lunes, 3 de julio de 2017

¿Qué es el judaísmo? | Sapientiae Lux

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¿Qué es el judaísmo?



El término judaísmo se refiere a la
religión o creencias, la tradición y la cultura del pueblo judío. Es la
más antigua de las tres religiones monoteístas más difundidas (junto con
el cristianismo y el islam, conocidas también como «religiones del
libro» o «abrahámicas», y la menor de ellas en número de fieles. Del
judaísmo se desglosaron, históricamente, las otras dos.

Aunque no existe un cuerpo único que sistematice y fije el contenido
dogmático del judaísmo, su práctica se basa en las enseñanzas contenidas
en la Torá, también llamado Pentateuco, compuesto, como su nombre lo
indica por cinco libros. La Torá o el Pentateuco a su vez, es uno de los
tres libros que conforman el Tanaj (o Antiguo Testamento, según el
cristianismo), a los que se atribuye inspiración divina.

Juega también un papel importante en la práctica religiosa la tradición
oral que, según las creencias fue entregada a Moisés junto con la Torá y
conservada desde su época y la de los profetas. La tradición oral rige
la interpretación del texto bíblico; la codificación y comentario de
esta tradición ha dado origen a la Mishná, al Talmud y a un enorme
cuerpo exegético, desarrollado hasta el día de hoy por los estudiosos.
El compendio de estos textos forma la denominada Ley Judía o Halajá.

El rasgo principal de la fe judía es la creencia en un Dios omnisciente,
omnipotente y providente, que habría creado el universo y elegido al
pueblo judío para revelarle la ley contenida en los Diez Mandamientos y
las prescripciones rituales de los libros tercero y cuarto de la Torá.
Consecuentemente, las normas derivadas de tales textos y de la tradición
oral constituyen la guía de vida de los judíos, aunque la observancia
de las mismas varía mucho de unos grupos a otros.

Otra de las características del judaísmo, que lo diferencia de las otras
religiones monoteístas, radica en que se considera no sólo como una
religión, sino también como una tradición y una cultura. Las otras
religiones trascienden varias naciones y culturas, mientras que el
judaísmo se considera la religión y la cultura de un pueblo específico.
El judaísmo no exige de los no judíos unirse al pueblo judío ni adoptar
su religión. La religión, la cultura y el pueblo judío pueden
considerarse conceptos separados, pero están estrechamente
interrelacionados. La tradición y la cultura judía son muy diversas y
heterogéneas, ya que se desarrollaron de modos distintos en las
diferentes comunidades, y cada comunidad local incorporó elementos
culturales de los distintos países en los que vivieron los judíos a
partir de la dispersión.
La tradición se remonta a Abraham,
llamado el primer hebreo (del hebreo עִבְרִי, ivrí: “el que viene del
otro lado”), por haber venido a la tierra de Canaán desde Mesopotamia,
siguiendo el llamado de Dios (Génesis 12:1), hace unos 4000 años.
Abraham es considerado patriarca por los tres principales credos
monoteístas, y de aquí que éstos sean conocidos también con el nombre de
religiones abrahámicas.

Los judíos son llamados en la Biblia “hijos de Israel” (Éxodo 1:1,7;
nótese la extensión en el significado entre el versículo 1 y el 7), y de
aquí serán llamados, más adelante, “el pueblo de Israel” o israelitas.
El nombre de Israel le fue otorgado al patriarca Jacob, nieto de
Abraham, por el ángel con el que se trabó en lucha, quien al bendecirlo
lo llamó Israel (יִשְׂרָאֵל, del hebreo “uno que ha luchado con Dios”,
Génesis 32:24-28).
El nombre judío aparece sólo con posterioridad (Ester 2:5), y proviene
del reino de Judá (del hebreo יְהוּדָה, Yehudá, hijo de Jacob), formado
por dos de las doce tribus del pueblo de Israel, y las únicas remanentes
luego de la escisión entre este reino y el de Israel, y la destrucción
del último y posterior exilio de las diez tribus que lo formaban a manos
de Asiria, en el año 722 a. C.: “Yahvé se airó en gran por la manera
que tenían contra Israel y los apartó de su rostro, quedando solamente
la tribu de Judá” (2Reyes 17:18).

