jueves, 6 de julio de 2017

Diácono - Wikipedia, la enciclopedia libre

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Diácono




Vestimenta de diácono en la Iglesia Anglicana: alba, cíngulo y estola púrpura cruzada. Fotografía de octubre de 2005.
Un diácono (del griego διακονος, diakonos, y luego del latín diaconus, «servidor») es considerado un servidor, un clérigo o un ministro eclesiástico,1 cuyas calificaciones y funciones muestran variaciones según las distintas ramas del cristianismo. En las Iglesias católica, copta y ortodoxa se refiere así a aquel que ha recibido el grado inferior del sacramento del Orden Sagrado por la imposición de las manos del obispo,Nota 1 y por lo tanto se le considera la imagen sacramental de Cristo servidor, en virtud de la Sagrada Escritura
que especifica: «Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido,
sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (Evangelio de Marcos 10, 45).



Índice

El diácono en la Biblia y en la historia de la cristiandad

La epístola a los Filipenses, datada tentativamente de 54 a 61 d.C.,2 se dirige a los episkopoi (que no son todavía los obispos actuales, sino los presbíteros y ancianos encargados de dirigir la comunidad) y los diakonoi,
es decir, los diáconos o asistentes (Filipenses 1:1). Esta mención de
los presbíteros y los diáconos es considerada hoy como un antecedente
embrional de la actual jerarquía.3


El libro de los Hechos de los Apóstoles, datado de 60-70 d.C.,4 narra la constitución por parte de los Apóstoles de los que podrían ser considerados los primeros siete diáconos de la Iglesia de Jerusalén.



Simón Pedro consagra a Esteban (de rodillas) como diácono de la iglesia de Jerusalén. Fresco de la Capilla Niccolina, Palacio Apostólico de la Ciudad del Vaticano. Detrás y de pie, se encuentran otros seis diáconos ordenados.
Por aquellos días, al multiplicarse los discípulos, hubo quejas de
los helenistas contra los hebreos, porque sus viudas eran desatendidas
en la asistencia cotidiana. Los Doce convocaron la asamblea de los
discípulos y dijeron: «No parece bien que nosotros abandonemos la
Palabra de Dios por servir a las mesas. Por tanto, hermanos, buscad de
entre vosotros a siete hombres, de buena fama, llenos de Espíritu y de
sabiduría, y los pondremos al frente de este cargo; mientras que
nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra.»
Pareció bien la propuesta a toda la asamblea y escogieron a Esteban,
hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a
Timón, a Pármenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía; los presentaron a
los apóstoles y, habiendo hecho oración, les impusieron las manos.


Hechos de los Apóstoles 6:1-6
Este texto es discutido, porque la mayor parte de los teólogos de hoy
no reconocen en la «institución de los Siete» la institución del
diaconado como tal. Ireneo de Lyon, en torno al año 180, menciona a Esteban, uno de los siete, como diácono. Cipriano de Cartago y Agustín de Hipona opinan que el diaconado fue instituido en aquel momento, mientras que Juan Crisóstomo no lo admite.5 Estos siete hombres entran en función, al igual que los presbíteros, por la imposición de las manos. Entre ellos se destacan Esteban, el primer mártir cristiano, Felipe, el predicador en Samaría, y Prócoro, a quien se atribuye haber sido amanuense de Juan el Apóstol en su destierro en la isla de Patmos.
Es evidente que el ministerio que desarrollarían desborda rápidamente
el servicio material (ejemplificado por el hecho de «servir las mesas» y
«atender a las viudas»), puesto que luego predicarían, y a Felipe se le
llegaría a calificar explícitamente de «evangelista» (Hechos de los
Apóstoles 21:8).3


Por lo tanto el diaconado es, en sus orígenes cristianos, un ministerio cuyas funciones no resultan fáciles de precisar.3 Sin embargo, la primera epístola a Timoteo señala algunas cualidades esperables del diácono:3


También los diáconos deben ser dignos, sin doblez, no dados a beber
mucho vino ni a negocios sucios; que guarden el Misterio de la fe con
una conciencia pura. Primero se les someterá a prueba y después, si
fuesen irreprensibles, serán diáconos. Las mujeres igualmente deben ser
dignas, no calumniadoras, sobrias, fieles en todo. Los diáconos sean
casados una sola vez y gobiernen bien a sus hijos y su propia casa.
Porque los que ejercen bien el diaconado alcanzan un puesto honroso y
grande entereza en la fe de Cristo Jesús.


