y otras
fuentes históricas.

Reino norteño (10 tribus) de Israel

Jeroboán, un oficial de Salomón, regresó de Egipto y
subió con el pueblo para pedirle a Rehoboam (sucesor del trono de
Salomón) alivio de todas las cargas que su padre había puesto sobre
ellos.
Rehoboam, contrario a la petición, aumentó las
penalidades, por lo que las 10 tribus del norte se rebelaron e hicieron
rey a Jeroboán.
Rehoboam solo se quedaría con Judá, Benjamín y la
tribu de Leví, que proporcionaba los sacerdotes y que no disponía una
parte asignada del territorio de Israel.
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Antes y después de la división


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Jeroboán

Jeroboán se convertiría en el primer rey del reino de diez tribus de Israel.
Era de la tribu de Efraín; hijo de Nebat, uno de los
oficiales de Salomón en la aldea de Zeredá. Parece ser que quedó
huérfano de padre a temprana edad y lo crio su madre, Zeruá. (1 Reyes
11:26.)
La Biblia dice que Jeroboán rompió con la casa de
David y “procedió a separar a Israel de seguir a Jehová, y los hizo
pecar con un gran pecado”. (2 Reyes 17:21.)
Jeroboán sabía que una misma adoración mantiene junto
a un pueblo, así que para evitar que las tribus disidentes fuesen al
templo de Jerusalén para adorar, erigió dos becerros de oro, no en la
capital, sino en los dos extremos del territorio de Israel: uno al Sur
en Betel, y el otro al Norte, en Dan.
También instaló un sacerdocio no levita para dirigir a
Israel a la adoración de becerros de oro y de demonios en forma de
cabra e instruirlos en ella. (1 Reyes 12:28-33; 2 Crónicas 11:13-15.)
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Samaria

Cuando Salomón murió, su hijo Rehoboam ascendió al
trono y oprimió al pueblo. El comportamiento de este hombre, un hombre
terco, incitó a diez tribus a sublevarse y constituirse en un reino
aparte, que abarcaba sobre todo el norte del país, aunque también
comprendía los enclaves simeonitas esparcidos por Judá. Solo
permanecieron leales al reino meridional de Judá las tribus de Benjamín y
Leví.
Este nuevo reino abandonaría al Dios de sus antepasados adorando a otros dioses.
La separación de los dos reinos se produjo en 997 A. E.C.(1 Reyes 12:1-4, 16-20).
Reyes asesinados, dinastías derrocadas por usurpadores.
Finalmente, en 740 A.E.C., los asirios infligirían un azote que los profetas de Dios ya habían predicho.

Ubicación de la capital; Samaria

Se ha identificado a Samaria con unas ruinas llamadas
Someron contiguas al pueblo árabe de Sabastiya, situadas a 55 Km. al
Norte de Jerusalén y a 11 Km. al Noroeste de Siquem, en el territorio de
Manasés.
Cuando se dijo que Samaria era la “cabeza” de Efraín,
se estaba haciendo referencia a su posición como la capital del reino
de diez tribus, de las que Efraín era la tribu dominante. (Isaías 7:9.)
Samaria estaba cerca o posiblemente en la misma
ubicación de “Samir, en la región montañosa de Efraín”, donde vivía el
juez Tolá, uno de los jueces de Israel. (Jueces 10:1, 2.)
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Construcción de un ‘reino’

Omrí compró la montaña, Samaria y fundó la ciudad. (1 Reyes 16:23-28.)
Aunque allí ahora hay muchas terrazas dedicadas a la
agricultura, Omrí probablemente escogió aquel lugar porque el cerro de
cumbre plana que se levantaba desde la llanura podía ser defendido
fácilmente.
Su hijo Acab siguió construyendo Samaria, y extendió
sus fortificaciones con muros anchos. También construyó un templo a Baal
y un palacio para sí mismo y para su esposa fenicia, Jezabel.
Unas excavaciones han revelado las ruinas del palacio
de Acab. Ese palacio era conocido por el lujo y por la extrema
iniquidad. (1 Reyes 16:29-33.)
El profeta Elías subió hacia esta ciudad caminando
por la ancha carretera que llevaba al palacio, para denunciar allí la
maldad de Acab, que giraba en torno a Baal. (1 Reyes 17:1.)
Hasta el tiempo de ser destruida a manos de Asiria
hubo algunos israelitas que compartieron una fe similar a sus hermanos
de Judá. Por supuesto el reino norteño como conjunto ya no vivía según
el arreglo que Dios había establecido sobre su pueblo y que Moisés había
escrito.
Primero Siquem, mas tarde Tirzá y finalmente Samaria
llegaría a convertirse en la capital del territorio del reino de diez
tribus. También llegó a denominarse Samaria a todo el territorio de
Israel que se había separado del reino de Judá, con su capital
Jerusalén.