¿Quién es un judío?
De acuerdo a la Ley Judía, un judío es quien ha nacido de una madre
judía o quien que se ha convertido al judaísmo de acuerdo a la Ley Judía
(Halajá). El judaísmo de reforma (Reform Judaism) americano y el
judaísmo liberal-británico acepta al hijo de un padre judío (madre o
padre) como judío si los padres crían al hijo con una identidad judía.
Hoy todas las formas dominantes de judaísmo están abiertas a conversos
(converts) sinceros. El proceso de conversión es evaluado por una
autoridad, y el converso es examinado por su sinceridad y
conocimientos.Convertirse al judaismo es un proceso largo y exaustivo
donde los conocimientos y la fe son lo mas importante.

El judaísmo tradicional mantiene que un judío, por nacimiento o
conversión, es un judío por siempre. En fin, un judío que afirma ser
ateo o se convierte a otra religión sigue siendo un judío por el
judaísmo tradicional. Sin embargo, el movimiento de la Reforma no
reconoce a un judío que se ha convertido a otra religión como judío, y
el gobierno israelí ha adoptado la misma postura que la Corte Suprema
(Supreme Court) y sus estatutos.



Éstos son algunos de los principios sobre los que se basa la religión judía, o que la caracterizan.

El judaísmo se basa en el Tanaj o Antiguo Testamento, compendio de 24
libros que cuenta la historia del hombre y de los judíos, desde la
Creación hasta la construcción del Segundo Templo, e incluye también
preceptos religiosos, morales y jurídicos; filosofía, profecías y
poesía, entre otros. Sus cinco primeros libros, en conjunto conocidos
con el nombre de “la Torá” o “Pentateuco”, son considerados escritos por
inspiración divina y por ende sagrados, y su lectura pública en la
sinagoga los días lunes, jueves y sábados forma parte fundamental del
culto judío, lo que le ha valido al pueblo judío el nombre de «Pueblo
del Libro».

La Torá es la fuente primera de los siete preceptos morales básicos que
obligan a todo ser humano como tal («Los siete preceptos de los hijos de
Noé»; Génesis 9:1-7), y de los 613 preceptos religiosos que obligan a
los judíos (613 mitzvot): 365 que imponen abstenerse de acción —uno por
cada día del año— y 248 preceptos que obligan positivamente a hacer —uno
por cada órgano del cuerpo—. Los preceptos bíblicos son comentados,
explicados, ampliados e implementados por las diferentes exégesis que
plasmaron por escrito las tradiciones orales: la Mishná y el conjunto en
el que ésta está incluida: el Talmud.

Los preceptos jurídicos, éticos, morales y religiosos que emanan de la
Torá, y que junto a su explicación de la Mishná conforman el corpus
jurídico principal del judaísmo, el Talmud, son conocidos como la ley
judía o Halajá (הֲלָכָה, “camino”), cuya fuente compilativa principal y
reconocida por los judíos de todo el mundo —amén de una riquísima y
amplia literatura halájica a lo largo de los siglos— es el libro
medieval “Shulján Aruj” (שֻׂלְחָן עָרוּךְ, “la mesa servida”). Los
mandamientos de la Halajá comandan el ciclo íntegro de la vida judía
observante, desde la circuncisión al nacer (Génesis 17:10),
pasando por la alimentación (la Cashrut, כַּשְׁרוּת, Levítico 11:1-47),
la vida íntima (Levítico 12:1-8), la vestimenta (Levítico 19:19), y así todos los hitos principales de la vida del hombre, hasta su muerte.

La plegaria más solemne de la religión judía, que plasma la esencia
misma de la creencia monoteísta, aparece en el quinto y último libro de
la Torá: “Oye, Israel, el señor es nuestro Dios, el señor es Uno”
(שְׁמַע יִשְׂרָאֵל, ה’ אֱלֹהֵינוּ, ה’ אֶחָד; Shemá Israel, Adonai
Eloheinu, Adonai Ejad Deuteronomio 6:4). Los creyentes la recitan dos
veces por día, en las oraciones de la madrugada y del atardecer.