I Timoteo 3: 8-13
Entre los diáconos que tuvieron un papel preeminente en la Historia de la cristiandad sobresalieron:



Pintura de autor anónimo que representa a Vicente de Zaragoza, uno de los diáconos venerados en la Historia de la cristiandad, famoso por el martirio sangriento de que fue objeto.
  • San Esteban, a saber, el primer mártir de la cristiandad;
  • el valeroso San Lorenzo, uno de los diáconos de Roma martirizado en una parrilla al fuego en 258;
  • Vicente de Zaragoza, el protomártir español martirizado bajo el mandato de Diocleciano (ca. 304);
  • Efrén de Siria (muerto ca. 306), Padre y Doctor de la Iglesia;
  • Romano el Mélodo (ca. 490 - ca. 556), uno de los más grandes himnógrafos griegos, apodado «el Píndaro de la poesía rítmica»;
  • Francisco de Asís (1182–1226), uno de los santos más admirados y queridos por su sencillez y pobreza espiritual.6 7
Otras figuras históricas prominentes que desempeñaron durante algún
pasaje de su vida funciones como diáconos para pasar luego a cargos más
elevados son:

El diácono en la Iglesia católica

El Concilio Vaticano II especificó el lugar ocupado por los diáconos en la Iglesia católica y sus funciones:



En Polonia, un diácono de la Iglesia católica canta el pregón pascual o Exsultet en la liturgia de la Vigilia Pascual. Según el Concilio Vaticano II, una de las funciones del diácono consiste en servir al pueblo en el ministerio de la liturgia.
En el grado inferior de la jerarquía están los diáconos, que reciben
la imposición de las manos «no en orden al sacerdocio, sino en orden al
ministerio». Así, confortados con la gracia sacramental, en comunión con
el obispo y su presbítero, sirven al pueblo de Dios en el ministerio de
la liturgia, de la palabra y de la caridad. Es oficio propio del
diácono, según le fuere asignado por la autoridad competente,
administrar solemnemente el bautismo, reservar y distribuir la
Eucaristía, asistir al matrimonio y bendecirlo en nombre de la Iglesia,
llevar el viático a los moribundos, leer la Sagrada Escritura a los
fieles, instruir y exhortar al pueblo, presidir el culto y oración de
los fieles, administrar los sacramentales, presidir el rito de los
funerales y sepultura.


Lumen gentium 29, Concilio Vaticano II
El Concilio también señaló la forma en que debe ejercerse este ministerio:


Dedicados a los oficios de la caridad y de la administración, recuerden los diáconos el aviso del bienaventurado Policarpo: «Misericordiosos, diligentes, procediendo conformes a la verdad del Señor, que se hizo servidor de todos» (San Policarpo, Ad phil. 5,2).


Lumen gentium 29, Concilio Vaticano II
En el mismo documento, el Concilio Vaticano II indicó en qué
situaciones se establece el diaconado como grado propio y permanente de
la jerarquía, y a quiénes puede conferirse:


[...] como estos oficios [...] difícilmente pueden ser desempeñados
en muchas regiones, se podrá restablecer en adelante el diaconado como
grado propio y permanente de la jerarquía. Corresponde a las distintas
Conferencias territoriales de Obispos, de acuerdo con el mismo Sumo
Pontífice, decidir si se cree oportuno y en dónde el establecer estos
diáconos para la atención de los fieles. Con el consentimiento del
Romano Pontífice, este diaconado podrá ser conferido a varones de edad
madura, aunque estén casados, y también a jóvenes idóneos, para quienes
debe mantenerse firme la ley del celibato.