Lo que significó dicha separación

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Alejamiento del Dios Jehová

El nuevo rey del norte quería romper toda relación
con Judá y su capital Jerusalén. Aquello significaba reemplazar el
sistema de adoración que habían recibido de Moisés y su Dios Jehová con
un sistema pagano, edificando lugares de culto en la tierra de Samaria,
lo que en la práctica suponía no tener que ir a Jerusalén y romper todos
los lazos con lo que durante siglos les había unido; Jehová.
Es muy posible que, de forma individual hubiera
israelitas que siguieran adorando al Dios de sus antepasados y
continuaran yendo a Jerusalén para adorar en el templo y siguiera
leyendo la ley de Dios dada mediante su profeta Moisés. Pero la inmensa
mayoría se apartó de Jehová, aunque este continuaría enviándoles
profetas.
Como es obvio, israelitas de las distintas tribus se
habían mezclado con el tiempo (desplazamientos por la familia, el
trabajo etc.). Es muy normal pensar que al tiempo de la separación
habría miembros de la tribu de Judá en el norte y miembros de las tribus
del norte en las tierras de Judá y Benjamín.
La división del reino debió provocar una situación
muy difícil desde todo punto de vista; familiar, religioso etc. Y un
desafío moral sobre qué posición mantendrían ante la disyuntiva de
seguir adorando al Dios de sus antepasados o adoptar unas creencias y
forma de adorar en completa oposición a Jehová.

La deriva del pueblo samaritano

Después que las 10 tribus septentrionales se
separaron del reino de Judá, se entregarían a la adoración de becerros.
Por eso Dios permitiría que los asirios conquistaran aquella región en
740 A.E.C.
Los asirios se llevarían consigo a muchos de los
habitantes de allí, a quienes reemplazaron con extranjeros de otras
partes del Imperio Asirio, que eran adoradores de dioses extraños.
Es muy probable que algunos de esos paganos se
casaran con israelitas y aprendieran algunas creencias y prácticas de fe
de sus antepasados, como la de la circuncisión. Pero la resultante
adoración de los samaritanos de ninguna manera tuvo la completa
aprobación de Dios. (2 Reyes 17:7-33.)

Guerizim y ZeusJupiter

La práctica religiosa de los samaritanos aceptaba
como las Escrituras solo los primeros cinco libros de Moisés, el
Pentateuco. Alrededor del siglo IV A.E.C. los samaritanos edificaron en
el monte Guerizim un templo.
Tiempo después, el templo de Guerizim fue dedicado a
Zeus (o Júpiter) y finalmente fue destruido. No obstante, el centro de
adoración de los samaritanos siguió siendo Guerizim.
Aquel templo que rivalizaba con el de Jerusalén y que fue destruido en el año 128 A.E.C.
Según la tradición, lo destruyó Juan Hircano.
(Antigüedades Judías, libro XI, cap. VIII, secs. 2, 4; libro XIII, cap.
IX, sec. 1; La Guerra de los Judíos, libro I, cap. II, sec. 6.)
Aun en tiempos modernos los samaritanos han celebrado
fiestas, como la Pascua, en el monte Guerizim, en lo que consideran la
ubicación del antiguo templo.
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Tal como se ve en antiguas monedas encontradas en
Nablus, en un tiempo en la parte Noreste del monte Guerizim había un
templo dedicado a Zeus, al que se accedía subiendo, según se calcula,
unos 1.500 escalones.
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Algunos historiadores judíos afirman que un nieto de
Eliasib llamado Manasés, junto con su suegro, Sanbalat, construyeron el
templo que hubo sobre el monte Guerizim, el cual llegó a ser el centro
de la adoración samaritana y en el cual Manasés ofició de sacerdote
durante su vida.
Guerizim es la montaña a que Jesús se refirió en Juan
4:21.—The Second Temple in Jerusalem, 1908, W. Shaw Caldecott, páginas
252-255.
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El templo samaritano

