lunes, 31 de julio de 2017

Estudio bíblico de Daniel 1:2-13

Estudio bíblico de Daniel 1:2-13








Estudio bíblico de Daniel 1:2-13

Daniel 1:2-13

Regresamos hoy, amigo oyente, a este interesante
libro del profeta Daniel. En nuestro programa anterior vimos que Joacim
había sido puesto en el trono de Judá por el Faraón Necao, para
reemplazar a su hermano Joacaz. Estos dos hombres malvados eran hijos
de Josías, el rey piadoso que había impulsado la última renovación
espiritual de Judá (2 Reyes 23:31-37). El verdadero nombre de Joacim era
Eliaquim, y fue durante su reinado que Nabucodonosor vino por primera
vez contra Jerusalén. Eso ocurrió alrededor del año 606 A.C., y él se
apoderó de la ciudad en el año 604 A.C. La ciudad, sin embargo, no fue
destruida, pero el primer grupo de cautivos fue llevado a Babilonia.
Entre estos se encontraba Daniel y sus tres amigos, y miles de otras
personas.

En los primeros cinco versículos de este capítulo 1
tenemos la decadencia y la caída de Jerusalén, así como también la
batalla de Nabucodonosor. Después, en los versículos 6 al 14, tenemos
la decisión de Daniel, uno de los cautivos, de ser fiel a Dios.

Y en el versículo 2 de este capítulo 1 dice:

"El Señor entregó en sus manos a Joacim, rey de Judá,
y parte de los utensilios de la casa de Dios; los trajo a tierra de
Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del
tesoro de su dios."

Sólo una parte de los utensilios fueron llevados a
Babilonia en ese momento; el resto de los utensilios fue llevado cuando
Joaquín, rey de Judá, se rindió (ver 2 Reyes 24:13). Nabucodonosor tomó
esos utensilios y los llevó a la tierra de Sinar, al templo de su dios.
Queremos recordar este detalle, porque más adelante, el rey Belsasar
(probablemente el nieto de Nabucodonosor) los traería para celebrar su
banquete. Continuemos leyendo el versículo 2 de este primer capítulo:

"Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajera de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes"

Ahora, este rey, Nabucodonosor, se llevó lo mejor
que había de todos los cautivos de cualquier nación de la cual él se
apoderaba, y encontramos aquí que Daniel fue incluido entre estos.
Pensamos que estos jóvenes eran examinados para determinar la
inteligencia que tenían y los que resultaban seleccionados eran
entrenados como sabios para aconsejar al rey de Babilonia. Un poco más
adelante en este capítulo, veremos que Daniel sería incluido en este
grupo y que el rey los consultó.

Dice aquí "Y dijo el rey a Aspenaz, el jefe de sus
eunucos". Y el versículo 9 de este capítulo también dice: "9Puso Dios a
Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos". Daniel
y sus tres amigos fueron hechos eunucos en cumplimiento de Isaías 39:7
que dice, "7De tus hijos que saldrán de ti y que habrás engendrado,
tomarán, y serán eunucos en el palacio del rey de Babilonia".

La mayoría de los eruditos conservadores están de
acuerdo en que Daniel fue llevado cautivo cuando tenía 17 años de edad.
Él fue hecho un eunuco, y así uno puede entender por qué Daniel nunca se
casó ni tuvo hijos. Algunos se preguntan qué clase de persona rara era
Daniel. En realidad, no era una persona excéntrica; esto fue algo que el
rey había hecho, y que no destruyó el desarrollo mental de aquellos
jóvenes. Cumplía el propósito de hacerlos más dóciles hacia el rey, y
también les permitía dedicar todo su tiempo a los estudios que se les
impartían. El rey quería que aquellos jóvenes pasaran todo su tiempo
estudiando, y su forma de lograr ese objetivo era hacerlos eunucos. Y
Daniel estaba en ese grupo. Continuemos leyendo el versículo 4 de este
primer capítulo de Daniel:

"Muchachos en quienes no hubiera tacha alguna, de
buen parecer, instruidos en toda sabiduría, sabios en ciencia, de buen
entendimiento e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les
enseñara las letras y la lengua de los caldeos."

