martes, 20 de junio de 2017

La luz de la Torá Parashá Behaalotjá: Humildad: la clave para la grandeza

La luz de la Torá Parashá Behaalotjá: Humildad: la clave para la grandeza







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Behaalotjá(Números 8-12)




Humildad: la clave para la grandeza

Al final de la parashá de esta
semana, Dios describe a Moshé como la persona más humilde sobre la faz
de la Tierra. De acuerdo a la definición de grandeza de la Torá, Moshé
representa el nivel máximo que una persona puede alcanzar; llegó a tener
la mayor cercanía con Dios que es humanamente posible, aprendió la
mayor cantidad de Torá y fue el maestro de todo el pueblo de Israel.


Claramente su excepcional humildad tiene una relación directa con su
grandeza, pero dado que hay muchos rasgos de personalidad que son
sumamente positivos como la amabilidad y la honestidad, entonces, ¿por
qué fue específicamente el atributo de humildad el que le permitió
llegar a ser tan grandioso?


Para responder esta pregunta debemos analizar el rasgo opuesto de la
humildad: la arrogancia. La Guemará describe el odio que siente Dios
hacia una persona arrogante: Dios dice que no hay lugar para que Él y la
persona arrogante vivan juntas. ¿Qué significa esto? La persona
arrogante cree que no necesita a Dios para tener éxito en la vida;
siente que sus talentos son suficientes y, por lo tanto, no necesita la
"ayuda" de Dios. En consecuencia, Dios responde medida por medida y no
le provee a la persona arrogante ninguna ayuda Divina (siata dishmaia)
en sus actividades. Eso significa que Dios no residirá con ella. Por lo
tanto, dicha persona se ve sumamente limitada en cuanto a lo que puede
lograr por medio de sus propios talentos; está tremendamente limitada
por el mero hecho de ser humana. Puede que sea inteligente, pero su
inteligencia sólo la llevará hasta cierto punto; después de eso está
perdida.


Pero la persona humilde tiene la actitud opuesta. Se da cuenta que
tiene talentos, pero a la vez está consciente de que fue Dios quien se
los dio. En consecuencia, reconoce que todas sus aspiraciones son
alcanzables sólo con la ayuda del Cielo. Esta concientización no es
limitante, sino que por el contrario, es tremendamente fortalecedora.
Una vez que la persona se da cuenta que Dios le puede dar cualquier cosa
que necesite, entonces se vuelve obvio que su potencial es ilimitado,
ya que la fuente de su éxito es ilimitada. Si una persona está dispuesta
a hacer el esfuerzo necesario para realizar la voluntad de Dios,
entonces, podrá alcanzar incluso un éxito que trasciende las leyes
regulares de la naturaleza.


Esto explica por qué el atributo de humildad de Moshé le permitió
llegar a tan increíbles alturas. Él se dio cuenta que cualquier cosa que
intentara hacer la podría lograr sólo gracias al poder que le había
dado Dios, y la conciencia de esto eliminó todas las limitaciones sobre
qué podía lograr; por lo tanto, como encontramos repetidamente en la
Torá, consiguió logros sobrenaturales (1).


En parashat Vaiakel, el Rambán da un ejemplo de cómo la humildad (el
reconocimiento de que Dios es la fuente de toda nuestra fortaleza) puede
permitir que gente común y corriente alcance logros grandiosos. La
Torá, al describir la construcción del Tabernáculo, nos comenta que "todo hombre cuyo corazón lo motivó vino".
El Rambán explica que esto se refiere a las personas que fueron a hacer
los trabajos calificados, como coser, tejer y construir. Esta
explicación presenta una dificultad: siendo que los judíos no tuvieron
en Egipto la oportunidad para aprender tales oficios, entonces, ¿cómo
fue que de repente algunas personas tenían la habilidad para
desempeñarlos? El Rambán responde que "sus corazones fueron elevados de acuerdo a los caminos de Dios",
al punto en que encontraron en su naturaleza la capacidad para hacer
cosas que nunca habían aprendido a hacer (2). Se dieron cuenta que Dios
es la fuente de todas nuestras capacidades y, consecuentemente, pudieron
lograr lo imposible.