Lumen gentium 29, Concilio Vaticano II
Años más tarde, el Catecismo de la Iglesia católica señaló:


Los diáconos participan de una manera especial en la misión y la gracia de Cristo. El sacramento del Orden los marcó con un sello
(«carácter») que nadie puede hacer desaparecer y que los configura con
Cristo que se hizo «diácono», es decir, el servidor de todos.
Corresponde a los diáconos, entre otras cosas, asistir al obispo y a los
presbíteros en la celebración de los divinos misterios sobre todo de la
Eucaristía y en la distribución de la misma, asistir a la celebración
del matrimonio y bendecirlo, proclamar el Evangelio y predicar, presidir
las exequias y entregarse a los diversos servicios de la caridad.


Más adelante, el mismo Catecismo hizo referencia a la importancia y ocasión del restablecimiento del diaconado en la Iglesia católica:


Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia latina ha restablecido el
diaconado «como un grado particular dentro de la jerarquía» (LG 29),
mientras que las Iglesias de Oriente lo habían mantenido siempre. Este diaconado permanente,
que puede ser conferido a hombres casados, constituye un
enriquecimiento importante para la misión de la Iglesia. En efecto, es
apropiado y útil que hombres que realizan en la Iglesia un ministerio
verdaderamente diaconal, ya en la vida litúrgica y pastoral, ya en las
obras sociales y caritativas, «sean fortalecidos por la imposición de
las manos transmitida ya desde los Apóstoles y se unan más estrechamente
al servicio del altar, para que cumplan con mayor eficacia su
ministerio por la gracia sacramental del diaconado» (AG 16)


Clasificación

Dentro de la Iglesia católica existen dos clases de diáconos: diáconos transitorios y diáconos permanentes.


Diácono transitorio

Se califica como transitorios a aquellos diáconos a los cuales
se les confiere este ministerio por un período limitado de tiempo, que
usualmente se inicia luego de culminar sus estudios y se extiende hasta
que el ordinario del lugar considera al candidato suficientemente maduro
para ser ordenado presbítero
por el obispo. En general, durante este tiempo los candidatos ejercen
como diáconos en parroquias. Por lo tanto, es condición para ser
presbítero haber sido ordenado con anterioridad en calidad de diácono
transitorio (es decir, en tránsito hacia el presbiterado).


Diácono permanente

En el Concilio Vaticano II,
se restableció nuevamente el diaconado permanente. Este tipo de
diaconado puede ser conferido a hombres casados. El diácono permanente
debe ser considerado hombre «probo» por la comunidad, caritativo,
respetuoso, misericordioso y servicial. Es determinación del obispo
exigir que sea casado, y en este caso, la esposa deberá autorizar por
medio escrito al obispo la aceptación para la ordenación del esposo
(requisito indispensable). Un diácono casado que pierde a su esposa no
puede volver a contraer matrimonio, pero sí puede optar a ser presbítero. Quien es ordenado diácono siendo soltero se compromete al celibato permanente.


Solo el varón («vir») bautizado recibe válidamente esta sagrada ordenación. El sacramento del Orden confiere un carácter espiritual indeleble
y no puede ser reiterado ni ser conferido para un tiempo determinado.
Se le puede liberar de obligaciones y de las funciones vinculadas a la
ordenación y hasta se le puede impedir ejercerlas, pero no vuelve a ser
laico nuevamente puesto que, desde la ordenación, se considera que el
diácono queda marcado espiritualmente de forma permanente (de allí el término marca o carácter).


Funciones de los diáconos


Diácono católico, usando la dalmática, vestimenta típica del diaconado
Las funciones del diácono en la Iglesia católica son:


Además, y siempre de acuerdo con lo que determine la jerarquía, puede:


  • Dirigir la administración de alguna parroquia;
  • Ser designado a cargo de una Diaconía;
  • Presidir la celebración dominical, aunque no consagrar la Eucaristía (lo cual corresponde a presbíteros y obispos).
Puede además efectuar otros servicios, según las necesidades
específicas de la Diócesis, particularmente todo aquello relacionado con
la realización de obras de misericordia, y la animación de las comunidades en que se desempeñan.


Vestiduras propias del diácono

Las vestiduras litúrgicas propias del diácono son la estola
puesta al modo diaconal, es decir, cruzada en el cuerpo desde el hombro
izquierdo y unida en el lado derecho, a la altura de la cintura y sobre
esta la dalmática, vestidura cerrada con amplias mangas, utilizada sobre todo en las grandes celebraciones y solemnidades.