Permítanos decirle, amigo oyente, que la Biblia no
fue escrita por un grupo de hombres ignorantes. Moisés fue instruido en
toda la sabiduría de Egipto, y los Egipcios estaban muy adelantados;
sabían cuál era la distancia entre la tierra y el sol, y sabían que la
tierra era redonda. Fueron los griegos quienes más adelante dijeron que
la tierra era plana. Ellos eran los "científicos" de aquel día. La
ciencia enseñó que la tierra era plana. La Biblia nunca enseñó tal cosa.
En realidad, dijo que era un círculo, habló de la redondez de la tierra
(ver Isaías 40:22). Volviendo a nuestro relato, Daniel, también, era un
joven sobresaliente. Él debe haber ocupado un lugar muy alto en la
lista de aquellos jóvenes que fueron sometidos a pruebas de inteligencia
en la corte de Nabucodonosor. El apóstol Pablo, que escribió mucho del
Nuevo Testamento, estaba también intelectualmente en esa categoría.
Todos ellos fueron jóvenes brillantes que fueron expuestos a los
conocimientos de su tiempo. A veces nos produce cierto cansancio ver que
algunos que se consideran intelectuales actúan como si la Biblia
hubiera sido escrita por un grupo de personas ignorantes. Si usted
piensa lo mismo, amigo oyente, entonces debemos decirle que está
equivocado. Daniel no tenía nada de ignorante. Era un joven brillante y
recibió una educación como pocos recibieron. No despreciemos los
conocimientos ni la erudición de aquellos tiempos. Había muchas personas
que estaban en un nivel muy avanzado dentro del conocimiento, en la
ciencia y en muchas otras áreas. Y Daniel iba a estar expuesto a toda
esa sabiduría. Dice el versículo 5 de este primer capítulo de Daniel:

"Y les señaló el rey una porción diaria de la comida
del rey y del vino que él bebía; y que los educara durante tres años,
para que al fin de ellos se presentaran delante del rey."

Esta era, por supuesto, la dieta que tenían los
paganos, e incluiría animales considerados impuros por los judíos.
Recordemos que Daniel era judío y se encontraba bajo la ley de Moisés. A
los israelitas se les había dicho que no comieran de ciertas carnes,
ciertas aves, y ciertos peces.

Leamos ahora los versículos 6 y 7 de este primer capítulo, que encabezan el párrafo en el cual veremos que

Daniel decidió ser fiel a Dios

"Entre ellos estaban Daniel, Ananías, Misael y
Azarías, de los hijos de Judá. A estos el jefe de los eunucos puso
nombres: a Daniel, Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a
Azarías, Abed-nego"

Como podemos ver, el jefe de los eunucos les cambió
sus nombres hebreos y les asignó nombres paganos. A Daniel le puso el
nombre Beltsasar, que significa "adorador de Baal", que era un dios
pagano. Creemos que estos cuatro jóvenes fueron los que sacaron las
calificaciones más altas en los exámenes por los que tuvieron que pasar.
Es que Babilonia quería los mejores cerebros, así como también a los
jóvenes de mejor aspecto físico.

Estos cuatro jóvenes del reino de Judá fueron
elegidos e identificados para nosotros, y el motivo fue que ellos iban a
adoptar una postura a favor de Dios. Si todos estos jóvenes eran de la
misma edad que Daniel, diríamos que tenían alrededor de 17 años de edad.
Hay algunos otros expositores del Antiguo Testamento que opinan que
quizá tendrían unos 14 años. Y aún quienes piensan que quizá la edad de
ellos oscilaba alrededor de los 20 años. De modo que la edad de 17
años podría ser un cálculo realista de la edad de los cuatro jóvenes. Y
dice el versículo 8:

"Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la
porción de la comida del rey ni con el vino que él bebía; pidió, por
tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligara a contaminarse."

Aquí vemos la decisión que adoptó el joven Daniel a
favor de su relación con Dios, y lo hizo en una corte pagana. Bajo
circunstancias normales, esta actitud habría resultado fatal.
Obviamente, Daniel no estaba tratando de ser popular. No estaba
intentando complacer a Nabucodonosor. La decisión que él tomó, por
cierto que no refleja la posición moderna de compromiso e indulgencia
que predomina a nuestro alrededor en la actualidad. Daniel no conocía
nada de la conducta oportunista que podría resumirse en la frase "cuando
estés en babilonia, haz lo mismo que hacen los babilonios". Daniel no
se amoldó al mundo de su época, pero fue transformado por medio de la
renovación de su mente, y el cumplir la voluntad de Dios fue el
propósito apasionante de su vida.