Rav Jaim Shmuelevitz desarrolla aún más esta idea (3). Él cita el versículo en Proverbios que dice: “Ve a la hormiga, perezoso, mira sus caminos y hazte sabio” (4). El Midrash explica qué es lo que debemos aprender de las hormigas: “Esta
hormiga vive sólo seis meses y todo lo que necesita comer [en toda su
vida] es un grano y medio de trigo, pero va y reúne todo el trigo y
cebada que pueda encontrar… ¿por qué lo hace? Porque se dice a sí misma:
'Quizás Hashem decrete vida para mí y entonces esta comida estará
disponible para que la coma'. Rabí Shimón Bar Iojai dijo que una vez vio
un hormiguero que tenía 300
cor de granos, por lo que el Rey
Salomón dijo 've a la hormiga, perezoso', tú también deberías preparar
para ti mitzvot en este mundo para el mundo venidero”
(5).


Rav Shmuelevitz nota que la hormiga reúne 300 cor basada en la
posibilidad remota de vivir lo suficiente para comerlo. Esto, escribe,
“sería un milagro incomparable, porque dado que en seis meses come un
grano y medio, entonces para comer 300 cor debería vivir cientos
de miles de años. Un milagro así jamás ha ocurrido en la historia del
mundo… pero de todas formas, la hormiga trabaja para eso. De la misma
forma, el hombre está obligado a trabajar y a prepararse en este mundo
para el venidero y si no lo hace, si no trabaja en base a la remota
posibilidad de un milagro, entonces es considerado perezoso”.


Luego continúa diciendo que ésta es la explicación del Tana d'Bei Eliahu
(6) que dice que todas las personas están obligadas a preguntarse
cuándo alcanzarán el nivel de los patriarcas. “El comportamiento y las
acciones de la persona, en su totalidad, deben estar dirigidos hacia
alcanzar el nivel de los sagrados patriarcas. A pesar de que la
distancia es muy grande, mucho más grande que los 300 cor para la
hormiga, y que de acuerdo a las leyes normales de la naturaleza es
imposible de alcanzar, el hombre está obligado a esforzarse haciendo lo
que sea para lograrlo”. Luego continúa diciendo que objetivos ambiciosos
como ese pueden lograrse sólo con siata dishmaia. Señala que
nuestra capacidad para conquistar la inclinación negativa sólo es
posible gracias a la ayuda de Dios, como dice la Guemará “si no fuese por la ayuda de Dios nunca podríamos derrotar a la inclinación negativa” (7).


Hemos aprendido que la humildad es la clave para la grandeza. Una vez
que recurrimos a esta fuente ilimitada podemos alcanzar alturas
increíbles. Es verdad que el nivel que logró Moshé parece muy distante,
pero todos podemos encontrar momentos en nuestras vidas en los que fue
muy claro que la siata dishmaia fue la causa de nuestro éxito. Si
podemos acceder al sentimiento que tuvimos en ese momento entonces
podremos reconocer con facilidad que Dios es la fuente de todas nuestras
capacidades.


¿Cuánto puede lograr una persona cuando se conecta con el poder
ilimitado de Dios? Si uno visita el hogar de un rabino de Aish HaTorá,
es muy probable que vea la foto de Rav Shaj, uno de los grandes líderes
de la generación, con una frase debajo de ella. Hace unos treinta años,
Rav Shaj visitó Aish HaTorá y habló allí. Se sorprendió por la gran
cantidad de baalei teshuvá que había frente a él y, de repente,
decidió hablar sobre la idea de que, más allá de lo poderosas que puedan
ser las fuerzas del mal, las fuerzas del bien siempre son más grandes.
Basado en esto hizo una declaración memorable: “Si un hombre puede asesinar a seis millones de judíos, entonces un hombre puede salvar a seis millones de judíos”. Esta es la declaración que acompaña la foto de Rav Shaj; es una lección que nunca debemos olvidar.


Dios es infinitamente más poderoso que el más poderoso de los reshaim ‘malvados’. Si tan sólo logramos aprovechar Su poder entonces podremos esforzarnos para llevar a cabo la visión de Rav Shaj.



Notas:


(1) Por ejemplo, su capacidad para estar 40 días y 40 noches sin comida ni bebida mientras recibía la Torá en Har Sinaí.


(2) Vaiakel 35:21. Ver Dáat Torá, Parashat Vaiakel-Pekudé, de Rav Ierujam Levovitz, donde comenta este Rambán.


(3) Sijot Musar, Parashat Emor, Maamar 67.


(4) Mishlei, 6:6.


(5) Devarim Rabá 85:2.


(6) Cap. 25.


(7) Kidushín 30b.



















Publicado: 31/5/2014








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