En el común vestir, el diácono puede usar sotana o camisa clerical (clériman), y alzacuellos si así lo sintiera. Su vestimenta diaria depende de su estado de vida y del carácter de su diaconado.


El diácono en las Iglesias ortodoxa, copta y católicas orientales


Diáconos ortodoxos en Novosibirsk, preparando el incensario.
Además de leer el Evangelio y de ayudar en la administración de la Comunión, en las Iglesias orientales el diácono inciensa los íconos y la gente, convoca al pueblo a la oración, precede las letanías de los santos y letanías lauretanas, y tiene un papel en el diálogo de la Anáfora.
De acuerdo con la tradición oriental, no se le permite administrar los
sacramentos por cuenta propia, con excepción del bautismo in extremis
(en peligro de muerte), situación en la que cualquier cristiano con
recta intención, incluyendo un laico, puede bautizar. Al participar en
un bautismo normal, el diácono es a menudo quien se sumerge en el agua
junto con la persona que es bautizada (Hechos 8:38). En contraste con la
Iglesia católica, los diáconos de las Iglesias orientales no pueden
presidir la celebración de matrimonios ya que, en la teología cristiana
de Oriente, el sacramento se confiere por la bendición nupcial de un
sacerdote.



Un diácono de la Iglesia ortodoxa griega en la Basílica de la Natividad, en Belén.
Los ornamentos diaconales son: el sticharion (dalmática), el orarion (estola diaconal), y los epimanikia (mangas de tela) que se usan debajo del sticharion, no sobre ella como lo hace un sacerdote o un obispo. El diácono usa generalmente un orarion simple que solo cubre el hombro izquierdo pero, si fue elevado a la categoría de «archidiácono», lleva el orarion
doble, lo que significa que se pasa sobre el hombro izquierdo, debajo
del brazo derecho, y luego cruzado sobre el hombro izquierdo (ver
fotografía de la izquierda). En la práctica griega moderna, un diácono
lleva este orarion doble desde el momento de su ordenación.



Escudo de armas de un diácono en la Iglesia ortodoxa. Notar el orarion o estola diaconal y el kamilavka o sombrero eclesiástico, negro y sin borde, que se coloca sobre la cabeza.
Además, en la práctica griega, lleva el kamilavka clerical de forma casi cilíndrica, que cubre la cabeza. En la práctica eslava, un hierodiácono (diácono monje) lleva el kamilavka negro simple de un monje (sin borde), pero se quita el velo monástico cuando corresponde. El diácono casado no usa un kamilavka a menos que se lo haya otorgado el obispo como un premio eclesiástico. La kamilavka honoraria es de color púrpura, y puede ser otorgada a cualquiera de los clérigos, casados ​​o monásticos.


Un protodiácono (en griego: πρωτοδιάκονος: protodiakonos)
es un diácono distinguido u honrado en razón de su función más elevada,
ya que por lo general sirve como parte del personal del obispo
diocesano. Un archidiácono es similar al anterior, pero se encuentra entre el clero monacal. Los protodiáconos y los archidiáconos utilizan un orarion
doble, aunque no es la tradición local de todos los diáconos el usarlo.
En la tradición eslava un diácono puede ser honrado con el orarion doble, aunque no sea un protodiácono o un archidiácono.


El diácono en la Comunión anglicana


Certificado de Ordenación como diácono de la Iglesia de Inglaterra otorgado por Richard Terrick, obispo de Londres, a Gideon Bostwick; 24 de febrero de 1770.
En la Comunión anglicana,
los diáconos trabajan a menudo directamente en el ministerio
relacionado con las obras de misericordia corporales, dentro y fuera de
la Iglesia: la asistencia a los pobres, los enfermos, los hambrientos y
los encarcelados. A diferencia de los diáconos ortodoxos y católicos,
que pueden contraer matrimonio solo antes de la ordenación, se permite a
los diáconos anglicanos casarse libremente, tanto antes como después de
su ordenación (al igual que los sacerdotes anglicanos). La mayoría de
los diáconos son personas en preparación para el sacerdocio y son
ordenados sacerdotes por lo general alrededor de un año después de su
ordenación diaconal. Sin embargo, hay algunos diáconos que no reciben a posteriori la ordenación sacerdotal. Muchas provincias de la Comunión Anglicana ordenan como diáconos tanto a hombres como a mujeres.