Es posible que la edificación del templo samaritano
en el monte Guerizim (posiblemente en el siglo IV A.E.C.), en
competencia con el que estaba en Jerusalén, marcó la separación final de
los judíos y los samaritanos, aunque otros creen que la ruptura de
relaciones ocurrió más de un siglo después.
Cuando Jesús empezó su ministerio, la brecha entre
los dos pueblos no se había zanjado todavía, aunque el templo de
Guerizim había sido destruido alrededor de un siglo y medio antes. (Juan
4:9.)
Los samaritanos todavía adoraban en el monte Guerizim (Juan 4:20-23), y los judíos no los respetaban (Juan 8:48).
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Judíos y samaritanos

Esta actitud desdeñosa le sirvió a Jesús para recalcar una lección vital en la parábola del buen samaritano. (Lucas 10:29-37.)
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El pentateuco samaritano

Solo los primeros cinco libros de la Biblia han
constituido las Escrituras de los samaritanos desde tiempos antiguos
conocida como el Pentateuco Samaritano. Rechazaban el resto de las
Escrituras Hebreas, con la posible excepción del libro de Josué. image
El Pentateuco Samaritano difiere del texto masorético
en unos 6.000 detalles, la mayoría de los cuales son de mínima
importancia, si bien algunos sí son importantes, como, por ejemplo, la
lectura de Deuteronomio 27:4, donde dice que fue en Guerizim, en lugar
de en Ebal, donde se inscribieron las leyes de Moisés en piedras
blanqueadas. (Deuteronomio 27:8.)
La razón obvia para este cambio era dar crédito a su creencia de que Guerizim es la santa montaña de Dios.

imageTambién esperaban un mesías

El que los samaritanos aceptasen totalmente el
Pentateuco les dio base para creer que vendría un profeta mayor que
Moisés. (Deuteronomio 18:18, 19.)
Los samaritanos esperaban en el primer siglo la
venida de Cristo, el Mesías, y algunos de ellos lo reconocieron, si bien
otros lo rechazaron. (Lucas 17:16-19; Juan 4:9-43; Lucas 9:52-56.)
Más tarde, gracias a la predicación de los cristianos
primitivos, muchos samaritanos abrazaron con entusiasmo el
cristianismo. (Hechos 8:1-17, 25; 9:31; 15:3.)






Asiria

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Los asirios eran un pueblo fundamentalmente guerrero. Vivían para la violencia y su objetivo destruir conquistando.
Su crueldad era casi indescriptible y su política de
conquista consistía en desterrar a los habitantes del lugar conquistado y
reemplazarlo con habitantes de otros lugares. No solo deseaban vencer.
Quería desarraigar a las personas de sus tierras, sus costumbres, su
cultura y su fe.
Por este motivo, después de la conquista y
destrucción de Samaria, Asiria llevaría allí habitantes de otros lugares
y por lo tanto las diez tribus de Israel como pueblo dejaría de
existir.