El símbolo judío de nuestros días por excelencia es la estrella de David
(מָגֶן דָוִד, Maguén David, “escudo de David”, véase en la plantilla de
arriba), llamado así por la creencia de que el rey David lo adoptó como
símbolo de armas en su escudo de guerra y en el de sus soldados, aunque
aparece con su significado actual muchísimo más tarde, hacia la Edad
Media. El símbolo conocido más antiguo del judaísmo es el candelabro
ritual de siete brazos (מְנוֹרָה, la Menorá), emplazado antiguamente en
el Tabernáculo (Éxodo 25:31-40), y luego en el Templo de Jerusalén (1Reyes 7:49).
La vida judía se rige por un calendario
basado en la combinación del ciclo mensual lunar y del año solar, cuyos
orígenes se remontan a tiempos bíblicos, y por el cual se rigen las
festividades y ritos de la religión hasta el día de hoy.
Kipá (solideo tradicional judío) y
Menorá (candelabro ritual de siete brazos), dos de los más conocidos
símbolos de la tradición judía

La festividad judía más venerada es el Shabat (del hebreo שַׂבָּת,
sábado, “reposo, cese de actividad”, Génesis 2:2-3), considerado sagrado
y superado, en solemnidad, sólo por el Día del Perdón o Yom Kipur,
precisamente llamado también “Sábado de sábados”. Su relevancia en la
vida judía es tal que está incluido entre los Diez Mandamientos, que se
estiman palabra divina (Éxodo 20:8-11, Deuteronomio 5:12-15).

El liderazgo de la comunidad judía tradicional está en manos del rabino,
persona culta y docta en la Halajá que conduce a sus acólitos no sólo
en lo espiritual y religioso, celebrando el culto judío, sus
festividades y celebraciones, sino que se gana el respeto de su grey
como autoridad moral y líder comunitario, brindando consejo,
solucionando problemas y dirimiendo todos los conflictos que pudiesen
suscitarse entre sus miembros.

El culto judío se celebra en el templo o sinagoga, que sirve asimismo de
lugar de reunión y encuentro comunitario, para cuyo fin el rezo en
público requiere de un mínimo de diez varones. La sinagoga sustituye en
tal función al Templo de Jerusalén, destruido en el año 70 y lugar único
de oración y peregrinación hasta su desaparición física. Del mismo
modo, los sacrificios rituales que allí se efectuaban fueron
reemplazados por sendas plegarias, que el judío piadoso eleva tres veces
al día: al alba (שַׂחֲרִית, Shajarit), por la tarde (מִנְחָה, Minjá) y
al anochecer (עַרְבִית, Arvit). En días festivos se agrega una cuarta a
media mañana (מוּסָף, Musaf), y sólo en Yom Kipur se cierra la
celebración con una quinta plegaria (נְעִילָה, Ne’ilá).

La religión y el pueblo judío consagraron desde siempre a la tierra de
Israel, la tierra sagrada, como uno de sus ejes principales, ya desde
sus mismos albores (Génesis 12:7), convirtiéndose ésta en parte integral
de la idiosincrasia judía: el mundo se divide entre la Tierra Santa y
todo el resto, llamado diáspora. Así, las sinagogas de todo el mundo se
construyen de cara a Israel; los rezos y festividades concuerdan con su
clima y sus estaciones; gran parte de los preceptos pueden cumplirse
sólo al pisar su suelo, por nombrar algunos pocos. Dentro de la tierra
de Israel ocupa Jerusalén un lugar único en la devoción judía, y dentro
de la ciudad los restos del Templo de Salomón, el llamado “Muro de los
Lamentos”, es considerado el más sagrado de los sitios. Comparten con
Jerusalén su condición de santidad, en menor medida, también las
ciudades de Hebrón, Safed y Tiberíades.