Un diácono lleva en procesión el libro de los Evangelios en el Oxford Oratory de Inglaterra.
Los diáconos anglicanos pueden bautizar y en algunas diócesis se
conceden licencias para solemnizar el matrimonio, por lo general bajo la
supervisión de su párroco y del obispo. Suelen oficiar la adoración eucarística con exposión del Santísimo Sacramento.
Los diáconos no pueden presidir la eucaristía (pero pueden participar
del ministerio de la eucaristía, distribuyendo las formas ya
consagradas), ni pueden absolver los pecados o pronunciar la bendición
trinitaria.9


Un diácono anglicano lleva vestimenta similar a la de un sacerdote
anglicano: sotana, sobrepelliz y esclavina. Sin embargo, en la liturgia,
los diáconos llevan por lo general una estola sobre su hombro
izquierdo, que se fija en el lado derecho de su cintura. Esto se usa
tanto sobre la sobrepelliz y el alba. Un diácono también puede usar una
dalmática.


Notas


  1. El sacramento del orden posee tres grados: episcopado, presbiterado
    y diaconado. Existen dos grados de participación ministerial en el
    llamado «sacerdocio de Cristo»: el episcopado y el presbiterado. En
    cambio, el diaconado es un grado de servicio, es un clérigo destinado a
    ayudar a los anteriores para mejor servicio de Dios y de su pueblo.

Referencias


  • Liddell, Henry George; Scott, Robert (1889). An Intermediate Greek-English Lexicon. Oxford: Clarendon Press. ISBN 0-1991-0206-6. Consultado el 18 de agosto de 2011.

  • Bibliografía

    • Comisión Teológica Internacional (2003). El diaconado: evolución y perspectivas. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. 149 pp. ISBN 978-84-7914-653-5.
    • Esteban Silber: Un servidor permanente. Una introducción al ministerio del diaconado permanente. 2002. Folleto o pdf para descargar

    Enlaces externos

    Menú de navegación


  • Vidal García, Senén (2007). Pablo. De Tarso a Roma. Santander: Editorial Sal terrae. p. 126. ISBN 978-84-293-1716-9.
    Vidal García data la carta «probablemente desde finales de 53 hasta la
    primavera de 54», en una «prisión de Pablo en Éfeso, y no en las
    posteriores en Cesarea y en Roma».


  • Léon-Dufour, Xavier (2001). «Ministerio». Vocabulario de Teología Bíblica (18a. edición). Barcelona (España): Biblioteca Herder. p. 541. ISBN 978-84-254-0809-0.


  • Se lo llega a datar de hasta 80 d.C., aunque las dataciones tempranas prevalecen en número.


  • Rigal, Jean (2002). Descubrir los ministerios. Secretariado Trinitario (por licencia de Desclée de Brouwer (2001). p. 200. ISBN 84-88643-74-8. Consultado el 15 de agosto de 2011.


  • Armstrong, Regis J.; Hellmann, J.A.W.; Short, William J., ed. (1999). Francis of Assisi: early documents (en inglés). Nueva York: New City Press. p. 256. ISBN 1-56548-111-9. Consultado el 23 de mayo de 2016. Se señala que Tomás de Celano
    fue el primero en sugerir que Francisco de Asís fue diácono al
    describirlo con vestimentas de levita, aunque de forma ambigua. Más
    tarde Julián de Speyer y Buenaventura de Fidanza (en su Leyenda mayor X, 7) fueron más precisos al identificar a Francisco como diácono.


  • Leloup, Jean-Yves; Boff, Leonardo (1999). Terapeutas del desierto. De Filón de Alejandría y Francisco de Asís a Graf Dürckheim. Santander: Editorial Sal Terrae. p. 73. ISBN 84-293-1295-1. Consultado el 23 de mayo de 2016.


  • Llaurens, José Manuel (y equipo) (1992). Catecismo de la Iglesia católica.
    Santo Domingo (República Dominicana): Librería Juan Pablo II (derechos
    cedidos por la Librería Editrice Vaticana). pp. 360-361.


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