Samaria destruida

Salmanasar V invadió Palestina, hizo vasallo a Hosea
(usurpador del reino de Israel) y le impuso un tributo anual. (2 Reyes
17:1-3.)
Hosea dejó de pagar el tributo y se alió con el rey
So de Egipto contra Asiria. Por esto Salmanasar prendió a Hosea y luego
sitió Samaria por tres años. La ciudad cayó, y los israelitas fueron
llevados al exilio. (2 Reyes 17:4-6; 18:9-12)
Salmanasar murió antes de finalizar la conquista de Samaria, y la ciudad cayó ante Sargón II.
Los registros de Sargón II hablan de la deportación de 27.290 israelitas a diferentes lugares del Alto Éufrates y Media.
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Al parecer, durante el reinado de Sargón, por primera
vez se llevó gente de Babilonia y Siria para repoblar Samaria, y
después ese rey asirio hizo volver del exilio a un sacerdote israelita
para que instruyera a estas personas en “la religión del Dios del país”.
(2 Reyes 17:24-28)
Salmanasar V, quien sucedió a Tiglat-piléser, invadió el reino norteño de diez triimagebus
de Israel y sitió a su bien fortificada capital, Samaria. Después de un
sitio de tres años, Samaria cayó en 740 A.E.C., cumpliendo lo que
habían dicho los profetas. (Miqueas 1:1, 6; 2 Reyes 17:5.)
Sargón II sucedió a Salmanasar quien completó la
conquista de Samaria, pues se dice que el principio de su reinado
coincide con el año en que cayó aquella ciudad. Después de la caída de
Samaria, el rey de Asiria “condujo a Israel al destierro, a Asiria”. (2
Reyes 17:6.)
Una inscripción asiria, hallada en Jorsabad, confirma
esto. En ella, Sargón dice: “Sitié y conquisté a Samaria, y tomé como
botín a 27.290 habitantes de ella”.
“Porque limageos
hijos de Israel habían pecado contra Jehová su Dios […] Y continuaron
sirviendo a ídolos estercolizos, acerca de los cuales Jehová les había
dicho: ‘Ustedes no deben hacer esta cosa’; por lo tanto Jehová se enojó
mucho contra Israel, de modo que los quitó de su vista” (2 Reyes 17:7,
12, 18).
Samaria y el reino norteño de Israel, de diez tribus,
tenían problemas, no solo con los asirios, sino también con el Dios que
durante siglos habían adorado. Aquel pueblo se había apartado de Jehová
y se había entregado a la adoración de Baal, caracterizada por
desenfreno y borrachera. (Oseas 2:13.)
Aunque por los profetas de Jehová recibieron
abundante advertencia, aquellas personas rehusaron cambiar. Por eso, el
profeta Oseas escribió por iimagenspiración:
“Samaria y su rey ciertamente serán reducidos a silencio, como una
ramita arrancada sobre la superficie de aguas”. (Oseas 10:7; 2 Reyes
17:7, 12-18.)
La Biblia dice también que después del traslado de
los israelitas el rey de Asiria pobló aquella tierra con gente de otras
regiones “y los hizo morar en las ciudades de Samaria en lugar de los
hijos de Israel; y ellos empezaron a tomar posesión de Samaria y a morar
en sus ciudades”. (2 Reyes 17:24.)
¿Confirman esto, también, los registros asirios? Sí;
los propios anales de Sargón, inscritos en el Prisma de Nimrud, dicen:
“Restauré la ciudad de Samaria […] introduje en ella a gente de los
países que conquisté por mis propias manos” (Illustrations of Old
Testament History, R. D. Barnett, página 52)

Nuevos pueblos colonizadores

Tiglat-piléser III fue el primero que desarraigó a
los israelitas del territorio de Samaria, pues se llevó a Asiria a
algunos rubenitas, gaditas y manasitas prominentes del Este del Jordán.
(1 Crónicas 5:6, 26.)
Cuando por fin cayó el reino septentrional, otros
muchos fueron llevados al exilio. (2 Reyes 17:6.) Pero esta vez el rey
de Asiria reemplazó a los israelitas con gente de otras partes de su
reino, una política de repoblación que siguieron Esar-hadón y Asnapar
(Asurbanipal). (2 Reyes 17:24; Esdras 4:2, 10.)
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“El rey de Asiria trajo gente de Babilonia y de Cutá y
de Avá y de Hamat y de Sefarvaim, y los hizo morar en las ciudades de
Samaria en lugar de los hijos de Israel; y ellos empezaron a tomar
posesión de Samaria y a morar en sus ciudades.” (2 Reyes 17:24.)