Daniel y sus amigos representaron en su tiempo a ese
remanente judío que Dios tiene en todas las épocas. Ése fue el
remanente del cual Pablo habló en Romanos 11:5, cuando escribió: "Así
también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia".

Así que hemos visto que estos jóvenes no querían
comer la comida del rey; se iban a rebelar contra la dieta babilónica.
En realidad, se haría un intento de convencer a estos jóvenes, de
conseguir que fueran babilonios interior y exteriormente. Ellos debían
comer, vestir y pensar como los babilonios.

Sin embargo, Daniel y sus compañeros estaban bajo el
sistema de Moisés. Y en el Antiguo Testamento, Dios dijo bien claro a
Su pueblo lo que debían comer. En Levítico 11:44-47, leemos: "Porque Yo
soy el Señor vuestro Dios. Vosotros por tanto os santificaréis y seréis
santos, porque Yo soy santo. Así que no contaminéis vuestras personas
con ningún animal que se arrastre sobre la tierra. Yo soy el Señor, que
os hago subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios; seréis,
pues, santos, porque Yo soy santo. Esta es la ley acerca de las
bestias, de las aves, de todo ser viviente que se mueve en las aguas y
de todo animal que se arrastra sobre la tierra, para que hagáis
distinción entre lo inmundo y lo limpio, y entre los animales que se
pueden comer y los animales que no se pueden comer". Ciertas carnes
estaban específicamente prohibidas, y se encuentran enumeradas en el
libro de Levítico; también las comidas ofrecidas a los ídolos resultaban
repulsivas para los israelitas piadosos.

Quizás Daniel y los otros jóvenes hebreos eran
nazareos, a quienes les estaba prohibido incluso el vino. En Números,
capítulo 6, versículo 3, leemos: "Se abstendrá de vino y de sidra. No
beberá vinagre de vino, ni vinagre de sidra, ni beberá ningún licor de
uvas, ni tampoco comerá uvas frescas y secas".

Estos jóvenes estaban siguiendo el mandato del
profeta Isaías, que dijo en su libro, capítulo 52 y versículo 11:
"¡Apartaos, apartaos, salid de ahí, no toquéis cosa inmunda! ¡Salid de
en medio de ella, purificaos los que lleváis los utensilios del Señor!"

Sin embargo, los creyentes hoy no se les han dado
una dieta o una lista de comidas. El apóstol Pablo dijo en su Primera
Epístola a los Corintios, capítulo 10, versículos 25 al 27: "De todo lo
que se vende en la carnicería comed, sin preguntar nada por motivos de
conciencia, porque del Señor es la tierra y todo cuanto en ella hay. Si
algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga
delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia". También,
en el capítulo 8, versículo 8 de la Primera Epístola a los Corintios, el
Apóstol Pablo dijo: "Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante
Dios, pues ni porque comamos seremos más, ni porque no comamos seremos
menos".

Estos jóvenes Hebreos estaban adoptando una posición
bajo la Ley de Moisés, y estaban asumiendo una postura de parte de
Dios. Y dice el versículo 9 de este primer capítulo:

"Puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos"

Como podemos ver, Daniel ya era un favorito, y ello
no fue un accidente. Dios estaba actuando a favor de Daniel, tal como Él
actuó en la vida de José en la tierra de Egipto. Continuemos leyendo el
versículo 10:

"Y el jefe de los eunucos dijo a Daniel: Temo a mi
señor el rey, que asignó vuestra comida y vuestra bebida; pues luego que
él vea vuestros rostros más pálidos que los de los muchachos que son
semejantes a vosotros, haréis que el rey me condene a muerte."

El jefe de los eunucos no quería obligar a estos
jóvenes a que comiesen esta dieta, pero él mismo se encontraba en una
situación bastante difícil. A él le agradaba Daniel, pero, ¿qué iba a
hacer entonces? Escuchemos lo que Daniel dijo en los versículos 11 y
12:

"Entonces dijo Daniel a Melsar, a quien el jefe de
los eunucos había puesto sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías: Te
ruego que hagas la prueba con tus siervos durante diez días: que nos den
legumbres para comer y agua para beber."