El pueblo judío se identificó desde un principio con la lengua hebrea,
considerada “lengua sagrada” (לְשׁוֹן הַקּׁדֶשׁ, leshón hakódesh), en la
que están escritas la Torá y la mayor parte de la literatura judía.
Relegada a condición de lengua muerta durante siglos, reservada a la
oración, a la literatura y a los textos jurídicos y teológicos, fue
recuperada como lengua hablada y modernizada con el resurgir del
sionismo y adoptada como lengua oficial del Estado de Israel.
La historia judía se remonta a las
viejas tradiciones bíblicas. Cuando el arca de Noé encalló en el monte
Ararat, los hijos de Noé (Sem, Cam y Jafet) dieron origen,
respectivamente, a los semitas del Próximo Oriente, a los camitas de
África y a los jafetitas del resto del mundo.

Abraham, padre de los judíos, al recibir de Yahvéh la orden de asentarse
en la tierra de Canaán, se puso en camino inmediatamente, partiendo de
su patria, Ur, de los caldeos (Mesopotamia). Abraham, su hijo Isaac y su
nieto Jacob fueron pastores nómadas.

Sus descendientes se vieron empujados por el hambre a la tierra de
Gesén, en el delta del río Nilo. Pero el faraón de Egipto, viendo que
aumentaban imparablemtente y se hacían poderosos, los redujo a la
esclavitud. Con Moisés ungido como líder y legislador, el pueblo elegido
por Dios se dirigió hacia Canaán, la tierra prometida.

La dramática marcha desde Egipto a través del mar Rojo y la
peregrinación de 40 años por el desierto son hitos importantes en la
historia del pueblo israelita, aunque las investigaciones arqueológicas
parecen desmentir tales hechos (véanse los trabajos de Israel
Finkelstein). Los judíos, una vez conquistada la ciudad de Jericó, se
establecieron en la zona agrícola de Canaán, tierra de la cual en la
Biblia se dice que «manaba la leche y la miel».

Una vez establecidos en Israel, la tierra fue dividida entre las doce
tribus: Aser, Neftalí, Manasés, Zabulón, Isacar, Gad, Efraín, Dan,
Benjamín, Rubén, Judá y Simeón. Con el tiempo se pasó de una teocracia a
una forma de gobierno monárquica, siendo los reyes más famosos de la
época Saúl, David y su hijo Salomón, con su capital en Jerusalén. Luego
del reino de Salomón, la nación se dividió en dos reinos: el reino de
Israel en el norte y el reino de Judea en el sur. El reino de Israel fue
conquistado por el rey asirio Sargón II, al final del siglo VIII antes
de Cristo. El reino de Judea prosperó durante varios siglos, hasta que
en el año 586 antes de Cristo fue conquistado por los babilonios,
comandados por Nabucodonosor II. En ese año se destruyó el primer
templo, lugar central de la actividad religiosa judía de la época.
Muchos de los judíos fueron desterrados de Israel y fueron llevados como
esclavos a Babilonia (actual Irak), lo cual constituye la primera
diáspora judía. Durante el exilio en Babilonia, los judíos escriben lo
que se conoce como el “Talmud de Babilonia” (Talmud Bavli), mientras que
los judíos todavía establecidos en Judea escriben el “Talmud de
Jerusalén”. Estos dos manuscritos representan las primeras
manifestaciones de la Torá en forma escrita, y el Talmud de Babilonia es
el utilizado actualmente por las comunidades judías. La subsecuente
conquista de Babilonia a manos de los persas permitió a muchos judíos
regresar a su tierra natal luego de 70 años en el exilio babilónico. Se
construyó un nuevo Segundo Templo y se restablecieron antiguas
prácticas.

La comunidad judía de Israel fue dominada por varios antiguos imperios.
Los asirios fueron seguidos por los babilonios y luego por los persas
hasta la conquista por parte de los griegos. Es en esta época cuando
estalla una revolución (135 a. C.) encabezada por Judas El Macabeo
(“martillo”, hasmoneo) que logra colocar a todo el territorio del
antiguo Israel nuevamente bajo dominio judío. El Reino Hasmoneo de Judá
pasó por último a manos de los romanos.









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