Los Cuteos

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El descubrimiento de tablillas de contratos en Tell
Ibrahim (Imam Ibrahim), lugar situado a unos 50 Km. al Noreste de
Babilonia, en las que aparece el nombre Kutu (equivalente acadio de
Cut), ha llevado a muchos geógrafos a identificar Tell Ibrahim con la
Cutá bíblica.
Hay indicios de que Cutá fue en un tiempo una de las
ciudades más importantes del Imperio babilonio y probablemente también
una de las de mayor extensión, pues el montículo que hoy la delimita
tiene unos 18 m. de alto y 3 Km. de circunferencia.
Entre las ruinas se encuentra lo que, según se cree,
debió ser el emplazamiento de un templo dedicado a Nergal, lo que
armoniza con la declaración bíblica de que “los hombres de Cut” eran
devotos de ese dios. (2 Reyes 17:29, 30.)

Los Aveos

Habitantes de Avá, uno de los pueblos que utilizaron
los asirios para reemplazar a los israelitas exiliados después de
capturar Samaria en 740 A.E.C. (2 Reyes 17:24.)
Avá era una ciudad situada en la parte norte de Siria
que en el siglo VIII a. E.C. estuvo bajo el control asirio. Al parecer
es la misma que Ivá.
A todos los que repoblaron Samaria se les llegó a
conocer como samaritanos. Aunque los aveos aprendieron hasta cierto
grado el temor de Jehová, se hicieron los dioses Nibhaz y Tartaq y los
adoraron. (2 Reyes 17:29-33)

Sefarvitasimage

Pertenecientes a Sefarvaim
Habitantes de la ciudad de Sefarvaim. Después del año
740 a. E.C. los asirios tomaron al menos algunos de los habitantes de
Sefarvaim para que colonizaran Samaria.
Los sefarvitas llevaron consigo su religión falsa, en
la que se practicaba el sacrificio de los hijos a los dioses Adramélec y
Anamélec. (2 Reyes 17:24, 31-33; 18:34; Isaías 36:19.)

Elamitas

Asnapar deportó a Samaria a los habitantes de Susa (capital de Elam). (Comparar con 2 Reyes 17:24-28.)
La historia muestra que Asurbanipal fue el único rey
asirio que estuvo en posición de llevar a cabo tal acción con relación a
los habitantes de Elam.

Arqueveos

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Samaritano

Parece ser que los asirios no deportaron a todos los
habitantes israelitas, pues el relato de 2 Crónicas 34:6-9 (comparar con
2 Reyes 23:19, 20) indica que durante el reinado de Josías todavía
había israelitas en esa zona.
La palabra “samaritanos” con el tiempo aplicó tanto a
los descendientes de los que quedaron en Samaria como a los que
llevaron los asirios. Por lo tanto, algunos sin duda nacieron de
matrimonios mixtos.
Mucho tiempo después, el nombre “samaritano” adquirió una connotación más religiosa que racial o política.


Un “samaritano” era alguien que pertenecía a la secta religiosa que
floreció en las inmediaciones de las antiguas Siquem y Samaria, y que se
adhería a ciertas doctrinas inconfundiblemente diferentes a las del
judaísmo. (Juan 4:9.)


Los samaritanos y judíos

En el año 537 a. E.C., un resto de las doce tribus
regresó del exilio en Babilonia dispuesto a reedificar el templo de
Jehová en Jerusalén. (Esdras 1:3; 2:1, 70.)
Entonces, los “samaritanos”, que ya estaban en la
tierra cuando los israelitas llegaron y de quienes se dijo que eran
“adversarios de Judá y Benjamín”, se acercaron a Zorobabel y a los
hombres de mayor edad y les dijeron: “Déjennos edificar junto con
ustedes; porque, lo mismo que ustedes, nosotros buscamos a su Dios y a
él le hacemos sacrificios desde los días de Esar-hadón el rey de Asiria,
que nos hizo subir acá”. (Esdras 4:1, 2.)
Sin embargo, esta afirmación de devoción a Jehová
demostró ser solo de labios, puesto que cuando Zorobabel rechazó su
oferta, los samaritanos hicieron todo lo que pudieron para evitar la
edificación del templo.
Después de que todos sus esfuerzos concertados para
hostigarlos e intimidarlos fallaron, escribieron falsas acusaciones en
una carta dirigida al emperador persa, y así lograron que se emitiese un
decreto gubernamental que detuvo la construcción durante varios años.
(Esdras 4:3-24.)

Los pueblos emigrados a Samaria

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Profetas de Dios en el reino norteño

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Reyes del reino norteño

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