En lugar de legumbres, como algunos traductores
consideraron conveniente traducir, creemos que en realidad lo que
comieron fue una especie de cereales, como los que se comen hoy para
desayunar. El comer el cereal ayuda a tener una buena condición física.
Y eso es lo que Daniel estaba diciendo al jefe de los eunucos. O sea
que no estaba diciendo que se iba a convertir en un vegetariano. Así que
propuso una prueba que duraría 10 días, al final de los cuales quedaría
demostrada la buena condición física de él y de sus compañeros. Y
luego, en el versículo 13 continuamos leyendo:

"Compara luego nuestros rostros con los rostros de
los muchachos que comen de la porción de la comida del rey, y haz
después con tus siervos según veas."

De esta manera quedaría demostrada la calidad de la
dieta que Daniel y los suyos querían seguir por motivo de su fidelidad a
las instrucciones de la Ley de Moisés. Y Dios hizo que Melzar, el
encargado directo de supervisar a estos jóvenes, sintiera que debía
favorecer a Daniel y mostrarle su buena voluntad. Entonces, este
funcionario del rey resolvió aceptar la propuesta y realizar la prueba
que Daniel había sugerido.

La Biblia nos dice que la decisión de Daniel de
negarse a comer la dieta de Babilonia fue algo que se "propuso en su
corazón". Y queremos comentar por un momento sobre el tema de convertir
la vida cristiana y la separación del mundo en algunas reglas breves
que tienen que ver con la comida y la forma de comportarse. En esta área
siempre hay una tendencia a ser dogmáticos y a prohibir ciertas cosas
dudosas, cosas que en realidad son discutibles.

Cierta persona decía en una carta que, poco después
de convertirse a Cristo se unió a un grupo pequeño, y sus dirigentes le
dijeron que había ciertas cosas que no podría hacer, y ciertas cosas que
podría hacer. En su carta dicha persona aclaró su situación diciendo:
"He seguido todas estas reglas y aun así, me sentía miserable".

En la historia de la iglesia podemos leer acerca de
épocas en las cuales las personas establecieron un sistema de hacer
algunas cosas y de no hacer otras. Tales sistemas, en un principio,
funcionaron bien. Por ejemplo, los monasterios que comenzaron en el
imperio romano, fueron en realidad resultado de una protesta contra el
libertinaje de su tiempo. Pero antes de no mucho tiempo, la situación
en algunos de ellos era peor dentro del monasterio que fuera.

Recordemos que el Señor Jesucristo mismo le dijo a
los fariseos en Lucas 11:39: "Vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera
del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y de
maldad". En la actualidad, el principio Bíblico de la época de la
gracia está expresado en Tito 3:5, que dice: "nos salvó, no por obras de
justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por
el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu
Santo". O sea, que para vivir una vida de santidad, primero tenemos que
recibir nueva vida de parte de Dios, tenemos que experimentar un nuevo
nacimiento, un nacimiento espiritual.

Volvamos a la frase inicial: "Daniel propuso en su
corazón" (v. 8). Todo comenzó en el corazón de Daniel. Él no era un
robot. Tenía un corazón, y sus convicciones surgieron de su corazón, de
su interior. Y ésa debería ser también nuestra experiencia. Nosotros
estamos como prisioneros en este mundo en el cual vivimos. No podemos
escapar de esta tierra. La gravedad nos mantiene en este planeta, no es
posible alejarnos de él. El Señor Jesucristo mismo dijo que estamos en
este mundo, pero no pertenecemos a este mundo. Él también dijo en Mateo
6:24, "No podéis servir a Dios y a las riquezas". Sin embargo, no
podemos servir a Dios siguiendo un conjunto de reglas; debemos tener un
propósito en nuestros corazones. Jesús dijo que de dentro del corazón
humano proceden los elementos de la vida, las vivencias. Las cosas que
introducimos dentro de nuestros cuerpos no son lo más importante. Daniel
propuso en su corazón que él obedecería la ley de Dios que fue dada al
pueblo de Dios, y éste sería su testimonio.

Tenemos que terminar, por hoy, pero en nuestro
próximo programa veremos el resultado de esta interesante prueba, que
fue una prueba para la fe de aquellos jóvenes en Dios. Estimado oyente,
esperamos que usted nos acompañe en nuestro recorrido por este libro tan
importante como apasionante, donde se desvelaron grandes misterios y
del cual aprendemos mucho para aplicar en nuestra vida práctica y para
hacer frente a las variadas situaciones de nuestra vida.

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